sábado, 19 de junio de 2010

Taller de bricolaje completo

Cuando uno es muy pequeño, pongamos... cuatro años, los padres andan un poco despistados ya que la labor de conocer a un hijo dura aproximadamente toda una vida. Normal teniendo en cuenta que nadie llega nunca a conocerse a sí mismo, así que menos a los demás, y aún menos a un hijo en quien siempre queremos ver a quien desearíamos ver, más que a quien es en realidad.

Imagino que en ésa lucha andarían mis padres el día que decidieron regalarme -a mis cuatro años- un taller de bricolaje completo. Hay que reconocer que resultaba vistoso el juguete. Sus vivos colores y su olor a madera quizá me parecieron atractivos en un primer momento, pero lo único que recuerdo del juego es que se quedó de adorno en mi habitación. Jamás jugué con él.

Lo tremendo del caso es que a veces, la vida se venga cruelmente de uno. El pasado vuelve inexorable y nos enfrenta a situaciones que hacen que nuestro rostro dibuje una mueca similar a la que haríamos si atravesásemos de golpe la atmósfera terrestre. Al menos, y con el tema del bricolaje... eso es lo que me sucede a mi. Cada vez que tengo que hacer de... “manitas” es como si alguien golpease mi estómago con la punta de su bota campera; y... no son pocos los ejemplos:

Recuerdo cuando en 7º de E.G.B nos hicieron hacer un trabajo en clase de esos típicos en los que uno tiene que comprar tablas, cola de carpintero, sierra de marquetería y demás chismes para construir alguna mierda infame en la que además... había que construir complicadísimos circuitos eléctricos con el fin de que conectando no sé qué, con no sé cuantos... se encendiese alguna jodida luz. Vaya... algo así como el famoso y popular Electro-L, pero en plan casero... para tocar un poco las narices.

A lo largo de mi infancia y de mi adolescencia hubieron más casos de esos, pero sin duda, el más sonado fue cuando ya -con 24 años- me dio por montar mi estudio, y por falta del maldito parné y de la posibilidad de contratar a alguien experto en la materia, me tuve que poner el mono de trabajo y liarme a hacer regatas en las paredes para camuflar cables eléctricos, lijar y barnizar puertas, arreglar un lavabo, instalar marquetería de aluminio en ventanas, etc, etc. Creo que por culpa de aquello me entró un lumbago que aún me dura.


Poco después te enamoras de alguien con quien planeas compartir esta cosa que es la vida. Llega el momento de formalizar la relación y de buscar un hogar en el que vivir. Ella te considera un “manitas” aún y que nunca te ha visto con un martillo o destornillador en la mano, pero... eres hombre y al parecer eso hay que llevarlo en los genes, al igual que el fútbol... Afortunadamente no tarda en descubrir que de “manitas” nada... más bien un “manazas”. Yo tuve la suerte de que, cuanto menos, mi mujer se puso manos a la faena tras contemplar mi poca utilidad, y dejó el pequeño piso que compramos como un auténtico pincel. Imagino que otra me hubiera dejado... y a decir verdad, no se lo hubiese tenido en cuenta.

Ahora... muchos años más tarde, mi taller de bricolaje completo, ése de vivos colores y de olor a madera al que no hice el menor caso en mi infancia, se vuelve a vengar de mi.

Quieran que no nada es eterno en esta vida, y aquellas regatas con instalación eléctrica, ésas puertas lijadas y barnizadas de mi estudio, etc, y todo cuanto allí hice, hace ya un montón de años... necesita un repaso. Las paredes ya no son blancas debido a que el humo del tabaco las ha metamorfoseado en un ocre decadente (va a ser verdad eso de que fumar es malo... para las paredes lo es... sin duda, más si fueron alguna vez blancas), algunas puertas no ajustan correctamente, las instalaciones eléctricas hay que cambiarlas (queda de pena eso de que los enchufes que en su día estaban perfectamente acoplados a las paredes... ahora estén literalmente colgando), y bueno... un sinfín de cosas que delatan el paso del tiempo y la falta de ganas de coger el taladro, el destornillador y ponerse, nunca mejor dicho, manos a la obra.

Pero siempre hay un día para todo.

Esta pasada semana la he dedicado (a ratos) a hacer de manitas en mi estudio, a dejarlo como los chorros del oro, a darle un repaso a fondo y a convertirlo en un lugar habitable.

Desgraciadamente, eso de … “a ratos”, no ha funcionado bien. La cosa está jodida y exige dedicación absoluta. El puto taller de bricolaje completo del que pasé tres pueblos de niño exige una venganza total, así que a partir de hoy sábado me arremango definitivamente, me pongo las pilas, me hago los cuatro nudos en las esquinas del pañuelo, me lo calzo en la cabeza... y me pongo, con mis manazas a hacer de manitas. Puede que incluso me lleve de casa el bocadillo de tortilla de patatas envuelto con papel de periódico.

Deséenme suerte.

Curiosamente conozco a mucha gente a quienes eso del bricolaje les encanta. Acostumbran a ser los mismos que pasan los veranos en un camping o se van al Caribe con la pulserita del todo incluido; claro... Para qué vivir aventuras en vacaciones si ya se lo pasan en grande arreglando un grifo que gotea en casa? También son los mismos que de viejecitos se convierten en “mirones de obras”. Fenómeno que no he entendido aún. Por qué a los ancianos les da por contemplar como un puñado de tipos con cascos, picos y palas trabajan en una zanja en mitad de la calle? Alguien puede definirme qué placer se experimenta ante semejante visión? Y... Por qué curiosamente un 90% de esos “mirones” son jubilados?

Lo siento señores/as, pero cuando me jubile me dedicaré a las noches locas. Al bricolaje y demás historias... que les den por salva sea la parte.


Créditos imágenes: Taller de bricolaje y Electro-L descargados de internet. No existen en mi colección particular... los mandé a paseo.

viernes, 11 de junio de 2010

Gusanos de seda (V) – Cocoon Games-

(En el capítulo anterior: Benjamín superó con éxito su precario estado de salud, y pese a que probablemente se trate del único caso mundial de gusano de seda con enanismo... se puso al día con sus ejercicios, su actividad normal y su dieta).

La pasada semana dieron inicio los "Primeros Juegos Nacionales Pre-Capullo". Unos juegos de los que no se informó en su debido momento con el único fin de evitar aglomeraciones de prensa, pero sobretodo... de turistas. Es importante que los gusanos disfruten de una intimidad particular para llevar a cabo ese complejo proceso de metamorfosis, pero antes... nada mejor que dedicar unas jornadas para relajar los ánimos abandonándose al ocio con diversos festejos.

Los siete magníficos” acudieron a una proyección de la película a la que deben su nombre, concursaron en una trepidante carrera de velocidad, comieron, bebieron y bailaron hasta la extenuación. Posteriormente, cada uno de ellos escogió el rincón más adecuado para empezar a tejer su correspondiente capullo con finos hilos de seda.


El resultado es satisfactorio, todo y que algunos de ellos aún se lo están pensando y siguen devorando morera; debo decir que el tamaño de los más perezosos en realizar su capullo, es... desmesurado, y más que gusanos de seda, empiezan a parecer langostinos, así que más vale que se espabilen ahora que empieza la temporada de paellas veraniegas.

El capullo que muestro en la imagen es el de Benjamín. Curiosamente, y a pesar de sus problemas de estaura, el tamaño del capullo es normal.

Moraleja: Se puede ser un pequeño gusano, pero ello... no impide que se pueda llegar a ser un gran capullo.

(continuará...)

miércoles, 9 de junio de 2010

La hora del vampiro

En los kioskos setenteros vendían antifaces en forma de murciélago y dentaduras de vampiro, todo ello por el módico precio de entre una y cinco pesetas y con el fin de que los niños de entonces emulásemos a aquellos personajes demoníacos que se dedicaban a chupar sangre de las virginales féminas que andaban por ahí despistadas.

Tampoco faltaba alguien disfrazado de Drácula en las fiestas escolares de carnaval, ni podíamos pasar un solo verano sin nuestro helado “Drácula” de la casa Frigo , que además era de color negro por fuera... y rojo intenso por dentro.

Total, que entonces y siempre, el mítico personaje creado por Bram Stoker, así como todos y cada uno de sus múltiples imitadores y sucedáneos, nos han venido acompañando como si realmente se tratasen de seres sin alma, pero poseedores de una inquietante inmortalidad.

