viernes, 27 de noviembre de 2009

Bambola

Como decía Jaume Sisa: “Hay mujeres veneno, mujeres imán, hay mujeres de hielo y helado metal, hay mujeres consuelo y mujeres fatal”. Patty Pravo fue, y sigue siendo, todas esas mujeres en una; podríamos decir que reúne esas condiciones -y alguna más- desde su aparición en España en 1968, año en el que triunfó internacionalmente con su tema “La Bambola”, hasta la actualidad que sigue cosechando éxitos en la bella Italia.

En su adolescencia conoció al cardenal Angelo Roncalli que posteriormente se convertiría en el Papa Juan XXIII (Il Papa buono); un Papa que redujo el estilo de vida “a todo lujo” de muchos de los obispos y cardenales, así como mejoró las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano que por entonces contaban con muy pocos derechos. Quien al parecer fue elegido única y exclusivamente como un Papa de transición debido a su avanzada edad, se convirtió en uno de los más queridos por la gente y a la vez, uno de los más odiados por los mismos que le habían coronado. Teniendo eso en cuenta, no cabe duda de que debió de ser bueno, y es que como siempre... en todas partes hay alguien que merece la pena, incluso en el Vaticano.

No sé si fue gracias a que Patty Pravo fue tocada por esa mano “divina” o simplemente a que ella es divina de per se, pero el caso es que Patty me cautivó a mis cuatro años. Mi madre y yo cantábamos la canción de la Bambola mientras ella hacía sus quehaceres y yo jugaba por casa. Algo de Patty quedó en nosotros y su canción me trae recuerdos de todo tipo: olores a crema de caldo Avecrem y a limpia cristales Netol, sabores como el de la rebanada de pan Bimbo con Nocilla a la hora de la merienda y al chicle Bazoka con el que pasaba el resto de la tarde hasta la hora de la cena, pero por encima de todo me recuerda esos momentos vividos con mi madre, ella a lo suyo y yo a lo mío, pero ambos unidos por esa melodía que salía del aparato de radio que tarareábamos y con la que incluso, nos marcábamos unos pasos de baile cuando nos cruzábamos por el pasillo de casa.

Y como no, el recuerdo de Patty; Questa ragazza è un pezzo di donna!

lunes, 23 de noviembre de 2009

El poder de convertir un sueño en realidad

De pequeños lo teníamos muy claro; reposábamos nuestro trasero sobre el suelo de sintasol de la habitación, escampábamos los moldes y utensilios varios de nuestro juego de plastelina y le dábamos forma a todo cuanto nos pasaba por la imaginación. Cualquier ser o cachivache fantástico que se colase durante un instante por nuestra mente terminaba “existiendo” entre nuestras manos y ante nuestros ojos de un modo casi mágico. Teníamos ese poder, esa capacidad todopoderosa de moldear a nuestro antojo cualquier sueño hasta llegar a convertirlo en una realidad palpable. Poseíamos la fuerza necesaria para sumergirnos en nuestro mundo interior hasta conseguir que éste terminase compartiendo espacio con nosotros en el suelo de sintasol y eso, nos parecía de lo más normal.

Luego, de mayores, la vida nos lleva de acá para allá, nos pone en situaciones complejas, absurdas, terribles, comprometidas... nos obliga a tomar decisiones difíciles e incluso, en ocasiones duras. La magia desaparece, la realidad se convierte en una masa informe de color gris similar a la pelota de plastelina en la que terminaban convertidos nuestros sueños cuando después de jugar un rato con ellos, los deshacíamos emborronando sus vivos y llamativos colores, pero nos daba igual, se trataba simplemente de un juego.

Es posible que hoy, una vez creciditos, le demos excesiva importancia a la bola gris. Es incluso probable que hayamos perdido esa capacidad todopoderosa de moldear nuestros sueños hasta convertirlos en realidades palpables. Quizá lo que sucede es que aprendimos muy poco de aquel niño que nos enseñó a utilizar nuestra imaginación, o puede que tan sólo... lo hayamos olvidado.

Desatender los consejos de viejos es de inconscientes, pero olvidar lo que nos pudo enseñar un niño... es imperdonable.

Créditos de las imágenes: .-1) Plastelina escolar. Colección particular. -2) Sueños palpables creados por niños del Esplai Natzaret.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Muerto el perro, se acabó la rabia

Franco, Franco que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel.
Doña Sofía lo lava con lejía y por eso el Rey se siente así de bien.

Burro, zopenco, cabest...

Huys!... Sabrán perdonar, pero no estaba al tanto de la presencia de ningún lector en este blog y heteme aquí que me hallaba canturreando esa bonita cancioncilla que entonábamos de críos en el cole y con la melodía del Himno Nacional.

El motivo de tal alarde de virtuosismo musical por mi parte es debido a que hoy, día 20 de noviembre, tienen lugar la efeméride sin parangón del 34 aniversario de la muerte de Francisco Franco. Casi, casi hacemos bisagra y estamos a punto de cumplir la misma cantidad de años que él hombre se pasó gobernando este país a sus anchas y obligando a una gran cantidad de españoles a vivir con desmedidas estrecheces.

Todo empezó en el momento en el que hizo su aparición por televisión el por entonces Presidente de Gobierno Arias Navarro y con el rostro compungido y un profundo pesar nos comunicaba eso de: “Españoles... Franco, ha muerto”. A ello le siguieron unos interminables días en los que por los dos canales de televisión sólo se daba, como única programación, el desfilar constante de seres ante el féretro del dictador dándole su último adiós, imágenes alternadas con conciertos de música clásica. No recuerdo cuantos días fueron, pero para un forofo de los dibujos animados, como era mi caso, poner la tele y encontrar el cuerpo presente de “la momia” una y otra vez... se me hizo interminable.

Valga este video para recordar, en un día como el de hoy, aquellos momentos:



Aún nadie me ha sabido explicar cómo es que aquellos que tanto le querían, le enterraron bajo una losa de granito de cinco toneladas de peso. De qué tenían miedo?

