martes, 29 de diciembre de 2009

Cerbatana Jívaro

Uno de los regalos estrella en la noche de reyes de 1971 fue la Cerbatana Jívaro fabricada por IBER Sport S.A.

Poner en manos de un niño de siete años juguetes de esos que disparaban ventosas, flechas, bolas de plástico o tapones de corcho, siempre supuso un riesgo; especialmente si el niño, no se conformaba con las típicas dianas o demás objetos sobre los que se pudiese hacer puntería ya que se mostraban inertes, inmóviles y absolutamente estáticos. Yo ya había desarrollado una habilidad especial sobre esos blancos, así que mi afán de superación me impulsaba a disparar sobre nuevos objetivos que presentasen mayor dificultad y los “blancos móviles” terminaron siendo mis preferidos.

Antón vivía en el balcón de mi casa. Su jaulita colgaba de la pared gracias a una alcayata que la mantenía suspendida en el aire. Me gustaba ver como llenaba sus carrillos de pipas sin sal y como se las comía sujetándolas con sus dos patitas delanteras mientras que con sus dientes, las pelaba con gran maestría. Antón fue el segundo hámster que yo tuve. Nicolás, el primero, disfrutaba contemplándome jugar con mi plastilina. Miraba atentamente como esa masa cobraba curiosas formas entre mis manos y de vez en cuando me observaba con sus ojos muy abiertos como diciendo: “vaya tío, que cosas mas chulas haces”, o al menos... eso me parecía. Lo cierto era que Nicolás y yo echamos juntos muchas horas en el balcón de casa, yo con mi plastilina o mis lápices de colores y él desde el interior de su jaulita en el suelo y muy entretenido como único y exclusivo espectador de mis juegos. Como la plastilina le encantaba, decidí darle un trozo para que probase a modelar alguna cosa que se le pudiese pasar por la cabeza, pero Nicolás resultó ser mucho menos creativo de lo previsto y se limitó a partir la bolita en dos mitades y a atesorarla en sus carrillos. No le dí mayor importancia, pensé que ya que era ahí donde guardaba las pipas para cuando tenía hambre, del mismo modo sacaría la plastilina cuando le apeteciese jugar, pero al día siguiente, Nicolás amaneció tieso como un palo y con una concluyente mueca en su expresión.


Antón nunca demostró ser mas listo, de modo que jamás le presté mi plastilina para jugar. Me limitaba a agarrarlo del pellejo de su nuca con mis dedos índice y pulgar y a contemplar como con cara de velocidad movía sus patitas a toda prisa.

Una tarde le saqué de su jaula y le deposité en el suelo del balcón. Antón miraba a su alrededor a la vez que con un gracioso movimiento de sus bigotes olisqueaba por entre medio de las baldosas. Echó a correr como un loco cuando un proyectil disparado por mi pistola kiosquera de plástico se estampó contra su mullidito culo. En su carrera apresurada sus patas traseras resbalaban y le hacían derrapar cada vez que trataba de cambiar de dirección. El pobre Antón se chocaba contra el cubo de las pinzas de tender la ropa, contra el fregadero y contra todo cuanto se hallaba a su paso, eso sí... demostró tener una gran habilidad en esquivar los proyectiles de corcho que le disparaba con mi pistola, ya que logré acertarle en muy pocas ocasiones, pero desafortunadamente... esa fue la ultima vez que mi hámster y yo pudimos compartir ese divertido juego. Antes de sacarle de su jaula extremé las precauciones con el fin de que Antón no tuviese escapatoria posible. Quién me iba a decir a mí que el cuerpo de un roedor pudiese convertirse en extraplano y caber por el agujero del desagüe!? Lo malo para Antón fue que al otro extremo del agujero le esperaba una caída libre de dos pisos más un principal, así que... temiéndome lo peor, no me atreví a mirar abajo.


A la vez que mis hámsters me abandonaban uno tras otro y que mis padres se negaban a comprarme ninguno más, mi afición a disparar sobre blancos móviles iba en constante aumento, pero el alcance de mis proyectiles era tan mínimo que resultaba imposible disparar sobre las palomas de la fachada de enfrente o sobre los gatos que se paseaban por patios y tejados. De modo que, aún y a sabiendas de que quizá papá y mamá me regañarían por ello... no me quedó otro remedio que disparar sobre el único objetivo en movimiento que pasaba las largas tardes del sábado conmigo en casa: la abuela.

Mi yaya Lola era el objetivo ideal; siempre andaba deprisa, de una habitación a otra de la casa, haciendo camas, entrando y saliendo del balcón, tendiendo ropa, atravesando el comedor como un rayo en dirección a la cocina y vigilando la cena de los fogones; vaya... todo un reto practicar mi puntería sobre sus zapatillas. Esas zapatillas de paño en color marrón con las que más de una vez me había perseguido pasillo arriba, pasillo abajo tratando de darme con una de ellas y que ante la imposibilidad de atraparme, me la lanzaba desde la otra punta del piso hasta darme con ella en el cogote.


Cargado con mis pistolas lanzadoras de bolas y proyectiles, y con mi arco y mis flechas, me apostaba bajo la mesa del comedor y esperaba a que mi yaya Lola atravesase la estancia para descargar sobre ella todo mi arsenal. Mantenía mi respiración y no perdía detalle de sus rápidos movimientos, hasta que finalmente, como un experto francotirador, apretaba el gatillo y contemplaba como la pequeña flecha salía disparada en dirección a su objetivo.

A un primer aviso de que no lo hiciese más, le siguieron unos cuantos gritos, luego una persecución por el pasillo en la que mi abuela blandía en su mano la zapatilla marrón, pero finalmente y tras algunas tardes de sábado, llegó el definitivo chivatazo a mis padres y el consiguiente castigo: mis progenitores me requisaron todo el arsenal bélico dejándome única y exclusivamente las pistolillas de petardos; ruido podía hacer el que me diese la gana, pero... nada de dispararle a la yaya.

En las Navidades de ese fatídico 1971 en el que fui desarmado por órdenes expresas de papá y mamá, les pedí a los reyes la ya famosa Cerbatana Jívaro anunciada en televisión, pero ni que decir tiene que la orden de inminente alto el fuego llegó a oídos de sus majestades de Oriente y se hicieron los locos ante mi petición y me quedé sin mi preciada cerbatana. Lo que pasaron por alto fue que a Juan Pérez, mi compañero de pupitre de 2º de E.G.B. sí se la trajeron, y eso, y habérmela traído a mí... era poco más o menos lo mismo.

No fueron muchas las tardes de sábado que pude ir a jugar a casa de Juan Pérez con su cerbatana Jívaro. Sus padres, amablemente, pidieron a los míos que no fuese más por su casa durante una temporada. Y es que Juan Pérez, no tenía hámster, ni perro, ni gato, pero... tenía abuela.

Créditos de las imágenes: 1-3-4) Cerbatana Jívaro del año 1971. Colección particular. 2) Autor desconocido. Descargada de internet.

martes, 22 de diciembre de 2009

El Kioskero les desea Felices Fiestas

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Que digo yo que si los del cava Freixenet, en solidaridad con la crisis, se dedican a repetir el mismo spot navideño que ya hicieron el año pasado, no creo que pase nada malo si yo hago lo mismo. No?

Confeccionar una de estas felicitaciones de Navidad suele llevarme un trabajo importante, y sinceramente... este año no he tenido tiempo. De modo que repito al igual que los del cava que, por una vez, nos han privado de uno de los grandes clásicos de estas fiestas y que consistía en tratar de averiguar a qué personaje famoso ficharían para felicitarnos las fiestas brindando junto a las sensuales burbujas.


Para ver la animación de esta felicitación del Kiosko no tenéis más que pinchar la imagen de la entrada. Espero que os guste ;-)


Felices Fiestas!!!

domingo, 20 de diciembre de 2009

Alto a la ley! Agente Federal del FBI

La marca de juguetes Redondo, se especializó, entre otras cosas, en miniaturas y reproducciones metálicas, sobretodo de pistolas. La gran mayoría de ellas disparaban potentes fulminantes en diversos formatos y el nivel de detalles en sus juguetes era exquisito y les daban un aspecto muy real.

De la gran cantidad de pistolas en diferentes tamaños que sacó al mercado, quizá una de las que más me encandiló y con la que más jugué, se trató del modelo que les muestro en la fotografía que encabeza la entrada; consistía en el, por aquel entonces famoso y anunciado en televisión: “Equipo completo de Agente Federal”, con el no menos suculento subtitulo añadido de: “Para la defensa de la ley”.

El Kit en cuestión contenía una preciosa pistola tipo revolver de cañón corto con su correspondiente funda sobaquera, unas esposas metálicas, una linterna, una lupa de investigador privado, una placa del FBI, un carné de identidad de agente que podías rellenar con tus datos y fotografía, y un par de cajas de fulminantes de rollo de 100 disparos cada uno de ellos. Muchos de esos fulminantes se resolvían satisfactoriamente con un potente “BANG!” y un espectacular fogonazo; aunque tampoco faltaban los que nos ofrecían un frustrante y tímido “PiiiiiF!” que daba al traste con nuestra reputación como agentes secretos, pero bueno... no tardábamos en reaccionar y en sustituir al fracasado fulminante por un “Piñau, Piñau!!” que entonábamos a todo pulmón.

En aquellos tiempos, y motivados por las series de televisión, todos queríamos ser vaqueros o detectives privados, y esos equipos completos que se vendían en preciosas cajas, eran el sueño de más de uno y el juguete que encabezaba la carta a los Reyes Magos de Oriente. Lo demás podía pasar; siempre supimos que los Reyes nos terminaban trayendo lo que les daba la gana, pero lo primero de nuestra lista, ese juguete que figuraba en cabeza después del obligado: “Queridos Reyes Magos...”, para ese no había excusa y los Reyes sabían que tenían la obligación de hacer lo imposible por conseguirlo.

