martes, 29 de diciembre de 2009

Cerbatana Jívaro

Uno de los regalos estrella en la noche de reyes de 1971 fue la Cerbatana Jívaro fabricada por IBER Sport S.A.

Poner en manos de un niño de siete años juguetes de esos que disparaban ventosas, flechas, bolas de plástico o tapones de corcho, siempre supuso un riesgo; especialmente si el niño, no se conformaba con las típicas dianas o demás objetos sobre los que se pudiese hacer puntería ya que se mostraban inertes, inmóviles y absolutamente estáticos. Yo ya había desarrollado una habilidad especial sobre esos blancos, así que mi afán de superación me impulsaba a disparar sobre nuevos objetivos que presentasen mayor dificultad y los “blancos móviles” terminaron siendo mis preferidos.

Antón vivía en el balcón de mi casa. Su jaulita colgaba de la pared gracias a una alcayata que la mantenía suspendida en el aire. Me gustaba ver como llenaba sus carrillos de pipas sin sal y como se las comía sujetándolas con sus dos patitas delanteras mientras que con sus dientes, las pelaba con gran maestría. Antón fue el segundo hámster que yo tuve. Nicolás, el primero, disfrutaba contemplándome jugar con mi plastilina. Miraba atentamente como esa masa cobraba curiosas formas entre mis manos y de vez en cuando me observaba con sus ojos muy abiertos como diciendo: “vaya tío, que cosas mas chulas haces”, o al menos... eso me parecía. Lo cierto era que Nicolás y yo echamos juntos muchas horas en el balcón de casa, yo con mi plastilina o mis lápices de colores y él desde el interior de su jaulita en el suelo y muy entretenido como único y exclusivo espectador de mis juegos. Como la plastilina le encantaba, decidí darle un trozo para que probase a modelar alguna cosa que se le pudiese pasar por la cabeza, pero Nicolás resultó ser mucho menos creativo de lo previsto y se limitó a partir la bolita en dos mitades y a atesorarla en sus carrillos. No le dí mayor importancia, pensé que ya que era ahí donde guardaba las pipas para cuando tenía hambre, del mismo modo sacaría la plastilina cuando le apeteciese jugar, pero al día siguiente, Nicolás amaneció tieso como un palo y con una concluyente mueca en su expresión.


Antón nunca demostró ser mas listo, de modo que jamás le presté mi plastilina para jugar. Me limitaba a agarrarlo del pellejo de su nuca con mis dedos índice y pulgar y a contemplar como con cara de velocidad movía sus patitas a toda prisa.

Una tarde le saqué de su jaula y le deposité en el suelo del balcón. Antón miraba a su alrededor a la vez que con un gracioso movimiento de sus bigotes olisqueaba por entre medio de las baldosas. Echó a correr como un loco cuando un proyectil disparado por mi pistola kiosquera de plástico se estampó contra su mullidito culo. En su carrera apresurada sus patas traseras resbalaban y le hacían derrapar cada vez que trataba de cambiar de dirección. El pobre Antón se chocaba contra el cubo de las pinzas de tender la ropa, contra el fregadero y contra todo cuanto se hallaba a su paso, eso sí... demostró tener una gran habilidad en esquivar los proyectiles de corcho que le disparaba con mi pistola, ya que logré acertarle en muy pocas ocasiones, pero desafortunadamente... esa fue la ultima vez que mi hámster y yo pudimos compartir ese divertido juego. Antes de sacarle de su jaula extremé las precauciones con el fin de que Antón no tuviese escapatoria posible. Quién me iba a decir a mí que el cuerpo de un roedor pudiese convertirse en extraplano y caber por el agujero del desagüe!? Lo malo para Antón fue que al otro extremo del agujero le esperaba una caída libre de dos pisos más un principal, así que... temiéndome lo peor, no me atreví a mirar abajo.


A la vez que mis hámsters me abandonaban uno tras otro y que mis padres se negaban a comprarme ninguno más, mi afición a disparar sobre blancos móviles iba en constante aumento, pero el alcance de mis proyectiles era tan mínimo que resultaba imposible disparar sobre las palomas de la fachada de enfrente o sobre los gatos que se paseaban por patios y tejados. De modo que, aún y a sabiendas de que quizá papá y mamá me regañarían por ello... no me quedó otro remedio que disparar sobre el único objetivo en movimiento que pasaba las largas tardes del sábado conmigo en casa: la abuela.

