Si el Banco Central Europeo, o el FMI, o el mismísimo Banco de España, o a quien corresponda, no se ponen de inmediato a imprimir billetes para sacarnos de esta crisis, creo que no voy a tener otro remedio que poner en circulación los cromos de mi viejo álbum “Billetes del Mundo”. Aunque creo, que a pesar de tener billetes de los cinco continentes, no iría demasiado lejos, ya que desgraciadamente... están fuera de circulación.
El álbum, así como la colección de billetes, fueron editados en el año 1974 por Ediciones Este de Barcelona. Los cromos estaban impresos por ambas caras mostrándonos el anverso y el reverso de los billetes, de modo que nos ofrecía una réplica perfecta de cómo era el billete original. Por si fuera poco, en el anverso nos incluía el nombre del país de procedencia del billete, su equivalencia en pesetas y la bandera del país. En el reverso mostraban un sello en el que se podía leer “sin valor legal”; cosa que siempre nos fastidió a los críos de la época, sobretodo con los billetes españoles de cien, quinientas y mil pesetas, ya que tras leer esa leyenda descubríamos que, desgraciadamente... esos billetes eran falsos y no podíamos ir con ellos al kiosco y comprarnos tebeos, chuches ni absolutamente nada de nada.
El caso era, que con tal de no perder detalle del billete por sus ambas caras, era necesario pegarlos al álbum por una de sus esquinas. Eso hacía que la colección fuese distinta a las otras de sus contemporáneas y que tuviese una gracia especial.
Para nosotros fue todo un descubrimiento enterarnos de que además de las pesetas, por el mundo existían monedas como: francos, marcos, escudos, riyals, dinares, pesos, dólares, bolívares, rupias, coronas, libras, dracmas, florines, etc. Aunque los más asquerosos eran los schillings; no por nada. Que nadie piense que tengo algo en contra de los pobres austriacos. Era solo que cuando mi amigo Guijarro se me acercaba a la hora del patio a cambiar los cromos y me decía: “Oye... tienes el cromo número 22?... El schilling?”... me llenaba la cara de escupitajos, y es que no era justo que semejante nombre de moneda se lo hiciesen pronunciar al pobre Guijarro que era gangoso.
Luego se daban situaciones muy curiosas; por ejemplo: nuestro billete de 500 pesetas circulaba en varias versiones y nos mostraban los rostros de Ignacio Zuloaga, Mossèn Cinto Verdaguer o Rosalía de Castro (posterior a la colección de Ediciones Este). Sus fechas de emisión variaban entre 1954, 1971 y 1979 respectivamente, de modo que pasaron todos por delante de nuestros ojos durante las décadas de los 60’s y los 70’s, pero curiosamente, el que más llamó mi atención fue el de Ignacio Zuloaga al que yo asociaba con la imagen del español venido del pueblo, que había pasado gran parte de su vida en la ciudad y que paseaba con sus nietos aún con su boina puesta. Claro... luego veía que en la colección me mostraban los cromos de cómo eran los billetes de 10 y 50 Francos franceses en los que aparecían dos tipos con larga melena atirabuzonada y de color blanquecino del mismo estilo que el Cardenal Richelieu de Los Tres Mosqueteros, y en mi mente infantil... me hacía la imagen de que todos los franceses eran así y de que paseaban de esa guisa por las calles de París.
Me molaba, también mucho, el billete de 100 francos guineanos en el que aparecía un señor con un gorro tipo casquete y que me recordaba al Madelman negro de la Expedición Safari.
Recuerdo que esa colección nos fascinaba especialmente debido a que a la hora del “tengui, falti”, en el patio o en la calle, lo que intercambiábamos no eran imágenes con dibujitos de Bambi, o las maravillosas ilustraciones de la colección Vida y Color; nada de eso, nuestras manos estaban repletas de fajos de billetes que nos hacían parecer potentados, o que en lugar de estar intercambiando cromos, andábamos haciendo extraños manejes como los que les veíamos hacer a los estraperlistas del barrio cuando traían las mercancías robadas del puerto.
Eran tiempos en los que quienes vivían en barrios humildes no tenían ni idea de qué era la prima de riesgo, ni la bolsa, ni de a cómo estaba la cotización del índice Dow Jones; ni falta que hacía. Se sabía que una peseta valía una peseta, que era necesario trabajar mucho para ganar unas cuantas y que costaba toda una vida llegar a tener algunas de ellas ahorradas. Las cosas se compraban con billetes de esos en los que aparecía Ignacio Zuloaga, o el maestro Falla, Rosalía de Castro, o Mossèn Cinto Verdaguer. Nada de tarjetas de crédito, o de interminables financiaciones con las que dejamos endeudados con los bancos a nuestros hijos e incluso nietos. Antes la vida funcionaba así; con billetes del mundo.
Créditos Imágenes: Colección y álbum "Billetes del mundo". Colección particular.
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6 comentarios:
A pesar de lo mal que va todo, aquí siempre encontramos un aliento fresco que nos ayuda a reanimar nuestra mejor alma.
¡Felicidades! Te hemos agregado al Directorio de Blogs Retro!
Apóyanos con un boton en tu blog para darnos a conocer aqui http://blogsretro.com/botones-de-enlace/
Y en respuesta destacaremos tu blog de nuestros listados! Saludos!!
Pues sí, qué rabia me daba encontrarme esos billetes entre los juguetes y no poder gastarlos... Yo nunca los pegué porque jugaba con ellos. Ayyyy, ¿ande andarán?
Besos nube.
Jeje, este álbum también lo tengo yo. Si hace falta más aportación monetaria a la crisis, llámame. Aunque seguro que tú dirías muchos Tenguis y yo muchos Faltis xDD
Ostras. q blog más chulo!
Tengo uno de Malawi
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