Los más jóvenes pueden creer que todo empezó con la película “Entrevista con el vampiro” o con la más reciente “Crepúsculo”, pero no es así insignificantes mortales, ni hablar. El rollo de vampiros o “cine + vampiros” se trata de una fórmula matemática que funciona desde el principio de los tiempos -tanto en cine como en literatura- aunque muchos, insisto... jóvenes, lo desconozcan y se hayan dejado seducir por la relativamente reciente estética glamurosa que envuelve a los vampiros modernos, que... hay que reconocer –dicho sea de paso- que mola más un Tom Cruise, un Brad Pitt o un Rob Pattinson, que aquel pobre Max Scherck que encarnó a “Nosferatu” en la que quizá fue la primera incursión de un vampiro a través del celuloide por allá el año 1922 y de la mano de Friedrich Wilhelm Murnau.

Hay que decir que en ése primer “Nosferatu” de Murnau, el romanticismo ya estaba tan patente como en las últimas representaciones del “monstruo” que se hayan podido ver en las salas y en películas como la ya citada “Crepúsculo”; y es que la formula cinematográfica “amor + muerte”... o viceversa, también es de sobras rentable en ficción, y fuera de ella ya que quizá se trata de los dos puntos más importantes de destino a los que nos conduce la vida.

Pero... Qué tiene de especial la figura del vampiro? Qué le convierte en un personaje... sensual? Indudablemente el tema ese de andar por ahí mordiendo cuellos a la luz de la luna y toda la erótica que ello desprende... ya tiene su punto, pero además, el vampiro encarna la imagen viva de nuestros deseos más atávicos y bestiales que forman parte del inconsciente colectivo. Deseos que surgen de todo aquello que es tabú, a la vez que deseable, del “lado oscuro” que simboliza los impulsos e instintos más primitivos del ser humano y que suelen estar reprimidos por toda una convención infinita de jodiendas culturales, sociales, educacionales, y como no... religiosas. Dichos convencionalismos anulan un aspecto muy importante/interesante de nuestra personalidad (que inevitable cohabita en nosotros mismos) y hacen vivir al ser humano en un permanente conflicto interno frente a las normas... y el inevitable deseo de transgredirlas.

Pues bien, el vampiro las transgrede absolutamente todas; no sólo escoge a las más hermosas damas para hundir los afilados colmillos en sus esbeltos cuellos y succionar su sangre poco a poco, sin prisas, que momentos así hay que vivirlos despacio... sino que además huye de los crucifijos, duerme en ataúdes y le da un corte de mangas al destino convirtiéndose en un ser inmortal, o bueno... en un muerto en vida que pulula entre las sombras y al que únicamente es posible quitar de en medio si un desaprensivo con una estaca de fresno se acerca a él (mientras duerme) para hundírsela en el corazón. Que... también hay que tener mala leche y hay que ser un rato cobarde para eso. No hay que olvidar que las hermosas damas que caen en brazos de un vampiro suelen tener apoteósicos orgasmos, mientras que los desaprensivos que parten en busca del vampiro para darle caza, no son otros que los novios de dichas damas. Así que dejémonos de épicas heroicas ya que lo que buscan en realidad esos tipos aniquilando al vampiro, no es más que una compensación para aliviar su ego de macho herido. Que creo yo... que eso de ponerle los cuernos a un macho alfa robándole a su chica... también tiene su punto transgresor... nos ha jodido!

Personalmente, y a pesar de todo lo dicho, nunca me han fascinado las historias de vampiros, pero debido a que mi condición de insomne me obliga a ser noctámbulo... digamos que, por fuerza mayor, no me ha quedado otra que adaptarme a ello desde muy joven. Así que la pasada noche me dediqué a hacer un par de listas para comprobar el nivel de vampirismo que cohabita en mí, en un ser... aparentemente racional: en la primera desarrollé todos aquellos convencionalismos que normalmente transgredo; aquellos en los que dejo salir mi lado oscuro y salvaje, y en los que puedo desenvolverme como pez en el agua equipado únicamente con mi instinto animal. Lamento decirles que esta primera lista no la voy a compartir, ya lo siento, así que me centraré en comentarles algo acerca de la segunda.

En la segunda lista calculé mi edad biológica con mi edad “real” tomando como base las horas de sueño. Me explico:

Resulta que el día tiene 24 horas, y no sé porque razón, están divididas en tercios de ocho: ocho horas para trabajar, ocho horas para el ocio, ocho horas para dormir. Ésa es la norma, pero... no hay ninguna ley que prohíba que uno pueda hacer con su tiempo lo que le venga en gana, así que personalmente me lo gestiono según me conviene: suelo dedicar más o menos horas al trabajo o al ocio en función de lo apretado de mi agenda; eso suele ser imprevisible y va a temporadas, pero en lo referente al sueño... soy absolutamente incapaz de dormir más de cuatro horas. En realidad hay muchas noches en las que duermo tres, pero bueno... para hacer una media... pongamos cuatro.

El tema está en que si tomo esas cuatro horas de sueño que no utilizo y las computo como horas “útiles” agregándolas al total de la jornada, un día mío consta de 28 horas, ya que las cuatro que gasto en dormir me bastan y me sobran, luego... me las cuento como si se tratase de las ocho convencionales. Eso hace que al cabo del año y de sus respectivos 365 días, mis años consten de 426 días. Y si a todo esto le sumo que no me voy a ir de paseo con la parca antes de los 90; básicamente porque no me va a dar la gana hacerlo antes... pues resulta que superaré con creces los 100 años, y eso... me da pleno derecho a sentirme, cuanto menos, algo vampiro.

Así que hermanas y hermanos... me voy con mi lívido y pálido aspecto a buscar un libido cuello en el que reclinar mi rostro, sentir su aroma, susurrarle al oído, despertar una sonrisa... y asestar un letal mordisco que me alimente y que funda un cuerpo de fémina a mi ser inmortal.

Tiembla mundo... que el vampiro vuela.

Créditos imágenes: Fotografía nº 1: Baratijas kioskeras de mi colección particular, fotografías 2, 3 y 4: "vampirizadas" de internet.

viernes, 4 de junio de 2010

Fort Grande... Fort Grande??

Cuando llego a casa después del trabajo suelo encontrarme a mi mujer echándole un vistazo a mi blog. Ella hace poco que ha llegado de su trabajo también, así que después de vestirse con ropa cómoda, se sienta frente al ordenador y se pone al día de mis entradas y de las de otros blogs que sigue con frecuencia.

Yo acostumbro a dirigirme a la habitación y prepararme para una ducha o para unos arrumacos con mis hijos, pero en ocasiones me planto delante de ella esperando su “veredicto” sobre alguna entrada del blog en concreto.

—Me gusta —suele decir—. Lástima que escribas sin revisar nada. Normalmente todos los textos que revisas o reescribes suelen quedarte mejor. Deberías tener un blog con tus relatos.

—Ya, pero... para esto sirve un blog. Para escribir lo que te pasa por la cabeza sin ninguna otra pretensión, y menos literaria... al menos, no para este blog —le comento.

—Vale, pero cuando reescribes te queda mejor —insiste.

Eso acostumbra a suceder después de ése “me gusta” inicial; es decir... que después del... “me gusta”... hay un “pero”. De modo que cuando no le gusta... que les voy a contar. Por poner un ejemplo:

—Ultimamente en el blog estás muy trascendental —me dijo a principios de esta semana.

—Trascendental? —pregunté en un intento de eludir cualquier aclaración o de ganar tiempo para poder dar una buena respuesta.

—Si, trascendental. A qué viene contar cosas pretendidamente profundas en un blog que haces con la intención de que sea un simple entretenimiento?

—Bueno... también puede haber entretenimiento en cosas pretendidamente profundas... No? —traté de darle la vuelta a la tortilla, cosa que con mi mujer... difícilmente me funciona.

—Vale, pero... te da por contar intimidades como la de que si te circuncidaron de niño, conversaciones que tienes con tu hijo... Que sé yo, un día de estos eres capaz de escribir sobre las conversaciones que mantenemos tú y yo.

—Hummmm... no, yo jamás haría esto —le dije muy convencido.

—Ni se te ocurra. Eh? —me insistió con tono, mirada y ademán amenazante.