Yo creo que fue en la Navidad de 1969 cuando los Reyes Magos se colaron en mi casa y me dejaron mi “Equipo completo de Agente Federal – Para la defensa de la ley”. Los amantes de lo ajeno, o todos cuantos estuviesen dispuestos a burlar la ley lo llevaban claro a partir de ese momento. Un nuevo detective de cinco años de edad había nacido y estaba muy dispuesto a poner orden y a hacer respetar la ley.



Créditos de las imágenes: 1) Equipo completo Agente Federal de la casa Redondo (Colección particular) .-2) Fulminantes de 100 tiros (Colección Particular).

jueves, 17 de diciembre de 2009

La moda del Calentamiento Global?, pero... si eso viene de los 70!!

Como dijo Lao-Tsé, el filósofo chino fundador del Taoísmo: “Ve claro el que ve desde lejos; ve entre la niebla el que se implica y toma partido”.

Seguro que cada uno tiene sus causas individuales, personales e intransferibles, y que por ésas, merece la pena luchar y pelear hasta el final. No obstante, cuando dichas causas son mediáticas o multitudinarias, nunca están exentas de manipulación y “la causa” en cuestión no es más que un argumento secundario que servirá, sin duda, para lanzar como tema principal, alguna consigna en favor de un lado u otro de la balanza política, pero eso si, bien disfrazadito todo de causa social.

Si a eso le sumamos unas elevadas dosis de alarmismo, ya tendremos la causa perfecta para movilizar a diferentes grupos y para encauzarlos en la dirección deseada para cumplir ciertos objetivos.

La actualidad más rabiosa es la cumbre de líderes políticos en Copenhague para tratar de hallar soluciones a esa terrible y presunta enfermedad que padece nuestro planeta y que se ha dado en llamar “Calentamiento global” o “Cambio climático”. La última hora desvela que por el momento, no se ha llegado a ningún tipo de acuerdo. Cojonudo, no era de extrañar.

Pero lo cierto es que me muero de la risa cuando resulta que este “cambio climático” es, a día de hoy, rabiosa actualidad. Vaya por Dios con estos progres jovenzuelos que se quieren adjudicar ahora, desde hace poquitos años hasta la fecha, el invento de esa lacra que nos convertirá en seres mutantes, o que, en el peor de los casos... nos extinguirá como a los dinosaurios.

Pues no señores; del cambio climático ya se empezó a hablar en los años 70 como demuestra la imagen de la Vanguardia que les muestro en esta entrada. La noticia habla de una reunión en Ginebra de expertos mundiales en meteorología y con el fin de tratar el futuro climatológico de nuestro planeta. Vaya... que ya ven qué novedad lo de la cumbre de Copenhague. También (con imagen incluida) nos dice que los volcanes son los pulmones vitales de nuestro planeta, cuando a día de hoy, es sabido que precisamente los volcanes, tienen más consecuencias negativas sobre nuestra atmósfera que las que pueda causar una ciudad industrializada.

En los años 70, al igual que a día de hoy, la duda permanente giraba en torno a que si estos cambios climáticos irían produciendo paulatinamente un enfriamiento o un calentamiento global. No olvidemos que aunque la teoría del “calentamiento” gana enteros, aún son muchas las voces que nos avisan de un “enfriamiento”; o lo que es lo mismo... que siguen sin ponerse de acuerdo. Ni falta que hace.

Me da la sensación de que toda esta corriente de presuntos climatólogos apocalípticos nos quieren hacer formar parte de una nueva religión (en los 70 era información... ahora es como una secta), pero la mayoría de científicos, aunque no se les deje oír, no forman parte de esa corriente alarmista con la que algunos pretenden arrastrarnos a todos. Prefiero mirar desde lejos y quedarme con lo que la mayoría de la comunidad científica, sin ruido, sostiene, y que no es más que un cierto agnosticismo ante tanto ruido ecologista que en realidad, no oculta más que una maraña política que beneficiará a unos en perjuicio de otros... de los mismos de siempre.

Les dejo con este documental, que aunque fue emitido por la nada creíble Tele Madrid, en realidad fue producido en el año 2007 por la cadena británica Channel 4. Dicho documental no ha estado exento de críticas que han cuestionado y puesto en duda su veracidad, pero salvo alguna que otra manipulación bastante clara, a mi juicio, está también lleno de verdades como puños. De modo que tampoco nadie se lo vaya a tomar a pies juntillas como una verdad absoluta e innegable de que todo esto del calentamiento global es un timo. Sirva sólo de contrapunto a toda la información que a diario se nos hace llegar y en la que se nos acusa de que, para variar, somos los culpables de absolutamente todo cuanto sucede en nuestro entorno.

Y como no, y siguiendo con esa filosofía de observar desde lejos y de no tomar partido más que por causas propias en las que uno sólo se represente a sí mismo, déjenme terminar con otra frase de Lao-Tsé: “Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe”.


Videos tu.tv

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Rafa y el meteorito

A juzgar por el título de esta entrada bien podría parecer que se trata de la nueva película Disney de estreno en las principales salas durante estas Navidades, pero no, nada más lejos de eso, aunque la historia que les voy a contar seguidamente no deja de ser fantástica ni de tener un final sorprendente.

Rafa (el protagonista de esta historia en cuestión), es un tipo de unos cuarentaypocos que a parte de a sus quehaceres diarios, se dedica a conseguir objetos imposibles de esos que hacen las delicias de todo coleccionista que se precie. Por decirlo de algún modo, Rafa es como una especie de Indiana Jones que ocupa parte de su tiempo en hacer expediciones y explorar viejos almacenes y prehistóricas tiendas en busca de esos tesoros que posteriormente llenarán las estanterías de los museos de algún coleccionista friki como el que redacta el presente blog. En definitiva, un personaje imprescindible para todos aquellos que deseamos reunir algunas de las antiguallas de las que estuvimos rodeados durante nuestra ya... pleistocénica infancia.

Rafa es de Madrid, y con tesón y no poco esfuerzo, ha conseguido hacerme llegar alguno de los artículos más preciados de mi colección.

El caso es que hace unos días recibí un mail de Rafa Jones en el que me mandaba una fotografía de un extraño objeto que encontró enterrado en el jardín de la casa de sus padres. Se trataba de un espécimen realmente curioso que presentaba una superficie rugosa, perfectamente redondeada y que aunque su textura era acartonada, se la intuía como aparentemente blanda. Ambos estuvimos divagando sobre el posible origen de semejante hallazgo, pero éramos incapaces a priori de afirmar la procedencia de tan alucinante misterio.

A pesar de que nunca fui buen estudiante, Rafa conoce mi afición por la ciencia. En mi etapa escolar me planteaba si algún día terminaría estudiando ciencias o letras, ya que de mayor, me hubiese gustado ser un doctor en física como mi primo David, o un periodista como mi amigo Alfonso (también de Madrid). El caso es que ante esta disyuntiva, y teniendo en cuenta la necesidad que un niño de barrio tiene de ponerse a trabajar lo antes posible, mandé a mis estudios a freír churros a muy temprana edad para ponerme a hacer algo productivo y empezar a trabajar. Con el tiempo, cuando ya contaba con treintaytantos, me apunté a uno de esos cursillos de acceso a la universidad para mayores de 25 años y me matriculé en psicología; es decir, que a la vejez viruelas.

Pese a eso, y a que mi formación no guarda ninguna relación con la ciencia, Rafa confió en que mis investigaciones con el equipo de química que conservo de cuando era niño, podrían desentramar el inescrutable misterio que guardaba consigo el objeto encontrado. De modo que, para tal fin, me lo mandó para que le sometiese a las pruebas pertinentes y desvelar así, de una vez por todas sus intrigantes orígenes.

Rafa y yo albergábamos la esperanza de que se tratase de un meteorito que pudiese darnos algún indicio de vida extraterrestre, o las claves necesarias para afirmar con rotundidad que en una galaxia muy alejada de nuestro sistema solar se hallaba una civilización formada por seres de inteligencia superior. Fantaseamos incluso con la posibilidad de que el meteorito procediese de algún planeta poblado por bellísimas mujeres semidesnudas, que conocedoras de que habíamos encontrado su valioso objeto perdido, nos recibirían encantadas de la vida y en agradecimiento, nos colmarían de sublimes agasajos y sexuales experiencias.

Pero no cabía duda. Tras una ardua y sesuda serie de análisis y de observaciones microscópicas con un minúsculo fragmento del objeto, los resultados fueron concluyentes.

El meteorito no era tal meteorito. El hallazgo superaba con creces cualquiera de nuestras expectativas ya que se trataba de algo mucho mejor que eso. Las pruebas determinaron que el objeto era, en realidad, una vieja pelota de Calzados Gorila que perteneció a Rafa en su infancia, que se extravió en el jardín de sus padres y que el tiempo sepultó bajo la tierra durante más de treinta años. El reencuentro con esa pelota fosilizada nos llenó a ambos de satisfacción, y supuso, como todos los hallazgos científicos, un gran paso para la humanidad que Rafa y yo, estamos encantados de compartir con todos ustedes.

Enlace a la tienda virtual de Rafelman el rastreador.

Créditos de las imágenes: 1 y 3) pertenecientes al meteorito-pelota de Rafa. 2) Juego de química; un híbrido entre el Cheminova y el Quimicefa, ambos de los años 70. Colección particular del Kioskero del Antifaz.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Del otro lado del charco

Se dice mucho por este país que los Yankees no son capaces de situar España en un mapa; imagino que a proporción, se tratará de la misma cantidad de españoles que no saben situar el estado de Illinois en el mapa de los Estados Unidos, o que desconocen dónde se halla un país como Malta al que tenemos relativamente cerca. A ver si ahora va a resultar que somos, los españoles, los grandes conocedores de la geografía mundial y nos podemos permitir el lujo de ir por ahí de acusicas.

