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viernes, 28 de marzo de 2014

“Ahí viene!”

Mark Twain, en su novela “Roughing It”, narra el viaje que realizó desde Misuri a Nevada  en busca de fortuna y en plena época de la fiebre del oro, y cuenta también como a lo largo de su ruta en diligencia, y al grito de “Ahí viene!” lanzado por el conductor, los viajeros asomaban sus cabezas por las ventanas del carromato para observar al veloz jinete de la compañía de correos Pony Express que pasaba ante ellos al galope tendido, les saludaba con la mano y desparecía a toda velocidad por el horizonte del desierto. Mientras, los viajeros, le animaban con aplausos, gritos de ánimo y boquiabiertos al ver a la asombrosa velocidad a la que se desplazaba. Contaba Mark Twain, que: “de no ser por las huellas del caballo impresas en la arena después de que la visión hubiera desaparecido como un relámpago, podríamos haber dudado si habíamos visto de verdad a un hombre a caballo, ya que todo era tan repentino que más bien parecía un destello irreal de la imaginación”.

Obviamente, entre mis lecturas de infancia en los años 70 y las películas del Oeste de los sábados por la tarde en la tele, de mayor... yo quería ser un jinete de la Pony Express.

Por entonces yo era demasiado pequeño, así que me limitaba a jugar con mi fuerte y mi diligencia de la Wells Fargo de la casa Comansi, y siempre, entre mis indios y vaqueros de plástico, había uno que era el encargado de repartir mensajes, paquetes y correos y que se trataba –ni más ni menos- que del veloz jinete de la Pony Express.

También es cierto que cuando ya tuve una edad; pero interesado siempre por todo cuanto aconteció en el Far West, leí un cartel en una vieja revista norteamericana de la época (aproximadamente del 1860) en el que se solicitaba a jóvenes que quisiesen trabajar en la compañía y en el cual se exigían los siguientes requisitos: “Jóvenes enjutos y fuertes, menores de 19 años, jinetes expertos y dispuestos a jugarse la vida todos los días. Preferentemente huérfanos”, y todo eso por 25 Dólares a la semana. Glubs! La Pony Express ya no existía porque desapareció en 1960 después de 100 años de servicio, pero aún y así... creo que no hubiese echado la solicitud.

Además, para que nos vamos a engañar, cuando por Navidad venía el cartero a casa a entregar su tarjeta postal y a pedir el aguinaldo, toda la épica de esos hombres duros, robustos y que cruzando a caballo desiertos y praderas forjaron la leyenda del fuerte individualismo norteamericano... se esfumaba en el acto. Aquel señor de uniforme azul, con gorra y cartera cruzada llena de cartas y al que mi yaya Lola despachaba dándole un par de duros, no tenía el menor aspecto de jugarse la vida todos los días enfrentándose a forajidos, salteadores de caminos ni a indios hostiles. Como mucho, los carteros que iban en bicicleta, tenían que acelerar un poco los pedales ante la ocasional persecución de algún perro que anduviese suelto por el barrio, pero poca cosa más.

Actualmente dicen que internet y las tecnologías lo pueden todo, pero curiosamente, cuando nos vemos en la necesidad de mandar un paquete, no nos queda otra que reclamar los servicios de alguna compañía de mensajería. Personalmente, mi trabajo, que consiste en escribir textos o realizar ilustraciones para editoriales, puedo mandarlo por correo electrónico o a través de Wetransfer, un servicio magnífico que por arte de magia y en ese mismo “destello irreal de la imaginación” con el que Mark Twain describía la velocidad a la que se desplazaban los jinetes de la Pony Express, mi trabajo pasa de mi mesa de trabajo a la de mi cliente, ya sea que se encuentre a escasas manzanas de distancia o en los Estados Unidos. Asombroso!

Pero a pesar de todo esto –y hasta que no sea posible escanear un paquete y literalmente, teletransportarlo-, deberemos recurrir a una empresa de mensajeros para que nuestros envíos lleguen a su punto de destino.

Eso sí... tanto si se trata de envíos nacionales, como de envíos internacionales, siempre existe alguna página web que nos permite, incluso, realizar una comparativa de las diferentes empresas de paquetería para que nuestros envíos puedan salirnos a mejor precio.

Así que, vale! Internet y las tecnologías lo pueden todo, pero hasta la fecha, siguen siendo necesarios, de algún modo... los chicos de la Pony Express.

miércoles, 5 de enero de 2011

Los Reyes son los padres


Fue Claudio Cebrian, y no otro, el cuellicorto cabrón que en una víspera al día de reyes de 1972, me soltó la milonga de que los reyes eran los padres.

Bien podría haberle atropellado un autobús al salir de su casa, o descolgársele sobre la cabeza una pieza de granito de 120 kilos proveniente de alguno de los muchos balcones en mal estado que habían por el barrio, pero no... Claudio Cebrian salió de compras con su madre al igual que hice yo con la mía, y tuve la mala fortuna de encontrármelo en uno de esos entrar y salir de las tiendas del Poble Sec.

Obviamente –yo que desde pequeño tengo una mente muy lógica- no creí una sola palabra de lo que me dijo ese soplapollas. Era absolutamente imposible que mis padres fuesen los reyes, ya que en un piso tan minúsculo como en el que vivíamos... no existía forma humana de camuflar a tres camellos; a duras penas era posible compartir espacio con mi hamster. Y Baltasar? Quién coño era Baltasar según Claudio Cebrian?... Mi abuela? Ja!...

No obstante, Claudio Cebrian ya sembró por siempre más la duda, y desde entonces hasta día de hoy, me sigo cuestionando sí algo de razón o no había en sus palabras.

La cosa es que mi hija de ocho años, ayer mientras cenábamos, comentó que en clase antes de las vacaciones de Navidad, una niña les había contado a un grupo de amigas que los reyes eran los padres. Sinceramente creo que Herodes no terminó su trabajo en el día de “la matanza de los inocentes”, alguien debería reclamar por ello.

Acaso no vemos durante estas fechas a sus Majestades los Reyes Magos en los telediarios? Nos mienten los programas informativos?... Bien es cierto que en las diferentes cadenas de televisión en las que aparecen Melchor, Gaspar y Baltasar no parecen ser los mismos, pero eso quizá sea porque la cara les cambia debido al cansancio que arrastran con eso de trasladarse en camello desde Oriente; que digo yo... A día de hoy? Por qué no toman un avión? También me mosquea que Baltasar a veces parece un blanco pintado de negro, pero vaya usted a saber... con eso de que son magos... cualquier cosa es posible.

Sea como fuere, lo que está claro es que a pesar de que actualmente vivimos en una sociedad un tanto convulsa motivada por una supuesta crisis que parece no tener fin. A pesar de los sindicatos que nos han hecho creer que vivimos en un “estado del bienestar”, o de los bancos que nos han hecho creer con sus préstamos que éramos clase media, y a pesar de que lo que somos, y en realidad hemos sido siempre, ha sido pobres... esta noche los reyes llegarán a todos los hogares, con más o menos regalos, con mayor o menor ostentación, pero repartiendo alegría a los más pequeños, y espero... que a los mayores también.

Yo me he pedido un montón de cosas, así que... Jódete Claudio Cebrian!

sábado, 6 de noviembre de 2010

Chuletas, exámenes y copiotas

Ayer mi hijo salió de la escuela algo más pronto de lo normal, así que antes de ir hacia casa, decidió pasar a buscarme por mi estudio. Le gusta merendar conmigo y contemplar como dibujo. Dice que será dibujante como yo. Vaya... que no voy a conseguir hacer de él un hombre de provecho.

—Qué tal te ha ido el examen? —Le pregunté.

Los adolescentes rara vez responden con un “bien” o con un “mal”... o con un “si”, o un “no”, y mira que acostumbran a ser monosilábicos en general, pero ante preguntas que requieren un monosílabo como respuesta, se limitan a poner cara de como que la cosa no va con ellos.

—Te pregunto que qué tal te ha ido el examen.
—OooOh... Bueno... No era un examen, era un control que no hace media con la nota de final del trimestre.
—Vaya... que te ha ido mal.
—No que va!... al Ferrán le ha ido mal, pero a mi no. Y eso que él ha contestado todas las preguntas.

Llega un momento en el que un padre no sabe si su hijo le está tomando el pelo, o si sencillamente es que en el reparto genético sólo el padre ha tenido influencia sobre el nuevo ser y su madre se ha limitado a parir, pero no ha repartido ni una sola de sus neuronas.