Mi yaya Lola era el objetivo ideal; siempre andaba deprisa, de una habitación a otra de la casa, haciendo camas, entrando y saliendo del balcón, tendiendo ropa, atravesando el comedor como un rayo en dirección a la cocina y vigilando la cena de los fogones; vaya... todo un reto practicar mi puntería sobre sus zapatillas. Esas zapatillas de paño en color marrón con las que más de una vez me había perseguido pasillo arriba, pasillo abajo tratando de darme con una de ellas y que ante la imposibilidad de atraparme, me la lanzaba desde la otra punta del piso hasta darme con ella en el cogote.


Cargado con mis pistolas lanzadoras de bolas y proyectiles, y con mi arco y mis flechas, me apostaba bajo la mesa del comedor y esperaba a que mi yaya Lola atravesase la estancia para descargar sobre ella todo mi arsenal. Mantenía mi respiración y no perdía detalle de sus rápidos movimientos, hasta que finalmente, como un experto francotirador, apretaba el gatillo y contemplaba como la pequeña flecha salía disparada en dirección a su objetivo.

A un primer aviso de que no lo hiciese más, le siguieron unos cuantos gritos, luego una persecución por el pasillo en la que mi abuela blandía en su mano la zapatilla marrón, pero finalmente y tras algunas tardes de sábado, llegó el definitivo chivatazo a mis padres y el consiguiente castigo: mis progenitores me requisaron todo el arsenal bélico dejándome única y exclusivamente las pistolillas de petardos; ruido podía hacer el que me diese la gana, pero... nada de dispararle a la yaya.

En las Navidades de ese fatídico 1971 en el que fui desarmado por órdenes expresas de papá y mamá, les pedí a los reyes la ya famosa Cerbatana Jívaro anunciada en televisión, pero ni que decir tiene que la orden de inminente alto el fuego llegó a oídos de sus majestades de Oriente y se hicieron los locos ante mi petición y me quedé sin mi preciada cerbatana. Lo que pasaron por alto fue que a Juan Pérez, mi compañero de pupitre de 2º de E.G.B. sí se la trajeron, y eso, y habérmela traído a mí... era poco más o menos lo mismo.

No fueron muchas las tardes de sábado que pude ir a jugar a casa de Juan Pérez con su cerbatana Jívaro. Sus padres, amablemente, pidieron a los míos que no fuese más por su casa durante una temporada. Y es que Juan Pérez, no tenía hámster, ni perro, ni gato, pero... tenía abuela.

Créditos de las imágenes: 1-3-4) Cerbatana Jívaro del año 1971. Colección particular. 2) Autor desconocido. Descargada de internet.

martes, 22 de diciembre de 2009

El Kioskero les desea Felices Fiestas

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Que digo yo que si los del cava Freixenet, en solidaridad con la crisis, se dedican a repetir el mismo spot navideño que ya hicieron el año pasado, no creo que pase nada malo si yo hago lo mismo. No?

Confeccionar una de estas felicitaciones de Navidad suele llevarme un trabajo importante, y sinceramente... este año no he tenido tiempo. De modo que repito al igual que los del cava que, por una vez, nos han privado de uno de los grandes clásicos de estas fiestas y que consistía en tratar de averiguar a qué personaje famoso ficharían para felicitarnos las fiestas brindando junto a las sensuales burbujas.


Para ver la animación de esta felicitación del Kiosko no tenéis más que pinchar la imagen de la entrada. Espero que os guste ;-)


Felices Fiestas!!!

domingo, 20 de diciembre de 2009

Alto a la ley! Agente Federal del FBI

La marca de juguetes Redondo, se especializó, entre otras cosas, en miniaturas y reproducciones metálicas, sobretodo de pistolas. La gran mayoría de ellas disparaban potentes fulminantes en diversos formatos y el nivel de detalles en sus juguetes era exquisito y les daban un aspecto muy real.

De la gran cantidad de pistolas en diferentes tamaños que sacó al mercado, quizá una de las que más me encandiló y con la que más jugué, se trató del modelo que les muestro en la fotografía que encabeza la entrada; consistía en el, por aquel entonces famoso y anunciado en televisión: “Equipo completo de Agente Federal”, con el no menos suculento subtitulo añadido de: “Para la defensa de la ley”.

El Kit en cuestión contenía una preciosa pistola tipo revolver de cañón corto con su correspondiente funda sobaquera, unas esposas metálicas, una linterna, una lupa de investigador privado, una placa del FBI, un carné de identidad de agente que podías rellenar con tus datos y fotografía, y un par de cajas de fulminantes de rollo de 100 disparos cada uno de ellos. Muchos de esos fulminantes se resolvían satisfactoriamente con un potente “BANG!” y un espectacular fogonazo; aunque tampoco faltaban los que nos ofrecían un frustrante y tímido “PiiiiiF!” que daba al traste con nuestra reputación como agentes secretos, pero bueno... no tardábamos en reaccionar y en sustituir al fracasado fulminante por un “Piñau, Piñau!!” que entonábamos a todo pulmón.