Muchos lamentaron la muerte del dictador que mantuvo a España en una realidad paralela durante 36 años; una realidad que nada tenía que ver con la realidad que se vivía en el resto del mundo a todo nivel. Muchos fueron los que creyeron a pies juntillas en esa realidad impuesta y prefabricada y los que siguieron los designios del general Franco como si de palabra u obra divina se tratasen. También fueron muchos los que lamentaron que el dictador falleciese de muerte natural en su lecho y a los 83 años de edad. Hubiesen dado cualquier cosa por contemplar una muerte ejemplar y ejemplarizante como la de Mussolini, fusilado y posteriormente colgado públicamente por los pies junto a su esposa y otros afectos al régimen. Yo creo que tampoco fue tan natural una muerte en la que se trató de mantener vivo, a toda costa y contranatura, a un ser que bien hubiese podido dejar este mundo de un modo mucho más natural de no ser por la innumerable cantidad de intereses políticos de todos y cuantos se encontraban en su entorno. Sin olvidar lo humillante que no dejaba de ser que el “equipo médico habitual”, en los días anteriores al desenlace, nos retransmitiese a diario el parte médico en el que nos relataban que el general, “había amanecido envuelto de heces en forma de melena”. Sin duda alguna que si al tipo le hubiese quedado un mínimo de energía los últimos fusilamientos hubiesen sido los de los miembros de ese equipo médico que retransmitía semejantes partes al resto de la población.

La primera vez que escuché la frase que sirve como titular a esta entrada tenía yo 12 años. La pronunció mi abuela ese 20 de noviembre de 1975 tras enterarse, como el resto de españoles y del mundo entero, de la muerte del dictador.

Mi yaya Lola despidió a mi abuelo Justo el día en que este fue a la guerra a luchar en el bando republicano. Tiempo después recibió a un hombre herido; mi abuelo fue alcanzado por una bala en la Batalla del Ebro; el proyectil le atravesó el tobillo derecho y se le alojó en el izquierdo (que ya es mala leche), pero es que además de eso, mi yaya Lola, en la calle Salvà del Poble Sec, durante el año 36, a lo largo de todo lo que duró la guerra y también durante la postguerra, vio pasar a numerosos camiones cargados de hombres en dirección al Castillo de Montjuic. Instantes después escuchaba, a lo lejos, ráfagas de disparos, y no mucho más tarde veía como esos camiones volvían a pasar por delante de sus ojos, pero con la diferencia de que el camino de regreso lo hacían de vacío. Aquellas almas, aquellos hombres transportados por los camiones habían sido fusilados, asesinados. Muchos de ellos eran exiliados republicanos que habían huido a Francia después de la sangrienta contienda y que tras ser detenidos por la Gestapo fueron devueltos a España para ser sentenciados a muerte.

No pecaré de ingenuidad asegurando que eso sólo se daba en el bando nacional; sin ningún lugar a dudas, y respaldados por esa máxima que reza que “En el amor y en la guerra, todo está permitido” ambos bandos fueron desmedidamente sangrientos, y aquel que pueda abrir su armario y no lo encuentre lleno de cadáveres, que arroje la primera piedra.


Mi Barcelona fue bombardeada durante la contienda. Se trató de la primera gran ciudad con población civil bombardeada en la historia universal de la humanidad y de forma masiva durante tres años. Las aviaciones italiana y alemana la bombardearon durante cerca de doscientas veces causando entre 2.500 y 3.000 muertos. Estos ataques se prolongaron hasta el 25 de enero del 39, el mismo día que las tropas franquistas entraron paseando por la ciudad. Con la de cosas que tenemos los barceloneses y de las cuales podemos presumir... bien podríamos habernos ahorrado esa, pero Franco quiso dar un castigo ejemplar y esa fue una muestra. Mi yaya Lola, mi madre, que por aquellos tiempos contaba con cuatro añitos escasos, sus primos y todos los vecinos del Poble Sec, así como de otros barrios de la ciudad, debían echar a correr hacia los refugios antiaéreos cada vez que el aullido de los perros y las sirenas avisaban de un bombardeo inminente; por el camino, la presencia de algunos cuerpos sin vida daban testimonio de la tragedia del momento.

Atenció, barcelonins! Hi ha perill de bombardeig, aneu amb calma i serenitat als vostres refugis, que la Generalitat de Catalunya vetlla per vosaltres”.

(“Atención barceloneses! Hay peligro de bombardeo, dirigiros con calma y serenidad a vuestros refugios, que la Generalitat de Catalunya vela por vosotros”).

En el huir constante y en ese trasiego de gente que se amontonaba en los refugios protegiéndose bajo colchones, algunos niños se escapaban y se subían a las azoteas para contemplar el espectáculo. Para ellos, en su inocencia, no dejaba de ser un juego.

Tras la guerra, y en el parte oficial que se dio el día 28 de marzo de 1939, se informaba de lo siguiente: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejercito rojo, las tropas nacionales han ocupado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. A lo que le siguieron los 36 años de dictadura militar a las órdenes y bajo el mando del señor Franco y que durante su largo mandato nos dejó algunas perlas tales como: el mensaje de su hija a los niños del mundo en el que él hacía el papel de ventrílocuo. Su discurso en inglés del que personalmente sólo entiendo un fragmento en el que dice: “this is agua”, y su último discurso a un mes escaso de su muerte y que dio como réplica a las represalias que el mundo entero le lanzó ante los últimos fusilamientos que ordenó a lo largo de un durísimo y lamentable 27 de septiembre de 1975 desatendiendo cualquier petición de clemencia. El siguiente video recoge dichas perlas, pero les añado la trascripción del discurso ya que debido al patético estado físico del tipo, apenas su palabras son entendibles:

“Todo lo que en España y Europa se ha armado obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece”

Ole sus huevos!... y se quedó tan pancho.



El NO-DO se encargó de mostrarnos una España idílica y de hacernos ver al dictador como al gran hombre que conseguiría el periodo de paz más largo en la historia de España. También muchos creyeron eso, se trató de los mismo que creyeron que en el país no había represión civil o ejecuciones, o que España no entró en la II Guerra Mundial gracias a una inteligente estrategia en la que el generalísimo le impuso a Adolf Hitler -su amigo- unas ambiciosas condiciones que el fhurer no tuvo más remedio que rechazar. No obstante, lo cierto fue que Franco, el amigo paleto de Hitler, le mandó a la División Azul, aproximadamente unos 40.000 españoles que partieron hacia Rusia y que lucharon en contra del comunismo al lado de las tropas nazis, y eso fue en el 41 y durante ese publicitado “periodo de paz”. Las consecuencias de esa decisión por parte del caudillo fueron nefastas tras la victoria de las fuerzas aliadas y la consiguiente derrota del eje. La URSS, Inglaterra y Estados Unidos se negaron a que España fuese admitida como miembro de las Naciones Unidas, Francia cerró la frontera con España en el 46, la ONU retiró a sus embajadores y expulsó a miembros españoles de los organismos internacionales, España fue excluida del Plan Marshall, etc. decisiones que sólo sirvieron para fortalecer aún más el régimen franquista y fomentar un exacerbado espíritu nacionalista en España.