—Vamos a ver hijo... eso quiere decir que tu no has contestado todas las preguntas... Y al Ferràn... le ha ido peor que las ha contestado todas?
—Bueno... es que algunas se las ha inventado... y eso.
—Entonces... las que has contestado tu... Estaban bien?
—No todas, me he inventado alguna.

Imagino que un hijo detecta cuando un padre está a punto de pasar de morderse los labios a la fase siguiente y que consiste en morderles a ellos un ojo, así que inmediatamente tratan de poner enmienda al asunto.

—Pero vaya... tranquilo papá, que me ha ido bien. Eh?
—... Bien?
—De lujo, de veras.

El caso es que ayer fue uno de esos días de conversación paterno-filial. Dejé el lápiz sobre la mesa de dibujo, me quité las gafas y me recliné sobre el respaldo de mi asiento. Él ya ponía esa cara de estar pensando: “Vaya... hoy es uno de esos días de conversación paterno-filial”, así que se acomodó en la silla, cruzó las piernas y me miró con expresión de: “Dime papá... que yo te escucho”.

—Verás hijo. Tienes que hacer lo posible para prepararte bien para el futuro. Pronto vas a tener que empezar a decidir qué quieres hacer y para ello vas a necesitar una buena media en tus notas, o de lo contrario... terminarás dedicándote a una mierda de trabajo de esos en los que uno no sirve para nada... qué se yo... ministro o algo así. Debes esforzarte para intentar conseguir un empleo que sea productivo y que por encima de todo te haga feliz. Entiendes.
—Si claro... entiendo.
—Entonces? Qué piensas hacer para mejorar tus notas?
—Mmmmm... verás. Hoy Ferràn y yo hemos visto en E-Bay un reloj que mola. Tu escribes con el Word el temario que entra en el examen y a través de USB lo pasas al reloj, y en el examen... lo puedes utilizar como chuleta.

Total... que uno ya no sabe si los hijos son absolutamente idiotas o si su sentido práctico está por encima de todo límite. Lo que está claro es que la decisión que había tomado mi hijo estaba clara; antes que estudiar... gastarse 35 Euros y comprarse el reloj chuleta.

Inevitablemente me remonté a mi época de estudiante y recordé que en aquellos años 70’s las chuletas –rudimentarias en ésa época- eran el pan nuestro de cada día. Por lo menos yo recuerdo pocos exámenes a los que me presentase sin chuleta, que además, había sido cocinada durante la noche anterior y a toda prisa en un último intento de hacer cualquier cosa para conseguir una nota decente, ya que de estudiar, en mi caso... nada de nada.

Vale... hay quien dice que no ha hecho nunca chuletas ni ha copiado jamás en los exámenes. Conozco a algunos, pero son los mismos que no se han pillado nunca un buen pedo, que no fuman y que no dicen tacos; es decir... personas que sin duda tendrán inconfesables vicios aún peores y que a día de hoy han llegado a ser beatos clérigos, banqueros o ministros, o sea... parásitos absolutamente inútiles; que de todo tiene que haber.

Desengañémonos, las personas sanas suelen tener cientos de vicios, confesables la mayoría de ellos, pero... líbreme Dios de los castos ya que de ellos será el reino de los cielos. Un reino lleno de vicio insano... seguro.

Obviamente las chuletas son anteriores a los 70’s. No fuimos los de esa generación los que inventamos el método que ha dado al mundo a médicos, abogados, psicólogos, historiadores, periodistas, etc, con una formación más bien escasa, pero con un elevado grado de habilidad a la hora de deslizar la mirada –sin ser vistos- sobre un minúsculo pedazo de papel repleto hasta reventar de ínfimas letritas. No obstante, y a pesar de no haber sido los creadores del método, fuimos la última generación que utilizó hasta la saciedad las más rústicas formas de chuletas. Más tarde, justamente en la generación posterior, la chuleta de toda la vida se empezó a convertir en un elemento tecnológico al que podríamos denominar: la chuleta 2.0. Pero sin duda, la gracia, la tenían esas chuletas prehistóricas y setenteras que a continuación, pasaremos a enumerar:


La tatoo chuleta

En los 70’s llevar un tatuaje era símbolo exclusivo de reclusos, de legionarios, o de prostitutas que superaban los cincuenta años; no como en la actualidad que se ha convertido en un elemento imprescindible estampado en las pieles de futbolistas y modelos, y por extensión, de cualquiera que quiera ir “a la moda”. El tatoo ha pasado de ser algo sintomático de personas de barrio, a ser de lo más fashion de la muerte.

Así que en aquella época, cuando uno de nosotros llevaba un tatoo, de lo que se trataba en realidad, era de la fórmula de una ecuación de segundo grado escrita con boli, o en la palma de la mano, o en los muslos de aquellas compañeras de clase con las que siempre queríamos sentarnos en un día de examen, y no para copiar, sino para verles el muslamen cada vez que arremangaban su falda para echar una miradita a su tatoo chuleta. Cualquiera se concentraba en las respuestas con semejante paisaje.

La tatoo chuleta en la palma de la mano tenía un inconveniente insalvable, y era que debido a los nervios ante la posibilidad de ser pillado por el profe, la presencia a nuestro lado de la compañera mostrándonos cacha, y la incapacidad nuestra por haber aprendido de memoria una sola respuesta del examen, las manos empezaban a sudar y cualquier apunte tomado en ellas se convertía en inteligible, con lo cual debíamos pasar al plan B, que era el de mirar las piernas de la compañera apartando de nuestra mente cualquier pensamiento impuro y tratando, única y exclusivamente, de leer las respuestas escritas en ellas. Lo bueno era que podíamos pedirle a nuestra vecina que se subiese la falda para echar un vistazo, sin recibir un tortazo a cambio. O eso, o presentarnos con falda en clase, algo que hubiese puesto en entredicho nuestra virilidad, a excepción dada de los Erasmus que pudiesen venir de Escocia; cosa que en aquellos tiempos, creo que ni existía.

La chuleta tradicional

El papelito minúsculo lleno de letras más minúsculas todavía y que dio lugar a una generación de miopes que forzamos la vista sobre nuestras chuletas y sobre los muslos de nuestras compañeras.

Este tipo de chuleta era bastante genial ya que era perfectamente camufable en la palma de la mano o pegada con cinta adhesiva a la parte trasera de la calculadora (en los exámenes de mates o de física... claro está). Ofrecía además la ventaja de ser una chuleta solidaria; es decir... que cuando uno ya había sacado todo su provecho de ella, la podía pasar a cualquier compañero cercano para que la aprovechase también, y no solo eso, terminado el examen la podías vender o prestar a cambio de algún cromo del álbum de Star Wars.

Cabe destacar que era necesaria una especial habilidad para sacarla del bolsillo, esconderla estratégicamente y utilizarla sin ser visto. Todo un subidón de adrenalina.


La chuleta pergamino

Aquí ya empezábamos a sofisticarnos. Existía “la chuleta pergamino simple” que consistía en un papel alargado en su verticalidad, repleto de información de arriba a abajo y enrollado con esmero de modo que quedase muy apretadito. En un examen podías desenrollar la chuleta sobre la palma de la mano, y ante la presencia cercana del profe, la soltabas y ella sola volvía a enrollarse convirtiéndose en invisible. Era necesaria cierta pericia, pero nada que no se consiguiese empleando un buen tiempo en hacer prácticas. Seguro que era mejor practicar el enrolle y desenrolle de la chuleta antes que utilizar ese tiempo en el tedioso menester del estudio.

La otra variedad era “la chuleta pergamino doble”, y se trataba del mismo principio, pero con un alto grado de sofisticación. Consistía en un papel alargado también, pero enrollado desde sus dos extremos hacia el centro y formando dos cilindros yuxtapuestos y atados con un hilo que pasaba por el interior de los dos cilindros, que los mantenía unidos y que permitía que con los dedos pulgar e índice, uno de los cilindros se pudiese deslizar sobre el otro; es decir, que podíamos acceder a toda la información de la chuleta sin necesidad de desenrollarla, sino deslizándola en una técnica parecida a la empleada en las viejas películas del Cine Nic.


El boli Bic tallado

Gran chuleta que demostraba que los de la generación de los 70’s ya estábamos por la labor de ser hombres de futuro capaces de estrujar nuestras meninges en una técnica que combinaba a la perfección el morro más absoluto, con la paciencia y, por qué no decirlo... con el propio arte.

Se trataba de tallar el boli en toda su longitud y por todas sus caras con respuestas susceptibles de aparecer en un examen, para ello se utilizaba la punta de un compás y un esmero artesanal que convertía al famoso boli Bic en un pozo de ciencia y sabiduría, a la par que en una auténtica y genuina obra de arte.