—Mira cielo... Esto del blog para mí es algo de tipo terapéutico. Me ayuda a tomarme el pulso. Cómo te diría yo?... Si un día me apetece hablar de algo, pues lo hago, y lo único que intento es relacionarlo o tratarlo directamente sobre el punto de vista de los años 70 para no perder el hilo con el que se inició, pero... joder!... es mi blog y tampoco quiero obligarme a nada.

—Terapéutico? —preguntó.

—Eh? —murmuré sin saber siquiera ni si yo le estaba hablando de eso.

—Has dicho que tu blog es algo así como terapéutico. Desde cuándo necesitas tú terapias?

—Mujer... a mi modo... Todos necesitamos algo terapéutico de vez en cuando.

—Bueno... haz lo que quieras. Como bien dices es tu blog, pero me gusta más cuando tratas con humor historias de tu infancia, o cuando comentas algo sobre juguetes de aquellos que había en nuestra época.

—Ya...

—Que por cierto... Para qué pusiste la encuesta en el blog? No ves que lo que la gente más está pidiendo son juguetes setenteros? Por qué no haces más entradas dedicadas a ellos?

—Bueno, pues...

—Y el palomitón Payá? —me interrumpió—. Me dijiste que estabas preparando una entrada sobre mi palomitón Payá, pero de eso... anda que no hace meses.

—Estoy en ello, de veras... estoy en ello, pero por lo de la encuesta... pues no sé... la puse por ver qué tal, pero... eso no significa que deba de atarme de pies y manos.

—Ya... tu y esa manía de hacer siempre lo que te da la gana. Que ya me gusta... te hace especial, pero que sepas... quiero que la próxima entrada sea de algún juguete setentero; y ya no sólo porque éso es lo que voté yo en la encuesta, si no porque es lo que pide la mayoría —me dijo con una de esas rotundidades inapelables. Ya saben, de esas... que apetece desobedecer.

—Bueno, bueno... pues no se hable más. En la próxima entrada ya pondré uno de esos jodidos juguetes y así, tanto tú como los que han votado en la encuesta... estaréis contentos. Vale?

—Pues claro hombre, si total... no te cuesta nada.

Mi mujer se levantó de la silla frente al ordenador tras pedirme que me pusiese cómodo para la cena. Antes de salir de la habitación se detuvo junto a la puerta y se giró contemplando cómo yo estaba allí, con el mirar perdido.

—Que conste que también me gusta que te pongas... “trascendental”, pero creo que en el blog... pues no toca —me aclaró por si no me había enterado y prosiguió su marcha en dirección a la cocina.

—Vale... lo tendré en cuenta —contesté.

—Ah!... y ni si te ocurra hablar nunca de mí en tu blog. Que te veo venir.

—Tranquila cariño... yo ya sé cómo eres tú para tus cosas y eso... no se me ocurriría en la vida.

Así que como pueden comprobar, esta no es más que la entrada referente a un juguete setentero. El Fort Grande. Un fuerte que no era de la casa Comansi, un fuerte de los baratitos, pero fabricado de buena madera y que forma parte de mi colección particular.

En caso de que alguien desee saber más sobre él, no tiene más que clicar este enlace y conocerá mi historia con el Fort Grande, un juguete setentero de esos que les gusta... a la mayoría.

También les dejo con it's Raining Men, un tema que compusieron en 1979 Paul Jabara y Paul Shaffer. La versión del video es la que popularizaron en 1982 las Weather Girls.

Que a veces me pregunto... Cómo es posible que a un chica a la que le llovían los hombres por todas partes y a la que le sobraban pretendientes... fuese a escogerme a mi?

Será porque siempre le hago caso... o no.


martes, 1 de junio de 2010

Cómo... que no hay futuro?...

Clicar la tira para verla en grande

Mi hijo, que actualmente tiene 13 años, me dijo este domingo que si el día de mañana tuviese que hacer un blog sobre la década en la que pasó de ser niño a adolescente, lo resolverá esencialmente en tres entradas:

La primera: de niño me lo pasaba muy bien sentado en el sofá viendo el Disney Channel mientras merendaba.

La segunda: Cuando era algo más mayorcito me lo pasaba muy bien en el sofa; o bien espatarrado y jugando con la Nintendo DS, o bien, algo más activo, pero tampoco tanto... jugando con la Wii.

La tercera: En mi adolescencia también lo pasé muy bien en el sofá retozando con algunas de mis novias o cascándomela con el portátil sobre mi regazo y descargándome pelis “guarras”.

Fin del blog.

En parte le entiendo. Él alucina cuando lee las historias de este blog y se da cuenta de lo distinta que fue mi época con respecto a la suya, pero no deja de ser cierto que la falta de perspectiva, a veces, nos hace ver las cosas de una manera que no son, y para muestra... basta con echar un vistazo a la tira cómica que encabeza esta entrada. La hice con 20 años para un semanario alemán. No entiendo aún cómo me la publicaron ya que evidentemente el contenido era muy localista, muy “español” y poco tenía que ver (creo) con la realidad de la juventud alemana de aquellos años. Imagino que como se trataba de una serie de tiras que se iban publicando semanalmente y yo hacía mis entregas en cantidades industriales para abastecer a mi editor, algunas de ellas, como esta... quizá pasaron desapercibidas al filtro del revisor y al del traductor... no sé, el caso es que se publicó y nadie se quejó de nada.

Para los que a mediados de los 80’s teníamos 20 años, caló muy hondo en nosotros aquello que los Sex Pistols cantaban de “No Future”, lema que alzó al movimiento Punk a lo más transgresor entre los años 1976 – 1979 y que nos hacía ver no sólo que no íbamos a ninguna parte, sino incluso algo peor... y era que tampoco veníamos de ningún punto concreto, o cuanto menos... interesante.

Veíamos que la década de los 70’s había sido algo anodino y desesperanzador, cuando en realidad se trató de una década de lo más singular. Cierto era que no habíamos vivido una guerra, ni fuimos lo suficiente adultos como para sufrir, de lleno, en nuestras carnes la represión de una dictadura, pero de ahí a no tener historia, de ahí a no poder desarrollar unos ideales de cualquier tipo, o asegurar que nos lo dieron todo hecho... hay un abismo. Además... ni puta falta hace tener que pasar por tantas calamidades. La vida se hace día a día y como bien decía Lennon: “La vida es lo que nos está pasando mientras hacemos planes para el futuro”, así que quizá lo mejor es no preocuparse tanto y dejar fluir poco a poco ya que inevitablemente, todo... nos termina llevando a alguna parte.

Los 70’s, en realidad, y con la perspectiva de ahora, ligeramente alejada de la de un joven influenciado por el Rock & Roll, fue una de las décadas quizá más importante del pasado siglo, más densa y en la que más hubo de todo:

Los 70’s fueron, en parte, felices ya que los españoles se encontraron con una España distinta, una España en pelotas y a la que había que proveer absolutamente de todo a nivel político, cultural, filosófico, social, etc. Se trataba de una España más cercana a Europa que a las sombras en las que había estado escondida durante las décadas anteriores. Un país en el que se terminaron, casi a la par, la dictadura y el dictador, se aprobó la reforma política, llegó la democracia; una democracia que finalmente hasta pareció que iba en serio con la legalización del partido comunista y todo, y sin necesidad de quemar ni a curas ni a iglesias, pero sí quitándoles parte de su extremo protagonismo.

Los 70's fueron, en parte, lamentables ya que vinieron precedidos de unos 60's en los que aún estaba todo por hacer, pero en los que había trabajo, dinero, y en los que la gente que se echaba a la calle no lo hacía para pedir justicia o pan, sino para exigir libertades en nombre de la revolución y a porrazos con los gendarmes. Los conflictos bélicos quedaban muy lejos, y aunque los primeros jóvenes norteamerticanos regresaban de Vietnam en bolsas de plástico no nos afectaba de un modo directo ya que tampoco se trataba de una guerra emitida a lo “Reality Show” a través de la televisión. Así que los setenteros se las imaginaban muy felices hasta que los países pobres empezaron a reclamar parte del pastel aumentando el precio del petroleo y metiéndonos, a los países ricos, en una crisis que mandó muy lejos a las vacas gordas de los opulentes 60's y que pusieron patas arriba la economía a nivel mundial.