En aquellos tiempos, y motivados por las series de televisión, todos queríamos ser vaqueros o detectives privados, y esos equipos completos que se vendían en preciosas cajas, eran el sueño de más de uno y el juguete que encabezaba la carta a los Reyes Magos de Oriente. Lo demás podía pasar; siempre supimos que los Reyes nos terminaban trayendo lo que les daba la gana, pero lo primero de nuestra lista, ese juguete que figuraba en cabeza después del obligado: “Queridos Reyes Magos...”, para ese no había excusa y los Reyes sabían que tenían la obligación de hacer lo imposible por conseguirlo.

Yo creo que fue en la Navidad de 1969 cuando los Reyes Magos se colaron en mi casa y me dejaron mi “Equipo completo de Agente Federal – Para la defensa de la ley”. Los amantes de lo ajeno, o todos cuantos estuviesen dispuestos a burlar la ley lo llevaban claro a partir de ese momento. Un nuevo detective de cinco años de edad había nacido y estaba muy dispuesto a poner orden y a hacer respetar la ley.



Créditos de las imágenes: 1) Equipo completo Agente Federal de la casa Redondo (Colección particular) .-2) Fulminantes de 100 tiros (Colección Particular).

jueves, 17 de diciembre de 2009

La moda del Calentamiento Global?, pero... si eso viene de los 70!!

Como dijo Lao-Tsé, el filósofo chino fundador del Taoísmo: “Ve claro el que ve desde lejos; ve entre la niebla el que se implica y toma partido”.

Seguro que cada uno tiene sus causas individuales, personales e intransferibles, y que por ésas, merece la pena luchar y pelear hasta el final. No obstante, cuando dichas causas son mediáticas o multitudinarias, nunca están exentas de manipulación y “la causa” en cuestión no es más que un argumento secundario que servirá, sin duda, para lanzar como tema principal, alguna consigna en favor de un lado u otro de la balanza política, pero eso si, bien disfrazadito todo de causa social.

Si a eso le sumamos unas elevadas dosis de alarmismo, ya tendremos la causa perfecta para movilizar a diferentes grupos y para encauzarlos en la dirección deseada para cumplir ciertos objetivos.

La actualidad más rabiosa es la cumbre de líderes políticos en Copenhague para tratar de hallar soluciones a esa terrible y presunta enfermedad que padece nuestro planeta y que se ha dado en llamar “Calentamiento global” o “Cambio climático”. La última hora desvela que por el momento, no se ha llegado a ningún tipo de acuerdo. Cojonudo, no era de extrañar.

Pero lo cierto es que me muero de la risa cuando resulta que este “cambio climático” es, a día de hoy, rabiosa actualidad. Vaya por Dios con estos progres jovenzuelos que se quieren adjudicar ahora, desde hace poquitos años hasta la fecha, el invento de esa lacra que nos convertirá en seres mutantes, o que, en el peor de los casos... nos extinguirá como a los dinosaurios.

Pues no señores; del cambio climático ya se empezó a hablar en los años 70 como demuestra la imagen de la Vanguardia que les muestro en esta entrada. La noticia habla de una reunión en Ginebra de expertos mundiales en meteorología y con el fin de tratar el futuro climatológico de nuestro planeta. Vaya... que ya ven qué novedad lo de la cumbre de Copenhague. También (con imagen incluida) nos dice que los volcanes son los pulmones vitales de nuestro planeta, cuando a día de hoy, es sabido que precisamente los volcanes, tienen más consecuencias negativas sobre nuestra atmósfera que las que pueda causar una ciudad industrializada.

En los años 70, al igual que a día de hoy, la duda permanente giraba en torno a que si estos cambios climáticos irían produciendo paulatinamente un enfriamiento o un calentamiento global. No olvidemos que aunque la teoría del “calentamiento” gana enteros, aún son muchas las voces que nos avisan de un “enfriamiento”; o lo que es lo mismo... que siguen sin ponerse de acuerdo. Ni falta que hace.

Me da la sensación de que toda esta corriente de presuntos climatólogos apocalípticos nos quieren hacer formar parte de una nueva religión (en los 70 era información... ahora es como una secta), pero la mayoría de científicos, aunque no se les deje oír, no forman parte de esa corriente alarmista con la que algunos pretenden arrastrarnos a todos. Prefiero mirar desde lejos y quedarme con lo que la mayoría de la comunidad científica, sin ruido, sostiene, y que no es más que un cierto agnosticismo ante tanto ruido ecologista que en realidad, no oculta más que una maraña política que beneficiará a unos en perjuicio de otros... de los mismos de siempre.