Que duda cabe de que esta podría ser una entrada interminable. Me he limitado a resaltar unos mínimos aspectos, casi anecdóticos de lo que fue un largo periodo de algo que forma parte de nuestra historia y de la cual, por más que a muchos les pese, algunos y a pesar de nuestra infancia propia de aquella época... tenemos memoria.

En cualquier caso, hoy nos gusta creer que somos libres. Quizá lo seamos aunque me declaro también agnóstico en eso. La libertad es algo mucho más grande que lo que se nos está dando, pero... quién sabe, igual algún día la consigamos.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Otra de piratas

Empezábamos esta semana con la noticia en prensa de que Ramoncín (que en su día fue el rey del pollo frito y que hoy se ha convertido en una caricatura de sí mismo), ordenaba mediante una orden judicial el cierre del canal que el semanario El Jueves tenía colgado en Youtube. El motivo era que habían algunos videos que satirizaban a su persona y a la cruzada que desde hace tiempo lleva emprendida “el rey” (risas), en contra de la piratería y de la utilización de su imagen para fines simplemente jocosos.

72 horas más tarde declaró que la cosa se fue de madre, que no pretendía el cierre del canal sino que tan solo pedía y sigue pidiendo la retirada de un par de los videos que el semanario tenía colgados en la red. Ante la retirada de la denuncia por parte... iba a escribir “del cantante”, pero me da cosilla llamarle cantante a alguien que vive de gestionar los derechos de discos que grabó en los ochenta y de esquivar tomates y demás hortalizas cada vez que trata de dar un concierto a día de hoy. Como decía, ante la retirada de la denuncia por parte del personaje en cuestión, Youtube devolvió la situación a la normalidad restableciendo el canal y devolviéndoles a los de El Jueves su espacio virtual.

Paralelamente ayer, los piratas somalíes liberaron a los pescadores del Alakrana a cambio de una cantidad de dinero que me niego a poner en este texto debido a que me duelen los dedos sólo de pensar en la posibilidad de teclear tanto número. El gobierno español no sólo ha pagado el rescate sino que además, no ha hecho como el gobierno francés que tras liberar a los suyos de manos de los secuestradores, bombardea a los piratas convirtiéndoles en alimento para los peces.

Es decir... que vivimos en un país en el que si pirateas con fines puramente lúdicos el trabajo de un seudo-autor, el peso de la ley cae sobre ti, hunde tu flota mediante recursos judiciales y tira por la borda el trabajo y el esfuerzo que hayas podido realizar durante años, y sin darle a todo ello la más mínima importancia. En cambio, si secuestras a una fragata cargada con 36 pescadores, les retienes atemorizados durante 47 días y amenazas con cortarles el gaznate, el gobierno te obsequia con una millonada de euros para que les liberes y sigas adelante en tu feliz viaje por los mares del sur, y quién sabe... en vista de lo bien que les salen las cosas, quizá con intenciones de secuestrar una nueva fragata y repetir la rentable operación. Y es que como con todo... hay piratas y piratas.

Hay que joderse! No sé que hacemos bajándonos música de internet para ahorrarnos unos eurillos en carísimos CD’s y para que no se forren cuatro autores que hace mil años que ni son autores ni son nada. Al parecer, lo que nos sugiere el gobierno de este país (dados los hechos), es que los piratas informáticos secuestren a esos autores y pidan a cambio una buena suma de dinero a cambio de su liberación; sin duda que la Carme Chacón accederá a pagar esos rescates y anunciará en rueda de prensa que los autores secuestrados “están bien” y que los piratas de contenidos están tratando con los negociadores su inminente puesta en libertad.

En caso de que dicha iniciativa tome cuerpo, me pido a Ramoncín para colgarle de los pulgares en el palo mayor de mi galeón. A Teddy Bautista y a Pilar Bardem os los dejo a vosotros, pero tampoco toméis medidas demasiado drásticas y no recurráis a la violencia ni a la agresividad física; nosotros, los piratas como Dios manda, simplemente queremos tocarles un poco las pelotas, pero ... sin acritud.

Que qué tiene que ver esta entrada con los años 70?... Nada.

Que por qué pongo hoy una entrada musical si resulta que no es viernes?... Pues porque hoy me apetece que escuchéis un tema de Ramoncin sin que os gastéis un duro por ello y porque estoy a la espera de que el gabinete de abogados del botarate ese caiga sobre mí, me cierre este blog y me ahorre el curro de tener que ir actualizándolo una media de tres veces por semana con un trabajo autoral por el que no cobro un jodido euro, pero que por otra parte... encantado estoy de que llegue a vosotros, gratis, y sin que tengáis que pagar nada por ello.

Ya de paso desde aquí, mi más sincero reconocimiento a todos cuantos os dedicáis a esto de hacer blogs y a brindar al mundo el fruto de vuestro esfuerzo de un modo desinteresado y con el único fin de comunicar, de hacer llegar contenidos, de dar a conocer vuestras inquietudes, relatos, opiniones, puntos de vista, etc. De compartir con una comunidad virtual mundial lo que os apetezca: textos, fotografías, dibujos, música, etc, y que no en pocas ocasiones son fruto de la propia creatividad de los bloggeros que por pura necesidad de expresarse se dedican a esto y sin exigir nada a cambio.

No sólo eso; lo cortés no quita lo valiente y somos muchos los que hacemos blogs “by the face” y que además, en nuestras vidas, nos ganamos el pan con trabajos creativos y para los que se requiere un cierto temperamento artístico. Creo, sin temor a equivocarme, que uno puede vivir del arte mientras se dedique a él, y que tampoco pasa absolutamente nada porque una buena parte de ese trabajo sirva para el disfrute de todos aunque no nos reporte, a los autores, ningún beneficio económico. Considero que los que tenemos el gran privilegio de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta y dando rienda suelta a nuestra creatividad en nuestro quehacer diario en lugar de estar picando piedra en una mina, trabajando en una fábrica o subidos a un andamio, tenemos esta obligación –casi moral- con el resto del mundo. Digamos que cosas así... entran en el sueldo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Shotgun

A peseta se vendían las pistolas de agua en los kioskos de barrio. Una suerte de baratija kioskera creada en plástico inflado de diversos colores y con el más simple de los mecanismos: extraías el pitorro que hacía las veces de bocacha a través de la cual salía disparada el agua, la llenabas en el grifo de una fuente cercana, colocabas de nuevo el pitorro y no tenías más que apretar el plástico del que estaba compuesta la pistola para empezar a disfrutar de una guerra sin cuartel con los demás niños del barrio.

