Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones superficialmente profundas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Reflexiones superficialmente profundas. Mostrar todas las entradas

domingo, 12 de julio de 2009

Made in Spain

Clicar la imagen para verla en grande


Ayer sábado estuve trabajando y casi, terminando un libro que debo entregarle a mi editor a finales de este mes de Julio.

El caso es que siempre que trabajo en sábado (últimamente muy a menudo) me da la sensación de que estoy castigado mientras que veo como el resto de gente pasea con sus familias y disfruta de su fin de semana. Así que aunque empiezo muy bien, a medida que van pasando las horas va decayendo mi ánimo y voy dedicando lo que queda de jornada a cuestiones más... “entretenidas”.

Ayer, por ejemplo, me dio por hacer inventario de mi colección de juguetes y de baratijas de kiosco setenteras; tengo una buena colección, cosa que me alegra, pero jamás dejará de sorprenderme ver en todos los blisters, cajas, sobres, etc, esa inscripción que dice: “Made in Spain”. Actualmente ningún juguete es Made in Spain, todos vienen de la China y Taiwán.

Pues bien... me vino a la cabeza la idea de ponerme manos a la obra con este gag que aprovecho para mostrar en esta entrada; un poco como homenaje póstumo a nuestro Made in Spain, y otro poco como reflexión sobre: Qué pasaría si Dios descubriese que él no ha creado el mundo? Qué sucedería si descubriese que se trata de un producto “Made in China”?

Feliz domingo a todos ;-)

jueves, 21 de mayo de 2009

El Diccionario Básico SOPENA

Empecé con esto de contar historias cuando aún carecía de uso de razón; a decir verdad... aún no sé si tengo el “uso de la razón” en toda la amplitud de sus posibles facultades, pero al margen de eso... siempre me ha gustado contar historias.

Por el motivo de que dibujar era algo que me entusiasmaba desde niño, y que a pesar de haberlo tomado como opción profesional sigue entusiasmándome, las historias con las que empecé las contaba a través de dibujos; así pues me repartí entre la historieta, el humor gráfico, los dibujos animados y la elaboración de cuentos infantiles, hasta que finalmente creí que también estaría bien. Por qué no? Prescindir del elemento gráfico, limitar mis historias al texto y escribir relatos. A nivel profesional sigo dibujando, pero me puede la necesidad de escribir y simplemente por eso, por necesidad... lo hago.

Por otra parte no soy periodista y estoy eximido de la obligación de informar, de ser objetivo y de contrastar la veracidad de las historias que cuento, no obstante, me gusta basar mis relatos en realidades, en experiencias vividas, o en “posibles” es decir; en cosas que podrían haber sucedido, que estuvieron a punto de suceder o que de algún modo sucedieron de una forma similar a como las cuento. Pese a ello, mi mujer siempre me acusa de que adorno la realidad y de que se me va la pinza en ocasiones, pero ella, no se da cuenta de que diciéndome eso me halaga.

Muchas veces debo recordarle que hay una máxima periodística que dice “No dejes que la realidad te estropee una buena historia” y repito, la máxima es periodística. Imagínense ustedes que clase de “contador de historias” sería alguien que no adornase la realidad. Más que un escritor de relatos parecería el transcriptor de teletipos de una agencia de prensa, o un escritor de libros de historia. Así pues, la obligación de un “junta letras” es la de ser verosímil a la fuerza, pero no necesariamente veraz.

Todo esto viene a cuento de un par de los comentarios escritos en la entrada anterior a esta, y de algún mail recibido en el que se me pregunta sobre “la veracidad” de las definiciones que muestro del diccionario SOPENA en la historia que lleva por título “Ni coños, ni pollas... ni cojones”. Bueno... la realidad sobre desinformación sexual que existía en la España de los 70 la conocen de sobra los de mi generación, por no hablar de generaciones anteriores. En cuanto a lo del diccionario... jamás les mentiría sobre algo tan serio, aunque en un momento dado... Por qué no?

Hay que decir que la presentación del diccionario está escrita por José María Pemán; político, escritor, poeta, etc, caracterizado por unas firmes ideas de derechas que apoyó la dictadura de Miguel Primo de Rivera y el golpe de estado franquista. Entre otras cosas (una bastísima producción literaria), el individuo en cuestión fue el autor de una de las letras no oficiales del himno español, concretamente la que alguna vez yo llegué a cantar en alguna de esas aulas en las que se nos preparaba más bien poco para el amor. Lo recuerdan?




¡Viva España!, alzad los brazos hijos
del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar el caminar del Sol...


A lo largo del texto he ido posteando unas páginas en las que se muestra la infructuosa búsqueda que describo en el relato de las palabras “pene” y “vagina”, así como las definiciones que el maravilloso libro nos da sobre “penetración” y “ovario”.

El eslogan publicitario por aquellos tiempos decía: “Vale la pena tener un Sopena”, aunque algunos pensábamos: “Que pena tener un Sopena”. Va como va...

Espero que sirvan como documento de la época, pero por encima de todo... para echarnos unas risas, que es de eso de lo que se trata.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Los coleccionistas

Esta será la entrada número 25 en este blog setentero. El 25, sin ser nada especial, no deja de ser una cifra particular. Es algo así como una coma, un punto y aparte, la cuarta parte de algo, etc. De modo que, en la medida de lo posible, trataré de utilizar las entradas 25, 50, 75, 100... y sucesivas, para hacer un alto en el camino y reflexionar un poco en torno al mundo de los nostálgicos, los recuerdos y los coleccionistas. Como se puede apreciar por el título de la entrada, esta vez toca hablar de estos últimos.

Según el diccionario de la Real Academia de la lengua española, coleccionista es: “Persona que colecciona”...