De modo que con la perspectiva de hoy, el joven autor de ésa tira cómica (que de cómica... tiene más bien poco) queda muy, pero que muy lejos. Tenemos historia sobre la que aferrarnos a unos ideales. Vivimos ésa época que fue nuestro presente y con él hemos construido nuestro futuro y más de lo mismo que como siempre... está aún por venir. Incluso a algunos... ni nos fue necesario recurrir a las drogas, que quieran que no, pero éso de poder vivir las cosas sin un estado alterado de conciencia, tiene más de bueno que todas las cosas.

Así que hijo... no te preocupes por ése blog de tu paso por la infancia a la adolescencia que posiblemente no terminarás haciendo ya que habrán cosas más interesantes que hacer. Limítate a vivir el día a día ahora, a disfrutar de las cosas que tienes al alcance de tu mano, vívelo todo con ganas y con intensidad -no vas a tener más que una oportunidad de hacerlo, y sería muy estúpido desaprovecharla-. Graba en tu memoria todos los momentos buenos para disfrutarlos cuantas más veces mejor, graba también los malos, que de esos se aprende. No te tomes demasiado en serio a ti mismo ni les des mayor importancia a los éxitos que puedas tener –son efímeros en su mayoría-, valora más los fracasos y aprende a zafarte de sus redes y a salir de ellos con una sonrisa. Lucha por lo que quieres, pero sin prisas, sin fanatismos, sin necesidad, lucha simplemente para llegar a sentirte autosuficiente y que no llegue ni a importarte si el día de mañana algunos de tus sueños no han llegado a cumplirse; tampoco es bueno que se cumplan todos y siempre te quedará el saber que lo has intentado, y eso... no es poco. Comparte, por encima de todo... comparte lo bueno ya que si te lo quedas sólo para ti tampoco te habrá merecido la pena. Respeta a todas las personas, leyes y cosas, pero por encima de todo a aquellas personas, leyes o cosas que consideres que son merecedoras de ése respeto, pero el resto... mándalo a la mierda ya que total... te va a dar lo mismo.

En cualquier caso... haz lo que debas. Se va a tratar de tu vida y lo único que espero yo de ella es que la vivas feliz y que sepas hacer felices a cuantos te rodean.

Ahora aún es demasiado pronto, pero cuando decidas mirar atrás a través de ése blog tuyo... o lo que sea, si realmente puedes llegar a poner bastantes más que esas tres entradas... habrá merecido la pena.

Siempre hay un presente que termina siendo pasado y que da lugar a un futuro.

Dorm tranquil, cel. Tens futur i tan sols està a les teves mans que sigui un futur esplèndid.

sábado, 29 de mayo de 2010

I Love You Baby

En el mundo del cine, el ir y venir de los personajes a través de diversas situaciones, ya sean planeadas o fortuitas, caprichosas o fundadas, transcurren siempre con música de fondo. Es a lo que las productoras le llaman “La banda sonora del Film”, más conocida internacionalmente como el “Soundtrack”.

Yo soy de la opinión de que todos y cada uno de nosotros tenemos nuestro propio Soundtrack de lo que va siendo la película de nuestra vida; de los momentos vividos y de todo tipo de situaciones: amores, desamores, encuentros, desencuentros, engaños, perdones, éxitos, fracasos... Con el paso de los años y a medida que vamos escuchando viejas canciones los recuerdos se agolpan en nuestra mente, y esas melodías nos transportan a momentos vividos como si poseyesen el poder de una llave que abriese determinadas puertas en el tiempo.

Como en toda buena película, existe lo que se llama la música incidental, que es la que sirve de apoyo a las diferentes acciones y situaciones que se suceden a lo largo de la historia, pero la más importante de ellas es la música principal, que es la que acompaña a los créditos de la película, así como al trailer promocional y que termina convirtiéndose en el Hit de éxito, en el caso de que la película sea de éxito... claro está.

Pues no sé si a ustedes les sucede o no, no sé si conocen o ignoran cual de todas las músicas que les han acompañado por diversos momentos es, de entre todas, la música principal. No me refiero a esa música que bailaron en la tanda de “lentas” en las fiestas del pueblo o en la discoteca de barrio abrazando a la persona que les proporcionó el primer amor, tampoco me refiero a la que sonó aquella vez en la que compartieron en pareja... o en trío (que a veces ya pasa) el primer baño de espuma. Tampoco a esa que escucharon de manera tortuosa, una y otra vez, mientras se hundían en su propia auto conmiseración tras ése primer desengaño amoroso, no... Me refiero a una música más genérica que probablemente no puedan relacionar con ningún recuerdo en concreto, pero que se trata de una melodía que, por lo que sea, siempre ha estado allí. Que ha sonado a la vez que otras que han marcado momentos, o que ha sonado en esos momentos en los que uno hace balance y contemplación de cómo van transcurriendo las cosas.

En mi caso ésa melodía existe, y se trata de la ultra-mega-versionadísima “Can’t Take My Eyes off of You” escrita por Bob Crewe y Bob Gaudio en 1967 y que con un rotundo éxito internacional interpretó Frankie Valli con el grupo The Four Seasons. No tengo el dato exacto, pero no me extrañaría que se tratase del tema musical que más Covers haya tenido a lo largo de la historia, que ha conseguido mayores números uno en diferentes listas de éxitos internacionales, y que ha sido interpretada por artistas como: Frank Sinatra, Matt Monro, Andy Williams, Gloria Gaynor, Shirley Bassey, The Temptations, The Killers, Diana Ross & the Supremes, Barry Manilow, Pet Shop Boys, Lauryn Hill, etc, etc. También ha formado parte de algunas bandas sonoras de películas que se han convertido en clásicos; quizá la que más recuerdo ahora es “El Cazador” (1978), dirigida por Michael Cimino y magistralmente interpretada por: Robert de Niro, Christopher Walken, John Cazale y Meryl Streep.

Creo que sin duda... sería esta la música principal de mi banda sonora, aunque otras melodías incidentales hayan sido las encargadas de marcar los momentos más importantes, pero “Can’t Take My Eyes off of You” ha sido, y no me importa que lo siga siendo, el Soundtrack principal que inevitablemente... me sigue a todas partes.

60's - Frankie Valli



70's - Diana Ross & The Supremes & The Temptations



80's - Boys Town Gang



90's - Lauryn Hill



Y esta versión en una comedia romántica adolescente de las últimas que se dejaron caer por las pantallas a principios de esta década



Y... que siga sonando ;-)

martes, 25 de mayo de 2010

Without You

La vida suele ser ajena a sus propios pasos, a su propia huella. Se limita a ir hacia adelante y a avanzar a pesar de todo cuanto vaya dejando por el camino. Ella, la vida... continuará incluso en ese momento en el que nosotros debamos desmontar de su grupa y andar solos por ese trayecto del que nadie ha regresado aún para contarnos qué tal le ha ido.

Decía en mi entrada anterior que la vida es caprichosa, así que si ella lo es... nada malo hay en que lo seamos también nosotros, es más... estamos obligados a serlo aunque simplemente sea por eso de que total... estamos tan solo de paso.

No nos quedemos con esa sensación de “no poder vivir” si alguien no está. No nos quedemos sin nada por hacer o sin nadie a quien querer, ya que eso... es lo más parecido a morir un poco cada día.

I can't live if living is without you”, o más fácil aún... “Without you”, fue un tema que el grupo británico Badfinger incluyó en su álbum “No Dice” editado en 1970, pero que no se convertiría en un éxito internacional hasta una nueva versión interpretada por Harry Nilsson en 1971.



miércoles, 19 de mayo de 2010

Gusanos de seda (IV) -Parte médico habitual-

(En el capítulo anterior: Le andaba yo comentando a Lucifer que no entendía muy bien eso de que los humanos nos relacionásemos con animales e interactuásemos con ellos como si se tratasen de personas; mientras tanto, Lucifer... pasando de mí tres pueblos.

No sé si es porque tiene el suficiente sentido común como para pasar de mí, o si simplemente se trata de todo lo que puede dar de sí el intelecto de un gusano. El caso... es que finalmente me habló... y en inglés!!)