Existía una variante más cutre que se basaba en el principio de “este boli es mío”. No eran pocos los que escribían su nombre en un papelito y lo colocaban en el interior del boli Bic, enrollado en el plástico de la mina y protegido por el canuto que le servía de cuerpo al boli; cuerpo que se utilizaba también como cerbatana con la cual arrojar granos de arroz. Eso permitía que todo el mundo supiera quien era el propietario de ese boli (únicamente válido para el Bic cristal, ya que el Bic naranja tenía el cuerpo opaco). De manera que bajo ese mismo principio, algunos aprovechaban la época de exámenes para escribir en el papelito que antaño llevó su nombre, la lista de los reyes Godos o similar, pero como digo... era muy, pero que muy cutre.

Y ya para terminar con las chuletas rústicas, nos encontrábamos con la típica que utilizaban los que nunca hacían chuletas:

El libro

Mucho más cutre y peregrina que el papelito en el interior del boli Bic, ya que consistía en ir al examen lo suficientemente preparado como para no tener que copiar, pero a la hora de la verdad... convertirse en simples mortales tratando de abrir el libro mediante numerosas técnicas: o bien colocándolo torpemente sobre el regazo, o sacándolo disimuladamente del cajón, o dejándolo en el suelo y tratando de abrirlo con la punta del pie. Los que utilizaban esta técnica siempre eran descubiertos tarde o temprano por razones obvias: el libro era demasiado grande, nada comparado con los trabajos de miniaturista que hacíamos los expertos, así que su escasa manejabilidad terminaba por delatar a los infractores tras la estrepitosa caída del libro al suelo, o peor aún, por culpa del clamoroso “Clap!” que se escuchaba cuando alguien intentaba cerrarlo de golpe cada vez que se acercaba el profe.

Ya en los ochenta empezó a aparecer la imparable tecnología y a hacerse un importante hueco en el mundo de las chuletas. Un ejemplo claro fue el pinganillo espía, o el boli con chuleta extensible incorporada. Y a día de hoy el reloj MP4 que permite cargar, por medio de un cable USB, imágenes, música, videos y como no... textos, o lo que es lo mismo, poderosas chuletas que nos llevan a la ciencia ficción.

Vaya si las hubiésemos tenido nosotros!

El caso es que no voy a darle los 35 Euros a mi hijo para que se compre el reloj en E-Bay, así que si quiere aprobar sus exámenes... deberá echar mano del cascoporro de chuletas rústicas que he listado en esta entrada, o dedicarse a estudiar.

Aunque bien pensado... me gustaría que mi hijo fuese de esos que tiene vicios perfectamente confesables.

Finalizo esta entrada con una imagen de Sarah Palin. Mujer nacida en el año 1964 y que en el 2008 fue anunciada como la candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos por el partido republicano. Una mujer de su tiempo y de la generación de los chuleteros rústicos por excelencia que prescindíamos de artilugios mecánicos o digitales del estilo de la chuleta 2.0 y que mostró a todo el mundo cómo se debe hacer una chuleta como Dios manda aún y viviendo en la era de los pinganillos, los cue y demás cachivaches.

Lamentablemente, y quizá por eso de que es republicana, optó por la opción más conservadora y no sé si se le borró con el sudor de la palma de la mano o no, pero sus aspiraciones políticas se vieron frustradas, a pesar de que por lo visto, amenaza con volver.

Seguro que esta chica, aún y con chuletas en sus discursos y ruedas de prensa... fue una estudiante con notas brillantes y que no copiaba en los exámenes. De ahí que no haya tenido más remedio que dedicarse a una labor tan poco productiva como la política.

lunes, 4 de octubre de 2010

A matar marcianos!

Esta mañana, el Facebook, me hacía saber que mi amiga Maria había encontrado finalmente su consola PSP tras buscarla durante algunos días por entre las cajas de algún que otro armario, o por entre medio de los almohadones del sofá que siempre fagocitan cosas como mandos a distancia, paquetes de tabaco, encendedores, etc. No sólo me he alegrado de que por fin Maria recupere su PSP y pueda añadirla al resto de consolas que colecciona desde los ochenta, sino que además, la noticia me ha dado el empujoncito necesario para publicar esta entrada que ya hace algún tiempo tenía en mente.

En casa de cualquiera de nosotros –y no es absolutamente necesario que tengamos hijos- seguro que debajo del televisor del salón hay una buena consola en la que poder echar una partida a casi cualquier cosa; participar como soldado de la 101 Airborne en un de las brutales contiendas que tuvieron lugar durante la II Guerra Mundial, practicar todo tipo de deportes sentados desde nuestro sofá, o a lo sumo blandiendo un mando con nuestras manos mientras tenemos la boca llena de sándwich de jamón york y queso; es más, seguro que realizamos algún trayecto de metro o de autobús con nuestro teléfono móvil en mano y participando de alguna partidita del Prince of Persia o similar. Y bueno... Qué me dicen de los días de oficina jugando al busca minas de Windows, al solitario, o bien accediendo a cualquier página web que nos permita descargarnos juegos online y aprovechando esas aburridas horas de trabajo para echar un buen rato durante parte de la mañana o de la tarde?


Sea como sea, el caso es que a día de hoy podemos jugar a cualquier cosa, a todas horas, en cualquier lugar y disfrutar de unos gráficos espectaculares y de una jugabilidad formidable en la que, ni tan siquiera es necesario llevar una moneda de cinco duros para introducir en la rendija de una máquina de marcianos ubicada en algún bar o salón recreativo. Recuerdan el “Insert Coin”? fatídico mensaje que además de que reducía al mínimo nuestra paga, nos proporcionaba sólo tres vidas que no daban ni para media hora de juego, ni a los más expertos.

En aquellos años 70’s los videojuegos irrumpieron por primera vez en nuestras vidas y algunos tuvimos el gran privilegio de poder jugar, en vivo y en directo, con los juegos pioneros de lo que, a día de hoy se ha convertido en un mercado que mueve cifras millonarias superiores a las de las más importantes productoras cinematográficas Hollywoodienses. Quién nos iba a decir a nosotros que aquellas máquinas que se hallaban en todos los bares, con sus joysticks, sus botones, las rendijitas en las que introducir las monedas, y esas pantallas que nos mostraban unos gráficos de lo más simple, iban a formar parte de una de las mayores formas de ocio de la actualidad.

La media hora del bocata a media mañana se convertía en el momento más deseado del día. Salíamos de clase y nos apresurábamos para llegar al bar de siempre y empezar con la excitante labor de “matar marcianos”. Consumíamos un Cacaolat o una Coca-Cola, pero nunca, ningún dueño de ningún bar nos exigió consumir más o comprar el bocata en su establecimiento en lugar de traerlo de casa. Para qué? Dejábamos una fortuna en las máquinas mientras que el camarero podía repanchingarse a leer el periódico o a prepararle un café a algún que otro cliente ocasional.

Hay que reconocer que los videojuegos, esos valientes pioneros que nos deslumbraron en aquellos años, nada tenían que ver con la espectacularidad de los juegos actuales. Realmente eran la más mínima expresión en casi todo: músicas simples que apenas superaban las cuatro o cinco notas, graficos de una estética minimalista, pantallas sin interminables scrolls, sino más bien estáticas y con pocas posibilidades más de lo que a simple vista se observaba, pero su poder adictivo era tremendo.

Seguidamente les muestro algunos de los videojuegos más importantes de la época:

El Pong (Atari-1972): Se trató de uno de los primeros en alcanzar un gran éxito recreando una partida de Ping-Pong. Cabe destacar que el mundo del videojuego nació esencialmente para la creación de consolas caseras fabricadas de la mano de la empresa Atari en los 70’s, y que acto seguido se implementó el sistema en salones recreativos y en las populares máquinas de marcianos. Personalmente jamás tuve ninguna de esas consolas, pero si recuerdo haber jugado al Pong en casa de algún amigo, y en su máquina... que parece que se me quiere dibujar en la memoria como un artefacto bastante grande y de un diseño no demasiado atractivo.


Space Invadres (Taito Corporation-1978): Diseñado por el japonés Toshihiro Nishikado y que supuso la revolución de los videojuegos y el inicio de lo que actualmente se trata de una floreciente industria. El Space Invaders que yo recuerdo nos presentaba sus gráficos en dos colores: blanco y verde, pero también llegué a jugar con otro que iba haciendo que los marcianos cambiasen de color a medida que descendían hacia nuestra nave. El truco, no obstante, no estaba en el juego en sí, se trataba de la pantalla de la máquina recreativa que estaba tintada de diferentes colores creando un efecto... revolucionario en aquellos tiempos!


