El producto nació en el año 1946, pero alcanzó su gran popularidad a partir del 1950 y gracias al spot radiofónico que lo anunciaba en todos los hogares españoles. El anuncio consistía en la conocida “Canción del negrito”; un anuncio que hoy sería calificado de “políticamente incorrecto”, pero que tenía la gracia y la frescura de todas esas cosas políticamente incorrectas.
Posteriormente, en 1962 empiezan a llegar los primeros televisores a las casas de algunos privilegiados que pudieron disfrutar, entre otras cosas, de los primeros spots del Cola-Cao. Probablemente la versión más recordada por alguno de nosotros sea la que se hizo en Estudios Moro (creador de “La Familia Telerín”) y realizada por Francisco Macian (Realizador de “El mago de los sueños”. Uno de los largos de animación españoles que gozaron de una mejor acogida a nivel internacional). Ambos, grandes del mundo de los dibujos animados, se pusieron manos a la obra y llevaron a cabo uno de los anuncios más recordados durante varias generaciones.
En los 70; concretamente en 1972, el Cola-Cao se convirtió en “el alimento olímpico” al ser el patrocinador de los Juegos Olímpicos de Munich 72. Lo mismo sucedió años más tarde cuando fue patrocinador, también, de los Juegos Olímpicos Barcelona 92. Esta última exposición de la marca sirvió para que el producto se exportase a nivel internacional.
El Cola-Cao tenía “el problema”... de que su solubilidad era algo compleja. La leche debía estar caliente para que los polvos se disolviesen fácilmente, de lo contrario, con la leche fría y sobretodo en verano, prepararse un Cola-Cao solía requerir una pequeña dosis de paciencia, o eso, o estar dispuesto a masticar grumos de chocolate, cosa, que según como... tampoco estaba mal.
Probablemente y como reacción a ese pequeño detalle. Nutrexpa sacó al mercado a finales de los 90, el Cola-Cao Turbo. Esta nueva versión no presentaba el inconveniente anteriormente citado, pero... los nostálgicos seguimos tomando, el ahora denominado: Cola-Cao Original.
Aparecieron otros productos para chocolatear nuestra leche del desayuno o de la merienda, algunos gozaron de reconocimiento e incluso siguen comercializándose en la actualidad, otros desaparecieron para siempre. Cola-Cao, junto con Nesquik fueron los dos grandes protagonistas, los auténticos supervivientes que aún siguen vitaminando a nuestros hijos.
Con el Cola-Cao y el Nesquik sucedía algo similar como con el fenómeno Beatles y Rollings; a los que les gustaba uno, despotricaban del otro y viceversa, resultando casi imposible reconciliar a fans de un lado con fans del otro.
Los verdaderos afortunados éramos aquellos a los que nos gustaban los dos: Cola-Cao y Nesquik, Beatles y Rollings. Vaya... el completo!
El Cola-Cao tenía “el problema”... de que su solubilidad era algo compleja. La leche debía estar caliente para que los polvos se disolviesen fácilmente, de lo contrario, con la leche fría y sobretodo en verano, prepararse un Cola-Cao solía requerir una pequeña dosis de paciencia, o eso, o estar dispuesto a masticar grumos de chocolate, cosa, que según como... tampoco estaba mal.
Probablemente y como reacción a ese pequeño detalle. Nutrexpa sacó al mercado a finales de los 90, el Cola-Cao Turbo. Esta nueva versión no presentaba el inconveniente anteriormente citado, pero... los nostálgicos seguimos tomando, el ahora denominado: Cola-Cao Original.
Aparecieron otros productos para chocolatear nuestra leche del desayuno o de la merienda, algunos gozaron de reconocimiento e incluso siguen comercializándose en la actualidad, otros desaparecieron para siempre. Cola-Cao, junto con Nesquik fueron los dos grandes protagonistas, los auténticos supervivientes que aún siguen vitaminando a nuestros hijos.
Con el Cola-Cao y el Nesquik sucedía algo similar como con el fenómeno Beatles y Rollings; a los que les gustaba uno, despotricaban del otro y viceversa, resultando casi imposible reconciliar a fans de un lado con fans del otro.