Las guerras de pistolas de agua sustituyeron durante un buen tiempo a las de piedras, y Los botiquines domésticos y el farmacéutico del barrio lo notaron debido a un increíble descenso en el consumo de mercromina y tiritas. Por otra parte, nosotros lamentábamos que las pistolas de agua, tan modernas e imprescindibles, causasen tan pocos daños; quieras que no... una brecha siempre era una brecha, y el valor de cualquier niño de barrio era proporcional a su número de cicatrices.

Llevar las modas de la calle a la escuela era algo muy común, de modo que las pistolas de agua de plástico inflado no tardaron en formar parte del diverso material bélico que se ocultaba en los cajones de nuestros pupitres: gomas de pollo y ganchos de cortina camuflados en papel; proyectiles realmente dañinos y altamente prohibidos en la escuela, pero ya se sabe que “a mayor prohibición... mayor munición”, tirachinas de plástico duro (inyectado) con canicas de piedra como los proyectiles más adecuados, y ya por fin... las maravillosas pistolillas que presuntamente, eran lo más inocuo de cuanto estaba compuesto nuestro arsenal, pero en aquellos momentos, lo más divertido.

Mis últimos años de EGB los hice en una escuela en la que estábamos separados en aulas distintas hasta séptimo de EGB, y a razón de 40 alumnos por clase. El disloque llegaba en octavo cuando nos juntaban a todos en una sola aula; es decir... a los 40 de séptimo A y a los 40 de séptimo B. Increíble, pero cierto. 80 energúmenos y energúmenas confinados en una aula en la que se suponía que debíamos preparar nuestro ingreso al bachillerato.

Ni que decir tiene que aquello era un desparrame constante en el que absolutamente en todas las clases reinaba la más pura anarquía a excepción de las clases de historia, impartidas por el señor Villa, y las de matemáticas por la señorita Isabel. Ambos eran temibles: el uno por su palmeta con la que repartía leches hasta el despellejamiento de las palmas de nuestras manos, la otra por sus manos llenas de anillos y pulseras con las que hostiaba sin la más mínima contemplación. En sus clases, pese a los 80 energúmenos hormonados que posábamos nuestros culos en los pupitres, reinaba el silencio sepulcral.

En el patio, y después de una clase de historia o de mates, nos desahogábamos con nuestras pistolas de agua. Lo poníamos todo perdido y quien más y quien menos empezaba la clase siguiente chorreando agua por todas partes. El suelo del patio quedaba absolutamente empapado hasta el punto de que en una ocasión, el señor Villa se resbaló y estuvo a un pelo de partirse la crisma. Ni que decir tiene que las guerras de pistolas de agua quedaron inmediatamente prohibidas, y eso... no sólo nos importaba más bien poco, sino que además, hacía de esas guerras algo más interesante ya que había que perpetrarlas en la clandestinidad.

80 alumnos, cerca de 40 éramos niños y el resto niñas. Ellas no cogieron una pistola de agua en la vida, pero no recuerdo que hubiese uno solo de nosotros, de los niños, que no andase con su pistolilla metida en algún bolsillo y dirigiéndose a los grifos del lavabo para recargar munición.

Pues bien... entre tanto pistolero suelto, al único que el señor Villa pilló con las manos en la masa fue a mí.

Allí estaba yo, llenando mi pistolilla en el grifo mientras silbaba la musiquilla de la serie de TV Jim West cuando noté una inquisidora mirada clavada en mi nuca, y allí estaba él, el señor Villa con los brazos en jarras, pero afortunadamente (pensé) desprovisto de su palmeta. No sé que fue peor, el señor Villa se acercó a mí con toda la disposición que muestra un toro de lidia cuando sale al ruedo, me soltó cuatro manotazos, dos de los cuales fui capaz de esquivar, pero me merendé el otro par que estallaron de lleno en mis mofletes. Hasta ahí bien, la cosa pudo haberse quedado en ese par de hostias y todos tan contentos, pero el señor Villa quería más. El tipo rondaba los sesenta años y su resbalón en el patio, aunque no fue grave, pudo haber traído consecuencias, y al parecer, yo me encargué de pagarlas en mis propias carnes. Un nuevo acercamiento del señor Villa me dejó acorralado en una esquina de los lavabos desde la que pude observar como su puño cerrado caía sobre mí dando lugar a la primera vez en mi vida... que me rompían la nariz.

La versión oficial, en casa, fue la de que me había caído jugando en el patio, pero ante el aspecto de mi nariz que quedó absolutamente doblada hacia la derecha, mis padres decidieron llevarme al médico.

Según el doc. El tiempo haría que mi nariz volviese por sí sola a su sitio, de lo contrario, una sencilla operación le devolvería su aspecto normal. En cualquier caso, pasé una buena temporada con la nariz torcida, con voz nasal, y teniendo que girar la cabeza cada vez que quería olisquear cualquier cosa.

Afortunadamente la vida puso en mi camino a buenos amigos. Recuerdo una tarde en la que José Collado y yo estábamos jugando en el patio, nos repartíamos galletazos y nos agarrábamos de las batas del cole para ver quién tiraba antes al suelo a quién; el típico juego similar al que practican los cachorros de león cuando se pelean entre ellos para de una manera indirecta poner en forma sus dotes de caza y de defensa; es decir, una pelea entre dos amigos sin mayor repercusión. El azar quiso que un tremendo cabezazo de Collado diese lugar a la segunda vez en mi vida... que me rompían la nariz.

El golpe devolvió la nariz a su lugar de origen.

Jamás le agradeceré lo suficiente a José Collado que me librase de pasar por un jodido quirófano.

Créditos de las imágenes: Pistolas de agua, colección particular.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Tú Volverás

El año 1975 fue quizá uno de los más representativos de la década de los 70.

Los que por entonces teníamos alrededor de unos 12 años disfrutábamos de un montón de cosas agradables; algunas de ellas se han ido mostrando en muchas de las entradas incluidas en este kiosko-blog, me refiero a las baratijas de kiosko, juguetes, chucherias varias, etc, pero además estábamos a punto de entrar en una dinámica en la que cada diá, en los telediarios de las dos únicas cadenas televisivas, se nos retransmitiría el parte médico sobre el estado de salud del caudillísimo Francisco Franco a cargo del “equipo médico habitual”. El hombre, aunque sobrevivió a lo indecible, estaba ahí dale que te pego echándole un pulso a la vida y firmando con mano temblorosa alguna que otra condena a muerte; eso se le dio fenomenalmente bien a lo largo de lo que fue su vida, y prueba de ello es el hecho de que continuó haciéndolo incluso estando muy cercano a su final. Algunos me sabrán perdonar si incluyo este episodio entre esas cosas agradables de lo que fue nuestra infancia, pero es que en las casas de muchos de nosotros, aunque con cierto miedo, eso se vivió como un acontecimiento digno de la más grande de las celebraciones.