Gunfight (Midway-1975): Un juego que emulaba los duelos entre dos pistoleros del lejano Oeste, pero que entre medio de ambos oponentes interfería la presencia de algún que otro cactus en las primeras pantallas, y luego, la acción se iba complicando con la aparición de carretas y otros elementos que hacían complicada la labor de acabar con el maldito forastero. Recuerdo que quizá no era el más popular comparándolo con Space Invaders, pero concretamente en este yo me dejé una buena pasta, y como no... un montón de horas.



Asteroids (Atari-1979): También se hizo muy popular, y actualmente sigue desarrollándose su tecnología en muchos de los juegos que podemos encontrar online y creados a través de Flash. La virguería fue concebida y diseñada por Lyle Rains y programada por Ed Logg. La sensación de ingravidez y de inercia que se sentía al “pilotar” la nave en el intento de ir destruyendo los asteroides, le convertía en un juego especialmente adictivo.




Pac-Man (Namco-1980): El popular juego de los “comecocos” y el primero en separarse de las temáticas de deporte y acción para presentarnos un nuevo género más metido en lo humorístico, y acaparando la atención también de los más pequeños y del sector femenino. Pac-Man desbancó la supremacía mantenida hasta entonces por Space Invaders y se llegó a convertir en el videojuego más popular a nivel mundial, con la nada despreciable cifra de 193.822 máquinas vendidas entre 1981 y 1987. además... este ya era en color!, pero es que claro... estábamos ya en los 80's.


A estas alturas es imposible negar que la industria del videojuego se halla en un estado de salud formidable, y que cada nuevo juego sorprende por su calidad gráfica y por la complejidad en la trama de algunas de sus elaboradísimas historias. No obstante... algo se ha perdido con la manera de “matar marcianos” de hoy en día con respecto a la manera de matarlos en los 70’s. Se trata del sentido de dos simples palabras que por entonces eran de una importancia vital. Me refiero al lapidario “GAME OVER”; nos dejaba helados, con la miel en los labios. A punto de liquidar al terrible enemigo que nos daría acceso al nivel superior, pero no... para seguir intentándolo había que meter cinco duros más o dejarlo para el día siguiente. El Game Over era frustrante y demoledor, tanto que incluso nos sabía a derrota, y no eran pocas las ocasiones en las que esas dos palabras nos servían para ver la hora que era y percatarnos de que ya se nos había pasado la hora de matemáticas, y que encima... llegábamos tarde a la clase de latín.

Quieran que no, hoy en día esto de tener vidas ilimitadas... como que no mola.

Así que: GAME OVER ;-)

sábado, 25 de septiembre de 2010

Desde el 78... otra Huelga General

Desde el año 1978 el gobierno español reconoce el derecho a la huelga, y así lo recoge el texto del artículo 28.2 de la Constitución española; esa constitución que se hizo para salir del paso y para iniciar una etapa de transición, pero a la que no hay quien le haga modificación alguna o le añada enmiendas.

Así pues, desde el 78, nos encontramos en un Estado de Derecho que, entre otros derechos fundamentales, recoge el de todo trabajador a sindicarse y a declararse en huelga con la limitación de respetar unos servicios mínimos y esenciales para la comunidad.

De modo que la que se prepara para el próximo día 29, en la esperada por unos y temida por otros Huelga General, se trata, sin duda, de un derecho natural recogido por la citada Constitución española y de la cual ya se echó mano en diversas ocasiones con anterioridad, como por ejemplo la del 1985 contra la reforma de las pensiones; aunque la más sonada fue la del año 1988 en contra de una importante reforma en el mercado laboral que impulsó el gobierno de Felipe González, amén de otras huelgas generales convocadas durante el 1992, 1994, 2002 y 2003 en contra de la reforma del subsidio de desempleo, contra la reforma laboral o en contra de la participación de España en la guerra de Irak.

No considero al actual gobierno español culpable de la situación de crisis económica que está zarandeando al mundo entero, pero sí considero que las decisiones tomadas por los responsables políticos no han sido, quizá, las más adecuadas para hacer frente a un problema que aún está lejos de tener una solución, y que en cuanto a lo que a trabajo y empleo se refiere, anuncia mayores desastres para el próximo año.

En esta línea secundo, en esencia, el sentir de los trabajadores en su necesidad de declararse en huelga para exigirle a un gobierno que se hace llamar “socialista y obrero”, que preserve unas garantías laborales y salariales plenas, absolutamente justas y que deberían prevalecer por encima de las épocas de “vacas flacas”. Los recortes, en caso de que sean necesarios, no deberían afectar jamás a personas que dependen de que alguien les de un empleo, y que... vamos a decir que en la mayoría de los casos... se esfuerzan por la buena productividad de las empresas en las que trabajan.

Ahora bien, entiendo que ese derecho que tienen los trabajadores debe ser un derecho con la naturaleza que debería tener todo derecho; es decir... un derecho recíproco, multilateral y que respete las decisiones que pueda tomar cada individuo de un modo legítimo para hacer frente a sus diferentes situaciones ante la vida; o bien para no secundar la huelga y mantenerse en su puesto de trabajo por la razón que sea y sin coacciones por parte de piquetes sindicales, o para participar... activamente (¿) de la huelga sin ser coaccionado o amenazado con sanciones o despidos por parte de ningún empresario.

A estas alturas, pocas cosas hay que me den especialmente miedo, pero me disgustan las coacciones vengan de donde vengan.

En mi caso particular –y permítanme que me exprese en términos personales-, no temo que ningún empresario me coaccione o amenace, ya que como muchos profesionales autónomos, me rijo por el libre albedrío y actúo en función de lo que considero más oportuno en todo momento para el buen funcionamiento de mi actividad laboral. Tampoco les temo a los piquetes... “informativos” ni a su contundente y no pocas veces violenta manera de “informar”, ya que difícilmente subirán a mi ático para obligarme a dejar mi puesto de trabajo y unirme a “la lucha obrera”.

No obstante, me disgusta pensar que el propietario de la pequeña tienda de ultramarinos de la esquina, se vea obligado a cerrar su comercio el día de la huelga por culpa de un grupo de piquetes, que por más que los sindicatos se empeñen en negar la evidencia, no se limitan a su tarea informativa, sino que actúan de modo expeditivo ante la negativa del comerciante que bastante tiene con hacerle frente a las grandes superficies, a los comercios de chinos que proliferan como setas, a los impuestos que paga por mantener su chiringuito, y a los proveedores que cada vez dejan menor margen de beneficio comercial. El pequeño propietario de una tienda, el taxista, o cualquier profesional autónomo necesita tener su negocio abierto ya que no habrá sindicato ni asociación alguna que cubra las pérdidas de ese día, ni los desperfectos que puedan ocasionar en su local comercial esos piquetes armados con bates de béisbol, pese a la presunta intención de informar.

Los profesionales autónomos, freelances, o trabajadores por cuenta propia siempre hemos supuesto un pequeño lío para las asociaciones sindicales que no saben aún si considerarnos pequeños empresarios o trabajadores, y como consecuencia de ello... no saben si deben representarnos de algún modo o echar a correr ante nuestro grito de guerra a lo Braveheart de: “Podrán quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán la libertad!!”. Algunos sindicatos ven como muchos de estos profesionales se alían con la patronal clásica, otros construyen sus propias organizaciones representativas, y otros, que no nos sentimos representados más que por nosotros mismos, seguimos a nuestra bola para mayor ira de los mencionados sindicatos que no logran convencernos de que el Estatuto de los Autónomos firmado en el 2006, e impulsado por la UPTA (Unión de profesionales trabajadores autónomos) es la solución para nosotros, una solución encabezada por la UGT que aún no se ha enterado de que los intereses de un empleado, poco o nada tienen que ver con los de un profesional.

Así que del mismo modo que entiendo y respeto la Huelga General como medida (equivocada o no) para defender los derechos de los trabajadores, me gustaría pedirle a los piquetes informativos y a los sindicatos, que respeten y entiendan que un empleado que quiera pensar por sí mismo, un profesional o pequeño empresario no tiene porque secundar sus huelgas, o que en cualquier caso, tiene derecho a ejercer lo que libremente le demande su conciencia.

Espero y deseo que la Huelga General de este, cada vez más próximo 29-S, sea en beneficio de una mayoría. Aún y así, yo estaré en mi ático trabajando, y que sepan los piquetes que también tengo un bate de béisbol... para informarles de lo que no entiendan ;-)

lunes, 26 de abril de 2010

A vueltas con las dos españas

En realidad yo siempre había pensado que eran tres, ya que para las clases de geografía del señor Villa, nos hacían comprar unas plantillas de plástico en las que claramente aparecía una España formada por los ríos, otra por los sistemas montañosos, y una tercera con las diferentes comunidades autónomas englobadas en la cosa esa de “la grande y libre”. Claro... Qué diablos iba yo a entender cuando oía decir eso de... las dos españas?

