viernes, 3 de septiembre de 2010

El toro

El diseñador gráfico Manolo Prieto expresó en más de una ocasión su decepción por el hecho de que después de muchos años de labor artística, y desarrollándose en numerosos ámbitos y estilos, fuese finalmente conocido como el autor del toro de las carreteras.

Fue en 1956 cuando el Grupo Osborne encargó a la agencia publicitaria Azor el diseño de un símbolo que sirviera para anunciar el brandy Veterano en vallas publicitarias, y que inicialmente consistió en una silueta de 4 metros de altura, con los cuernos pintados en blanco, y un rótulo con letras rojas que anunciaba la bebida.

El año 1962 supuso para el toro de Osborne la consagración a nivel nacional, ya que una nueva normativa acerca de los carteles publicitarios en carretera, permitió la instalación de vallas de hasta 14 metros de altura, de manera que la silueta del toro luciría en todo su esplendor recortando el horizonte sobre numerosos cerros de toda la geografía española.

Así fue como le conocimos los niños de los 70's. Así fue como desde los asientos traseros de los turismos que conducían nuestros padres, veíamos las hechuras del toro bravo que se exhibía desafiante, soberbio y convencido de que se trataba de un auténtico emblema nacional... y así era.

Los entendidos en eso de la crianza de reses bravas afirman que el toro español de ley, está concebido única y exclusivamente para ser lidiado en plazas. Quizá por eso, y después de esos victoriosos años 60's, 70's y gran parte de los 80's en los que el toro estaba allí, luciendo su aguerrida figura, empezó a sufrir alguna que otra estocada por parte de grupos nacionalistas en Catalunya y Galicia, y en acciones en contra de la simbología española. En dichas acciones numerosos toros fueron derribados o pintados, aunque hay que decir que la primera estocada la recibió en 1994 cuando la Ley General de Carreteras obligó a retirar la publicidad de cualquier lugar visible desde cualquier carretera estatal. No fueron pocas las comunidades autónomas, municipios y diversas asociaciones culturales, e incluso personajes públicos los que se pronunciaron a favor del mantenimiento del ibérico toro, hasta el punto de que La Junta de Andalucía pidió su catalogación como “bien cultural”, y finalmente, en 1997 el Tribunal Supremo dictó sentencia en favor del mantenimiento de los toros de Osborne debido a su “interés estético y cultural”. Con esto, la emblemática figura dejó de ser un símbolo estrictamente comercial y en la actualidad cerca de 90 toros siguen formando parte del paisaje español.

Personalmente no me desagrada la presencia del toro de Osborne en las carreteras; al contrario, para mi se trata de uno más de los muchos recuerdos que conservo de mi infancia y que me gusta volver a ver de vez en cuando. Además, simboliza un toro en libertad y no deja de tratarse de un montón de tablas de madera contrachapadas en metal.

Al hilo del toro y de su significado en este país, esta semana pudimos conocer el altercado acontecido en Sacedón, Guadalajara, donde un grupo de 3 activistas de la agrupación Igualdad Animal, fueron brutalmente agredidos al colgar una pancarta antitaurina en el puente de dicha localidad en plenas fiestas patronales, y en el momento en el que se estaba celebrando un encierro. Del mismo modo una reportera y un cámara de los servicios informativos de Tele 5 fueron agredidos también por encontrarse en el lugar de los hechos realizando su trabajo. Tras la colgada de la pancarta los activistas recibieron pedradas de una treintena de vecinos a los que poco más tarde se unió la muchedumbre que se despacharon a gusto a patadas y a puñetazos por el mero hecho de que alguien ejercía su derecho a la libertad de expresión. Los vecinos que apoyan la tradición siguen defendiendo la fiesta tras la agresión y declaran que “Ellos se lo han buscado” o que los activistas “Son los mismos tontos de siempre”.

Sin duda que la decisión tomada en Catalunya de abolir las corridas de toros ha dejado el ambiente calentito, y así que en diversas partes de la geografía española se sucedan actos similares a los de Sacedón.

En mi opinión, la abolición era necesaria en contra de lo que puedan decir los ya citados entendidos en la crianza de reses bravas o aficionados que esgrimen argumentos tales como que si las corridas de toros desapareciesen, desaparecería con ellas la raza de toros de ley. Pues que quieren que les diga; ahí los entendidos criadores pasan a ser interesados y obviamente velan por sus intereses más que por los del propio toro, que tampoco entiendo yo qué necesidad hay de criar una... “raza” cuyo único destino es el de ser sacrificada en una plaza. Recordemos que cuando hablamos del toro, del auténtico, ya no nos estamos refiriendo a tablas de madera contrachapadas en metal, y no es necesario ser ningún activista en defensa de los animales para darse cuenta de que –ni a un morlaco “criado para tal fin”-, le deben hacer la menor gracia todas las tropelías a las que se le somete en una plaza.

