lunes, 30 de diciembre de 2013

Feliz año viejo

Confieso que siempre me hubiese gustado encontrar esa llave que abriese una puerta al pasado y poder trasladarme a esos años 70 que fueron el escenario por el cual transitaron mi infancia y mi adolescencia. Lo que sucede, es que el pasado es solo eso... pasado, y a pesar de que este blog pueda parecer la morada de un nostálgico, la verdad es que me encanta vivir el presente y pensar en ese futuro siempre incierto en el que las personas autónomas nos sentimos como pez en el agua. Precisamente por eso, por la incertidumbre. De tener la certeza de que absolutamente todo nos iba a salir bien... Qué gracia tendría?

No obstante, ahora, reconozco que tengo un importante conflicto con todo esto del pasado, del presente y del futuro.

Por desgracia, mi pasado en los años 70 también es el escenario del tortuoso final de una jodida dictadura, de una época convulsa de represión, censura, escasos derechos sociales (por no decir nulos), de una transición política hecha a toda prisa y en la que se trató de contentar a todo el mundo con el resultado final que se obtiene siempre al hacer las cosas con ese fin; con el de contentar a todo el mundo para finalmente, no terminar contentando a nadie. Y este es el resultado.

No nos engañemos, la crisis que está viviendo este país nada tiene que ver con la crisis que se está viviendo en el resto del mundo. Y una cosa es que me gusten los años 70 porque contra todo, me recuerdan a una infancia que, en mi caso, fue feliz. Pero otra cosa es que estemos asistiendo a un constante revival en el que muchas cosas de aquella década (especialmente las malas) son las que actualmente leemos en prensa, vemos en las noticias y padecemos como ciudadanos. Pero si incluso tuvimos un especial Noche Vieja con Raphael! Dónde vamos a parar...

El desarrollismo y la expansión fueron un bluff del que algunos no nos fiamos jamás y quizá por eso nunca le pedimos un céntimo a un banco. Pudimos haber prosperado en nuestras empresas pidiendo créditos, embarcándonos en grandes inversiones y haciendo frente a ambiciosos proyectos, pero –desconfiados que somos (al menos eso nos decían los que se lanzaban a por todas)- preferimos salir adelante con nuestros propios medios y hacerles frente a aquellos proyectos que se ajustasen a nuestras posibilidades reales. Lo mismo nos sucedía con las propiedades. Nos parecía ridículo hipotecarnos por treinta años en unos tiempos en los que trabajando duro se podían ahorrar siete millones de pesetas; y habían pequeños pisos que se podían adquirir por ese valor. Valor que muchos daban como entrada para adquirir viviendas que cuadriplicaban esa cantidad, pero que parecía que, la diferencia, corría a cuenta del banco que gentilmente te ponía el dinero que te faltaba. No. Algunos no nos creímos nada, pero como todos, aquí estamos pagando el pato.

Tampoco nos creímos eso de la ... “democracia”. Se nos pedía que votásemos al alcanzar la mayoría de edad con el argumento de que “ese era nuestro derecho”, solo que decidimos hacer uso del derecho a la abstención porque nos pareció que quitar o poner a unos cada cuatro años, fomentando el bipartidismo y no participando abiertamente de una política directa... no podía ser bueno. Todos hemos aprendido –ahora-, que los políticos no se representan más que a sí mismos y a sus partidos, así que es tontería jugar a un juego en el que tenemos las de perder.

Pese a todo, lo que no nos veíamos venir, por mal que pudiesen llegar a ir las cosas, era este déjà vu cutre, casposo y rancio en el que se está convirtiendo todo esto. Un triste regreso a lo peor de aquella época en el que vemos como perdemos derechos a todo nivel, en el que se constata que la transición se hizo mal, en el que permanecen más vivos que nunca aquellos a los que dábamos por muertos y enterrados, y en el que según todos los pronósticos vamos a permanecer anclados aún durante algunos años.

Por mi parte, y en la medida en la que el tiempo y el trabajo me lo permitan, seguiré tratando de recordar lo bueno de aquellos 70; que lo hubo, pero por desgracia, el día a día hará el resto y nos seguirá recordando lo peor.

Así pues, y a pesar de que este año 2014 será un año por estrenar, les deseo a todos un Feliz Año Viejo, porque a no ser que ocurra “algo”, lo que nos vamos a encontrar... ya me lo sé.

Les dejo con este vídeo que un viejo amigo posteó en su facebook y que se trata del mensaje de Navidad y Año Nuevo que Don Manuel; uno de esos zombis que se resisten a pasar a mejor vida, dedicó a la población.

Y encima... aún están por venir los reyes.