Les dejo con este documental, que aunque fue emitido por la nada creíble Tele Madrid, en realidad fue producido en el año 2007 por la cadena británica Channel 4. Dicho documental no ha estado exento de críticas que han cuestionado y puesto en duda su veracidad, pero salvo alguna que otra manipulación bastante clara, a mi juicio, está también lleno de verdades como puños. De modo que tampoco nadie se lo vaya a tomar a pies juntillas como una verdad absoluta e innegable de que todo esto del calentamiento global es un timo. Sirva sólo de contrapunto a toda la información que a diario se nos hace llegar y en la que se nos acusa de que, para variar, somos los culpables de absolutamente todo cuanto sucede en nuestro entorno.

Y como no, y siguiendo con esa filosofía de observar desde lejos y de no tomar partido más que por causas propias en las que uno sólo se represente a sí mismo, déjenme terminar con otra frase de Lao-Tsé: “Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe”.


Videos tu.tv

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Rafa y el meteorito

A juzgar por el título de esta entrada bien podría parecer que se trata de la nueva película Disney de estreno en las principales salas durante estas Navidades, pero no, nada más lejos de eso, aunque la historia que les voy a contar seguidamente no deja de ser fantástica ni de tener un final sorprendente.

Rafa (el protagonista de esta historia en cuestión), es un tipo de unos cuarentaypocos que a parte de a sus quehaceres diarios, se dedica a conseguir objetos imposibles de esos que hacen las delicias de todo coleccionista que se precie. Por decirlo de algún modo, Rafa es como una especie de Indiana Jones que ocupa parte de su tiempo en hacer expediciones y explorar viejos almacenes y prehistóricas tiendas en busca de esos tesoros que posteriormente llenarán las estanterías de los museos de algún coleccionista friki como el que redacta el presente blog. En definitiva, un personaje imprescindible para todos aquellos que deseamos reunir algunas de las antiguallas de las que estuvimos rodeados durante nuestra ya... pleistocénica infancia.

Rafa es de Madrid, y con tesón y no poco esfuerzo, ha conseguido hacerme llegar alguno de los artículos más preciados de mi colección.

El caso es que hace unos días recibí un mail de Rafa Jones en el que me mandaba una fotografía de un extraño objeto que encontró enterrado en el jardín de la casa de sus padres. Se trataba de un espécimen realmente curioso que presentaba una superficie rugosa, perfectamente redondeada y que aunque su textura era acartonada, se la intuía como aparentemente blanda. Ambos estuvimos divagando sobre el posible origen de semejante hallazgo, pero éramos incapaces a priori de afirmar la procedencia de tan alucinante misterio.

A pesar de que nunca fui buen estudiante, Rafa conoce mi afición por la ciencia. En mi etapa escolar me planteaba si algún día terminaría estudiando ciencias o letras, ya que de mayor, me hubiese gustado ser un doctor en física como mi primo David, o un periodista como mi amigo Alfonso (también de Madrid). El caso es que ante esta disyuntiva, y teniendo en cuenta la necesidad que un niño de barrio tiene de ponerse a trabajar lo antes posible, mandé a mis estudios a freír churros a muy temprana edad para ponerme a hacer algo productivo y empezar a trabajar. Con el tiempo, cuando ya contaba con treintaytantos, me apunté a uno de esos cursillos de acceso a la universidad para mayores de 25 años y me matriculé en psicología; es decir, que a la vejez viruelas.

Pese a eso, y a que mi formación no guarda ninguna relación con la ciencia, Rafa confió en que mis investigaciones con el equipo de química que conservo de cuando era niño, podrían desentramar el inescrutable misterio que guardaba consigo el objeto encontrado. De modo que, para tal fin, me lo mandó para que le sometiese a las pruebas pertinentes y desvelar así, de una vez por todas sus intrigantes orígenes.

Rafa y yo albergábamos la esperanza de que se tratase de un meteorito que pudiese darnos algún indicio de vida extraterrestre, o las claves necesarias para afirmar con rotundidad que en una galaxia muy alejada de nuestro sistema solar se hallaba una civilización formada por seres de inteligencia superior. Fantaseamos incluso con la posibilidad de que el meteorito procediese de algún planeta poblado por bellísimas mujeres semidesnudas, que conocedoras de que habíamos encontrado su valioso objeto perdido, nos recibirían encantadas de la vida y en agradecimiento, nos colmarían de sublimes agasajos y sexuales experiencias.