A continuación, y para aquellos que a través del Facebook, correo electrónico y comentarios en el blog, habéis demostrado vuestra preocupación por el estado de salud de Benjamín, ahí va el último parte médico:

“Enfermedad de Parkinson. Cardiopatía isquémica con infarto agudo de miocardio anterosepial y de cara diafragmática. Ulceras intestinales agudas reincidentes con hemorragias masivas reiteradas. Peritonitis bacteriana. Fracaso renal agudo. Tromboflebitis ileo-femoral izquierda. Bronconeumonía bilateral aspiratoria. Choque endotóxico. Parada cardiaca.

Firma, El equipo médico habitual”.

Oops!... perdón (no sé en qué estaría yo pensando...). Efectivamente se trata del último parte médico, pero no precisamente del bueno de Benjamín, si no el del caudillísimo Francisco Franco que fue emitido el día 20 de noviembre de 1975 a las 5:30 horas de la madrugada y tras el que nos aguardó una semana de vacaciones del cole (Bieeennnn...). Lo malo fue que por televisión sólo nos retransmitieron documentales de la vida del dictador, desfiles militares y música clásica, así que había que golfear por la calle... no quedaba otra.

A todo esto... que Benjamín está en la gloria. –y con eso no me estoy refiriendo a que esté “en la gloria” y lo que ello implica de hallarse a la diestra de Dios Padre; es decir... fiambre, tieso, “pasmao”, ni nada de eso-. Benjamín está estupendamente bien y tal y como podéis contemplar en la foto, se ha hecho muy amigo de Lucifer (el gusano anglosajón).

Podéis ver también que no miento cuando comento que su aspecto es realmente patético en cuanto a tamaño se refiere, ya que por el resto... come normalmente y se lo pasa bien escondiéndose entre las hojas de morera y demás flora que le rodea.

(Continuará...)

lunes, 17 de mayo de 2010

Gusanos de seda (III) -Are you talking to me?-

(En el capítulo anterior: Benjamín está algo enfermo y encima no se deja cuidar; rechaza el entrenamiento físico y come muy poco, de modo que su aspecto es el de un gusano enclenque y desvalido. El resto de “Los siete magníficos” consumen hojas de morera y cagan insignificantes pelotitas negras. Por el momento... esa es toda su actividad).

Jamás he entendido muy bien a esas personas que afirman con rotundidad que los animales son mejores que algunos seres humanos; a fin de cuentas, ser mejor o peor, implica actuar con una intención previa de hacer “el bien” o de hacer “el mal”, y no fue otro que el ser humano quien desde sus más remotos orígenes inventó ambos conceptos con el fin de controlar al resto de la humanidad y por ende... de adquirir cierto control sobre sí mismo.


Partiendo de esa base podríamos decir que el ser humano es el único animal que antes de actuar se plantea la posibilidad de hacer “el bien” o la de hacer “el mal”; de acuerdo que opta por la segunda opción muchas veces, pero sorprendentemente en la mayoría de ocasiones, las cosas... se hacen de buena voluntad, de buena fe, o con vistas a mejorar el bienestar de una mayoría.


Los animales (irracionales), por el contrario, jamás se plantean dicha disyuntiva y en consecuencia, actúan única y exclusivamente por instinto de conservación o por pura supervivencia.


Ya fue Sócrates quien dijo en su día algo parecido a que: “La inteligencia es una capacidad única y exclusiva del ser humano”. Personalmente siempre he estado de acuerdo con ésa afirmación y jamás he creído en eso de que a todo aquello que un animal pueda hacer –por sorprendente que nos parezca- se le pueda llamar inteligencia o que implique que tenga sentimientos, ya que en realidad no deja de ser sencillamente instinto. Lo que sucede en nuestra mente cuando contemplamos el comportamiento de nuestras mascotas y extraemos como conclusión que dicho animal es inteligente, es que de un modo inconsciente generamos un paralelismo entre comportamientos racionales (propios del ser humano) y comportamientos irracionales (propios de cualquier otro animal), y establecemos relaciones tomando elementos de comparación de diferentes órdenes abstractos creando una especie de taxonomía de clasificación; es decir... lo que hacemos no es más que proyectar lo que en base a nuestras experiencias como humanos queremos ver en nuestras mascotas. Se trata pues de una simple creación simbólica que dibujamos en nuestra mente, una pequeña distorsión en nuestra percepción cognitiva que nos hace creer que nuestra mascota nos entiende cuando le hablamos, comprende lo que le decimos, nos quiere, e incluso... que es mejor que mucha gente a la que conocemos.


No olvidemos que algunas personas establecen este paralelismo incluso con objetos. No deja de ser significativo que a lo que llamamos “amuletos” les otorguemos el poder de darnos suerte o de proporcionarnos compañía. Cómo no vamos a hacer lo mismo con seres agradables, peluditos, de suave tacto, que se mueven, respiran y que ronean entre nuestras piernas mientras leemos el periódico sentados en el sofá?


Así pues; cualquier atisbo de inteligencia o de sentimiento que percibamos en nuestras mascotas, no deja de ser nada más que el deseo de que el pobre animal nos proporcione una compañía o un afecto que probablemente... no llegamos a conseguir de los de nuestra misma especie.


De lo contrario... sí realmente creyésemos que un animal nos proporciona afecto o que posee inteligencia, comernos un filete de ternera... sería algo similar al canibalismo.


Todo esto y muchas cosas similares le estaba yo contando a Lucifer; el gusano de seda al que le he puesto este nombre a petición expresa de JuanRa Diablo. El caso es que mientras le hablaba, él me miraba atentamente hasta que en un arranque de desesperación lógico, y a consecuencia de la paliza mental que le estaba pegando, va el tío, y en el más puro estilo Robert de Niro en “Taxi Driver” me dice:


Are you talking to me?

Joder!... y encima en inglés! Vaya con el gusano de las narices.


Total... que definitivamente paso demasiadas horas solo.


En cualquier caso, sigo pensando que el mejor animal de compañía para el ser humano es el propio ser humano, y como ya he dicho alguna vez por este blog, en mi caso... preferentemente hembra.


Nota: Parece ser que el bueno de Benjamín... está mejorando.


(Continuará...)

viernes, 14 de mayo de 2010

Las Grecas

Carmela y Tina formaron en 1973 uno de los grupos más “frikimente” exitosos de los 70’s. Su estilo era el conocido como “Flamenco Rock” al que podríamos añarirle también un cierto aire de killo lolailo; es decir: “Flamenco Rock Killo Lolailo”, pero que al parecer, la cosa quedó en un pretendido intento comercial de llamarle “Gipsy Rock”.

El tema está en que ambas hermanas de etnia gitana crearon ése nuevo estilo que en un principio fue apadrinado, ni más ni menos (ojo al dato), por el propio Camarón de la Isla. Flipa neng!.

Uno de sus indiscutibles temas estrella fue el que llevaba por título “Te estoy amando locamente” y del que pueden... disfrutar (¿) al final de esta entrada. Allá cada cual con lo que sus oídos y su buen gusto esté dispuesto a consumir. A mí, para mi sublimación personal, se me dan más otros estilos, pero no hay que negar que Las Grecas, para bien o para mal... son setenteras hasta la médula y bien merecen un espacio en este kiosko, así que... consuman, consuman, que mientras que Teddy Bautista y su banda de gánsters no aparezcan por aquí y me chapen el blog... esto es gratis.

Los recuerdos que tengo yo de este par de dos se remontan a mediados de los 70’s, época de máximo apogeo del dúo. Por una parte recuerdo algún paseo por el barrio chino barcelonés en el que pude ver a un grupito de chonis bailando flamenco en plena calle y dando palmas mientras que del transistor salían las melodías de Las Grecas. Por otra parte, me viene a la mente también alguna mañana de playa en la que desde alguna toalla lejana un come-discos ofendía a mis oídos con la canción de éxito del dúo y me impedía disfrutar del sonido del mar. Imagino que desde entonces viene mi afición a ir por la playa en las noches de luna llena, pero es que de ése modo, me ahorro tener que pelear por un espacio cercano a la orilla, los pelotazos de los chulos de pantano que juegan a palas, o al perrito de las narices que te salta por encima de la toalla y te pringa de arena. Vale... no me pongo moreno... Y?

El pre-final de Las Grecas tiene su guasa; en principio el grupo se separó en 1979, pero sobre el 83 protagonizaron un hecho digno de estrellas del más genuino Rock&Roll. A Tina le diagnosticaron una enfermedad mental, y mientras charlaba tranquilamente con su hermana en la cocina de casa le entró un momento de crisis.