Tuvieron que pasar unos años para que me enterase de que dicha cuestión venía de viejo... de muy viejo. Al parecer la cosa viene de 200 años atrás y de la época de la Guerra de la Independencia en la que España se partió en dos mitades; una compuesta por los partidarios de la constitución de 1812, llamados constitucionalistas (divididos entre ellos ya que al parecer, algunos estaban extremamente afrancesados), y la otra España la formaban los absolutistas que reclamaban el poder absoluto y el regreso del monarca Fernando VII. Un Borbón a quien la historia ha puesto de un modo unánime como el puto culo.

Tras largas idas y venidas, fue la Guerra Civil la que enfrentó nuevamente a las dos Españas, y mientras que una (la de los vencedores) constituía la España oficial, la otra (la de los perdedores) formaba una España real sumida en la más oscura clandestinidad.

Parecía que todo se iba a arreglar a partir de 1975 y con la posterior llegada de la democracia, pero lo cierto es que desde entonces vivimos una situación que suele darse en todos los países divididos entre izquierdas y derechas, conservadores y progresistas, etc. Vaya... un descoloque del quince en el que el partido que queda en la oposición trata de hacer lo imposible para alcanzar el poder y recuperar esas sillas en las que tanto les gusta reposar sus peludos culos. En cierta ocasión leí una cita de un historiador (lamento no recordar su nombre, pero tampoco voy a buscarlo ahora), que decía que: “Los políticos deben ser bomberos y no incendiarios”, cosa que siempre olvidan y por culpa de lo cual se tiende a una desmedida crispación en la que como único lema parece que prevalezca aún eso del “divide y vencerás”.

El caso es que desde que tengo uso de razón (¿)... el fantasma de las dos españas ha sido la tónica general en este país: Una España ha estado formada siempre por gente de derechas, conservadora, católica, por hombres muy machos, mujeres muy femeninas y gente de orden. La otra la han compuesto los de izquierdas, progresistas, maricones ellos y bolleras ellas, descreídos y ateos. En lo único que han coincidido ambos ha sido en las grandes cantidades de dinero que se han llevado de las arcas públicas a la mínima que han tenido ocasión, pero por el resto, y si no tocamos el tema del parné... sin duda nos hallamos en medio de dos españas bien distintas.

Yo no puedo entender a una izquierda que cuando tiene la oportunidad de hacerlo bien... lo hace tan mal, de un modo tan populista y con un nulo sentido práctico. Ya que no nos engañemos... que los homosexuales puedan casarse, que las mujeres puedan abortar, que en el gobierno haya paridad entre machos y hembras, o que los soldados regresen de Irak (para luego, y una vez ganadas las elecciones, volver a mandarlos a la vez que reforzamos nuestra presencia en Afganistán una y otra vez), etc... eso no permite que ningún español pueda llegar a fin de mes, ni que el país se vuelva más productivista, ni que la industria de cualquier tipo se desarrolle y crezca el empleo. Tampoco entiendo a una derecha que se manifiesta constantemente para negar la posibilidad de que a alguien se le conceda un derecho; sin ir más lejos... Una ley que permita que una pareja homosexual se case, o que permita que una mujer aborte, o que una pareja se divorcie, etc. Nada de eso obliga a nadie a casarse o a ser homosexual, ni a abortar, ni a divorciarse, luego no entiendo como con Obispos a la cabeza, la derecha sale a la calle emulando a los que ellos siempre han tildado de pancarteros. Joder con los putos clérigos que en lugar de hacer “obra social” se alían con la derecha a la que han estado unidos siempre, y con el único fin de negar derechos a colectivos ajenos.

La última es de sobra conocida por todos: la necesidad de un colectivo que quiere saber dónde cojones están sus familiares que perdieron la vida en la guerra con el deseo de depositarlos en un lugar en el que poder dejarles flores, enfrentados a otro colectivo que se niega rotundamente a remover nada. Quizá tengan miedo de que aún más mierda les salpique en la cara.

Lo que me intuyo, es que un país en el que unos ganan por poco más de diez millones de votos, mientras que los otros pierden por casi diez millones de votos... se trata de un país dividido casi al 50% y que lo que está pidiendo a gritos es que ambas españas lleguen a un acuerdo de una jodida vez, y que dejen de crispar un ambiente que hace que lamentablemente, esto de ser español... resulte una tarea agotadora.

En mi entorno, mis amigos de derechas siempre me han considerado un poco rojo, mientras que mis amigos de izquierdas me acusan de ser un poco facha. Creo que eso es bueno ya que me sitúa en tierra de nadie. Con ello no quiero decir que esté, ni de cerca, en posesión de la verdad absoluta o de la iluminación, ni en el matiz de gris justo y necesario entre los extremos del negro y del blanco, pero me reconforta eso de poder mirar todas estas cosas sin fanatismos y sin tener la necesidad de casarme con nadie hasta el punto de que me veo incapaz de depositar una papeleta en una urna. A fin de cuentas... si voy a una discoteca nadie me va a obligar a bailar con ninguna chica, y menos si todas son feas. Puedo salir y entrar de esa discoteca sin necesidad alguna de bailar siempre y cuando pague mi entrada. Del mismo modo puedo pasearme por este país y dar mi opinión sin necesidad de sentirme culpable por eso de haber participado en la comedia de que un culo peludo ocupe un asiento, para luego... tener que terminar arrepintiéndome de ello.

Y que nadie me venga con la jodienda de que si no voto no tengo derecho a quejarme. Perdonaaaaaa??? Pago religiosamente mis impuestos y eso, entre otras cosas, sirve para pagar los sueldos de los que gestionan este país y a los que la mayoría de gente, erróneamente, les llama “los que mandan”. Ni hablar... los que mandamos somos nosotros, los que votan y los que no votamos. Lo jodido es que nos han salido una mierda de empleados que no nos hacen ni el más mínimo caso, y así, seguiremos siempre en eso... en las dos españas.

lunes, 11 de enero de 2010

Quién no tiene un buen trancazo?

En los setenta, pasadas las fiestas navideñas, además de las resacas y de los estómagos castigados tras los atracones típicos de estas fechas, nos quedaban los resfriados, los catarros, las narices moqueantes y un frío considerable que nos hacía empalmar un trancazo tras otro hasta bien terminado enero.

Recuerdo un anuncio radiofónico de la época de una famosa tienda de Barcelona, que decía: "En mantas, colchas y juegos de cama, la Mallorquina tiene fama". Así que lo mejor para mitigar las bajas temperaturas y el entorno hostil que reinaba en el exterior, era permanecer sumergidos en nuestras camas dejando que apenas nuestra nariz sobresaliese por entre medio de mantas y almohadones.

Lo malo del caso era que no quedaba más remedio que sacar pecho y hacer frente a nuestras obligaciones. Más que nunca había que estar en forma para seguir trabajando y recuperarnos un poco de los gastos navideños que siempre fueron considerables y bastante por encima de las posibilidades de la gran mayoría. De modo, que a los resfriados, se les sumaban unas buenas jaquecas fruto de las preocupaciones que nos esperaban para recuperarnos del gasto, y que, por si fuera poco, a partir del mes de enero todo, absolutamente todo... era un poco más caro.

Ah!... Qué resulta que ahora es lo mismo? No me digan?

Mecachis... Pues antes había una solución para todo eso, en cambio ahora... pues no sé.



martes, 5 de enero de 2010

Día de Reyes

Esta madrugada, sus Majestades los Reyes Magos de Oriente, harán sus aparición triunfal en las casas de los niños españoles y dejarán los regalos a todos y cuantos se los hayan merecido; es decir... a todos, ya que aún no concibo la idea de que algún niño haya hecho algo tan tremendo como para no ser merecedor de amanecer por la mañana y de encontrar un buen surtido de juguetes con los que colmar algunas de sus ilusiones. Como mucho, algunos encontrarán dulce carbón junto a sus juguetes, así que espero haberme portado lo suficientemente mal como para encontrar algún pedazo también junto a los míos.

De modo que esta noche, y a lo largo de todo el día de mañana, tocará ser monárquicos y demostrarle a Santa Claus que aunque le dejemos transitar por estas fechas junto a nosotros, tenemos una tradición a la que no vamos a renunciar, ya que aunque no sea más que un día al año... los reyes sirven para algo!