Pero no cabía duda. Tras una ardua y sesuda serie de análisis y de observaciones microscópicas con un minúsculo fragmento del objeto, los resultados fueron concluyentes.

El meteorito no era tal meteorito. El hallazgo superaba con creces cualquiera de nuestras expectativas ya que se trataba de algo mucho mejor que eso. Las pruebas determinaron que el objeto era, en realidad, una vieja pelota de Calzados Gorila que perteneció a Rafa en su infancia, que se extravió en el jardín de sus padres y que el tiempo sepultó bajo la tierra durante más de treinta años. El reencuentro con esa pelota fosilizada nos llenó a ambos de satisfacción, y supuso, como todos los hallazgos científicos, un gran paso para la humanidad que Rafa y yo, estamos encantados de compartir con todos ustedes.

Enlace a la tienda virtual de Rafelman el rastreador.

Créditos de las imágenes: 1 y 3) pertenecientes al meteorito-pelota de Rafa. 2) Juego de química; un híbrido entre el Cheminova y el Quimicefa, ambos de los años 70. Colección particular del Kioskero del Antifaz.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Del otro lado del charco

Se dice mucho por este país que los Yankees no son capaces de situar España en un mapa; imagino que a proporción, se tratará de la misma cantidad de españoles que no saben situar el estado de Illinois en el mapa de los Estados Unidos, o que desconocen dónde se halla un país como Malta al que tenemos relativamente cerca. A ver si ahora va a resultar que somos, los españoles, los grandes conocedores de la geografía mundial y nos podemos permitir el lujo de ir por ahí de acusicas.

Lo cierto es que se dicen tantas cosas de los yankees que hay como para escribir un libro, y no son pocas las veces en las que las vísceras son las que motivan toda una serie de afirmaciones y comentarios más bien desafortunados

Por mi experiencia personal debo decir que el trato que me han dispensado siempre ha sido excelente, tanto en lo personal como en lo profesional y sería muy injusto por mi parte no tener un agradecimiento por ello. Así pues, agradezco a Chris Wilkinson y a Lisa O’Hara que desde su web se hayan hecho eco de la aparición en España de mi libro”El Dibujo Humorístico” y del que ya hablé en este blog en su día.

Aquí va el enlace: News and Notes.

Han puesto la foto del kioskero del antifaz a la edad de 6 años, sólo que ellas me han visto mayor y han indicado que mi edad en esa foto era de 13. Joer... que le vean mayor a uno en su más tierna infancia... A parte de eso, se han convertido en transmisoras de un dramático hecho acontecido a finales de los años 70 en esa España que estaba tratando de salir de una férrea dictadura, así que por ello... también les mando las gracias.

Chris y Lisa son mis agentes en Estados Unidos, me representan como ilustrador allende de los mares y juntos llevamos cinco años trabajando en numerosos proyectos, más lo que nos queda por hacer... que no es poco.

Enlace en el que se puede encontrar el libro en español.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La Noche Buena del tamborilero

El mismo año que el hombre llegó a la luna, pero unos meses más tarde -en Navidad- descubrí otro de esos fenómenos a los que no puedes dar crédito de su existencia, a menos... que no hagas un acto de fe: Raphael.

Un personaje histriónico, dotado de una gran voz, pero de una afectación expresiva que llega a despistar de su interpretación vocal para centrar la atención del espectador en una sorprendente exhibición de ademanes y muecas extremas que han ido en aumento paralelamente con la edad del personaje. Pese a ello, Raphael fue un clásico en las Noche Buenas de nuestra infancia

El tipo, al parecer hacía ya algún año que nos felicitaba las fiestas con la canción del tamborilero y que a partir de que yo le descubrí, siguió utilizándola para lo mismo, año tras año. Bien parecía que Raphael estuviese padeciendo paperas de un modo permanente, ya que tenía unos mofletes considerables que le hicieron merecedor del sobrenombre de “El sopla caldos”, que así era como le llamaba mi yaya Lola. Yo no sabía qué eran las paperas hasta que en clase, algún compañero me dijo que las paperas eran una enfermedad que si la tenías de niño no pasaba nada, pero que si la padecías al hacerte mayor te destrozaba los huevos y ya no podías tener hijos (Qué tendría que ver esa parte de nuestra anatomía con los hijos? Era un misterio para mí, la verdad). Ni que decir tiene que cada vez que veía a Raphael por la tele, me agarraba mis partes con ambas manos y aguantaba la respiración temeroso de que el sopla caldos me contagiase esas malditas paperas.