Los verdaderos afortunados éramos aquellos a los que nos gustaban los dos: Cola-Cao y Nesquik, Beatles y Rollings. Vaya... el completo!
4 comentarios:
Hola kioskero!!!
A mi me gustan ambos, el Nesquik y el Cola Cao, con sus grumitos y todo y se encima estan acompañados de unas galletas María, la de siempre, mucho mejor!!!
Un saludo!!!
Uno de los olores que recuerdo con mayor añoranza es aquel que salía cuando dabas el golpecito con la cuchara al precinto metalico que llevaban aquellos -ya-historicos botes de Cola Cao.
¡Como me gustaba! y quien me iba a decir por aquel entonces que yo daría parte de mi vida por ese Cola Cao.
Si, llevo 30 años trabajando y viviendo con y para Cola Cao.
Gracias Kioskero por el buen rato que me has hecho pasar, con tu permiso seguiré pasando hasta que me ponga al día con todo.
Rasanliz
Yo soy de Beatles y Nesquik XD. En realidad no es que me desagrade el Cola cao, pero me pone de mal humor que no se disuelva; me va entrando una mala leche que pa qué. Por eso, cuando surgió el Cola Cao Turbo, supe que habían oído mis quejas, y le perdone todos los sinsabores que me reportó en el pasado.
Saludos ;)
Espero que no lo consideres un atrevimiento, pero aquí te dejo un poema que escribí en 2003 en el que hablo de un recuerdo de infancia relacionado con el Cola Cao. Me has hecho llorar :-) Y eso es bueno, la nostalgia, si no es dolorosa, es buena. Un besazo desde Cádiz.
LA TARDE SOBRE ELLA
¿Dónde estaba su cara?
¿Dónde estaba el rostro de mi madre que sólo recuerdo sus manos?
El instante era mitad oro, mitad pájaro.
De tanta luz, a la tarde le crujían los ventanales
de la cocina.
Yo volvía de la escuela (¿por qué tan triste?)
arrastrando
los libros, las piernas y la infancia,
con el resignado hastío de los niños que se saben
diferentes.
¿Y ella? ¿Estaba triste ella?
Su silueta, firme todavía, sentada, recortada ante los cristales,
había conjurado el aroma de la margarina y el café
recién hecho.
¿Era ella quien me abría la puerta?
En la radio, la canción del Colacao despertaba mi sed
de junglas
y yo emprendía un vuelo austral hacia aquel negrito de África
que cultivaba cantando.
No recuerdo el beso de mi madre en la mejilla
pero sí recuerdo sus manos jóvenes, seguras,
vertiendo leche caliente en mi vaso,
y un colador con más agujeros de la cuenta
reteniendo la nata insufrible.
La tarde, de tan bella, se hacía añicos sobre la mesa
de formica verde.
A través de los cristales y las agujas de pino
el sol bendecía los azulejos blancos, familiares,
volviendo sacro lo cotidiano.
Y Dios debía vivir muy cerca entonces,
Dios- cálido, entonces, dulce, entonces-
era un ente apacible que caminaba conmigo.
La tarde toda de oro y pájaros...
La tarde de canarios enjaulados y felices
en las terrazas,
coreando a Sautier Casaseca, la voz radiada
que seducía a mi joven madre,
joven y sin rostro,
porque sólo recuerdo sus manos,
sólo sus manos ahogando el pan en su café negro,
sus manos moviendo la cucharilla,
sólo sus manos se me han quedado aferradas
a los vasos de las meriendas añejas.
Sólo sus manos prevalecen.
Porque su rostro hoy es otro. Aquél de entonces
se le quedó turbio, perdidas las pupilas más allá
de una radio
que la rescataba de sus diarias mareas.
La tarde sobre mi madre
- la luna en Saturno-
era plácida como librarse de una carga
como tener siete años y volver de la escuela,
como dejar los libros y los miedos
en el sofá del salón,
como beber Colacao y viajar a África.
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