Qué se puede esperar de una generación que se crió en senos familiares en los que se celebraba la enfermedad irreversible de un ser humano? Con el tiempo nos dimos cuenta de que quizá no era tan humano el tipo, entendimos un montón de cosas y comprendimos perfectamente esa alegría manifestada por nuestros padres que habían perdido a muchos de los suyos a manos del dictador. De algún modo, el tiempo hizo justicia; tarde como siempre, pero ya se sabe que en este país la ley siempre ha sido un poco lenta. Hasta la justicia divina lo es!!

Otra de las cosas agradables que sucedió durante ese año fue la participación en el festival de Eurovisión del dúo formado por Sergio y Estíbaliz. La pareja de cantantes se separaron del grupo Mocedades, sacaron sus dos primeros singels: “Búscame” y “Piel”, pero se presentaron al festival con el tema “Tu Volverás” consiguiendo un décimo puesto. Ese año el festival se celebró en Estocolmo, la ganadora de esa edición fue la cantante holandesa Tech In con un tema titulado “Ding-a-Dong” que posiblemente recordará muy poca gente, no así el tema de nuestros artistas que gozó de una aceptación excepcional en España y América Latina convirtiéndose en uno de los más vendidos durante ese año.

A mi padre le daba cierto mal rollo el título: “Está a punto de morirse Franco y ahora salen estos con una canción titulada ‘Tu Volverás’... Malditas las ganas!” exclamaba mientras que en el comedor de casa y frente al televisor les oíamos cantar el día de la gala.

El festival de Eurovisión de ese año tuvo lugar un 7 de abril y aunque no se pudo celebrar la victoria del dúo, nos agradó que el tema se convirtiese en un reconocido éxito. Para la otra celebración hubo que esperar un poco más, no fue hasta el 20 de noviembre de ese mismo año, pero bien es cierto que antes de su final y cada vez que el caudillo aparecía en su balcón y se dirigía a la multitud con sus gafas de sol y el tembleque de sus manos, ya no había miedo, al menos... no tanto.

Que por cierto... Nadie le dijo nunca a Sergio que cantaba fatal?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los Kalkitos

Los Kalkitos fueron una de mis grandes pasiones infantiles. Un invento que la división de papelería de la casa Gillete Española S.A repartió por todos los kioscos y papelerías a finales de los años 70.

Un fondo, un decorado desplegable en formato panorámico y una lámina llena de adhesivos que podías ir colocando aquí y allá del modo en que a cada crío se le antojase e imaginando así su propia historia. El funcionamiento era muy simple: desplegabas el fondo, colocabas la lámina con los adhesivos en el lugar en el que deseabas transferir uno de los personajes, y con el lápiz lo rascabas hasta que pasaba de la lámina al fondo. Había que tener cuidado y rascar bien ya que en no pocas ocasiones algún personaje quedaba desprovisto de alguna de sus extremidades!

Lo genial era tener temas de Kalkitos repetidos para poder añadirlos a tu diorama original y dotarlo de más entidad, pero evidentemente no era cuestión de abigarrar la escena y convertirla en algo incomprensible, así que los que sobraban y que no sabías donde meter... iban a parar a los carpesanos, las libretas, las paredes de la habitación, los cristales de las ventanas, etc, etc.

Los temas eran muy variados y habían para todos los gustos: desde fútbol hasta carreras de Fórmula 1, historias de batallas épicas, guerras medievales, napoleónicas o contemporáneas; sin dejar de lado, claro está, los personajes de las series que veíamos en televisión: El Gato Silvestre, Los Picapiedra, El Oso Yogui, etc, etc. Ni que decir tiene que estos últimos y los dedicados al Oeste... eran mis preferidos: Búfalo Bill, El General Custer, Pancho Villa, La Conquista del Oeste... una infinidad.

Con el paso del tiempo descubrí que la dinámica de los Kalkitos guardaba “cierto parecido” con el modo de hacer dibujos animados en el sistema clásico y tradicional; un decorado y sobre él, una sucesión de personajes en celuloide que eran filmados fotograma a fotograma. Quién sabe... quizá por eso me apasionó ese mundo y lo convertí en mi profesión desde hace ya casi 30 años.

Bien se podría decir que llevo toda mi vida jugando con los Kakitos ;-D

Créditos de las imágenes: Kalkitos "Búfalo Bill". Colección particular.

sábado, 7 de noviembre de 2009

"La VOZ" de los anuncios de la tele

Cada año las campañas publicitarias televisivas de anuncios de juguetes empiezan a aparecer masivamente a mediados de octubre, sobretodo durante la programación matinal mientras los niños desayunan en casa antes de ir al cole.

Estás tomándote tu café con leche y las tostadas, con la mente en blanco (a esas horas no hay quien piense en nada... no hay capacidad para ello) y oyes como tus hijos van diciendo: “yo quiero este”, “me lo pido!”, “papá. Me lo traerán los reyes?”... Tu vas asintiendo con la cabeza, con los ojos semicerrados y tratando de entender cómo es posible que ellos tengan esa energía a unas horas de la mañana en las que tú no eres más que una piltrafa humana deseando que a medida que avance el día empieces lentamente a convertirte en persona.

De todos modos, y a pesar de ese estado catatónico matutino en el que los cuerpos están recién levantados de la cama, pero los cerebros permanecen aún dormidos, hay algo –que al menos a mi- no se me escapa. Imagino que será eso que llaman “deformación profesional” ya que por mi trabajo, me dediqué durante bastantes años a la publicidad, asistí a numerosas post-producciones de spots televisivos en los que había colaborado, y entre otras, mi función era la de supervisar las locuciones de los anuncios de la tele; eso que llaman “la voz en off” y que consiste en que una voz (obvio) va narrando y describiendo las virtudes de un producto a medida que las imágenes nos lo van mostrando.