—Tronca... que yo me pillo el buga y me najo pa la kely —le dijo.

—Ah si?... Pues yo pa la piltra a planchar la flapa —respondió Carmela.

Al parecer, a Tina, eso de que su hermana planchase la flapa le pareció una frivolidad en comparación a sus magníficos planes de ligar el buga, así que agarró del cajón de los cubiertos un cuchillo de cocina y se lo clavó en el hombro.

Los maderos la trincaron por banda y le dijeron: “Que te najas pa la kely? Y una mierda!... Tu te vienes con nosotros pa Yeserías a pasar una temporada en el trullo”. Y allí la tuvieron a pan y agua una buena temporada hasta que la ingresaron en varios centros psiquiátricos de los cuales se escapó en no pocas ocasiones.

La primogénita de Tina, con el tiempo, formó nuevo dúo con su tía Carmela. Sacaron al mercado discográfico algunos intentos de éxito, pero con una nula repercusión incluso reeditando los anteriores Hits del dúo inicial.

Así pues, y con el debido respeto, escuchemos a Las Grecas... o echemos a correr.

Pese a todo, agradezco enormemente a Pepo que me sugiriese escribir algo en el blog sobre este dúo. Imagino que Pepo no fue un fan de las sisters, pero tal y como él me apuntó en el mail que me mandó... setenteras son, y marcaron época.

Nice Weekend... troncos.

jueves, 13 de mayo de 2010

El Telesketch

Su inventor fue un francés llamado Arthur Granjean y le puso el nombre de “L’Ecran Magique” (“La pantalla mágica”). Hacia el 1950 presentó un primer prototipo en la Exposición Internacional del Juguete de Nurenberg en Alemania, donde vendió los derechos del cachivache a unos ejecutas de la Ohio Art Company que se encargaron de su fabricación y posterior comercialización bajo el nuevo nombre de “Etch-A-Sketch”.

El juguete no tardó en aparecer en España de la mano; dicen unos que de la “Casa Borrás”, mientras que otros afirman que de la empresa “Juguetes Racionales” (quien tenga datos fiables al respecto, que por favor... los aporte). Fuese como fuese nos hallábamos ya en la década de los sesenta cuando los niños españoles pudimos ver las primeras pantallas del artilugio al que aquí conocimos con el nombre de “Telesketch”. Imagino que si se hubiese tratado de un juguete más... uno de tantos, a los que nacimos a mediados de dicha década nos habría pasado desapercibido, ni lo recordaríamos, o como mucho tendríamos el vago recuerdo de ver algún Telesketch hecho polvo procedente de algún hermano o primo mayor.

Pero no... desde que el aparato apareció en nuestras vidas hasta el día de hoy, la “Casa Borrás” (esta vez si... el dato es seguro) lo ha seguido fabricando de un modo casi ininterrumpido durante las décadas de los 70’s, los 80’s, los 90’s... hasta el momento presente en el que se pueden encontrar aún, desde el modelo “original” hasta los más variados aspectos que incorporan color e incluso efectos sonoros. Es propio decir que monsieur Granjean tuvo una visión de futuro el día que en su sótano fabricó una rudimentaria televisión de aspecto plano, en un vivo color encarnado y con un par de botones que accionaban un lápiz fantasma capaz de crear dibujos... algo robóticos, pero que al realizarlos, a más de uno se le descordinó el cerebro con la cosa esa de... tener que hacer dibujos en base a líneas horizontales y verticales accionando, de modo giratorio, unos botones que con no poca dificultad permitían la realización de líneas diagonales alternando los movimientos de ambas manos. Bueno... quien era capaz de hacer círculos... ése ya era la repanocha!!

Yo tuve mi Telesketch a principios de los 70’s y debo reconocer que en su día... no me fascinó el invento. Recuerdo haber jugado con él, pero sin llegar a extasiarme de un modo especial. Francamente... donde estuviesen los indios y vaqueros de Comansi, o los Madelman... que se quitase lo demás, pero no dejaba de tener su aquel sacar el Telesketch de su caja cuando venían primos y primas a casa y tratar de averiguar quien de todos era capaz de volverse loco antes ante la incapacidad de crear un círculo.

Lo que reconozco que es verdaderamente interesante, es realizarle una autopsia a un viejo Telesketch y averiguar su funcionamiento: resulta que la pantalla, por su interior, está recubierta de un polvo de aluminio. El pequeño lápiz (punta de lápiz en realidad) es accionado por los mandos que a su vez ponen en marcha un complicadísimo sistema de poleas que permiten que dicha punta se desplace por toda la pantalla de modo horizontal y vertical, y que “rascando” el polvo de aluminio cree la sensación de un trazo negro. El borrado del dibujo no dejaba de ser curioso tampoco, bastaba con voltear la pantalla y dar unas sacudidas para que desapareciese en un plis... la obra de toda una tarde de trabajo (que mandagüevos... para que nos vamos a andar con bobadas... ya son ganas!!).

También debo decir que aún y que no se trató nunca de mi juguete favorito... no es a mi Telesketch al que le he realizado la autopsia. A ver que cara pone mi sobrinilla cuando encuentre que su pantallita mágica... ha sido vilmente destripada.

Eh!... y ni hablar de darle yo el mío!

Créditos de las imágenes: Fotografías del Telesketch del Kioskero del Antifaz.

martes, 11 de mayo de 2010

Gusanos de seda (II) –La recuperación de Benjamín-

(En el capítulo anterior: Una pequeña colonia formada por siete gusanos de seda ha venido a vivir a mi estudio. Genéricamente les llamo “Los Siete Magníficos”, y únicamente uno de ellos tiene nombre propio, se trata de Benjamín, el más pequeño de todos y que se encuentra visiblemente enfermo...)


Esta mañana en cuanto he llegado a mi estudio, he saludado afectuosamente a mis gusanos de seda y les he cambiado las chuchurrías hojas de morera que les dejé anoche por tiernas hojas frescas que he traído desde casa.

—Buenos días chicos... Cómo habéis pasado la noche?

—..., ..., ... ,...

—Y tu Benjamín?... Todo bien?

—..., Cof! Cof!..., ...

El bueno de Benjamín sigue algo pachucho y lo peor es que no sé que hacer por él ya que mis conocimientos de veterinaria son nulos, y dudo yo que ni con conocimientos acerca de la materia, se pueda hacer mucho por un simple insecto.

He pensado que lo mejor para su pronta recuperación sería lo siguiente: 20 minutos de Jogging, una tabla de ejercicios variados de gimnasia sueca, y unas series alternadas de mancuernas, pero... Benjamín no ha estado mucho por la labor.

Dejaremos pues que la naturaleza siga su curso y mañana buscaremos un hogar adecuado para “Los Siete Magníficos”. Espero... que sigan siendo siete...

(Continuará...)

lunes, 10 de mayo de 2010

Gusanos de seda (Remembering)

En los 70’s la gran mayoría de niños y niñas tuvimos gusanos de seda como animales de compañía, ya que; ocupaban menos espacio que un perro, necesitaban muchos menos cuidados, y no resultaba especialmente necesario sacarlos a pasear. Claro que también había quien tenía perros, pero eso ya era más un lujo que otra cosa para los que vivíamos en barrios humildes tales como el Dry Village en los que no estaba el horno para bollos.

Los gusanos de seda siempre fueron bienvenidos por aquellos niños que les pedíamos una mascota a nuestros padres. Quizá si que nos esperábamos algo más que gusanos, pero cuando nuestras madres nos explicaban todo el ciclo biológico del que íbamos a ser testigos con el paso de los días... no dábamos crédito y nos quedábamos extasiados y boquiabiertos contemplando a esos pequeños gusanos que, después de hacer un poco el capullo, se iban a terminar convirtiendo en mariposas.

También es verdad que los animalitos en sí... no daban mucho juego; no se les podía lanzar una pelota y esperar a que fuesen a por ella, impensable la idea de bañarse con ellos a la orilla del mar, o la de compartir nuestro rincón en el sofá y ver juntos los dibujos animados. Nada... los gusanos de seda no servían absolutamente para nada de eso. Su única actividad era la de comer y comer hojas de morera y pasar de nosotros como quien oye llover. Por más que nuestras cabezas se asomasen una y otra vez a la caja de zapatos que les servía de hogar ellos mantenían siempre esa actitud de no alterarse por nada.