Lo cierto es que se dicen tantas cosas de los yankees que hay como para escribir un libro, y no son pocas las veces en las que las vísceras son las que motivan toda una serie de afirmaciones y comentarios más bien desafortunados

Por mi experiencia personal debo decir que el trato que me han dispensado siempre ha sido excelente, tanto en lo personal como en lo profesional y sería muy injusto por mi parte no tener un agradecimiento por ello. Así pues, agradezco a Chris Wilkinson y a Lisa O’Hara que desde su web se hayan hecho eco de la aparición en España de mi libro”El Dibujo Humorístico” y del que ya hablé en este blog en su día.

Aquí va el enlace: News and Notes.

Han puesto la foto del kioskero del antifaz a la edad de 6 años, sólo que ellas me han visto mayor y han indicado que mi edad en esa foto era de 13. Joer... que le vean mayor a uno en su más tierna infancia... A parte de eso, se han convertido en transmisoras de un dramático hecho acontecido a finales de los años 70 en esa España que estaba tratando de salir de una férrea dictadura, así que por ello... también les mando las gracias.

Chris y Lisa son mis agentes en Estados Unidos, me representan como ilustrador allende de los mares y juntos llevamos cinco años trabajando en numerosos proyectos, más lo que nos queda por hacer... que no es poco.

Enlace en el que se puede encontrar el libro en español.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La Noche Buena del tamborilero

El mismo año que el hombre llegó a la luna, pero unos meses más tarde -en Navidad- descubrí otro de esos fenómenos a los que no puedes dar crédito de su existencia, a menos... que no hagas un acto de fe: Raphael.

Un personaje histriónico, dotado de una gran voz, pero de una afectación expresiva que llega a despistar de su interpretación vocal para centrar la atención del espectador en una sorprendente exhibición de ademanes y muecas extremas que han ido en aumento paralelamente con la edad del personaje. Pese a ello, Raphael fue un clásico en las Noche Buenas de nuestra infancia

El tipo, al parecer hacía ya algún año que nos felicitaba las fiestas con la canción del tamborilero y que a partir de que yo le descubrí, siguió utilizándola para lo mismo, año tras año. Bien parecía que Raphael estuviese padeciendo paperas de un modo permanente, ya que tenía unos mofletes considerables que le hicieron merecedor del sobrenombre de “El sopla caldos”, que así era como le llamaba mi yaya Lola. Yo no sabía qué eran las paperas hasta que en clase, algún compañero me dijo que las paperas eran una enfermedad que si la tenías de niño no pasaba nada, pero que si la padecías al hacerte mayor te destrozaba los huevos y ya no podías tener hijos (Qué tendría que ver esa parte de nuestra anatomía con los hijos? Era un misterio para mí, la verdad). Ni que decir tiene que cada vez que veía a Raphael por la tele, me agarraba mis partes con ambas manos y aguantaba la respiración temeroso de que el sopla caldos me contagiase esas malditas paperas.

El caso es que la otra noche, en casa y sentado placidamente en el sofá después de cenar, mi mujer y yo vimos a Raphael anunciando un producto de ADSL de una compañía telefónica y haciéndonos partícipes de una de esas múltiples y cansinas ofertas con las que últimamente nos bombardean sin cesar. El escenario del spot era un salón con un árbol de Navidad y una familia, y como no... en este regreso a los 70 que desde hace algún tiempo estamos viviendo y del cual participa este blog, la música de fondo era "la canción del tamborilero"; la misma que nos anunciaba la llegada de la Navidad en esos tiempos de coderas de escai en el suéter y de pantalón corto incluso en medio del más crudo invierno.

Visto lo cual... no se me ocurre nada más adecuado para felicitar las Pascuas a cuantos den con esta entrada que la de ofrecer este video y desearles a todos un feliz... 1970 (?) ;-)

lunes, 7 de diciembre de 2009

La Consti

Tenía yo 14 años por aquel 6 de diciembre de 1978 en el que “la Consti” hizo su aparición en nuestras vidas.

La Consti llegaba un poco cansada debido a que desde el 1808 ya fue Napoleón quien propuso -con más pena que gloria- a los españoles una constitución afrancesada y que había sido aprobada por unas Cortes reducidas convocadas en territorio francés.

Desde entonces hasta 1978 fueron varios los proyectos y diversas las variedades de constitución aprobados y puestos en vigor durante algunos periodos de tiempo más o menos raquíticos y carentes de los apoyos necesarios que le permitieran mantenerse en vigor.

No obstante, la Consti que nos llegó en 1978, hizo su aparición mostrándose ante nosotros más fresca que nunca. Hay que decir que no fue fácil: hubo que esperar a que el dictador la espichase el 20 de noviembre del 75 y a que dos días después el Rey Juan Carlos I de Borbón tomase posesión en su cargo como Rey de España. El Juanca confirmó en su puesto como Presidente de Gobierno a Arias Navarro (el llorica que nos anunció la muerte de Franco), y obviamente, bajo su gobierno fue imposible cualquier tentativa de desmontar el régimen franquista. El tipo era demasiado sensible a las exigencias del búnker y demostró una clara incapacidad para enfrentarse a gravísimos problemas de orden público. La gente por aquel tiempo tenía la extraña necesidad de reunirse, manifestarse, crear partidos políticos y de expresarse dentro de un entorno democrático, a lo que el presidente respondía con la presencia de la policía armada que en más de una ocasión abatió a tiros a algunos de los que se atrevían a manifestarse y a hacer reclamaciones fuera del orden establecido. Malos rollos de este estilo provocaron un distanciamiento entre el Juanca y Arias Navarro, llevando a este último a su dimisión en el cargo de Presidente de Gobierno y a su sustitución en el mismo por Adolfo Suarez. Suarez, por su parte, se esmeró en mantener conversaciones con los líderes políticos y las fuerzas sociales que estaban relativamente “toleradas” por aquel entonces. Juntos trataron de instaurar un régimen democrático para lo cual elaboraron “La Ley para la reforma política” en la que se derogaba definitivamente el sistema político franquista y se añadía una convocatoria a elecciones democráticas.

Gracias a la citada ley, el 6 de diciembre de 1978 se aprueba en referéndum la Constitución española... la Consti.

La Consti cumplió ayer 31 años; ya es mayorcita. Aún y así... sigue siendo una chica difícil a la que no hay quien le meta mano. Me recuerda tremendamente a las compañeras de clase que compartieron aula conmigo y mis compañeros en esos 14 años que teníamos cuando ella nació. No se dejaban querer y hacían que nuestros rostros se poblasen de molestas espinillas. A día de hoy, la Consti sigue estando afectada por muchos de los traumas que padeció en su niñez y por ese nacimiento difícil que tuvo en plena transición española en la que, para qué negarlo, no se hizo limpio y muchos de sus mentores fueron, y siguen siendo inmovilistas disfrazados de demócratas, pero que en realidad no parecen dispuestos a ceder un ápice de terreno frente a los demócratas convencidos que siguen sin enterarse de qué lado les da el aire y continúan creyendo que democracia es: escoger cada cuatro años a uno u otro para que caliente una silla.

Nuestra democracia nació en un 15 de junio de 1977, es algo mayor que la Consti, apenas unos meses, y tampoco hay quien le meta mano a la condenada. Hay países como Suiza, en los que basta con que un grupo de ciudadanos se ponga de acuerdo y reúna 50.000 firmas para que una ley previamente aprobada por el parlamento, sea puesta en jaque y sometida a referéndum. Del mismo modo es posible solicitar enmiendas constitucionales para que otro grupo de ciudadanos, tras reunir 100.000 firmas, sometan a votación cualquier tema constitucional. Quizá por eso Suiza sea uno de los países más ricos y desarrollados del mundo, y eso teniendo en cuenta que personalmente me parecen aburridos ya que no saben más que fabricar chocolates y relojes, pero mira tú por donde... también saben tener democracias y constituciones flexibles que se dejan meter mano y que saben hacer disfrutar de ciertos privilegios a unos ciudadanos que sin duda, tienen una mayor madurez política que nosotros y un mejor conocimiento de cuales son sus derechos.

En fin... que dejando a un lado a la democracia nuestra, a la que hay que dar de comer a parte. Yo me llevaría a la Consti al cine a ver una de esas soporíferas películas de Antonioni y que tanto triunfaron entre los sectores progresistas setenteros, y aprovechando que esas películas se iban a ver “para eso”, deslizaría mi mano por entre su escote y le diría (como se les decía a las adolescentes en la época): “Tú relájate y disfruta”.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Es una lata el trabajar

Efectivamente: “Es una lata el trabajar”. Ya lo decía el tristemente desaparecido Luis Aguilé que el pasado sábado 10 de Octubre se sumaba a la lista de famosos setenteros que nos han abandonado durante este año. Cabe recordar también al grandísimo José Luis López Vázquez, que merece una entrada para él sólo y que tarde o temprano caerá por este kiosko-blog.

Pero como decía... es una lata el trabajar, y más aún por estas fechas, y más aún siendo autónomo. Los autónomos somos una raza especial de criaturas autosuficientes e individualistas en la mayoría de los casos y olvidadas absolutamente por todos los gobiernos. Somos tierra de nadie y trabajadores libres, o como dicen los anglosajones, somos: “Freelance”; y no es por nada, pero los orígenes etimológicos de la palabra molan un güevo ya que al parecer, el término fue acuñado en 1819 por Sir Walker Scott en su romance histórico Ivanhoe para describir con él a los “guerreros medievales mercenarios” (Free- independiente, libre y lance- lanza). Un caballero que no servía a ningún señor y cuyos servicios podían ser alquilados por cualquiera. Por su parte, los japoneses también tienen acuñado un término para ellos: Ronin, y con el que definen a los samuráis errantes y sin amo.