Bien es cierto que tratándose del DRAE uno esperaba una definición algo más explicativa del tema, pero al parecer, ninguno de los ilustres letrados miembros que ocupan los diversos sillones de la Real Academia debe ser coleccionista de nada y es, quizá por eso, que se limitan a una definición tan... básica. Qué le vamos a hacer. Posiblemente pasan tanto tiempo currándose las definiciones de los distintos términos y palabras que no les queda espacio para el ocio, claro que... si tanto tiempo ocupan en pensar sus definiciones... con la de “coleccionista” no les ha salido ninguna hernia, eso sin duda.

De todos modos hice un nuevo intento; el DRAE... es el DRAE, y no es posible que a uno le dejen insatisfecho de ese modo, así que busqué el término “Coleccionar” en el que sin duda... serían más explícitos y satisfarían mi curiosidad:

coleccionar.

  1. tr. Formar colección. Coleccionar monedas, manuscritos.

Esto es lo que encontré, y en un arrebato de frustración miré al techo y a todo pulmón grité:

- A hacer puñetas el DRAE y todo ese montón de gruesos y peludos culos que reposan sobre sillones con nombre de letra! Ésos son los literatos e ilustrados caballeros (y alguna dama) que se supone saben de letras y de definiciones más que nadie?... Y les pagan por ello?


Aproveché también para acordarme de la santa madre de Felipe V que fue (él... no su madre) quien dio consentimiento para la fundación de la academia y quien la acogió bajo su amparo y protección.

Acto seguido, y tras quitar de “mis favoritos” la web de la RAE, me dediqué a documentarme para escribir esta entrada y que los coleccionistas pudiésemos saber de una vez por todas, que clase de bichos somos:

No deja de ser curioso que aquel que se dedica a coleccionar sellos, monedas o sillones de Luis XV, sea visto como alguien culto, interesado en la historia, documentado y respetado por el colectivo de la sociedad. Lo mismo sucede con quien colecciona antigüedades o con los coleccionistas que se dedican a comprar seudo-cuadros o seudo-esculturas de artistas de arte contemporáneo; si... esos que exponen en galerías importantes, pero que si los mismos objetos los encontrásemos en una tienda de los chinos... no pagaríamos por ellos ni 50 céntimos. Todos esos coleccionistas parecen, y probablemente son, ciudadanos respetables en contraste a otros coleccionistas que se dedican a amontonar figuritas de Star-Trek o de Star Wars y que son vistos como auténticos frikis y personas obsesivas y extravagantes.


Pues a mí que me da que los Thyssen son tan frikis como los coleccionistas de Star Trek, y que además, sus intenciones son mucho más especulativas que las de aquellos a los que les nace una pura y sana afición por coleccionar.

El caso es que me quedo con la explicación que da sobre coleccionismo el experto en REAMSA, y a la vez coleccionista, Juan Martín García y que creo que es absolutamente convincente:

Según él existen tres tipos de coleccionistas:

A) Los coleccionistas emocionales: Se trata del grupo de personas que coleccionan aquellos juguetes de su infancia y que desean incorporar a su colección un determinado artículo por factores puramente emocionales. En su afán, procuran tener un ejemplar de cada artículo e ir completando poco a poco su colección.

B) Los coleccionistas anticuarios: Cuyas colecciones siguen una evolución más o menos coherente, coleccionando todo tipo de juguetes nacionales o internacionales. El factor que prima en la decisión de comprar un artículo o no, es su antigüedad.

C) Los coleccionistas inversores: Son los que basan sus decisiones a la hora de comprar los juguetes en base al precio que pagarán por ellos. De modo que sólo adquieren aquellos que puede encontrar en grandes lotes y a bajo precio, y no les importa comprar artículos que ya poseen con tal de que el coste sea bajo.

A grandes rasgos éstos serían los tres arquetipos de coleccionistas, más o menos limitados cada uno de ellos por el poder adquisitivo de cada cual.

El papel del colectivo de coleccionistas emocionales es vital, ya que conservan las figuras durante el largo período de tiempo que aún no tienen interés para los coleccionistas anticuarios. El valor social de estos últimos coleccionistas anticuarios se halla en que dotan de sentido y coherencia a las colecciones, lo que permite ver - si nos muestran su colección - de una forma clara la evolución histórica de las diferentes marcas, juguetes, objetos, etc.

Añadiría a la magnífica explicación de Juan Martín, que el valor de un coleccionista inversor, es el de poner a disposición de coleccionistas emocionales y anticuarios aquellos artículos que adquieren con cualquiera de sus intenciones previamente citadas, pero que permiten que se hagan realidad sus colecciones, que vayan creciendo poco a poco y que exista una circulación en el mercado de dichos artículos que les haga perdurar por los siglos de los siglos...


Personalmente me considero coleccionista emocional, y lo sé porque soy de los que cuando encuentra un objeto relacionado con mi infancia no puedo evitar el impulso de comprarlo. Un sudor frío empapa mi nuca, los nervios se amontonan en mi estómago y me entra esa sensación del “cague” típico de que alguien pueda terminar adquiriéndolo antes que yo. Sensación a la que por otra parte hay que acostumbrarse debido a que siempre hay coleccionistas más rápidos o con más presupuesto disponible... lamadrequelosparió ;-)

En cualquier caso, cuando alguien me acusa diciéndome: “Eres un fantástico coleccionista, pero un poco friki”, yo suelo responderles que a lo largo de mi vida me han acusado de muchas cosas, pero... nunca de “Fantástico”.

Créditos de las fotografías: Nº 1 – Fira de la joguina de Castellcir. Nº 2 – Fira de la joguina de Figueres. Nº 3 – Autor desconocido. Procedencia internet. Nº 4 – Pablo Alberto Salguero (El Rastro de Madrid).