viernes, 15 de junio de 2012

Destapado mi pasado en el mundo del porno!

Pues si queridos lectores, la actriz norteamericana Traci Lords y yo nos iniciamos en el mundo del porno siendo ambos menores de edad... no juntos, una lástima. Caramba!

Y no pudimos hacerlo juntos porque nuestro pasado por el mundo de la pornografía y del erotismo, se desarrolló en campos distintos; en el caso de la sexy Traci Lords fue en el mundo del cine, mientras que en mi caso, fue en el mundo de la historieta por allá finales de los 70, en plena transición política española tras la muerte del yayo Paco y con una España en efervescencia que no sabía muy bien por donde tirar ni de donde le venían los tiros (bueno, los tiros vinieron antes de y durante la dictadura... y no fueron pocos).

Inmediatamente a la desaparición del dictador, los españolitos, ansiosos de carne femenina, turgente, voluptuosa y curvilínea, dejaron de realizar excursiones a Perpignan para ver películas eróticas debido a que el aperturismo en el que entró el país, permitió que las tetas y los culos se mostrasen a porrillo en algunas salas de cine denominadas “S” en las que se exhibía un erotismo suave así como en las portadas de todas las revistas que llenaban los kioscos. Las abuelas pasaban escandalizadas por delante de ellos tratando inútilmente de tapar los ojos de sus nietos que, de soslayo, echaban vistazos a aquellas féminas que mostraban sus encantos; los padres compraban sus rancios periódicos como El Alcazar, el ABC y otros, pero también le pedían discretamente al kioskero el Lib, o el Interviú, o el Playboy, pero así... como el adolescente que entra a la farmacia a comprar condones. Una vez con sus revistas en las manos, el periódico únicamente servía para camuflar el objeto del pecado entre sus páginas.


Total, que desde los últimos 70’s hasta mediados / finales de los 80’s, no era de extrañar que se nos metiera una teta en un ojo ya que por fin... estaban por todas partes!!

El erotismo en el humor gráfico tuvo un protagonismo especial en ese sentido. Numerosas publicaciones que se habían ocupado de tratar temas políticos tratando de desafiar en la medida de lo posible los límites establecidos, empezaron también a introducir contenido erótico entre sus páginas; precisamente en las únicas de la revista que eran a todo color y en papel couché, el resto de páginas eran de papel tirando a malo e impreso a dos tintas por lo general, pero allí donde estaban las “macizorras” había que esmerarse en la calidad.

A la vez, empezaron a proliferar cantidad de revistas de historietas cuyo tema, de manera monográfica, era el porno, absolutamente hardcore hasta el extremo de resultar, en ocasiones, hiriente, y que mostraban un erotismo chabacano, vulgar y desmedido provocado, sin duda, como reacción a los cuarenta años previos de represión. Se trataba de una forma transgresora de protestar contra “lo establecido” haciendo hincapié en un tema tabú como lo era la sexualidad y dejando a un lado otro tema tabú, que era la política y que resultaba mucho más delicado. Ya de paso, los humoristas gráficos, nos afanábamos en poner en aprietos a los funcionarios del Ministerio de Información y Turismo y les volvíamos locos abriéndoles múltiples flancos a lo que ellos respondían con el cierre y secuestro de revistas y citándonos ante los tribunales de justicia.

Ediciones Amaika, fundada en 1973, fue una de las más importantes de la época en ese tipo de contenidos durante cerca de 25 años. Revistas como El Papus o El Puro se especializaron en la sátira y el humor político, mientras que revistas como el Hara Kiri, Humor Sexy, El Cuervo y otras, dedicaban la totalidad de sus páginas al humor sicalíptico, al destape y al sexo explícito. Tras el atentado terrorista que sufrió la redacción de la revista El Papus, algunas de las cabeceras del sello Amaika; el Hara Kiri, por ejemplo, pasaron a manos de Ediciones Iru que a su vez creó revistas nuevas como La Judía Verde y con idénticos contenidos.

Pues bien; en medio de ese clima de desmadre y desconcierto; en esa España en la que te metían una bomba por dibujar un chiste, y en un periodo de transición mal resuelta, un joven humorista con ganas de decir la suya empezaba a meter las narices en las editoriales y de la mano del editor Carlos Navarro, Ediciones Amaika fue durante un tiempo mi hogar.

Os paso el enlace de una entrevista que he concedido a Tebeosfera y en la que se habla detalladamente de esa época, de lo que los editores nos pedían a los dibujantes y de qué fue, según mi punto de vista, aquel fenómeno de utilización de la feminidad, así como de su sexualidad, en aquel tipo de revistas que no existieron antes de 1973, pero que hubo que inventarlas... para bien o para mal.

También os pido que os detengáis con cariño por las diversas secciones de la revista digital Tebeosfera y que contiene un valiosísimo material de documentación y divulgación sobre el mundo del cómic. Un trabajo digno de elogio y que personalmente, agradezco a todos los que la hacen posible.