Visto desde el punto de vista romántico y épico, ser un freelance, un ronin, un autónomo o lo que es lo mismo, un mercenario, es la hostia en patinete ya que nos convierte en personajes de leyenda de esos que acostumbran a tener pocos principios, pocos amigos y elevadas dosis de amoralidad. Somos seres libres, buscavidas, supervivientes natos, incansables luchadores al servicio de nosotros mismos y que ocasionalmente ponemos nuestro talento al servicio de alguna empresa que requiera de nuestras habilidades sin importarnos la causa. Vaya... putos sicarios en busca del mejor postor.

No obstante, aunque algo de eso hay, la realidad es bien distinta. Lo cierto es que somos las putas de la sociedad, pero con la diferencia de que damos cuentas al gobierno de nuestros ingresos y pagamos nuestros impuestos a cambio de bien poca, por no decir nula consideración. No podemos cometer la desfachatez de caer enfermos, tenemos que pagarnos nuestras propias vacaciones, sí queremos paga extra nos toca trabajar el doble, las horas extraordinarias corren de nuestra cuenta, no tenemos paro y difícilmente tenemos la menor opción de acceder a subvenciones, planes de ayuda y demás mierdas de esas que se nos prometen en las campañas electorales; sin ir más lejos, se nos prometen 400 euros del IRPF para luego decirnos que todo era broma, que estamos en crisis y que de lo dicho no hay nada. Afortunadamente, cuando se nos prometió, ya fuimos muchos los que no nos lo creímos. Y encima, ni nos manifestamos exigiendo derechos ya que la mayor parte del tiempo estamos trabajando y no tenemos tiempo que perder en según que memeces.

La pregunta que nos hacen todos: “Compensa?”. Pues no sé a otros ya que cada mercenario o freelance o autónomo es distinto y está hecho de la leche que ha mamado, así que posiblemente no les compense a muchos y resulta imposible hablar por todos. Personalmente me compensa, ya que cuanto menos... soy libre para trabajar como un esclavo. Quizá influya también eso de que mi infancia transcurrió en la frontera con el Barrio Chino barcelonés y vi muy de cerca como las putas, las freelance o mercenarias del sexo, se abrían camino en una sociedad difícil y se hacían merecedoras de todos mis respetos. Por decirlo de alguna forma y tal y como sentenciaron “Las Vulpes” en un conocido tema de los ochenta: “Me gusta ser una zorra”.

Todo esto viene a cuento de que por estas fechas prenavideñas, a algunos nos toca trabajar mucho más de lo normal -cosa que no hay que desaprovechar en los tiempos que corren-, pero eso implica la posibilidad de dar pocos paseos con la familia y la de permitirse poco tiempo para el ocio en general. Por ello, mis visitas a blogs amigos y las actualizaciones del mío propio se han visto y se verán afectadas.

De todos modos estoy deseando ponerme al día con vuestras entradas en vuestros blogs que siempre me alegran la jornada, así como en la medida de lo posible, trataré de hacer alguna entradita en el mío para aquellos que mostráis un interés en este rincón ciberespacial, algo que nunca os podré agradecer lo suficiente.

Os dejo con este tema que Luis Aguilé interpretó al alimón con Fernando Esteso en 1976. Tiene sus cosas: una realización de Valerio Lazarov de esas que marcaron una época, y un humor algo rancio que marcó una época también, ya se sabe... el rollo setentero, es lo que tiene.

Os desea un feliz fin de semana El Kioskero del Antifaz, alias... el mercenario ;-)



Créditos de las imágenes: Bajadas de internet. Lamento no poder dar los nombres de los autores de los dibujos que he escogido para esta entrada pero no me ha sido posible encontrarlos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Plas! Plas!... Serenooooo!

Por estas fechas empezaban a llamar a las puertas de nuestras casas los diferentes responsables de toda una serie de servicios que se nos ofrecían durante las décadas de los 60 y de los 70. El motivo de su visita era el de cobrar el aguinaldo navideño, y a cambio de un duro o de diez pesetillas, nos hacían entrega de unas postales a través de las que nos deseaban unas felices pascuas y un próspero año nuevo.

El cartero, el sereno, el butanero, el barrendero, el recadero, el panadero, etc. No creo que hubiese una sola familia que no protestase ante el desfilar de toda esa cantidad de gente pidiendo en unos tiempos en los que se tenía muy poco de todo. Mi yaya Lola les sermoneaba cada vez que aparecían dando los buenos días con su fajito de postales en la mano, pero pese a ello, tampoco recuerdo que hubiese una sola vez en la que no les diese nada.

Esas postales, junto a las que mandaban el resto de familiares y amigos lucían junto al pesebre que construíamos en una de las estanterías del mueble del comedor; una buena ristra de postales de tonos pastel, algunas con purpurina, otras ilustradas por el gran Ferrandiz, etc. Todas ellas sujetas en una de esas guirnaldas navideñas brillantes que ribeteaba el estante y pegadas a ella con la cinta adhesiva del Tesafilm escolar que comprábamos en las papelerías con su pequeño portarrollos y todo.

Personalmente añoro la entrañable figura del sereno, personaje sin igual al que cada vez que olvidabas o perdías tus llaves, podías invocar a altas horas de la madrugada tocando palmas para cabreo de los vecinos que tuviesen el sueño más ligero. El sereno aparecía a tu lado como por arte de magia con un manojo de llaves, te abría el portal y te deseaba que pasases un buena noche. Recuerdo alguna ocasión (quizá sólo un par de ellas) en la que mi padre, mi madre y yo nos encontrábamos en la puerta de casa después de venir de cenar de casa de algunos tíos y esperábamos la aparición del sereno que nos salvaba de pasar una noche al raso.

Hay que recordar que en aquella época, las llaves de casa cabían en el llavero que generalmente nuestros padres siempre llevaban encima. La que no había forma de transportar debido a su gran tamaño, y por eso quedaba generalmente olvidada en casa, era la del portal; un pedazo de llave de hierro que pesaba un quintal y te arruinaba el bolsillo de los pantalones. Afortunadamente el sereno cargaba con todas las del barrio y solucionaba los despistes de cualquier familia, así como los de algún que otro putero que medio borracho acudía a casa después de correrse una buena juerga.

A medida que las llaves se fabricaron más pequeñas y empezaron a ocupar su espacio en los llaveros... el sereno desapareció para siempre.

También añoro la cantidad de postales de todos esos benefactores de barrio viejo, y por encima de todo las de los familiares que, en la mayoría de los casos, actualmente sustituimos por un simple correo electrónico o un SMS.

Cómo coño cuelgo eso en la guirnalda de mi pesebre?

viernes, 27 de noviembre de 2009

Bambola

Como decía Jaume Sisa: “Hay mujeres veneno, mujeres imán, hay mujeres de hielo y helado metal, hay mujeres consuelo y mujeres fatal”. Patty Pravo fue, y sigue siendo, todas esas mujeres en una; podríamos decir que reúne esas condiciones -y alguna más- desde su aparición en España en 1968, año en el que triunfó internacionalmente con su tema “La Bambola”, hasta la actualidad que sigue cosechando éxitos en la bella Italia.

En su adolescencia conoció al cardenal Angelo Roncalli que posteriormente se convertiría en el Papa Juan XXIII (Il Papa buono); un Papa que redujo el estilo de vida “a todo lujo” de muchos de los obispos y cardenales, así como mejoró las condiciones laborales de los trabajadores del Vaticano que por entonces contaban con muy pocos derechos. Quien al parecer fue elegido única y exclusivamente como un Papa de transición debido a su avanzada edad, se convirtió en uno de los más queridos por la gente y a la vez, uno de los más odiados por los mismos que le habían coronado. Teniendo eso en cuenta, no cabe duda de que debió de ser bueno, y es que como siempre... en todas partes hay alguien que merece la pena, incluso en el Vaticano.

No sé si fue gracias a que Patty Pravo fue tocada por esa mano “divina” o simplemente a que ella es divina de per se, pero el caso es que Patty me cautivó a mis cuatro años. Mi madre y yo cantábamos la canción de la Bambola mientras ella hacía sus quehaceres y yo jugaba por casa. Algo de Patty quedó en nosotros y su canción me trae recuerdos de todo tipo: olores a crema de caldo Avecrem y a limpia cristales Netol, sabores como el de la rebanada de pan Bimbo con Nocilla a la hora de la merienda y al chicle Bazoka con el que pasaba el resto de la tarde hasta la hora de la cena, pero por encima de todo me recuerda esos momentos vividos con mi madre, ella a lo suyo y yo a lo mío, pero ambos unidos por esa melodía que salía del aparato de radio que tarareábamos y con la que incluso, nos marcábamos unos pasos de baile cuando nos cruzábamos por el pasillo de casa.

Y como no, el recuerdo de Patty; Questa ragazza è un pezzo di donna!

lunes, 23 de noviembre de 2009

El poder de convertir un sueño en realidad

De pequeños lo teníamos muy claro; reposábamos nuestro trasero sobre el suelo de sintasol de la habitación, escampábamos los moldes y utensilios varios de nuestro juego de plastelina y le dábamos forma a todo cuanto nos pasaba por la imaginación. Cualquier ser o cachivache fantástico que se colase durante un instante por nuestra mente terminaba “existiendo” entre nuestras manos y ante nuestros ojos de un modo casi mágico. Teníamos ese poder, esa capacidad todopoderosa de moldear a nuestro antojo cualquier sueño hasta llegar a convertirlo en una realidad palpable. Poseíamos la fuerza necesaria para sumergirnos en nuestro mundo interior hasta conseguir que éste terminase compartiendo espacio con nosotros en el suelo de sintasol y eso, nos parecía de lo más normal.