Como digo, lo que a mi no se me escapa, es que “la voz” de la gran mayoría de anuncios de juguetes con los que somos acribillados cada mañana, pertenece al mismo tipo, al mismo locutor, y que no es otro –ni más ni menos- que Constantino Romero; el mismo que en las olimpiadas del 1992 de Barcelona, rogaba a los atletas que se bajasen del escenario en la ceremonia de clausura y ante la posibilidad de que este cediese debido al peso de todos cuantos andaban por ahí encima cantando el “amics per sempre naino, naino, naino-nai”, el mismo que dobla a Clint Eastwood en la versión española y que dice como nadie eso de: “Anda... alégrame el día”, y el mismo que ha presentado numerosos concursos televisivos y que en realidad, está en todas las salsas. Constantino Romero, un albaceteño que llegó un buen día a Barcelona, se quedó, y desde un estudio de grabación es capaz de llegar hasta nosotros a través de las voces de Arnold Schwarzenegger, del malo malísimo Darth Vader o de los colchones Lo Monaco.

Conocí personalmente a Constantino Romero, “Tino” (como le llaman afectuosamente en el ramo) cuando yo tenía 19 años. Por aquel entonces estaba trabajando en un estudio de publicidad colaborando en anuncios de televisión realizados en dibujos animados. Era una época gloriosa en la que se ganaba mucho dinero en ese negocio y en la que cualquiera que andase metido en publicidad podía llegar a cobrar unos sueldos que rondaban las 500.000 pesetas al mes; lo que ahora serían unos 3.000 euracos del ala. Yo tenía la mili pendiente y mi cabeza le daba vueltas a la idea de mantenerme como humorista gráfico, pero pese a ello, la publicidad me atraía, era un mundo en el que se podía aprender mucho y en el que era posible ganar un dinero que no venía mal. Yo tenía el privilegio de estar en un estudio en el que quien más y quien menos ganaba esos 3000 euracos, en el que me hacían trabajar más horas que a un reloj, en el que se me encargaban todo tipo de trabajos a horas intempestivas y en el que se me pagaban... 20.000 pesetas al mes (unos 120 euros...). Vamos, que no era yo que digamos un potentado, ya que por encima de todo mi trabajo consistía en preparar cafés y llevarles los almuerzos a los que en realidad, ganaban esa pasta gansa haciendo trabajos por los que yo hubiese dado un brazo. Eran animadores que daban vida a los personajes de los anuncios, se encargaban de realizar los decorados de las películas, de planificar y de organizar el Cristo que supone sacar adelante una mini producción de 20 segundos; en definitiva, un trabajo apasionante.

Durante algo más de tres largos meses estuvimos trabajando para una campaña de Cheetos compuesta de tres anuncios para varios de los productos: los ricitos, los torciditos y los bolitas. La cantidad de horas mensuales de trabajo de cuantos estábamos allí arrojaba una media de 17 horas diarias por persona, no es broma, trabajábamos día y noche, dormíamos escasamente tres o cuatro horas en una habitación del estudio en la que habían unas mantas y una moviola, mal comíamos, mal cenábamos, mal dormíamos, apenas nos aseábamos, pero todo esfuerzo era poco, los tres anuncios tenían que estar terminados en la fecha prevista o de lo contrario, la agencia podía poner una sanción económica al estudio y alguien podía quedarse sin sus 3000 euros; yo sin mis 120.

El trabajo contrarreloj, el agotamiento de todos y la necesidad de presentarse en el estudio de grabación con material bajo el brazo y completar la última etapa del proceso, hizo que por azar o mala leche, me tocase a mi personarme en el estudio y supervisar la post-producción de los tres anuncios.

—Yo?
—Si tú. Toma este dinero y píllate un taxi cagando leches. Esto tiene que estar listo a mediodía.
—Pero si yo... Ya sabré?
—Tranquilo, mientras el actor haga la locución tu estarás en una cabina con unos cascos puestos. Lo único que tienes que hacer, en cuanto él termine, es mirarle sonriente y levantar tus pulgares como haciéndole saber que lo ha hecho de puta madre.
—Y ... Ya está?... Y si no lo hace bien?
—Si no lo hace bien estamos jodidos! No hay tiempo para cambios ni revisiones, el cliente nos meterá un paquete si no tiene esto sobre su mesa antes de comer, así que tú... levanta esos jodidos pulgares!

Con tres rollos de película en una bolsa del Spar y metido en un taxi, me dirigí hacia el estudio de grabación. Y al llegar... allí estaba el incombustible Constantino Romero.

—Hola hijo. Eres tú el director de todo esto? —La voz de Clint Eastwood se estaba dirigiendo a mi. Temía tener que mentirle, pero... igual desenfundaba su Mágnum 357 y hacía en mi pecho el agujero del tamaño de un puño.
—Seeee... Si —le dije intentando transmitir convicción.
—Pues vamos allá! Esto va a ser divertido! —dijo la voz.

Divertido? Yo andaba más perdido que Trazan en New York.

Los técnicos colocaron uno de los rollos de película en la moviola. Constantino se colocó frente a un atril y se puso los cascos, a mi me encerraron en la cabina de sonido familiarmente conocida como “la pecera” y junto a mi, un técnico manipulaba una mesa llena de botones, lucecitas, interruptores y palancas. Las luces de la sala descendieron su intensidad, un pequeño foco iluminó el atril en el que “Tino” tenía los papeles con el texto de su locución. La moviola comenzó a reproducir las imágenes del spot.

Yo tuve que darle la señal a Tino de cuando él tenía que inmortalizar con su voz aquel momento. Lo hice y... Eh!... lo hice bien. A la primera! Y Tino se arrancó con su portentosa voz y con su desbordante talento.

Cheetos. Los masqueseros, más que buenos, más que divertidos!

Yo estaba pendiente mientras todos: Tino, técnicos y demás asistentes me miraban.

—Ya está? —pregunté.
—Eso tú. Cómo lo has visto? Te parece bien? —me preguntó el técnico.
—Eeehh... Si... No?
—Si? —insistió.

Tino me miraba con las cejas levantadas por encima de sus gafas, su calva brillaba debido a la luz del pequeño foco, el bigote dibujaba una mueca torcida como de estar a la expectativa de mi decisión.

Le miré... le lancé una de mis mejores sonrisas, levanté mis pulgares y a partir de ahí una tensión que había reinado el ambiente durante breves minutos, se convirtió en alivio y en calma total. Era la primera vez en mi vida que yo tenía poder, la primera vez en la que bajo mi responsabilidad estaba el control absoluto de una situación, y animado por mi éxito estaba deseoso de continuar con aquello.

—Bien, perfecto! —dije, mientras que le impostaba cierta seguridad prepotente a mi voz—. Chicos... vamos a por los otros dos spots.
—Los otros dos? —Preguntó Tino.
—Si Tino —le respondí (ya éramos colegas, así que podía tratarle con familiaridad)–. Olvidas que eran tres rollos?

El técnico que me acompañaba en la pecera tapó sutilmente el micrófono de sus cascos con una de sus manos y se dirigió a mi.