En lo referente a la tradición, el folklore y lo que tiene de “cultura” me sucede algo similar a lo que le pasaba al diseñador Manolo Prieto; no me gustaría que un país con tantas tradiciones y riqueza cultural fuese conocido a nivel internacional por una fiesta que no me representa en absoluto. Creo que ya pasaron los tiempos en los que servía eso de dar la imagen de una España unida y patria sobrevalorando determinados símbolos y festejos en detrimento de valores más importantes como idiomas propios, que no sólo son claros elementos de identidad, de tradición y de cultura sino que además, transmiten una mejor imagen de lo que debería ser un país plural a nivel social y cultural. Por el contrario, dichos elementos de identidad eran, y aunque parezca increíble, siguen siendo eclipsados por la “Fiesta Nacional” y demás polémicas rancias, anacrónicas y cañís. Prueba de ello es la airada reacción del Partido Popular que, una vez más, tratará de llevar al constitucional algo que en Catalunya lleva moviéndose desde hace muchos años y que finalmente se decidió con el apoyo de una mayoría que siguieron todos los cauces políticos adecuados y democráticos.

Mariano Rajoy, en su blog, se despidió de nosotros estas vacaciones desde su automóvil, poco sensibilizado con las campañas de seguridad vial ya que no llevaba puesto su cinturón de seguridad, pero dándonos una visión del toro de Osborne en carretera y de lo sensibilizado que sí estaba ante la decisión tomada en Catalunya.

Desgraciadamente las vacaciones del señor Rajoy terminaron ya. Desearía sinceramente que las decisiones que el Partido Popular tomase a partir de este mes de Septiembre tuviesen mucho que ver con la defensa seria de todas las diversas identidades que conforman este país. Que entendiese que la abolición de las corridas de toros en Canarias o en Catalunya no significa la abolición de las mismas en el resto de España. Que una decisión tomada democráticamente en una comunidad autónoma no significa una imposición en todo el país, y que del mismo modo, y una vez la decisión ha sido aprobada, no se nos debe imponer tampoco nada.

Así pues, menos toros... y más corridas.

Siguiendo la vieja tradición de terminar la semana con un tema musical, les dejo esta bonita canción, que sin duda gustará a los nostálgicos, y que está interpretada por el incombustible Manolo Escobar. Va por ustedes!... y Olé!

9 comentarios:

MT dijo...

Hola,

Después de leer tu relato, también a mi me trae gratos recuerdos el famosete toro de osborne. Están ahí de toda la vida, y hace ya muchos años cuando hicieron la ley esa de trafico sobre los carteles en la carretera me alegró saber que habían indultado al de osborne.

Pero como lo cortes no quita lo valiente... Y vale que el toro sea otro simbolo de esta España varipinta, estoy de acuerdo con tus argumentos y totalmente en contra de las corridas de toros y de esos encierros 'tan divertidos' acabando con los pobres bichos.

Bueno esa es mi opinión.

Saludos de Manolo

Joana dijo...

Tampoc jo estic a favor dels bous, però no ho diré molt alt. Aquest més és el de les festes D'algemesí i la setmana de bous ací no la toca ningú, tot i que els bous són el que menys importa, la festa gira al voltant d'altres temes, menys visulas i més bebibles o fumables.
No sé per quina regla de tres necessiten la crueltat de la festa taurina però a veure qui ho diu en veu alta.
Els antitaurins estem desterrats del poble, som una especie rara en perill d'extinció. Que hi farem!

Florenci Salesas dijo...

Lo primero que pensé en leer este artículo fue decirte "sí señor, ¡con dos cojones!" en la línea del tema. Pero no lo voy a hacer (¿o ya lo hice, de un modo tramposo?).

Como siempre, con todo el humor del mundo, metiendo aquí y allá tus coñas, vas a tu aire, con tu mirada abierta y con toda la lucidez de la que eres capaz - que es mucha - nos dejas un análisis más serio que muchos otros, cargados de histeria (en un sentido y otro) sobre el tema. Además, te mojas, como debe ser. Nadie te podrá acusar de nadar y guardar la ropa. Más de un tonto se va a confundir. Mira, que le den...

Felicidades.

Marc dijo...

Buena reflexión. Te dejo las mías, muy breves, y unos recuerdos de la publicidad en la carretera.