Luego, de mayores, la vida nos lleva de acá para allá, nos pone en situaciones complejas, absurdas, terribles, comprometidas... nos obliga a tomar decisiones difíciles e incluso, en ocasiones duras. La magia desaparece, la realidad se convierte en una masa informe de color gris similar a la pelota de plastelina en la que terminaban convertidos nuestros sueños cuando después de jugar un rato con ellos, los deshacíamos emborronando sus vivos y llamativos colores, pero nos daba igual, se trataba simplemente de un juego.

Es posible que hoy, una vez creciditos, le demos excesiva importancia a la bola gris. Es incluso probable que hayamos perdido esa capacidad todopoderosa de moldear nuestros sueños hasta convertirlos en realidades palpables. Quizá lo que sucede es que aprendimos muy poco de aquel niño que nos enseñó a utilizar nuestra imaginación, o puede que tan sólo... lo hayamos olvidado.

Desatender los consejos de viejos es de inconscientes, pero olvidar lo que nos pudo enseñar un niño... es imperdonable.

Créditos de las imágenes: .-1) Plastelina escolar. Colección particular. -2) Sueños palpables creados por niños del Esplai Natzaret.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Muerto el perro, se acabó la rabia

Franco, Franco que tiene el culo blanco porque su mujer lo lava con Ariel.
Doña Sofía lo lava con lejía y por eso el Rey se siente así de bien.

Burro, zopenco, cabest...

Huys!... Sabrán perdonar, pero no estaba al tanto de la presencia de ningún lector en este blog y heteme aquí que me hallaba canturreando esa bonita cancioncilla que entonábamos de críos en el cole y con la melodía del Himno Nacional.

El motivo de tal alarde de virtuosismo musical por mi parte es debido a que hoy, día 20 de noviembre, tienen lugar la efeméride sin parangón del 34 aniversario de la muerte de Francisco Franco. Casi, casi hacemos bisagra y estamos a punto de cumplir la misma cantidad de años que él hombre se pasó gobernando este país a sus anchas y obligando a una gran cantidad de españoles a vivir con desmedidas estrecheces.

Todo empezó en el momento en el que hizo su aparición por televisión el por entonces Presidente de Gobierno Arias Navarro y con el rostro compungido y un profundo pesar nos comunicaba eso de: “Españoles... Franco, ha muerto”. A ello le siguieron unos interminables días en los que por los dos canales de televisión sólo se daba, como única programación, el desfilar constante de seres ante el féretro del dictador dándole su último adiós, imágenes alternadas con conciertos de música clásica. No recuerdo cuantos días fueron, pero para un forofo de los dibujos animados, como era mi caso, poner la tele y encontrar el cuerpo presente de “la momia” una y otra vez... se me hizo interminable.

Valga este video para recordar, en un día como el de hoy, aquellos momentos:



Aún nadie me ha sabido explicar cómo es que aquellos que tanto le querían, le enterraron bajo una losa de granito de cinco toneladas de peso. De qué tenían miedo?

Muchos lamentaron la muerte del dictador que mantuvo a España en una realidad paralela durante 36 años; una realidad que nada tenía que ver con la realidad que se vivía en el resto del mundo a todo nivel. Muchos fueron los que creyeron a pies juntillas en esa realidad impuesta y prefabricada y los que siguieron los designios del general Franco como si de palabra u obra divina se tratasen. También fueron muchos los que lamentaron que el dictador falleciese de muerte natural en su lecho y a los 83 años de edad. Hubiesen dado cualquier cosa por contemplar una muerte ejemplar y ejemplarizante como la de Mussolini, fusilado y posteriormente colgado públicamente por los pies junto a su esposa y otros afectos al régimen. Yo creo que tampoco fue tan natural una muerte en la que se trató de mantener vivo, a toda costa y contranatura, a un ser que bien hubiese podido dejar este mundo de un modo mucho más natural de no ser por la innumerable cantidad de intereses políticos de todos y cuantos se encontraban en su entorno. Sin olvidar lo humillante que no dejaba de ser que el “equipo médico habitual”, en los días anteriores al desenlace, nos retransmitiese a diario el parte médico en el que nos relataban que el general, “había amanecido envuelto de heces en forma de melena”. Sin duda alguna que si al tipo le hubiese quedado un mínimo de energía los últimos fusilamientos hubiesen sido los de los miembros de ese equipo médico que retransmitía semejantes partes al resto de la población.

La primera vez que escuché la frase que sirve como titular a esta entrada tenía yo 12 años. La pronunció mi abuela ese 20 de noviembre de 1975 tras enterarse, como el resto de españoles y del mundo entero, de la muerte del dictador.

Mi yaya Lola despidió a mi abuelo Justo el día en que este fue a la guerra a luchar en el bando republicano. Tiempo después recibió a un hombre herido; mi abuelo fue alcanzado por una bala en la Batalla del Ebro; el proyectil le atravesó el tobillo derecho y se le alojó en el izquierdo (que ya es mala leche), pero es que además de eso, mi yaya Lola, en la calle Salvà del Poble Sec, durante el año 36, a lo largo de todo lo que duró la guerra y también durante la postguerra, vio pasar a numerosos camiones cargados de hombres en dirección al Castillo de Montjuic. Instantes después escuchaba, a lo lejos, ráfagas de disparos, y no mucho más tarde veía como esos camiones volvían a pasar por delante de sus ojos, pero con la diferencia de que el camino de regreso lo hacían de vacío. Aquellas almas, aquellos hombres transportados por los camiones habían sido fusilados, asesinados. Muchos de ellos eran exiliados republicanos que habían huido a Francia después de la sangrienta contienda y que tras ser detenidos por la Gestapo fueron devueltos a España para ser sentenciados a muerte.

No pecaré de ingenuidad asegurando que eso sólo se daba en el bando nacional; sin ningún lugar a dudas, y respaldados por esa máxima que reza que “En el amor y en la guerra, todo está permitido” ambos bandos fueron desmedidamente sangrientos, y aquel que pueda abrir su armario y no lo encuentre lleno de cadáveres, que arroje la primera piedra.


Mi Barcelona fue bombardeada durante la contienda. Se trató de la primera gran ciudad con población civil bombardeada en la historia universal de la humanidad y de forma masiva durante tres años. Las aviaciones italiana y alemana la bombardearon durante cerca de doscientas veces causando entre 2.500 y 3.000 muertos. Estos ataques se prolongaron hasta el 25 de enero del 39, el mismo día que las tropas franquistas entraron paseando por la ciudad. Con la de cosas que tenemos los barceloneses y de las cuales podemos presumir... bien podríamos habernos ahorrado esa, pero Franco quiso dar un castigo ejemplar y esa fue una muestra. Mi yaya Lola, mi madre, que por aquellos tiempos contaba con cuatro añitos escasos, sus primos y todos los vecinos del Poble Sec, así como de otros barrios de la ciudad, debían echar a correr hacia los refugios antiaéreos cada vez que el aullido de los perros y las sirenas avisaban de un bombardeo inminente; por el camino, la presencia de algunos cuerpos sin vida daban testimonio de la tragedia del momento.

Atenció, barcelonins! Hi ha perill de bombardeig, aneu amb calma i serenitat als vostres refugis, que la Generalitat de Catalunya vetlla per vosaltres”.

(“Atención barceloneses! Hay peligro de bombardeo, dirigiros con calma y serenidad a vuestros refugios, que la Generalitat de Catalunya vela por vosotros”).

En el huir constante y en ese trasiego de gente que se amontonaba en los refugios protegiéndose bajo colchones, algunos niños se escapaban y se subían a las azoteas para contemplar el espectáculo. Para ellos, en su inocencia, no dejaba de ser un juego.

Tras la guerra, y en el parte oficial que se dio el día 28 de marzo de 1939, se informaba de lo siguiente: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejercito rojo, las tropas nacionales han ocupado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”. A lo que le siguieron los 36 años de dictadura militar a las órdenes y bajo el mando del señor Franco y que durante su largo mandato nos dejó algunas perlas tales como: el mensaje de su hija a los niños del mundo en el que él hacía el papel de ventrílocuo. Su discurso en inglés del que personalmente sólo entiendo un fragmento en el que dice: “this is agua”, y su último discurso a un mes escaso de su muerte y que dio como réplica a las represalias que el mundo entero le lanzó ante los últimos fusilamientos que ordenó a lo largo de un durísimo y lamentable 27 de septiembre de 1975 desatendiendo cualquier petición de clemencia. El siguiente video recoge dichas perlas, pero les añado la trascripción del discurso ya que debido al patético estado físico del tipo, apenas su palabras son entendibles:

“Todo lo que en España y Europa se ha armado obedece a una conspiración masónico-izquierdista, en contubernio con la subversión comunista-terrorista en lo social, que si a nosotros nos honra, a ellos les envilece”

Ole sus huevos!... y se quedó tan pancho.