—Esto... la locución es la misma para los tres. No es necesario grabar nada más, a menos, claro está, que consideres que este “take” no ha sido bueno —me aclaró.

Todo mi poder se vino abajo. Reaccioné rapidamente, como pude, tratando de enmendar mi error y de devolverme a mí mismo la autoridad que en un “plis” había tirado por tierra.

—Oh claro!... Perfecto Tino, perfecto! Todo ha salido perfecto! —mi sonrisa se quedó paralizada en mi rostro, una gota fría de sudor descendía por mi sien y mis pulgares se mantenían tiesos y petrificados. Creo que Tino pensó que tenía alguna enfermedad en los dedos, ya que desde ese momento hasta que se fue después de cobrar su talón de 150.000 pesetas, estuve levantándole los pulgares cada vez que me cruzaba con él.

150.000 pesetas, novecientos y pico euros por decir, en apenas unos segundos: “Cheetos. Los masqueseros, más que buenos, más que divertidos”. Yo había “dirigido” la locución de un tipo que había cobrado en esa sesión lo que yo tardaría en ganar en unos ocho meses de arduo trabajo.

Ese día aprendí que no porque a uno le pongan una gorra de plato se convierte en general. El poder es algo más sutil que todo eso y no siempre lo poseen aquellos que aparentamente lo ostentan.

Jodeeerr.....

Todo eso sucedió durante mi estancia en el Estudio Andreu de Barcelona. Un estudio especializado en dibujos animados y que fue de los más importantes en España en las décadas de los 70 y de los 80 desarrollando una importantísima tarea en el campo de la publicidad. Anuncios como los del Búlgaro de Cropán, los Phosquitos, los calzados deportivos Paredes, Lois Junior, los primeros Mister Proper, la ranita del Confidest, El Caserio, y un largo etcétera. El que les dejo como muestra se trata del spot de Pilé 43, realizado en Estudio Andreu y rebosante de estética setentera.



Créditos de las imágenes: Consistentes en bocetos realizados en Estudio Andreu para varias capañas publicitarias .-1) No lo recuerdo bien, pero creo que eran personajes para un spot de Cutex .-2) Fotografía de Constantino Romero bajada de Internet .-3) Cheetos, los masqueseros .-4) La ranita del test de embarazo Confidest .-5) El Caserio .-6) Mister Proper.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Una de piratas

Las tardes de sábado eran realmente especiales porque después de comer, echaban “la película” de la tele, y las mejores tardes de sábado eran aquellas en las que la película... era de piratas.

Errol Flynn o Burt Lancaster con películas como “La hija del corsario verde” o “El temible burlón”. La célebre novela del escocés Robert Louis Stevenson titulada “La isla del tesoro” y llevada al cine en diferentes versiones. “La canción del pirata” de José de Espronceda que nos hacían estudiar en el colegio... todo apuntaba a que los piratas eran grandes aventureros con una reconocida amoralidad y unas dosis importantes de pillería y malas pulgas, pero aventureros al fin.

Todos deseábamos ser piratas y surcar los mares del Caribe a bordo de nuestros galeones cargados de balas de cañón, de barriles de ron y de ratas. Nos fabricábamos nuestras espadas de madera o comprábamos las de plástico que nos vendían en los kioscos, nos anudábamos un pañuelo en la cabeza y provistos de un parche para el ojo y de una bandera pirata, nos lanzábamos a la imaginaria aventura con nuestros amigos y con dos objetivos primordiales: encontrar el tesoro enterrado en una isla, o rescatar a una joven dama inglesa de las garras de un capitán de fragata inglés que se quería casar con ella, a la fuerza. Los piratas eran poco menos que unos pillos muy simpáticos, que aún y a pesar de andar todo el día medio borrachos y de pasar por la quilla a algún que otro europeo no perdían nunca su sentido del humor, sus ganas de juerga y su particular sex appeal.

Algo así debe seguir pensando de los piratas la ministra Carme Chacón cuando ayer, en rueda de prensa y después de que 36 marineros del atunero Alakrana llevan 37 días secuestrados y amenazados de muerte por piratas somalíes, nos decía que los marineros "están bien".

La ministra debe sentirse como la joven dama inglesa deseosa de caer en los brazos de su pirata que aunque sudoroso y algo zafio, despierte su desatada pasión. Al menos eso parecía desprenderse de esas declaraciones al respecto de que ante la humillante situación de secuestro y de amenaza, los pescadores del Alakrana “están bien”. Bien? Por qué?

Quizá porque las fragatas españolas Canarias y Méndez Núñez, así como el avión P-3 Orion andan vigilando la zona y tienen a los piratas bajo los puntos de mira de sus cañones. Quizá porque son muchos (cerca de una docena) los barcos secuestrados en la zona, más los que cayeron en sus manos con anterioridad y los piratas, a día de hoy, aún no han pasado por la quilla a ningún secuestrado. Probablemente porque los piratas, y debido a su fama de bravucones, no hablaron en serio cuando dijeron que iban a matar a tres de los secuestrados españoles y luego a tres más y así hasta el final, a menos que los dos piratas detenidos por las autoridades españolas no fueran puestos en libertad. O quizá simplemente por lo que dijo la ministra, porque los secuestrados... “están bien”. Tan bien como las familias de los mismos que escucharon –vía telefónica- como sus maridos, padres, hijos... les pedían ayuda con la voz ahogada en llanto, mientras que de fondo se escuchaba el sonido de fuego de los Kalashnikov y la explosión de alguna que otra granada. Claro que están bien, están viviendo una cojonuda aventura pirata como la que la ministra soñó con vivir algún día y bajo esa idea que aún conserva de que los piratas son como Burt Lancaster o Errol Flynn.

La Carme me cayó bien desde el principio a pesar de esa mierda de la “discriminación positiva” que no garantiza en absoluto que alguien tenga que valer para el cargo que se le otorga, pero me cayó bien porque formaba parte de esa idea del “talante” que contrastaba con la desmedida y dura actitud de la oposición. Quizá hay veces en las que es necesario dejar de lado el talante y tomar decisiones; decisiones de verdad.

Los que de niños jugábamos a piratas, a estas alturas andamos por los cuarenta y nos hemos dado cuenta de que las pelis, pelis son y de que la realidad supera a la ficción con creces. Espero por el bien de los secuestrados que la ministra haya crecido también y deje de jugar, ya que como decía Serrat: “no hay historia de piratas que tenga un final feliz”. Esperemos que éste, no sea para los 36 pescadores secuestrados, el final de esta historia.