A estas alturas ya todos hemos escrito nuestra carta y se la hemos entregado a los pajes reales; eso espero. A los rezagados decirles que sí no la han mandado aún, que luego no se quejen. No valen las excusas, siempre pueden imprimir y recortar la que les adjunto en esta entrada y darse prisa en mandarla, aún están a tiempo. Se trata de una estupenda carta ilustrada por Pere Massana, el ilustrador catalán de quien ya hablé en una entrada anterior. La realizó en el año 1969 y creo que fue una de las más tradicionales de nuestra infancia y que se podía conseguir gratuitamente en las jugueterías y librerías de toda España.

Así que ya saben: los zapatos de los niños deben estar llenos de turrón y frutos secos en la puerta de casa, junto a ellos, unos curruscos de pan y un recipiente con agua para los camellos, y tres copitas de vino dulce para que sus Majestades se remojen el gaznate. Ah! Y no se preocupen por nada más, los Reyes van en camellos y ningún guardia urbano les someterá a un control de alcoholemia.

Espero que los Reyes se porten bien con todos y que mañana, al despertar, no se encuentren ni con los típicos calcetines de rombos, ni con corbatas, o con pijamas de franela para pasar las noches de invierno. Espero de corazón que se encuentren con maravillosos juguetes ya que se trata de eso, de un día en el que todos, absolutamente todos, tenemos el derecho y casi, el deber, de ser un poco niños.

Les dejo el anuncio que quizá representa con mas fuerza el espíritu navideño. Se trata de un anuncio realizado en 1970 por la casa de juguetes Famosa y que a día de hoy sigue siendo un referente insustituible de la importancia que tienen los juguetes en estas fechas.

Para terminar, que se coman a gusto el roscón y a ver a quién le toca el haba; no me vayan a hacer los rácanos y a tragársela con papel albal y todo con tal de no pagarlo.

Feliz día de Reyes!!!!

Créditos de las imágenes: 1-2) carta a Sus Majestades los Reyes Magos ilustrada en 1969 por Pere Massana. Colección particular.



jueves, 17 de diciembre de 2009

La moda del Calentamiento Global?, pero... si eso viene de los 70!!

Como dijo Lao-Tsé, el filósofo chino fundador del Taoísmo: “Ve claro el que ve desde lejos; ve entre la niebla el que se implica y toma partido”.

Seguro que cada uno tiene sus causas individuales, personales e intransferibles, y que por ésas, merece la pena luchar y pelear hasta el final. No obstante, cuando dichas causas son mediáticas o multitudinarias, nunca están exentas de manipulación y “la causa” en cuestión no es más que un argumento secundario que servirá, sin duda, para lanzar como tema principal, alguna consigna en favor de un lado u otro de la balanza política, pero eso si, bien disfrazadito todo de causa social.

Si a eso le sumamos unas elevadas dosis de alarmismo, ya tendremos la causa perfecta para movilizar a diferentes grupos y para encauzarlos en la dirección deseada para cumplir ciertos objetivos.

La actualidad más rabiosa es la cumbre de líderes políticos en Copenhague para tratar de hallar soluciones a esa terrible y presunta enfermedad que padece nuestro planeta y que se ha dado en llamar “Calentamiento global” o “Cambio climático”. La última hora desvela que por el momento, no se ha llegado a ningún tipo de acuerdo. Cojonudo, no era de extrañar.

Pero lo cierto es que me muero de la risa cuando resulta que este “cambio climático” es, a día de hoy, rabiosa actualidad. Vaya por Dios con estos progres jovenzuelos que se quieren adjudicar ahora, desde hace poquitos años hasta la fecha, el invento de esa lacra que nos convertirá en seres mutantes, o que, en el peor de los casos... nos extinguirá como a los dinosaurios.

Pues no señores; del cambio climático ya se empezó a hablar en los años 70 como demuestra la imagen de la Vanguardia que les muestro en esta entrada. La noticia habla de una reunión en Ginebra de expertos mundiales en meteorología y con el fin de tratar el futuro climatológico de nuestro planeta. Vaya... que ya ven qué novedad lo de la cumbre de Copenhague. También (con imagen incluida) nos dice que los volcanes son los pulmones vitales de nuestro planeta, cuando a día de hoy, es sabido que precisamente los volcanes, tienen más consecuencias negativas sobre nuestra atmósfera que las que pueda causar una ciudad industrializada.

En los años 70, al igual que a día de hoy, la duda permanente giraba en torno a que si estos cambios climáticos irían produciendo paulatinamente un enfriamiento o un calentamiento global. No olvidemos que aunque la teoría del “calentamiento” gana enteros, aún son muchas las voces que nos avisan de un “enfriamiento”; o lo que es lo mismo... que siguen sin ponerse de acuerdo. Ni falta que hace.

Me da la sensación de que toda esta corriente de presuntos climatólogos apocalípticos nos quieren hacer formar parte de una nueva religión (en los 70 era información... ahora es como una secta), pero la mayoría de científicos, aunque no se les deje oír, no forman parte de esa corriente alarmista con la que algunos pretenden arrastrarnos a todos. Prefiero mirar desde lejos y quedarme con lo que la mayoría de la comunidad científica, sin ruido, sostiene, y que no es más que un cierto agnosticismo ante tanto ruido ecologista que en realidad, no oculta más que una maraña política que beneficiará a unos en perjuicio de otros... de los mismos de siempre.

Les dejo con este documental, que aunque fue emitido por la nada creíble Tele Madrid, en realidad fue producido en el año 2007 por la cadena británica Channel 4. Dicho documental no ha estado exento de críticas que han cuestionado y puesto en duda su veracidad, pero salvo alguna que otra manipulación bastante clara, a mi juicio, está también lleno de verdades como puños. De modo que tampoco nadie se lo vaya a tomar a pies juntillas como una verdad absoluta e innegable de que todo esto del calentamiento global es un timo. Sirva sólo de contrapunto a toda la información que a diario se nos hace llegar y en la que se nos acusa de que, para variar, somos los culpables de absolutamente todo cuanto sucede en nuestro entorno.

Y como no, y siguiendo con esa filosofía de observar desde lejos y de no tomar partido más que por causas propias en las que uno sólo se represente a sí mismo, déjenme terminar con otra frase de Lao-Tsé: “Observa todo lo blanco que hay en torno tuyo, pero recuerda todo lo negro que existe”.


Videos tu.tv

lunes, 15 de junio de 2009

Mami... Por qué lloras?

Pocos días después del 7 de agosto del 64 ( una buena cosecha ;-), me bautizaron, y ése... fue mi primer y último día de fe cristiana. Bueno... miento, ya que años después hice la comunión. Mis padres, en un intento de darme una educación “moderna” y “progre”, me preguntaron si quería hacer la comunión.

—Sergi hijo... Quieres hacer la comunión?

A lo que yo, para su sorpresa, respondí que si. Mi padre me pregunto que porqué, y mi respuesta fue inapelable:

—Por los regalos.

Que de saber por aquel entonces que los regalos iban a ser: unos cubiertos con mis iniciales, un servilletero con mis iniciales, un álbum de fotos nacarado con mis iniciales, media docena de pañuelos blancos con mis iniciales, un reloj con mis iniciales y una medalla de oro con una virgen y en su parte posterior... mis iniciales; a buena hora digo yo que si a eso de hacer la comunión.

Así que toda mi relación con Dios se reduce al día de mi bautizo y poco más. Creo que en 44 años jamás le he hecho la menor falta, y en caso de haberle necesitado yo a él... siempre he preferido prescindir de sus servicios, ya que no me mola nada eso de quedar en deuda con alguien que amenaza con un día del juicio final y que provoca genocidios del rollo: inundaciones, plagas y demás movidas que sinceramente... siempre me parecieron poco cristianas.

El caso es que en la foto de mi bautizo siempre me han llamado la atención esos tres personajes que me son de sobras conocidos y evidentemente... “familiares”.

Por una parte estoy yo que no sé ni de dónde me vienen, y ando con cara de no verlas venir. Imagino que se trata de una actitud normal en alguien que por aquel entonces pasaba sus días chupando teta, durmiendo, cagando y dando guerra por las noches. Bien pensado... Caramba!... tampoco he cambiado tanto!

Por otra parte, mi padre. El pobre está con cara de circunstancias, parece contento, pero siempre reconoció que él quería una niña. No obstante, me alegra ver esa actitud suya de estar conforme con el resultado del sorteo.

Y finalmente mi madre. Se puede saber por qué coño llora? Por qué está con ese puchero reprimiendo el llanto? Yo le he visto la cara posteriormente con el nacimiento de sus nietos; mis hijos!! Y nunca le he visto esa actitud de penitente con el moco colgando, al contrario... bien contenta y feliz estuvo ella sosteniendo en sus brazos a mis cachorros recién nacidos.