El NO-DO se encargó de mostrarnos una España idílica y de hacernos ver al dictador como al gran hombre que conseguiría el periodo de paz más largo en la historia de España. También muchos creyeron eso, se trató de los mismo que creyeron que en el país no había represión civil o ejecuciones, o que España no entró en la II Guerra Mundial gracias a una inteligente estrategia en la que el generalísimo le impuso a Adolf Hitler -su amigo- unas ambiciosas condiciones que el fhurer no tuvo más remedio que rechazar. No obstante, lo cierto fue que Franco, el amigo paleto de Hitler, le mandó a la División Azul, aproximadamente unos 40.000 españoles que partieron hacia Rusia y que lucharon en contra del comunismo al lado de las tropas nazis, y eso fue en el 41 y durante ese publicitado “periodo de paz”. Las consecuencias de esa decisión por parte del caudillo fueron nefastas tras la victoria de las fuerzas aliadas y la consiguiente derrota del eje. La URSS, Inglaterra y Estados Unidos se negaron a que España fuese admitida como miembro de las Naciones Unidas, Francia cerró la frontera con España en el 46, la ONU retiró a sus embajadores y expulsó a miembros españoles de los organismos internacionales, España fue excluida del Plan Marshall, etc. decisiones que sólo sirvieron para fortalecer aún más el régimen franquista y fomentar un exacerbado espíritu nacionalista en España.

Que duda cabe de que esta podría ser una entrada interminable. Me he limitado a resaltar unos mínimos aspectos, casi anecdóticos de lo que fue un largo periodo de algo que forma parte de nuestra historia y de la cual, por más que a muchos les pese, algunos y a pesar de nuestra infancia propia de aquella época... tenemos memoria.

En cualquier caso, hoy nos gusta creer que somos libres. Quizá lo seamos aunque me declaro también agnóstico en eso. La libertad es algo mucho más grande que lo que se nos está dando, pero... quién sabe, igual algún día la consigamos.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Otra de piratas

Empezábamos esta semana con la noticia en prensa de que Ramoncín (que en su día fue el rey del pollo frito y que hoy se ha convertido en una caricatura de sí mismo), ordenaba mediante una orden judicial el cierre del canal que el semanario El Jueves tenía colgado en Youtube. El motivo era que habían algunos videos que satirizaban a su persona y a la cruzada que desde hace tiempo lleva emprendida “el rey” (risas), en contra de la piratería y de la utilización de su imagen para fines simplemente jocosos.

72 horas más tarde declaró que la cosa se fue de madre, que no pretendía el cierre del canal sino que tan solo pedía y sigue pidiendo la retirada de un par de los videos que el semanario tenía colgados en la red. Ante la retirada de la denuncia por parte... iba a escribir “del cantante”, pero me da cosilla llamarle cantante a alguien que vive de gestionar los derechos de discos que grabó en los ochenta y de esquivar tomates y demás hortalizas cada vez que trata de dar un concierto a día de hoy. Como decía, ante la retirada de la denuncia por parte del personaje en cuestión, Youtube devolvió la situación a la normalidad restableciendo el canal y devolviéndoles a los de El Jueves su espacio virtual.

Paralelamente ayer, los piratas somalíes liberaron a los pescadores del Alakrana a cambio de una cantidad de dinero que me niego a poner en este texto debido a que me duelen los dedos sólo de pensar en la posibilidad de teclear tanto número. El gobierno español no sólo ha pagado el rescate sino que además, no ha hecho como el gobierno francés que tras liberar a los suyos de manos de los secuestradores, bombardea a los piratas convirtiéndoles en alimento para los peces.

Es decir... que vivimos en un país en el que si pirateas con fines puramente lúdicos el trabajo de un seudo-autor, el peso de la ley cae sobre ti, hunde tu flota mediante recursos judiciales y tira por la borda el trabajo y el esfuerzo que hayas podido realizar durante años, y sin darle a todo ello la más mínima importancia. En cambio, si secuestras a una fragata cargada con 36 pescadores, les retienes atemorizados durante 47 días y amenazas con cortarles el gaznate, el gobierno te obsequia con una millonada de euros para que les liberes y sigas adelante en tu feliz viaje por los mares del sur, y quién sabe... en vista de lo bien que les salen las cosas, quizá con intenciones de secuestrar una nueva fragata y repetir la rentable operación. Y es que como con todo... hay piratas y piratas.

Hay que joderse! No sé que hacemos bajándonos música de internet para ahorrarnos unos eurillos en carísimos CD’s y para que no se forren cuatro autores que hace mil años que ni son autores ni son nada. Al parecer, lo que nos sugiere el gobierno de este país (dados los hechos), es que los piratas informáticos secuestren a esos autores y pidan a cambio una buena suma de dinero a cambio de su liberación; sin duda que la Carme Chacón accederá a pagar esos rescates y anunciará en rueda de prensa que los autores secuestrados “están bien” y que los piratas de contenidos están tratando con los negociadores su inminente puesta en libertad.

En caso de que dicha iniciativa tome cuerpo, me pido a Ramoncín para colgarle de los pulgares en el palo mayor de mi galeón. A Teddy Bautista y a Pilar Bardem os los dejo a vosotros, pero tampoco toméis medidas demasiado drásticas y no recurráis a la violencia ni a la agresividad física; nosotros, los piratas como Dios manda, simplemente queremos tocarles un poco las pelotas, pero ... sin acritud.

Que qué tiene que ver esta entrada con los años 70?... Nada.

Que por qué pongo hoy una entrada musical si resulta que no es viernes?... Pues porque hoy me apetece que escuchéis un tema de Ramoncin sin que os gastéis un duro por ello y porque estoy a la espera de que el gabinete de abogados del botarate ese caiga sobre mí, me cierre este blog y me ahorre el curro de tener que ir actualizándolo una media de tres veces por semana con un trabajo autoral por el que no cobro un jodido euro, pero que por otra parte... encantado estoy de que llegue a vosotros, gratis, y sin que tengáis que pagar nada por ello.

Ya de paso desde aquí, mi más sincero reconocimiento a todos cuantos os dedicáis a esto de hacer blogs y a brindar al mundo el fruto de vuestro esfuerzo de un modo desinteresado y con el único fin de comunicar, de hacer llegar contenidos, de dar a conocer vuestras inquietudes, relatos, opiniones, puntos de vista, etc. De compartir con una comunidad virtual mundial lo que os apetezca: textos, fotografías, dibujos, música, etc, y que no en pocas ocasiones son fruto de la propia creatividad de los bloggeros que por pura necesidad de expresarse se dedican a esto y sin exigir nada a cambio.

No sólo eso; lo cortés no quita lo valiente y somos muchos los que hacemos blogs “by the face” y que además, en nuestras vidas, nos ganamos el pan con trabajos creativos y para los que se requiere un cierto temperamento artístico. Creo, sin temor a equivocarme, que uno puede vivir del arte mientras se dedique a él, y que tampoco pasa absolutamente nada porque una buena parte de ese trabajo sirva para el disfrute de todos aunque no nos reporte, a los autores, ningún beneficio económico. Considero que los que tenemos el gran privilegio de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta y dando rienda suelta a nuestra creatividad en nuestro quehacer diario en lugar de estar picando piedra en una mina, trabajando en una fábrica o subidos a un andamio, tenemos esta obligación –casi moral- con el resto del mundo. Digamos que cosas así... entran en el sueldo.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Shotgun

A peseta se vendían las pistolas de agua en los kioskos de barrio. Una suerte de baratija kioskera creada en plástico inflado de diversos colores y con el más simple de los mecanismos: extraías el pitorro que hacía las veces de bocacha a través de la cual salía disparada el agua, la llenabas en el grifo de una fuente cercana, colocabas de nuevo el pitorro y no tenías más que apretar el plástico del que estaba compuesta la pistola para empezar a disfrutar de una guerra sin cuartel con los demás niños del barrio.

Las guerras de pistolas de agua sustituyeron durante un buen tiempo a las de piedras, y Los botiquines domésticos y el farmacéutico del barrio lo notaron debido a un increíble descenso en el consumo de mercromina y tiritas. Por otra parte, nosotros lamentábamos que las pistolas de agua, tan modernas e imprescindibles, causasen tan pocos daños; quieras que no... una brecha siempre era una brecha, y el valor de cualquier niño de barrio era proporcional a su número de cicatrices.

Llevar las modas de la calle a la escuela era algo muy común, de modo que las pistolas de agua de plástico inflado no tardaron en formar parte del diverso material bélico que se ocultaba en los cajones de nuestros pupitres: gomas de pollo y ganchos de cortina camuflados en papel; proyectiles realmente dañinos y altamente prohibidos en la escuela, pero ya se sabe que “a mayor prohibición... mayor munición”, tirachinas de plástico duro (inyectado) con canicas de piedra como los proyectiles más adecuados, y ya por fin... las maravillosas pistolillas que presuntamente, eran lo más inocuo de cuanto estaba compuesto nuestro arsenal, pero en aquellos momentos, lo más divertido.

Mis últimos años de EGB los hice en una escuela en la que estábamos separados en aulas distintas hasta séptimo de EGB, y a razón de 40 alumnos por clase. El disloque llegaba en octavo cuando nos juntaban a todos en una sola aula; es decir... a los 40 de séptimo A y a los 40 de séptimo B. Increíble, pero cierto. 80 energúmenos y energúmenas confinados en una aula en la que se suponía que debíamos preparar nuestro ingreso al bachillerato.

Ni que decir tiene que aquello era un desparrame constante en el que absolutamente en todas las clases reinaba la más pura anarquía a excepción de las clases de historia, impartidas por el señor Villa, y las de matemáticas por la señorita Isabel. Ambos eran temibles: el uno por su palmeta con la que repartía leches hasta el despellejamiento de las palmas de nuestras manos, la otra por sus manos llenas de anillos y pulseras con las que hostiaba sin la más mínima contemplación. En sus clases, pese a los 80 energúmenos hormonados que posábamos nuestros culos en los pupitres, reinaba el silencio sepulcral.