No hay ninguna tradición que perviva con fuerza si no responde a intereses presentes (a menudo diversos). He llegado a la conclusión que además de lo "nacional" de "la fiesta", el otro interés a qué sirven los toros es al mito machista. Piensen en el tipo de público "nacional", piensen en los debates sobre los toros, como se desquician defendiendo la valentía del torero. Valentía que no pongo en duda, però es justamente esta concepción de "hombría" la que demanda este público. Piensen si no, cómo es tratado el torero que flaquea en algún momento. El torero es el medium y la reafirmación del machismo de este público. Piensen como se ha perseguido a las mujeres torero, en el vocabulario, estilo, etc, que rodea a este mundo. El vídeo de M. Escobar lo exhibe con rotundidad.
En "els correbous" y otras "fiestas" semejantes son igual de machistas. Hagan un porcentaje de participantes masculinos y femeninos, escuchen sus argumentaciones, etc.
No niego que tengan otros elementos mitológicos o antropológicos, pero estos dos, nacionalismo español (nacionalismo catalán en los correbous) y machismo, se me aparecen como lo que cierto público reafirma de manera más o menos inconsciente con estos espectáculos. Repito, toda tradición que perdura respode a algún interés de algún grupo del presente, ninguna tradición que no simbolice nada actual puede durar un segundo. Y hay que tener claríssimo que "tradición" no significa necesariamente nada bueno.

Sobre la publicidad a pie de carretera, en la zona de Girona, aún recuerdo vivamente, creo que cerca de Figueres, una avioneta estrellada -casi real- que anunciaba Aspirinas. También recuerdo muy cerca Sils,encima de una altísima columna de tierra (parecida a las montañas del oeste americano) , un camión de verdad, rojo y amarillo, con el logo de Chocolate Torras. (Si alguien tiene información o fotografías...) Perdón por la extensión.

Ana Márquez dijo...

Como siempre, me zambulles en mi infancia, me sacas tres lágrimas de nostalgia, y te quedas tan ancho :-D

Yo creo q son temas distintos. Yo soy también antitaurina, pero el emblema del toro (que está vivo y parece un rey en medio de los campos) sólo me recuerda la majestuosa estampa de estos animales levantando su dignidad espléndida sobre los campos del sur. No me acuerdo para nada de las corridas cuando los veo. Los he visto toda mi vida y me daría mucha pena que desaparecieran por completo de las carretaras. En algún lugar he visto alguna plaza donde hay seis o siete juntos, algo así como "no quieres sopa, pues toma tres tazas", jajaja. Por otra parte, ya me gustaría a mí que todo el mundo me conociera por alguna obra, la que sea, más allá de mi muerte, lo digo por el diseñador del torito. Algunos se quejan de vicio.

Por último, el video de la minifalda. Esta canción me la cantaba mi padre de niña, cuando nos íbamos a la feria de mi pueblo en las calurosas noches de agosto, hasta el olor de los pollos dando vueltas en los asadores de la feria me ha venido al escucharla... Ya te digo, tres lagrimones como tres melocotones :-)

Gracias como siempre, por todo. Un abrazo.

marc dijo...

De acuerdo con la distinción que hace Ana del toro de Osborne y las corridas de toros, aunque representen lo mismo, no hacen incapié en los mismos aspectos (los mitos están "preñados" de sentido). Como a Jesucristo, se le puede repesentar majestuoso, torturado, o cruzificado. Pero sobre todo no lo olviden: "es cosa de hombres". El mito del macho ibérico... Pobre animal, tener que soportar nuestras cruzes simbólicas con su sufrimiento y su muerte (igual digo del pobre y valeroso torero corneado).

Alfon. La vida desde el lago............................................................................................ dijo...

Lo curioso es el lío que se ha montado por la prohibición en Catalunya y el desconocimiento que existe sobre lo mismo en Canarias. Claro, imagino que llevar toros a las islas debe costar una pasta y tampoco tienen mucho espacio para criar toros de "raza" o de "no raza". O sea, que en Canarias la cosa de los toros no es negocio.
En Madrid, a pesar de lo que grite Espe, la inmensa mayoría no tiene en mente lo de las corridas como para andar debtiendo. Claro que en muchas cosas los catalinos váis bastante por delante. Espera, voy a pensar un rato. (...)
Sí, prefiero las corridas, igual que el Serrat prefería un buen polvo a un rapapolvo.

JuanRa Diablo dijo...

Te ha salido un auténtico artículo periodístico. Y de gran nivel.

A mí también me gusta ver esos grandes toros por las carreteras y ojalá todo el mundo los mirara sólo desde el punto de vista artístico. Incluso desapareciendo las corridas algún día seguiría encontrado buenas razones para que permenecieran en sus enclaves, dominando el horizonte.

torodemelida dijo...


Anterior a Prieto fue el pintor Enrique Mélida. Melida también pintó la silueta de un toro sobre una loma que fue muy famosa en su tiempo. A pesar de ser el pintor de temas taurinos más influyente e importante de la mitad del siglo XX Mélida ha sido rápidamente olvidado. En su cuadro "Se aguó la fiesta" (1876).