Cuando uno se hace mayor llega un momento en el que ni piensa en los gusanos de seda; es más... incluso sí nos lo planteamos alguna vez, somos capaces de llegar a la conclusión de que quizá se extinguieron como les pasó a los dinosaurios, pero no... tarde o temprano llega ése día en el que los pequeños de la casa nos recuerdan que los gusanos de seda aún existen y que ellos quieren tener su propia familia de larvas lepidópteras del mismo modo que las tuvimos nosotros 40 años atrás.

Y así es que ahora, en mi casa, han entrado los gusanos de seda para compartir espacio con los jerbos y con un grupúsculo de homínidos que conviviremos en el mismo hábitat y en el que cada uno de nosotros lucharemos por nuestra propia supervivencia.

Reconozco que como a todo buen nostálgico setentero, en cuanto oí hablar de la posibilidad de que una colonia de gusanos de seda entrase en casa, no pude por menos que aceptar e incluso pedirme una pequeña colonia para mí y llevarla conmigo a mi estudio. Quieran que no mi trabajo pide largas horas de soledad, así que, a veces, la compañía es bienvenida, y si se trata de seres silenciosos y autosuficientes... mejor que mejor.

Mi colonia está compuesta por siete ejemplares a los que de modo genérico denominaré “Los siete magníficos”. Individualmente no les pondré nombre ya que eso me haría dudar de mi salud mental, que bueno... afortunadamente no estoy lo suficientemente cuerdo como para tomarme la vida en serio, pero... ponerles nombres a los gusanos sería el primer paso para una buena estancia en el frenopático.

No obstante... (y es que quizá en el frenopático ya hay una habitación esperándome) no he podido resistirme a la tentación de concederle a Benjamín, un interés más allá que el que les concederé al resto de gusanos. Y es que Benjamín es con diferencia el más pequeño de los siete. Se trata de un gusanito que me ha despertado una especial ternura debido a que, además de pequeñajo, está algo falto de salud. No parece que mantenga una actividad como la que mantienen el resto de los suyos, además está un poco dejado de la mano de Dios, y es que la verdad... estos gusanos van cada uno a la suya y no parecen demasiado dispuestos a tenderle una mano (quizá porque carecen de ellas), así que no cabe esperar ningún acto solidario del resto hacia el pequeño Benjamín. Velaré personalmente por su seguridad y por su bienestar, y prometo hacer de Benjamín... un gusano de provecho.

Seguiré informándoles del progreso de Benjamín y del resto de los gusanos que forman mi pequeña colonia “Los siete magníficos”. Les ilustraré algunas entradas en este blog con algunas fotografías y breves textos en los que puedan, al igual que yo, rememorar ésa época en la que los gusanos de seda formaban parte de nuestras vidas. Unas vidas en las que arrastrándonos por nuestra niñez conseguimos llegar a ser unos auténticos capullos en nuestra adolescencia, para finalmente, de adultos, convertirnos en preciosas mariposas... unas más que otros; claro está.

Como homenaje a mis gusanos, al western y a la música de los 60's y de los 70's, les dejo con el tema principal de la banda sonora de la película “Los Siete Magníficos” compuesta por Elmer Bernstein para ése fabuloso western que se estrenó en 1960.

Existen caballos para gusanos de seda?...

jueves, 6 de mayo de 2010

El diablo bajó a Georgia

Mi abuelo siempre me dijo: “Hay que tener amigos hasta en el infierno, ya que, cuanto menos, te llevarán al lugar del averno en el que se esté más fresquito”.

Una eternidad condenado a las profundas tinieblas es el precio a pagar a cambio de vender el alma al diablo, pero claro... si allí uno ya tiene amigos...

Aún recuerdo la noche en la que Satán apareció ante mí con el fin de contar con mi alma para sus fines perversos. Me hallaba en un cruce de caminos en el estado de Georgia; concretamente entre New Bethel Church Road y Long Bridge. Se trataba de uno de esos excitantes viajes de trabajo a los Estados Unidos y todo funcionaba de maravilla hasta que la ranchera que nos iba a llevar desde South Carolina hasta Tennessee se estropeó, y allí me quedé montando guardia mientras que mis dos compañeros de viaje la emprendieron a pie en busca de ayuda en un tiempo en el que aún no se habían inventado los GPS y en el que no teníamos más remedio que fiarnos de un pequeño mapa local que nos indicaba que a menos de 2 kilómetros en dirección sur por la Long Bridge se hallaba una pequeña granja. Mientras esperaba el regreso de mis colegas salí a fumar un cigarrillo sentado placidamente en el capó de aquella ranchera de alquiler. En el horizonte simplemente se divisaban postes del tendido telefónico al contraluz de una estupenda luna llena. La temperatura era agradable en plena primavera, no refrescaba en absoluto y podía percibir el aroma de los jazmines que a la luz del día teñían de amarillo los verdes campos.

Yo había leído viejas leyendas referentes al delta del Mississippi; leyendas en las que se narraban historias relativas a apariciones del diablo que andaba por allí en busca de las almas de viejos cantantes de Blues a cambio de convertirles en auténticos genios de la guitarra. Cuentan... que Charlie Patton, e incluso el mismísimo Robert Johnson fueron algunos de los “bluesmen” que pactaron con el rey del averno a cambio de su incomparable talento. Descansen en paz sus almas... allí donde quiera que estén.

A pesar de esas ridículas leyendas que en ese momento recordé, ni nos hallábamos especialmente cerca del delta, ni mi intención era la de convertirme en cantante, pero... al igual que yo, al parecer el diablo andaba también un poco despistado; concretamente un par de estados más al este del lugar en el que sus apariciones parecían ser habituales y allí me encontró tirado en aquella cuneta.

Y allí estaba él. Debo decir que no me intimidó en absoluto la presencia de aquel extraño ya que su aspecto era más bien afable, aunque ciertamente había algo pernicioso en su mirada. No obstante, lejos de ser un tipo de color rojo, con cuernos y larga cola terminada en punta de lanza, parecía más bien un vendedor de seguros, cansado, y con el nudo de su corbata ligeramente desabrochado.

—Hace una buena noche. No es cierto? —me preguntó.

—No está mal, pero tampoco tengo demasiada referencia de cómo son por aquí las noches —le respondí.

—Ya claro... no eres de por aquí.


Reconozco que siempre me ha tocado las pelotas eso de que enseguida sepan “que no soy de por aquí”, aunque para que negarlo... mi inglés siempre ha sido terrible y delata a la legua mis orígenes hispanos.

—Y a ti? Qué se te ha perdido en este lugar del mundo? —le tuteé... él empezó, así que nos dimos enseguida confianza.

—Vengo a por tu alma. Perdona si voy al grano y no te introduzco en eso de que soy el diablo y demás, pero es que hoy he tenido un día agotador.

Vamos, que lo único que me faltaba tirado en mitad de una carretera polvorienta... era la presencia de un loco.

—Da igual si no me crees —añadió—. Plantéatelo de la siguiente manera: si soy el diablo y me vendes tu alma, conseguirás lo que quieras. En caso de que no sea más que un chalado que se te aparece en mitad de la noche, tu no ganarás nada, pero tampoco yo conseguiré tu alma. Prueba, y a ver qué pasa.

—Vamos a ver... para invocar tu presencia. No es necesario hacer toda una serie de ritos y de liturgias mágicas? —pregunté.

—Así es en la mayoría de los casos, a excepción de aquellos en los que las almas no tienen aún un destino eterno bien definido y soy yo quien, en persona, voy en su busca. Y ése es tu caso —me aclaró.

—Debo tomarme eso como un halago?

—Puedes tomarlo como quieras. Tu camino en la vida está en ése límite entre el bien y el mal. En un... “cruce de caminos”. Te cuesta conseguir todo eso por lo que luchas, y yo... puedo ponértelo más fácil.

—Pse!... No sé. La verdad es que ya me gusta esto de que me cueste conseguir las cosas. Les da más emoción. No crees?

—Bien... pues hagámoslo de otro modo, te seguirán costando, pero tendrás la garantía de terminar consiguiéndolas.

—Eso no me convence... — le aclaré—. Es como saber el final de una peli... le quita suspense.