En el patio, y después de una clase de historia o de mates, nos desahogábamos con nuestras pistolas de agua. Lo poníamos todo perdido y quien más y quien menos empezaba la clase siguiente chorreando agua por todas partes. El suelo del patio quedaba absolutamente empapado hasta el punto de que en una ocasión, el señor Villa se resbaló y estuvo a un pelo de partirse la crisma. Ni que decir tiene que las guerras de pistolas de agua quedaron inmediatamente prohibidas, y eso... no sólo nos importaba más bien poco, sino que además, hacía de esas guerras algo más interesante ya que había que perpetrarlas en la clandestinidad.

80 alumnos, cerca de 40 éramos niños y el resto niñas. Ellas no cogieron una pistola de agua en la vida, pero no recuerdo que hubiese uno solo de nosotros, de los niños, que no andase con su pistolilla metida en algún bolsillo y dirigiéndose a los grifos del lavabo para recargar munición.

Pues bien... entre tanto pistolero suelto, al único que el señor Villa pilló con las manos en la masa fue a mí.

Allí estaba yo, llenando mi pistolilla en el grifo mientras silbaba la musiquilla de la serie de TV Jim West cuando noté una inquisidora mirada clavada en mi nuca, y allí estaba él, el señor Villa con los brazos en jarras, pero afortunadamente (pensé) desprovisto de su palmeta. No sé que fue peor, el señor Villa se acercó a mí con toda la disposición que muestra un toro de lidia cuando sale al ruedo, me soltó cuatro manotazos, dos de los cuales fui capaz de esquivar, pero me merendé el otro par que estallaron de lleno en mis mofletes. Hasta ahí bien, la cosa pudo haberse quedado en ese par de hostias y todos tan contentos, pero el señor Villa quería más. El tipo rondaba los sesenta años y su resbalón en el patio, aunque no fue grave, pudo haber traído consecuencias, y al parecer, yo me encargué de pagarlas en mis propias carnes. Un nuevo acercamiento del señor Villa me dejó acorralado en una esquina de los lavabos desde la que pude observar como su puño cerrado caía sobre mí dando lugar a la primera vez en mi vida... que me rompían la nariz.

La versión oficial, en casa, fue la de que me había caído jugando en el patio, pero ante el aspecto de mi nariz que quedó absolutamente doblada hacia la derecha, mis padres decidieron llevarme al médico.

Según el doc. El tiempo haría que mi nariz volviese por sí sola a su sitio, de lo contrario, una sencilla operación le devolvería su aspecto normal. En cualquier caso, pasé una buena temporada con la nariz torcida, con voz nasal, y teniendo que girar la cabeza cada vez que quería olisquear cualquier cosa.

Afortunadamente la vida puso en mi camino a buenos amigos. Recuerdo una tarde en la que José Collado y yo estábamos jugando en el patio, nos repartíamos galletazos y nos agarrábamos de las batas del cole para ver quién tiraba antes al suelo a quién; el típico juego similar al que practican los cachorros de león cuando se pelean entre ellos para de una manera indirecta poner en forma sus dotes de caza y de defensa; es decir, una pelea entre dos amigos sin mayor repercusión. El azar quiso que un tremendo cabezazo de Collado diese lugar a la segunda vez en mi vida... que me rompían la nariz.

El golpe devolvió la nariz a su lugar de origen.

Jamás le agradeceré lo suficiente a José Collado que me librase de pasar por un jodido quirófano.

Créditos de las imágenes: Pistolas de agua, colección particular.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Tú Volverás

El año 1975 fue quizá uno de los más representativos de la década de los 70.

Los que por entonces teníamos alrededor de unos 12 años disfrutábamos de un montón de cosas agradables; algunas de ellas se han ido mostrando en muchas de las entradas incluidas en este kiosko-blog, me refiero a las baratijas de kiosko, juguetes, chucherias varias, etc, pero además estábamos a punto de entrar en una dinámica en la que cada diá, en los telediarios de las dos únicas cadenas televisivas, se nos retransmitiría el parte médico sobre el estado de salud del caudillísimo Francisco Franco a cargo del “equipo médico habitual”. El hombre, aunque sobrevivió a lo indecible, estaba ahí dale que te pego echándole un pulso a la vida y firmando con mano temblorosa alguna que otra condena a muerte; eso se le dio fenomenalmente bien a lo largo de lo que fue su vida, y prueba de ello es el hecho de que continuó haciéndolo incluso estando muy cercano a su final. Algunos me sabrán perdonar si incluyo este episodio entre esas cosas agradables de lo que fue nuestra infancia, pero es que en las casas de muchos de nosotros, aunque con cierto miedo, eso se vivió como un acontecimiento digno de la más grande de las celebraciones.

Qué se puede esperar de una generación que se crió en senos familiares en los que se celebraba la enfermedad irreversible de un ser humano? Con el tiempo nos dimos cuenta de que quizá no era tan humano el tipo, entendimos un montón de cosas y comprendimos perfectamente esa alegría manifestada por nuestros padres que habían perdido a muchos de los suyos a manos del dictador. De algún modo, el tiempo hizo justicia; tarde como siempre, pero ya se sabe que en este país la ley siempre ha sido un poco lenta. Hasta la justicia divina lo es!!

Otra de las cosas agradables que sucedió durante ese año fue la participación en el festival de Eurovisión del dúo formado por Sergio y Estíbaliz. La pareja de cantantes se separaron del grupo Mocedades, sacaron sus dos primeros singels: “Búscame” y “Piel”, pero se presentaron al festival con el tema “Tu Volverás” consiguiendo un décimo puesto. Ese año el festival se celebró en Estocolmo, la ganadora de esa edición fue la cantante holandesa Tech In con un tema titulado “Ding-a-Dong” que posiblemente recordará muy poca gente, no así el tema de nuestros artistas que gozó de una aceptación excepcional en España y América Latina convirtiéndose en uno de los más vendidos durante ese año.

A mi padre le daba cierto mal rollo el título: “Está a punto de morirse Franco y ahora salen estos con una canción titulada ‘Tu Volverás’... Malditas las ganas!” exclamaba mientras que en el comedor de casa y frente al televisor les oíamos cantar el día de la gala.

El festival de Eurovisión de ese año tuvo lugar un 7 de abril y aunque no se pudo celebrar la victoria del dúo, nos agradó que el tema se convirtiese en un reconocido éxito. Para la otra celebración hubo que esperar un poco más, no fue hasta el 20 de noviembre de ese mismo año, pero bien es cierto que antes de su final y cada vez que el caudillo aparecía en su balcón y se dirigía a la multitud con sus gafas de sol y el tembleque de sus manos, ya no había miedo, al menos... no tanto.

Que por cierto... Nadie le dijo nunca a Sergio que cantaba fatal?

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Los Kalkitos

Los Kalkitos fueron una de mis grandes pasiones infantiles. Un invento que la división de papelería de la casa Gillete Española S.A repartió por todos los kioscos y papelerías a finales de los años 70.

Un fondo, un decorado desplegable en formato panorámico y una lámina llena de adhesivos que podías ir colocando aquí y allá del modo en que a cada crío se le antojase e imaginando así su propia historia. El funcionamiento era muy simple: desplegabas el fondo, colocabas la lámina con los adhesivos en el lugar en el que deseabas transferir uno de los personajes, y con el lápiz lo rascabas hasta que pasaba de la lámina al fondo. Había que tener cuidado y rascar bien ya que en no pocas ocasiones algún personaje quedaba desprovisto de alguna de sus extremidades!

Lo genial era tener temas de Kalkitos repetidos para poder añadirlos a tu diorama original y dotarlo de más entidad, pero evidentemente no era cuestión de abigarrar la escena y convertirla en algo incomprensible, así que los que sobraban y que no sabías donde meter... iban a parar a los carpesanos, las libretas, las paredes de la habitación, los cristales de las ventanas, etc, etc.

Los temas eran muy variados y habían para todos los gustos: desde fútbol hasta carreras de Fórmula 1, historias de batallas épicas, guerras medievales, napoleónicas o contemporáneas; sin dejar de lado, claro está, los personajes de las series que veíamos en televisión: El Gato Silvestre, Los Picapiedra, El Oso Yogui, etc, etc. Ni que decir tiene que estos últimos y los dedicados al Oeste... eran mis preferidos: Búfalo Bill, El General Custer, Pancho Villa, La Conquista del Oeste... una infinidad.

Con el paso del tiempo descubrí que la dinámica de los Kalkitos guardaba “cierto parecido” con el modo de hacer dibujos animados en el sistema clásico y tradicional; un decorado y sobre él, una sucesión de personajes en celuloide que eran filmados fotograma a fotograma. Quién sabe... quizá por eso me apasionó ese mundo y lo convertí en mi profesión desde hace ya casi 30 años.

Bien se podría decir que llevo toda mi vida jugando con los Kakitos ;-D

Créditos de las imágenes: Kalkitos "Búfalo Bill". Colección particular.

sábado, 7 de noviembre de 2009

"La VOZ" de los anuncios de la tele

Cada año las campañas publicitarias televisivas de anuncios de juguetes empiezan a aparecer masivamente a mediados de octubre, sobretodo durante la programación matinal mientras los niños desayunan en casa antes de ir al cole.

Estás tomándote tu café con leche y las tostadas, con la mente en blanco (a esas horas no hay quien piense en nada... no hay capacidad para ello) y oyes como tus hijos van diciendo: “yo quiero este”, “me lo pido!”, “papá. Me lo traerán los reyes?”... Tu vas asintiendo con la cabeza, con los ojos semicerrados y tratando de entender cómo es posible que ellos tengan esa energía a unas horas de la mañana en las que tú no eres más que una piltrafa humana deseando que a medida que avance el día empieces lentamente a convertirte en persona.

