Barry McGuire ya decía que estábamos en vísperas de la destrucción en el 1965 cuando grabó “Eve of destruction” en el que fue su segundo álbum en solitario. Siguió con sus argumentos pacifistas hasta terminada la década de los 60 e insistió en ellos hasta que a mediados de los 70, y harto de alzar su voz por el mundo de la música folk, se presentaba ante el público como intérprete de música Gospel cristiana.
Personalmente considero que la guerra, la muerte y la destrucción forman parte de un todo en el que conjuntamente conviven también un montón de cosas quizá más poéticas, quizá menos controvertidas y algo más libres de polémica, pero que juntas, constituyen este amplio espectro en el que nos desenvolvemos con mayor o menor fortuna y que no es más, en definitiva, que a lo que denominamos... vida.
Siempre he preferido a los pacíficos antes que a los pacifistas, no obstante, Barry McGuire, pese a lo pacifista de su mensaje, consiguió un rotundo y merecido éxito con este tema que si existe, es porque el ser humano no sabe dónde buscar la paz, o quizá porque lo “horrible” es lo que le da sentido y razón de ser a lo “bello”, aunque sólo sea por contraste.
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