En todo este tiempo transcurrido le he preguntado en más de una ocasión a qué se debe esa actitud suya en esa fotografía y jamás he conseguido arrancarle, ni por misericordia, una reconfortante respuesta como: “De felicidad hijo. Lloraba de felicidad”. Ni hablar!

—Me dio por pensar en que de adolescente... pasarías un montón de horas encerrado en el lavabo —esa fue una de sus respuestas.

—Es que pensé en que a saber a qué especie de bruja tendría yo que hacerle buena cara el día que me presentases a tu suegra —esa fue otra.

—Bueno... Y qué quieres? A mi siempre me dio igual que fueses niño o niña, pero cuando te vi y me encontré... con eso... —no me negarán que esta es cruel.

—Mira Sergi, a mi ese día tu me importabas una mierda. Me jodió un montón que tu padre encargase el pastel de nata... con el asco que le tengo —esa la puedo entender, pero... me da en la nariz que tampoco lloraba por eso.

—Te me acababas de cagar encima y pese al pañal... arruinaste mi vestido nuevo —mi preferida... aunque tampoco le doy crédito.

Es decir... que o todas esas respuestas son verdad, o que me quedaré sin saber por qué lloraba mi madre el día de mi bautizo.

Tener madre para esto! Que paciencia Señor!!!

miércoles, 3 de junio de 2009

Lamentable orgullo futbolero

Parece que ya terminó, por fin, la resaca futbolera. Aunque sólo lo parece ya que en realidad... vivimos en un país en el que el fútbol es lo más importante del mundo. La prueba está en los cerca de 20 aviones que partieron con destino a Roma para ver un partido (amén de los aficionados que se desplazaron por otros medios) y de las cantidades astronómicas que llegaron a pagarse por vuelo y alojamiento, vaya, que para según qué... Dónde está la crisis?

Yo soy de una galaxia extraña en la que eso del fútbol no forma parte de nuestras prioridades y quizá por eso no entiendo demasiado bien qué diablos significa todo esto.

119 detenidos por una celebración en Canaletes? Bueno... pues en la galaxia de donde vengo... eso no se entiende ya que una celebración es un momento en el cual los actos delictivos y vandálicos no tienen cabida alguna.

Para que se hagan una idea les diré, que en toda mi vida solo he visto un partido de fútbol, y además... no pude soportarlo entero. Me refiero al partido que tuvo lugar en 1978 entre el Barça y el Fortuna de Düsseldorf en Basilea... creo que por medio había una copa, o una recopa... o un copón, ya no recuerdo.

Todo fue por culpa de la insistencia del Hernández. Él, al igual que muchos de mis compañeros de clase no podían creer que no me gustase el fútbol y querían “convertirme”, hacerme ir por la senda del bien y que dejase de ser una oveja descarriada sin una fe religiosa ante la cual clavar mis rodillas en tierra, bajar mis orejas y sumir mi persona al ritmo de un himno, el ondear de una bandera, o el éxtasis que se siente (al parecer) ante la imagen de ciertos símbolos.

El Hernández me comentó que si acudía a su casa a ver ese partido mi idea sobre el fútbol cambiaría para siempre y que seguro terminaría convirtiéndome en una persona “normal”.

Acepté. A mis catorce años ya no tenía intención alguna de doblegarme ante ningún trapo ni a seguir a ninguna masa, pero mis padres me educaron en la tolerancia, así que decidí asistir.

En el comedor de su casa habían sido retirados todos los trastos que interferían entre la tele y el montón de sillas que habían sido distribuidas por toda la estancia. Sillas que pronto serían ocupadas por tíos del Hernández, hermanos, amigos, algún vecino, etc. Un total de treintaipico almas nos hallábamos ocupando esas sillas multicolores, desconjuntadas y practicamente todas distintas la una de la otra. La madre del Hernández y la esposa de algún tío se esmeraban en preparar todo tipo de canapés, bocadillos y refrigerios para que el resto, sentados y ocupando todo el comedor y parte del pasillo, pudiésemos disfrutar del encuentro.

Bufandas, gorras, boinas, camisetas, pitos, trompas, carracas, panderetas... todo con llamativos colores azules y grana colgaban de los cuellos, de las bocas o de las cabezas de la mayoría de los asistentes al evento. El Hernández me enrolló una de esas bufandas al cuello con la intención de hacerme sentir parte de algo grande, y si... para mi desgracia estaba formando parte de... aquello.

Un canario canturreaba en una jaula, pero su trino era absolutamente ignorado por cuantos allí se hallaban. El pobre canario era el único con quien yo me sentía algo identificado, a fin de cuentas... ambos estábamos allí encerrados y no teníamos escapatoria alguna.

El partido empezó y se apagaron todas las luces de la casa. La televisión en blanco y negro era el único foco de atención sobre el cual recaían no sólo las miradas, sino las pasiones y los sentimientos de cuantos allí estaban... absolutamente todo.

Yo seguía sin entender absolutamente nada. Solo oía gritos, cánticos, tacones de zapatos estallando contra el suelo que me hacían pensar en los pobres vecinos del piso de abajo. Desee que, cuanto menos, a ellos les gustase el fútbol para que pudiesen entender todo aquello, y agradecí también a Núñez y Navarro que construyese pisos tan caros que no me permitiesen jamás ser el vecino del piso de abajo del Hernández. Él se lo podía permitir ya que su padre era médico, pero por suerte, la escasez que había en mi casa me tenía marginado a un barrio en el que mi vecino de arriba daba igual si era forofo o no, afortunadamente la mayoría de esos partidos los vería desde la trena y pocos taconeos iba yo a escuchar en el techo de mi casa.

Lo único que me reconfortaba de todo aquel salva madre, era el canturreo del canario que de vez en cuando llegaba a mis oídos entre medio de tanto grito, vocerío y cántico del himno del Barça que el Hernández, me animaba a que entonase también. Imposible, desconocía de tal modo la letra que no hubiese sido capaz de hacer ni un mal playback.

Lo peor llegó con el primer gol del Barça. Sinceramente yo no estaba preparado para eso. Nadie me advirtió de que ese momento iba a convertirse en el instante en el que cualquier antropólogo hubiese podido dar con el eslabón perdido; el encuentro definitivo con el homínido primitivo que terminaría dando lugar al... ser humano(?). Mis oídos no daban crédito a semejante alboroto ni a la que se montó en aquel comedor por el simple hecho de que un adulto en pantalón corto había sido capaz de colocar una pelota entre dos palos. Sí hubiesen retransmitido en directo el momento en el que Fleming dio con la penicilina y cuyo hallazgo logró salvar miles de vidas, lo más probable es que nadie hubiese hecho el menor caso, pero un delantero burlando la vigilancia de un portero estaba dando lugar a un acontecimiento único. No importaba lo demás.

Instantes después llegó un gol por parte del Fortuna que propició el empate. El malestar se hizo un increíble hueco en el apretado comedor. Un tío, amigo, o vecino se indispuso y con su bufanda y su gorra del Barça se fue al lavabo a vomitar carraca en mano. El resto se solidarizaron con él, todos parecían entender su malestar y le cedieron un sitio junto al balcón para que le entrase algo de aire fresco. El tipo estaba allí sentado cagándose en Dios, jurando y perjurando. Yo creí que se había encontrado mal por algún problema intestinal, pero al parecer su indisposición la causó el gol del equipo contrario... incomprensible.

El partido continuaba, los canapés salían de la cocina y eran devorados por aquellos primates que entre gritos y saltos mostraban el interior de sus bocas llenas de foie gras, queso, jamón dulce y pan Bimbo. Yo era el único que parecía disfrutar de aquellos deliciosos sandwiches que la madre del Hernández y sus pinches de cocina preparaban a toda velocidad. Los demás, simplemente llenaban sus estómagos de un modo automático. Entre tanto, intentaba abstraerme como podía para recuperar el trino del canario y huir de aquel entorno al que no estaba acostumbrado.