El caso es que la otra noche, en casa y sentado placidamente en el sofá después de cenar, mi mujer y yo vimos a Raphael anunciando un producto de ADSL de una compañía telefónica y haciéndonos partícipes de una de esas múltiples y cansinas ofertas con las que últimamente nos bombardean sin cesar. El escenario del spot era un salón con un árbol de Navidad y una familia, y como no... en este regreso a los 70 que desde hace algún tiempo estamos viviendo y del cual participa este blog, la música de fondo era "la canción del tamborilero"; la misma que nos anunciaba la llegada de la Navidad en esos tiempos de coderas de escai en el suéter y de pantalón corto incluso en medio del más crudo invierno.

Visto lo cual... no se me ocurre nada más adecuado para felicitar las Pascuas a cuantos den con esta entrada que la de ofrecer este video y desearles a todos un feliz... 1970 (?) ;-)

lunes, 7 de diciembre de 2009

La Consti

Tenía yo 14 años por aquel 6 de diciembre de 1978 en el que “la Consti” hizo su aparición en nuestras vidas.

La Consti llegaba un poco cansada debido a que desde el 1808 ya fue Napoleón quien propuso -con más pena que gloria- a los españoles una constitución afrancesada y que había sido aprobada por unas Cortes reducidas convocadas en territorio francés.

Desde entonces hasta 1978 fueron varios los proyectos y diversas las variedades de constitución aprobados y puestos en vigor durante algunos periodos de tiempo más o menos raquíticos y carentes de los apoyos necesarios que le permitieran mantenerse en vigor.

No obstante, la Consti que nos llegó en 1978, hizo su aparición mostrándose ante nosotros más fresca que nunca. Hay que decir que no fue fácil: hubo que esperar a que el dictador la espichase el 20 de noviembre del 75 y a que dos días después el Rey Juan Carlos I de Borbón tomase posesión en su cargo como Rey de España. El Juanca confirmó en su puesto como Presidente de Gobierno a Arias Navarro (el llorica que nos anunció la muerte de Franco), y obviamente, bajo su gobierno fue imposible cualquier tentativa de desmontar el régimen franquista. El tipo era demasiado sensible a las exigencias del búnker y demostró una clara incapacidad para enfrentarse a gravísimos problemas de orden público. La gente por aquel tiempo tenía la extraña necesidad de reunirse, manifestarse, crear partidos políticos y de expresarse dentro de un entorno democrático, a lo que el presidente respondía con la presencia de la policía armada que en más de una ocasión abatió a tiros a algunos de los que se atrevían a manifestarse y a hacer reclamaciones fuera del orden establecido. Malos rollos de este estilo provocaron un distanciamiento entre el Juanca y Arias Navarro, llevando a este último a su dimisión en el cargo de Presidente de Gobierno y a su sustitución en el mismo por Adolfo Suarez. Suarez, por su parte, se esmeró en mantener conversaciones con los líderes políticos y las fuerzas sociales que estaban relativamente “toleradas” por aquel entonces. Juntos trataron de instaurar un régimen democrático para lo cual elaboraron “La Ley para la reforma política” en la que se derogaba definitivamente el sistema político franquista y se añadía una convocatoria a elecciones democráticas.

Gracias a la citada ley, el 6 de diciembre de 1978 se aprueba en referéndum la Constitución española... la Consti.

La Consti cumplió ayer 31 años; ya es mayorcita. Aún y así... sigue siendo una chica difícil a la que no hay quien le meta mano. Me recuerda tremendamente a las compañeras de clase que compartieron aula conmigo y mis compañeros en esos 14 años que teníamos cuando ella nació. No se dejaban querer y hacían que nuestros rostros se poblasen de molestas espinillas. A día de hoy, la Consti sigue estando afectada por muchos de los traumas que padeció en su niñez y por ese nacimiento difícil que tuvo en plena transición española en la que, para qué negarlo, no se hizo limpio y muchos de sus mentores fueron, y siguen siendo inmovilistas disfrazados de demócratas, pero que en realidad no parecen dispuestos a ceder un ápice de terreno frente a los demócratas convencidos que siguen sin enterarse de qué lado les da el aire y continúan creyendo que democracia es: escoger cada cuatro años a uno u otro para que caliente una silla.