—Vamos por partes — el tipo trató de poner orden—. Riquezas. Te interesan las riquezas? Poder colmar todas tus necesidades y que te sobre el dinero a espuertas?

—Sinceramente no —le dije—. No persigo eso. Me basta con tener para viajes y tabaco, y de momento... me llega.

—Fama?


—Buufff... que va, que va! La fama generalmente es demasiado efímera, y en el caso de que sea para siempre te roba intimidad. Prefiero un éxito moderado a una fama descontrolada.

—Pues bien... éxito... todo el que quieras –insistió.

—De veras que no. Ya tengo el que quiero. El necesario para que no me falte mi trabajo y para que se me conceda, de vez en cuando, la posibilidad de hacer un poco lo que me de la gana. Para qué quiero más?

—De acuerdo, de acuerdo, pero... Y mujeres? Qué me dices acerca de eso?

—Verás... ahí hubiésemos podido llegar a hacer negocios tu y yo, pero a estas alturas ya he gozado de una buena época loca, y ahora ando en algo que parece bastante serio. No sé si será la mujer de mi vida, pero se trata de una morenaza altísima que me vuelve loco.

—Maldita sea!... No será la que fue secretaria en esa asquerosa productora en la que trabajabas. Verdad? —preguntó en un estado visiblemente alterado.

—Efectivamente... fue... secretaria —respondí.

Un escalofrío recorrió toda mi espalda hasta helarme el cogote mientras que curiosamente unas gotitas de sudor recorrían mi frente. Aquel tipo que hasta ese momento no se trataba más que de un chalado... empezó a ponerme realmente nervioso al demostrarme que conocía pequeños detalles importantes acerca de mi.

—Joder! —exclamó—. Sabía yo que tenía que haber tomado cuenta de esa tipa antes. Ahora ya es tarde!

Acto seguido le soltó una patada a una pequeña piedra que salió despedida a lo lejos, que se perdió en la oscuridad y que gracias a que se pudo escuchar su impacto contra el suelo... supe que no la mandó al más allá.

Nervioso, y con las manos en los bolsillos de sus pantalones se alejó de mi cabeceando así... como desconcertado. Se detuvo, se giró mirándome con esos ojos en los que desde el primer momento ya advertí algo pernicioso. Su ceño estaba fruncido, sus comisuras en un rictus de desesperación que dejaban entrever sus dientes apretados. Se acercó de nuevo hacia la ranchera a paso acelerado a la vez que sacaba una de sus manos del bolsillo y me daba unas palmadas en la frente.

—Piensa, piensa maldito hijo de puta! —me gritaba clavando su mirada en la mía—. Algo... o alguien habrá que merezca la pena a cambio de tu alma. Total no te pido nada más joder! Una mierda de eternidad a cambio de algunos años de tu vida en la absoluta plenitud. A qué coño esperas?

—Bueno... en realidad... hay... —dudé, titubeé...

Con sus manos agarró mis hombros y me zarandeó como si me felicitase por acabar de ganar alguna especie de premio o algo parecido.


—Lo ves?... Lo ves? No era tan difícil. Es lo que quieres? Se trata de eso. Verdad? —me decía mientras seguía con sus zarandeos. De no tener ya la certeza de que se trataba de Satanás en persona... de buena gana le hubiese dado una hostia. Con lo que me jode que me zarandeen!

Como pude recuperé la cómoda postura sobre el capó de la ranchera a la vez que estreché su mano. El tipo se alejó nuevamente enfundándola en su bolsillo, pero esta vez, su paso era triunfante y vigoroso.

—Espera! —le grité—. Cómo sabré yo cuándo...

Sin detenerse me miró de medio lado —Cuándo será el momento en el que lo consigas?— una sonrisa llenaba su cara.

—... Si, exactamente... eso...

—Lo sabrás hijo... cuando llegue el momento... lo sabrás.

Rió a carcajadas y prosiguió su camino mirando de frente hacia el oscuro horizonte. De nuevo sacó una de sus manos del bolsillo para despedirse de mi dándome la espalda y desapareció ante mis ojos.

Nunca más he vuelto a ver al maligno; parece ser que ya tendremos toda una eternidad para conocernos mejor.

Y ustedes?... Qué esperaban de esta historia? No hubiesen hecho lo mismo? Vamos, vamos, piensen! No hay nada... o nadie que merezca la pena a cambio de sus almas? Total el final no es para nada trágico: él se salió con la suya... y yo con la mía.

Además, el infierno no puede ser tan malo. Han pensado lo aburrido que debe ser... el cielo?

En 1979, The Charlie Daniels Band le dió al mundo el tema titulado “The Devil Went Down to Georgia” demostrando que Satán no era la primera vez que se dejaba ver por aquel cruce de caminos y que lo mío con él no fue por casualidad o despiste. La diferencia está en que Johnny, el protagonista de la canción, no sucumbió a las tentaciones del rey del mal y posiblemente ahora... lo esté lamentando.

Les dejo ahí esta estupenda muestra setentera de Country Ranchero bien conocida por todos los amantes del género, y que para aquellos que no lo sean... ya va siendo hora de que la escuchen, al menos una vez. Así que sucumban ante la tentación.

Obviamente, y como no podía ser menos, esta entrada está dedicada a JuanRa Diablo. Un Satanás que tiene de malo... lo que yo de bueno ;-)

Mi alma ya está condenada hermano, así que no sé a qué viene ahora ése olor a azufre (carcajadas).


martes, 4 de mayo de 2010

De la charranca al cielo

Las adoquinadas calles del Poble Sec estaban repletas de extraños grafismos realizados en tiza que los niños éramos incapaces de entender. Ignoro por qué razón, pero casi siempre se trató de un juego de niñas. Ellas salían de clase con un pedazo de tiza en algún bolsillo de sus uniformes de colegio de monjas, e inmediatamente, rodilla en tierra, trazaban con gran habilidad unas casillas con números. Acto seguido, la que estaba de “mano” lanzaba sobre el gráfico de yeso una piedra plana y se dedicaba a dar saltitos sobre las casillas evitando pisar las líneas y tratando de alcanzar la última de ellas a la que denominaban “cielo”.

Nosotros, los niños, nunca mostramos ningún interés por ese juego, pero difícilmente perdíamos detalle de cómo sus coletas revoloteaban al ritmo de sus saltos o de cómo sus uniformes nos mostraban sus muslos de un modo intermitente. Jamás entendimos cómo podía gustarles un juego tan simple en el que no había violencia alguna, en el que por no perder... no perdían ni canicas y en el que no se jugaban nada. Lo hacían por el puro placer de pasar un buen rato.

Ellas ocupaban el pequeño espacio en torno a su juego de la charranca trazada con tiza sobre esos adoquines de las calles, mientras que nosotros, correteábamos de acá para allá jugando a policías y ladrones o a indios y vaqueros; nos perseguíamos y nos lanzábamos unos sobre otros llenándonos los codos y las rodillas de arañazos que posteriormente se convertían en postillas que disfrutábamos arrancándonos una y otra vez hasta que nuestras madres, finalmente hartas de ver como nos chorreaba la sangre siempre de la misma herida, terminaban diciéndonos eso de que “si no te dejas la postilla en paz, al final se te hará ahí un mal feo”. Lo del “mal feo” sonaba terrible, pero jamás nos intimidó lo suficiente como para reprimir ese deseo de arrancarnos poco a poco la dichosa postilla.

Sin duda que los juegos “para niños” y los juegos “para niñas” eran bien distintos, y si en los nuestros estaba presente el contacto físico, la competitividad, la necesidad de ganar o de perder algo, y esas heridas que se convertían en trofeos comúnmente llamados cicatrices. En los de ellas, ya bien fuese la charranca, las gomas o la comba... siempre estaban incluidos esos saltitos con coletas al viento, muslos al aire, y furtivas, pero a la vez tímidas miradas.

Puede que sea verdad eso de que con el paso del tiempo cada vez se tocan más los extremos. Probablemente hombres y mujeres estamos acercando posturas y alineándonos en una conexión favorable. Pero lo que no deja de ser cierto es que nosotros seguimos a empujones para terminar remostándonos las narices contra el suelo, mientras que ellas... siguen con sus saltitos tratando de alcanzar el cielo.

Hay algo acerca de esta vida que las mujeres saben, pero que nosotros... desconocemos.