martes, 4 de octubre de 2011

El boli BIC


Los abrumadoramente baratos bolígrafos de la marca Bic, o más popularmente llamados “boli Bic”, nos convirtieron en unos auténticos ninjas preadolescentes.

De las películas de Bruce Lee, así como de otras de artes marciales en general que se pusieron muy de moda por la década setentera; películas llamadas “de chupilais”, aprendimos que un ninja era un ser entrenado para la guerra y que él sólo se bastaba para sobrevivir ante cualquier adversidad, así como para eliminar a todo tipo de enemigos, siendo capaz de improvisar un arma mortífera con cualquier objeto que cayese en sus manos. Habitualmente los ninjas iban provistos de ciertos elementos letales del estilo de: una katana, estrellas ninja, luchacos, etc. Toda esa parafernalia nos mostraba a esos guerreros ninja como a unos auténticos aficionados a nuestro lado. Un escolar con bata a rayas y zapatos Gorila no necesitaba ninguna de esas armas para convertirse en un verdadero samurai, ya que en aquellas aulas que olían a goma Milan de nata y a Filvit champú, ser poseedor de un boli Bic era como tener todo el poder en nuestras manos.

Qué contar de un boli inventado en Clichy, una pequeña localidad al norte de París por Marcel Bich y por allá el año 1945 recién terminada la Segunda Guerra Mundial. Cómo olvidar sus múltiples utilidades como por ejemplo, la de convertirle en una funcional chuleta tallando delicadamente su cuerpo hexagonal de plástico “que no rueda en la superficie de la mesa” con la aguja de un compás para recordar/copiar aquellos temas duros de aprender. O bien los recreos en los que nuestro boli Bic era transformado en una cerbatana con la que lanzábamos pelotitas de papel mojado con saliva o granos de arroz. Para ello bastaba con sacar la mina, ambos capuchones y el simple boli pasaba a ser una potente arma de asalto. También fue el mejor elemento antiestrés cuando, en los exámenes, lo devorábamos propinándole pequeños bocados y lo esculpíamos compulsivamente con nuestros dientes.

Ya en la adolescencia, utilizábamos el boli Bic para rebobinar las cintas sin necesidad de gastar las pilas de nuestros magnetófonos, e incluso pudimos leer a través de algún medio que algunos servicios de espionaje lo habían utilizado para colocar en su capuchón un negativo y fotografiar documentos secretos de esos que son capaces de poner en jaque al gobierno de un país. O que incluso, algún médico lo lleva en el bolsillo de su bata blanca para practicar traqueotomías de urgencia.

Una joya que... Ah! Se me olvidaba!... Servía también para escribir.

5 comentarios:

carmen dijo...

jaaa..me ha encantado!
yo tambien tengo un post sobre los bolis bic, te invito a ver sus otras utilidades:

http://pekevasion.blogspot.com/2011/07/kit-kat.html

Unknown dijo...

Hola...

Joer, precisamente el otro día mi señora y yo estábamos hablando sobre las "cualidades" de los Bolígrafos Bic.

¿Cuantas cintas de cassette habrán sido salvadas por ellos?...

Un saludo.

El Kioskero del Antifaz dijo...

Carmen; espectacular la artesanía desarrollada con los boli BIC y esas utilidades tan concretas que les has encontrado ;-)

Tarritorio 80's; Me he dado un agradable paseo por ese blog ochentero. Me encanta! ;-)

JuanRa Diablo dijo...

Ese anuncio debería proclamarse Patrimonio de la Humanidad xDD

Inolvidable.

Tòssia dijo...

Yo en el insti aprendí a "capar" los capuchones. Lo ponias sobre el dedo corazón, con el índice y el anular por encima y le arreabas un golpe seco sobre la rodilla. Capuchón que caía en mis manos, bic que se convertía en eunuco.
Ostras! ahora que lo pongo por escrito me pregunto si tendría yo algún tipo de trauma adolescente. Vaya... pero ya no lo hago, eh?