De todos modos, y a pesar de ese estado catatónico matutino en el que los cuerpos están recién levantados de la cama, pero los cerebros permanecen aún dormidos, hay algo –que al menos a mi- no se me escapa. Imagino que será eso que llaman “deformación profesional” ya que por mi trabajo, me dediqué durante bastantes años a la publicidad, asistí a numerosas post-producciones de spots televisivos en los que había colaborado, y entre otras, mi función era la de supervisar las locuciones de los anuncios de la tele; eso que llaman “la voz en off” y que consiste en que una voz (obvio) va narrando y describiendo las virtudes de un producto a medida que las imágenes nos lo van mostrando.

Como digo, lo que a mi no se me escapa, es que “la voz” de la gran mayoría de anuncios de juguetes con los que somos acribillados cada mañana, pertenece al mismo tipo, al mismo locutor, y que no es otro –ni más ni menos- que Constantino Romero; el mismo que en las olimpiadas del 1992 de Barcelona, rogaba a los atletas que se bajasen del escenario en la ceremonia de clausura y ante la posibilidad de que este cediese debido al peso de todos cuantos andaban por ahí encima cantando el “amics per sempre naino, naino, naino-nai”, el mismo que dobla a Clint Eastwood en la versión española y que dice como nadie eso de: “Anda... alégrame el día”, y el mismo que ha presentado numerosos concursos televisivos y que en realidad, está en todas las salsas. Constantino Romero, un albaceteño que llegó un buen día a Barcelona, se quedó, y desde un estudio de grabación es capaz de llegar hasta nosotros a través de las voces de Arnold Schwarzenegger, del malo malísimo Darth Vader o de los colchones Lo Monaco.

Conocí personalmente a Constantino Romero, “Tino” (como le llaman afectuosamente en el ramo) cuando yo tenía 19 años. Por aquel entonces estaba trabajando en un estudio de publicidad colaborando en anuncios de televisión realizados en dibujos animados. Era una época gloriosa en la que se ganaba mucho dinero en ese negocio y en la que cualquiera que andase metido en publicidad podía llegar a cobrar unos sueldos que rondaban las 500.000 pesetas al mes; lo que ahora serían unos 3.000 euracos del ala. Yo tenía la mili pendiente y mi cabeza le daba vueltas a la idea de mantenerme como humorista gráfico, pero pese a ello, la publicidad me atraía, era un mundo en el que se podía aprender mucho y en el que era posible ganar un dinero que no venía mal. Yo tenía el privilegio de estar en un estudio en el que quien más y quien menos ganaba esos 3000 euracos, en el que me hacían trabajar más horas que a un reloj, en el que se me encargaban todo tipo de trabajos a horas intempestivas y en el que se me pagaban... 20.000 pesetas al mes (unos 120 euros...). Vamos, que no era yo que digamos un potentado, ya que por encima de todo mi trabajo consistía en preparar cafés y llevarles los almuerzos a los que en realidad, ganaban esa pasta gansa haciendo trabajos por los que yo hubiese dado un brazo. Eran animadores que daban vida a los personajes de los anuncios, se encargaban de realizar los decorados de las películas, de planificar y de organizar el Cristo que supone sacar adelante una mini producción de 20 segundos; en definitiva, un trabajo apasionante.

Durante algo más de tres largos meses estuvimos trabajando para una campaña de Cheetos compuesta de tres anuncios para varios de los productos: los ricitos, los torciditos y los bolitas. La cantidad de horas mensuales de trabajo de cuantos estábamos allí arrojaba una media de 17 horas diarias por persona, no es broma, trabajábamos día y noche, dormíamos escasamente tres o cuatro horas en una habitación del estudio en la que habían unas mantas y una moviola, mal comíamos, mal cenábamos, mal dormíamos, apenas nos aseábamos, pero todo esfuerzo era poco, los tres anuncios tenían que estar terminados en la fecha prevista o de lo contrario, la agencia podía poner una sanción económica al estudio y alguien podía quedarse sin sus 3000 euros; yo sin mis 120.

El trabajo contrarreloj, el agotamiento de todos y la necesidad de presentarse en el estudio de grabación con material bajo el brazo y completar la última etapa del proceso, hizo que por azar o mala leche, me tocase a mi personarme en el estudio y supervisar la post-producción de los tres anuncios.

—Yo?
—Si tú. Toma este dinero y píllate un taxi cagando leches. Esto tiene que estar listo a mediodía.
—Pero si yo... Ya sabré?
—Tranquilo, mientras el actor haga la locución tu estarás en una cabina con unos cascos puestos. Lo único que tienes que hacer, en cuanto él termine, es mirarle sonriente y levantar tus pulgares como haciéndole saber que lo ha hecho de puta madre.
—Y ... Ya está?... Y si no lo hace bien?
—Si no lo hace bien estamos jodidos! No hay tiempo para cambios ni revisiones, el cliente nos meterá un paquete si no tiene esto sobre su mesa antes de comer, así que tú... levanta esos jodidos pulgares!

Con tres rollos de película en una bolsa del Spar y metido en un taxi, me dirigí hacia el estudio de grabación. Y al llegar... allí estaba el incombustible Constantino Romero.

—Hola hijo. Eres tú el director de todo esto? —La voz de Clint Eastwood se estaba dirigiendo a mi. Temía tener que mentirle, pero... igual desenfundaba su Mágnum 357 y hacía en mi pecho el agujero del tamaño de un puño.
—Seeee... Si —le dije intentando transmitir convicción.
—Pues vamos allá! Esto va a ser divertido! —dijo la voz.

Divertido? Yo andaba más perdido que Trazan en New York.

Los técnicos colocaron uno de los rollos de película en la moviola. Constantino se colocó frente a un atril y se puso los cascos, a mi me encerraron en la cabina de sonido familiarmente conocida como “la pecera” y junto a mi, un técnico manipulaba una mesa llena de botones, lucecitas, interruptores y palancas. Las luces de la sala descendieron su intensidad, un pequeño foco iluminó el atril en el que “Tino” tenía los papeles con el texto de su locución. La moviola comenzó a reproducir las imágenes del spot.

Yo tuve que darle la señal a Tino de cuando él tenía que inmortalizar con su voz aquel momento. Lo hice y... Eh!... lo hice bien. A la primera! Y Tino se arrancó con su portentosa voz y con su desbordante talento.

Cheetos. Los masqueseros, más que buenos, más que divertidos!

Yo estaba pendiente mientras todos: Tino, técnicos y demás asistentes me miraban.

—Ya está? —pregunté.
—Eso tú. Cómo lo has visto? Te parece bien? —me preguntó el técnico.
—Eeehh... Si... No?
—Si? —insistió.

Tino me miraba con las cejas levantadas por encima de sus gafas, su calva brillaba debido a la luz del pequeño foco, el bigote dibujaba una mueca torcida como de estar a la expectativa de mi decisión.

Le miré... le lancé una de mis mejores sonrisas, levanté mis pulgares y a partir de ahí una tensión que había reinado el ambiente durante breves minutos, se convirtió en alivio y en calma total. Era la primera vez en mi vida que yo tenía poder, la primera vez en la que bajo mi responsabilidad estaba el control absoluto de una situación, y animado por mi éxito estaba deseoso de continuar con aquello.

—Bien, perfecto! —dije, mientras que le impostaba cierta seguridad prepotente a mi voz—. Chicos... vamos a por los otros dos spots.
—Los otros dos? —Preguntó Tino.
—Si Tino —le respondí (ya éramos colegas, así que podía tratarle con familiaridad)–. Olvidas que eran tres rollos?

El técnico que me acompañaba en la pecera tapó sutilmente el micrófono de sus cascos con una de sus manos y se dirigió a mi.

—Esto... la locución es la misma para los tres. No es necesario grabar nada más, a menos, claro está, que consideres que este “take” no ha sido bueno —me aclaró.

Todo mi poder se vino abajo. Reaccioné rapidamente, como pude, tratando de enmendar mi error y de devolverme a mí mismo la autoridad que en un “plis” había tirado por tierra.

—Oh claro!... Perfecto Tino, perfecto! Todo ha salido perfecto! —mi sonrisa se quedó paralizada en mi rostro, una gota fría de sudor descendía por mi sien y mis pulgares se mantenían tiesos y petrificados. Creo que Tino pensó que tenía alguna enfermedad en los dedos, ya que desde ese momento hasta que se fue después de cobrar su talón de 150.000 pesetas, estuve levantándole los pulgares cada vez que me cruzaba con él.

150.000 pesetas, novecientos y pico euros por decir, en apenas unos segundos: “Cheetos. Los masqueseros, más que buenos, más que divertidos”. Yo había “dirigido” la locución de un tipo que había cobrado en esa sesión lo que yo tardaría en ganar en unos ocho meses de arduo trabajo.

Ese día aprendí que no porque a uno le pongan una gorra de plato se convierte en general. El poder es algo más sutil que todo eso y no siempre lo poseen aquellos que aparentamente lo ostentan.

Jodeeerr.....

Todo eso sucedió durante mi estancia en el Estudio Andreu de Barcelona. Un estudio especializado en dibujos animados y que fue de los más importantes en España en las décadas de los 70 y de los 80 desarrollando una importantísima tarea en el campo de la publicidad. Anuncios como los del Búlgaro de Cropán, los Phosquitos, los calzados deportivos Paredes, Lois Junior, los primeros Mister Proper, la ranita del Confidest, El Caserio, y un largo etcétera. El que les dejo como muestra se trata del spot de Pilé 43, realizado en Estudio Andreu y rebosante de estética setentera.



Créditos de las imágenes: Consistentes en bocetos realizados en Estudio Andreu para varias capañas publicitarias .-1) No lo recuerdo bien, pero creo que eran personajes para un spot de Cutex .-2) Fotografía de Constantino Romero bajada de Internet .-3) Cheetos, los masqueseros .-4) La ranita del test de embarazo Confidest .-5) El Caserio .-6) Mister Proper.