Y como es viernes y toca música... ahí va un tema de piratas de 1981.



Ilustraciónes: Sergi Càmara.

martes, 3 de noviembre de 2009

BIMBOVISION y el jodido... 140

No podía sustituir a las interminables programaciones de cine de reestreno con su doble sesión ni a las series de la tele, pero el Bimbovisión era como poder llevar la magia del “cine” en la cartera del cole y nos permitía la posibilidad de cambiar cromos con el resto de los compañeros de clase. No había nadie que no los coleccionase y que no alucinase con el sencillo invento que estaba formado por un visor y una extensa colección de cromos en forma de diapositivas que versaban en torno a diferentes temas: animales salvajes, flores, monumentos, razas caninas, razas y tipos humanos, interpretes famosos, aviones y coches antiguos.

160 filminas, diapositivas o simplemente cromos que aparecían en los pastelitos de la casa Bimbo, los deliciosos Bony, Bucanero y Tigretón que nos pusieron el colesterol y los triglicéridos por las nubes a toda una generación a la que ahora, quieren obligarnos a hacer deporte y a consumir Danacol para bajar nuestros niveles de grasas saturadas en sangre. Con lo que nos costó taponar nuestras arterias! Con lo difícil que fue hincharnos de pastelitos hasta completar la colección! Ahora parece que si no estás bajo mínimos con eso del colesterol no eres nadie, pero... Quién en su sano juicio se negaba a sucumbir ante el placer de devorar uno de esos pastelitos? Quién hubiese completado su colección de diapositivas si hubiese estado obsesionado con la paparrucha esa de estar sano?


La cantinela en el patio o a la salida del cole era siempre la misma: “tengui, tengui, tengui, tengui, tengui... FALTIII!!” y así, intercambiando con los compañeros nuestras diapositivas repes éramos capaces de terminar la colección y conseguir el cromo número 22 de la carpobrotus acinaciformis, una planta rastrera perenne con flores de 8 a 10 centímetros que vive en las arenas y rocas del litoral y originaria de América del Sur. Todos sabíamos que ésa diapo era la número 22, pero ninguno la conocíamos por su nombre... “carpobrotus acinaciformis”... joder! O el número 101, el cromo de José María Iñigo presentador por aquellos tiempos del programa de televisión “Directísimo” y que un sábado por la noche nos trajo a aquel tipo llamado Uri Geller, capaz de doblar cucharas con el simple roce de las yemas de sus dedos, o de arreglarnos -vía ondas cósmicas- todos los relojes de casa. El 56 con las murallas de Ávila, el 60 el de la torre Eiffel, el 97 con los indios Urus, etc, etc...

Poner una diapositiva en la ranura del visor, enfocarlo hacia una luz y mirar a través del objetivo era toda una experiencia. Marcar en la agenda Bimbovisión los cromos que ya teníamos e ir descubriendo que cada vez quedaban menos para tener la colección completa, era una emoción tan indescriptible como la que nos produjo el momento de acercarnos a nuestro colmado con 10 pesetas en la mano y los envoltorios de 3 pastelitos que canjeamos por nuestro fantástico visor, y a ser posible el rojo que era el que figuraba en la caja. Algunos lo tenían en verde o en azul, pero molaban menos; los rojos... los que teníamos el visor rojo éramos los putos amos.

159 de 160... A día de hoy, en mi agenda Bimbovisión sigue faltando por marcar la diapositiva perteneciente al jodido número 140, un maldito avión Lockheed F-80 que jamás llegué a conseguir por más y más sesiones de “tengui, tengui, falti, tengui” que me marqué dentro y fuera de clase con los compañeros, en las calles del barrio con vecinos, en casa de mis tíos con mis primos, pero nada... todo fue inútil, el 140 se me resistió entonces y se me sigue resistiendo ahora, no hay forma humana de encontrarlo. El Vallcanera lo tenía y alguna vez me lo pasaba por delante de las narices, me lo mostraba y en tono guasón me canturreba: “Tengo el 140, ale, ale, ale, y tú nooo”. El Vallcanera era uno de mis mejores amigos, pero durante una buena temporada se estuvo jugando una brecha en la ceja por hacer el chorra de esa manera. Hay cosas... con las que no se juega.

Si alguien tiene el Lockheed F-80 de las narices y no le importa desprenderse de él que me lo haga saber. Se acerca Navidad y no estaría mal volver a creer un poco en la magia de los Reyes Magos.

Se lo voy a tener que pedir a Uri Geller?



Créditos de las imágenes: 1).- Publicidad de BIMBOVISION de una revista infantil de la época. 2 y 3).- Cromos y colección "casi" completa de BIMBOVISION. Colección particuar.

domingo, 1 de noviembre de 2009

Ya soy practicante... aunque no creyente

No hace demasiado tiempo que si les pedía a mis amistades y allegados las fotos del último acontecimiento en el que habíamos participado juntos, se organizaba una cena en casa de alguien, nos reuníamos y las contemplábamos en torno a una mesa repleta de exquisitos manjares regados con excelentes caldos (la cosecha de Atlanta siempre fue mi preferido).

Hoy, les pides las fotos a los colegas y te dicen: “Ah, las fotos... las tengo en el Facebook”.

Así que ni cena, ni caldos, ni reunión, ni tertulia, ni hostias.

Esa ha sido una de las razones por las que finalmente, me decidí a abrir una sucursal del kiosko en la jodida red social y poder compartir virtualmente, aquello que antes -a mi juicio- se compartía de un modo más ameno e interesante.

Adaptarse o morir!... es lo que hay ;-)

Sin duda que esto (como todo) también tendrá sus cosas buenas. Imagino que gracias al Facebook me reencontraré con gente con la que se perdió el contacto por aquellas cosas que pasan. Me servirá para encontrar alguna red o comunidad de frikis que compartan mi afición setentera y quien sabe, igual encuentro alguno de los objetos de la época que ando buscando y que no localizo ni en mercadillos ni en subastas.

De todos modos... pasé un buen rato de la tarde de ayer tratando de encontrar la verdadera y genuina utilidad de esto de las redes sociales, y sinceramente... a día de hoy me declaro escéptico con el tema. Quién sabe si el día de mañana el Facebook será mi nirvana, pero por el momento, si alguien asiduo a las redes sociales o simplemente, aquel que tenga una buena teoría al respecto y sepa de qué va todo esto; ruego por favor que la exponga, la comente y nos haga ver la luz a todos aquellos que estamos ciegos por nuestra propia ignorancia y que aún no le encontramos su cosa al invento.

En cualquier caso... el Kiosko está en la red social, por lo que pueda ser ;-)