Nuestra democracia nació en un 15 de junio de 1977, es algo mayor que la Consti, apenas unos meses, y tampoco hay quien le meta mano a la condenada. Hay países como Suiza, en los que basta con que un grupo de ciudadanos se ponga de acuerdo y reúna 50.000 firmas para que una ley previamente aprobada por el parlamento, sea puesta en jaque y sometida a referéndum. Del mismo modo es posible solicitar enmiendas constitucionales para que otro grupo de ciudadanos, tras reunir 100.000 firmas, sometan a votación cualquier tema constitucional. Quizá por eso Suiza sea uno de los países más ricos y desarrollados del mundo, y eso teniendo en cuenta que personalmente me parecen aburridos ya que no saben más que fabricar chocolates y relojes, pero mira tú por donde... también saben tener democracias y constituciones flexibles que se dejan meter mano y que saben hacer disfrutar de ciertos privilegios a unos ciudadanos que sin duda, tienen una mayor madurez política que nosotros y un mejor conocimiento de cuales son sus derechos.

En fin... que dejando a un lado a la democracia nuestra, a la que hay que dar de comer a parte. Yo me llevaría a la Consti al cine a ver una de esas soporíferas películas de Antonioni y que tanto triunfaron entre los sectores progresistas setenteros, y aprovechando que esas películas se iban a ver “para eso”, deslizaría mi mano por entre su escote y le diría (como se les decía a las adolescentes en la época): “Tú relájate y disfruta”.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Es una lata el trabajar

Efectivamente: “Es una lata el trabajar”. Ya lo decía el tristemente desaparecido Luis Aguilé que el pasado sábado 10 de Octubre se sumaba a la lista de famosos setenteros que nos han abandonado durante este año. Cabe recordar también al grandísimo José Luis López Vázquez, que merece una entrada para él sólo y que tarde o temprano caerá por este kiosko-blog.

Pero como decía... es una lata el trabajar, y más aún por estas fechas, y más aún siendo autónomo. Los autónomos somos una raza especial de criaturas autosuficientes e individualistas en la mayoría de los casos y olvidadas absolutamente por todos los gobiernos. Somos tierra de nadie y trabajadores libres, o como dicen los anglosajones, somos: “Freelance”; y no es por nada, pero los orígenes etimológicos de la palabra molan un güevo ya que al parecer, el término fue acuñado en 1819 por Sir Walker Scott en su romance histórico Ivanhoe para describir con él a los “guerreros medievales mercenarios” (Free- independiente, libre y lance- lanza). Un caballero que no servía a ningún señor y cuyos servicios podían ser alquilados por cualquiera. Por su parte, los japoneses también tienen acuñado un término para ellos: Ronin, y con el que definen a los samuráis errantes y sin amo.

Visto desde el punto de vista romántico y épico, ser un freelance, un ronin, un autónomo o lo que es lo mismo, un mercenario, es la hostia en patinete ya que nos convierte en personajes de leyenda de esos que acostumbran a tener pocos principios, pocos amigos y elevadas dosis de amoralidad. Somos seres libres, buscavidas, supervivientes natos, incansables luchadores al servicio de nosotros mismos y que ocasionalmente ponemos nuestro talento al servicio de alguna empresa que requiera de nuestras habilidades sin importarnos la causa. Vaya... putos sicarios en busca del mejor postor.

No obstante, aunque algo de eso hay, la realidad es bien distinta. Lo cierto es que somos las putas de la sociedad, pero con la diferencia de que damos cuentas al gobierno de nuestros ingresos y pagamos nuestros impuestos a cambio de bien poca, por no decir nula consideración. No podemos cometer la desfachatez de caer enfermos, tenemos que pagarnos nuestras propias vacaciones, sí queremos paga extra nos toca trabajar el doble, las horas extraordinarias corren de nuestra cuenta, no tenemos paro y difícilmente tenemos la menor opción de acceder a subvenciones, planes de ayuda y demás mierdas de esas que se nos prometen en las campañas electorales; sin ir más lejos, se nos prometen 400 euros del IRPF para luego decirnos que todo era broma, que estamos en crisis y que de lo dicho no hay nada. Afortunadamente, cuando se nos prometió, ya fuimos muchos los que no nos lo creímos. Y encima, ni nos manifestamos exigiendo derechos ya que la mayor parte del tiempo estamos trabajando y no tenemos tiempo que perder en según que memeces.

La pregunta que nos hacen todos: “Compensa?”. Pues no sé a otros ya que cada mercenario o freelance o autónomo es distinto y está hecho de la leche que ha mamado, así que posiblemente no les compense a muchos y resulta imposible hablar por todos. Personalmente me compensa, ya que cuanto menos... soy libre para trabajar como un esclavo. Quizá influya también eso de que mi infancia transcurrió en la frontera con el Barrio Chino barcelonés y vi muy de cerca como las putas, las freelance o mercenarias del sexo, se abrían camino en una sociedad difícil y se hacían merecedoras de todos mis respetos. Por decirlo de alguna forma y tal y como sentenciaron “Las Vulpes” en un conocido tema de los ochenta: “Me gusta ser una zorra”.

Todo esto viene a cuento de que por estas fechas prenavideñas, a algunos nos toca trabajar mucho más de lo normal -cosa que no hay que desaprovechar en los tiempos que corren-, pero eso implica la posibilidad de dar pocos paseos con la familia y la de permitirse poco tiempo para el ocio en general. Por ello, mis visitas a blogs amigos y las actualizaciones del mío propio se han visto y se verán afectadas.

De todos modos estoy deseando ponerme al día con vuestras entradas en vuestros blogs que siempre me alegran la jornada, así como en la medida de lo posible, trataré de hacer alguna entradita en el mío para aquellos que mostráis un interés en este rincón ciberespacial, algo que nunca os podré agradecer lo suficiente.

Os dejo con este tema que Luis Aguilé interpretó al alimón con Fernando Esteso en 1976. Tiene sus cosas: una realización de Valerio Lazarov de esas que marcaron una época, y un humor algo rancio que marcó una época también, ya se sabe... el rollo setentero, es lo que tiene.

Os desea un feliz fin de semana El Kioskero del Antifaz, alias... el mercenario ;-)



Créditos de las imágenes: Bajadas de internet. Lamento no poder dar los nombres de los autores de los dibujos que he escogido para esta entrada pero no me ha sido posible encontrarlos.

martes, 1 de diciembre de 2009

Plas! Plas!... Serenooooo!

Por estas fechas empezaban a llamar a las puertas de nuestras casas los diferentes responsables de toda una serie de servicios que se nos ofrecían durante las décadas de los 60 y de los 70. El motivo de su visita era el de cobrar el aguinaldo navideño, y a cambio de un duro o de diez pesetillas, nos hacían entrega de unas postales a través de las que nos deseaban unas felices pascuas y un próspero año nuevo.

El cartero, el sereno, el butanero, el barrendero, el recadero, el panadero, etc. No creo que hubiese una sola familia que no protestase ante el desfilar de toda esa cantidad de gente pidiendo en unos tiempos en los que se tenía muy poco de todo. Mi yaya Lola les sermoneaba cada vez que aparecían dando los buenos días con su fajito de postales en la mano, pero pese a ello, tampoco recuerdo que hubiese una sola vez en la que no les diese nada.

Esas postales, junto a las que mandaban el resto de familiares y amigos lucían junto al pesebre que construíamos en una de las estanterías del mueble del comedor; una buena ristra de postales de tonos pastel, algunas con purpurina, otras ilustradas por el gran Ferrandiz, etc. Todas ellas sujetas en una de esas guirnaldas navideñas brillantes que ribeteaba el estante y pegadas a ella con la cinta adhesiva del Tesafilm escolar que comprábamos en las papelerías con su pequeño portarrollos y todo.

Personalmente añoro la entrañable figura del sereno, personaje sin igual al que cada vez que olvidabas o perdías tus llaves, podías invocar a altas horas de la madrugada tocando palmas para cabreo de los vecinos que tuviesen el sueño más ligero. El sereno aparecía a tu lado como por arte de magia con un manojo de llaves, te abría el portal y te deseaba que pasases un buena noche. Recuerdo alguna ocasión (quizá sólo un par de ellas) en la que mi padre, mi madre y yo nos encontrábamos en la puerta de casa después de venir de cenar de casa de algunos tíos y esperábamos la aparición del sereno que nos salvaba de pasar una noche al raso.

Hay que recordar que en aquella época, las llaves de casa cabían en el llavero que generalmente nuestros padres siempre llevaban encima. La que no había forma de transportar debido a su gran tamaño, y por eso quedaba generalmente olvidada en casa, era la del portal; un pedazo de llave de hierro que pesaba un quintal y te arruinaba el bolsillo de los pantalones. Afortunadamente el sereno cargaba con todas las del barrio y solucionaba los despistes de cualquier familia, así como los de algún que otro putero que medio borracho acudía a casa después de correrse una buena juerga.

A medida que las llaves se fabricaron más pequeñas y empezaron a ocupar su espacio en los llaveros... el sereno desapareció para siempre.

También añoro la cantidad de postales de todos esos benefactores de barrio viejo, y por encima de todo las de los familiares que, en la mayoría de los casos, actualmente sustituimos por un simple correo electrónico o un SMS.

Cómo coño cuelgo eso en la guirnalda de mi pesebre?