El comedor seguía a oscuras, la televisión y la voz del locutor eran algo así como los gurús de aquella ceremonia. La tensión iba creciendo a medida que un delantero se acercaba a puerta y marcaba un nuevo gol. Por la reacción de los asistentes entendí que el delantero era del Barça y que ese gol jugaba a favor. Nuevamente el estruendo hizo vibrar los cristales de las ventanas y yo tenía la desagradable sensación de que el suelo terminaría cediendo a mis pies. Entre medio, unos gritos poco habituales se hicieron escuchar, eran como un desgarro que no acompañaba a la celebración que estaba teniendo lugar sino más bien todo lo contrario. En la penumbra entre la oscuridad del comedor y la luz que provenía de la cocina, la silueta de la madre del Hernández parecía deshacerse entre gritos y sollozos. Inmediatamente el padre del Hernández, el doctor, encendió la luz del comedor preocupado por el estado de su esposa, la tomó del brazo, le cedieron una silla y la pobre madre se sentó intentando controlar sus llantos. La mujer trataba de señalar algo con su mano temblorosa, al parecer, los gritos que desencadenaron ese segundo gol del Barça habían sido demasiado para el pobre canario y la madre del Hernández pudo ver como el animal se convertía en una bola de plumas, daba un pequeño respingo y caía muerto al suelo de su jaula. Su corazón no pudo soportar la emoción descontrolada de los homínidos y ante la imposibilidad de salir de esa jaula vivo, decidió hacerlo muerto.

La madre del Hernández dejó de ser importante de inmediato. Sólo se trataba del canario, así que se apagaron las luces del comedor de nuevo y la ceremonia tribal prosiguió mientras que la silueta de aquella mujer, ahora sentada en la silla y asistida por las que habían sido sus ayudantes en la preparación de lo ágapes, seguía triste y cabizbaja.

Tuve un repentino interés por saber el nombre del canario así que, como pude, entremedio de aquel griterío eufórico se lo pregunté al Hernández. El difunto pájaro se llamaba Joselito en honor al niño prodigio cantante, y una vez conseguido ese dato ya no quise saber nada más. Me despedí del Hernández que no entendió cómo podía irme sin ver el final del partido. Presenté mis respetos a la afligida madre, le agradecí su hospitalidad, le felicité por sus deliciosos canapés y salí de aquella casa tan aprisa como me llevaron mis pies.

Las calles de Barcelona estaban desiertas. Todo el mundo estaba congregado en sus casas delante de los televisores y en actitudes similares a la que yo había vivido en casa del Hernández. Por aquella época yo tenía algún que otro ramalazo progre y por mi mente cruzó la idea de que si alguien pidiese que la gente permaneciera en sus casas con motivo de un acto solidario, como por ejemplo, terminar con el hambre en el mundo... nadie haría caso. Sólo el fútbol era capaz de conseguir eso, y sentí una terrible vergüenza. A mí... simplemente no me gustaba el fútbol, pero a partir de ese día, de ese Barça en Basilea, empecé a sentir un auténtico rechazo.

Los trinos del canario Joselito me acompañaron hasta mi casa. Me estremeció oír su canto como si todavía estuviese vivo y decidí rezar por él. Era la primera vez en la vida que rezaba por el alma de un canario, y la última vez que lo hice por nadie.

miércoles, 1 de abril de 2009

La crisis

(Clicar la imagen para verla en grandote)
He escogido este chiste gráfico de El Roto para esta entrada debido a que trata de un tema de rabiosa actualidad y del que constantemente leemos y oímos a través de la prensa, los telediarios, por la calle... en definitiva: la crisis.

Lo curioso del caso es que el chiste no es de ahora, sino que fue realizado entre 1973 y 1974, y ya en él, el humorista nos advierte que “lo de la crisis” ya viene de antiguo.

Paradójicamente, a veces, lo que nos produce miedo no se trata de algo inesperado, sino más bien de aquello con lo que de algún modo ya estamos acostumbrados a convivir.

La crisis es una de esas cosas que nos da terror a todos. Huuuuuuu!!! Es como un fantasma que se cuela en nuestras cuentas bancarias, en la cesta de la compra, en los depósitos de gasolina de nuestros coches, en nuestros ahorros para las vacaciones de verano, en nuestras nóminas y que en definitiva, desestabiliza nuestros niveles de vida, pero... la verdad, es que a este humilde kioskero la crisis le asusta más bien poco, por no decir nada. Siempre he creído que se puede salir reforzado de una crisis. Lo cierto es que durante las vacas flacas es cuando hay que pisar el acelerador de la creatividad y tener algo que ofrecer una vez se haya ido el temporal. Después de estos periodos de recesión los mercados se reactivan y los aletargados inversores buscan desesperadamente “aquello” que les haga recuperar el tiempo perdido. Quizá lo importante, es no andar nunca demasiado cargado de deudas para que el fantasma no nos pille en pelotas.

El Roto es uno de los humoristas gráficos que más me sorprende, aunque él prefiere que se le conozca como a alguien que practica la sátira. Su labor se centra en contar la realidad social con su personal punto de vista y desde cualquier forma posible de contar historias. Así pues, El Roto, escampa su buen hacer por el mundo de la escritura, la pintura, la escenografía, la historieta, y por cualquier medio con el que sea posible contar algo acerca de este mundo en el que vivimos.

El Roto es uno de mis madrileños preferidos que ya publicaba sus dibujos durante la dictadura de Franco. Sus trabajos podemos encontrarlos en: La Codorniz, Ajoblanco, Diario 16, El Cuervo, El Periódico de Catalunya, etc. Y actualmente, en El País.

No le he pedido permiso para reproducir su chiste gráfico en mi blog, pero en cualquier caso... si no está conforme con que su arte aparezca por este virtual kiosco, ya puede ir activando y lanzando sobre mi a sus abogados. Este chiste ya está en este blog y no se irá de aquí ni con agua caliente ;-)

domingo, 8 de marzo de 2009

8 de Marzo. Día de la mujer trabajadora y otras hierbas "políticamente correctas"

Nos da la sensación, a veces, de que las cosas suceden a gran velocidad, de que los cambios nos desbordan o de que el planeta gira a nuestros pies más aprisa de lo que nosotros podemos sostenernos sobre él. Pero simplemente se trata de éso... de una sensación. La realidad es bien distinta.

La realidad es que en los 60 y en los 70, cuando íbamos “al cole”, los niños desparramábamos nuestra ingenua crueldad los unos sobre los otros, pero sin el menor problema aparente, y al que llevaba gafas le llamábamos “gafotas” o “cuatro ojos”, al gordito que se caía por la escalera de camino al comedor y que a su paso arrollaba a media docena de nosotros le llamábamos “el boliche”. Recuerdo que había uno que siempre llevaba un par de enormes mocos colgando y al que le llamábamos “el velas”. Alguna vez, cuando uno de nosotros le decía: “Cuidado tío que te los vas a pisar!”. “El velas” sorbía con fuerza sus mocos y los devolvía a su nariz de origen. O eso... o se los limpiaba con la manga del jersey.

En los pueblos éso de ponerle un mote a alguien estaba a la orden del día ya que era el mejor modo de identificar de una forma genérica a toda una saga familiar: si los bisabuelos habían sido molineros, los abuelos eran también “los molineros”, y con ese mote se conocía a los padres, a los hijos y a los nietos; todos eran “los molineros” y en el caso de confundir a unos de una estirpe familiar con otros, todo se solucionaba inmediatamente aclarando: “No, yo no soy 'molinero', yo soy 'pastor' de toda la vida". A lo que la persona confundida respondía: “Ah!... Si hombre, es cierto, nieto de 'los pastores'. Es verdad, tienes la misma cara que tu abuelo”. Y ya no había duda de quien era quien.

Al pueblo de mi padre llegó en una ocasión un forastero; encontró empleo, se casó, se estableció definitivamente y tuvo allí a sus hijos. Pero su llegada fue triunfal ya que al parecer, estaba una noche tomando un vino en el bar del pueblo, y conocedor de ésa costumbre de ponerle un mote a todo el mundo, se dirigió a los que echaban la partidita al tute con él y les dijo: “En éste pueblo... no hay quien tenga la suficiente leche en los huevos como para ponerme a mí un mote”.

Desde ése día todo el pueblo le llamó “elpocaleche”, no “el-poca-leche” no... “elpocaleche”, así, todo junto. Su mujer fue “lapocaleche” y sus hijos y nietos siguen siendo conocidos hoy como “lospocaleche”. Y cuidado con meterse con alguien de la familia que enseguida salta uno u otro y te dice éso de: “Eh!... que soy 'pocaleche' así que conmigo pocas tonterías. Vale?". Es decir... que aunque en un principio ésos motes pudiesen llegar a sentar mal, al final eran motivo de orgullo, distinción, y eran defendidos por sus poseedores con una dignidad aplastante.


En la actualidad no han cambiado las cosas, simplemente se han maquillado con esa especie de potingue llamado “lo políticamente correcto” y que es de muy mal llevar. Dicho potingue sólo sirve para dar la sensación de que todo cambia más aprisa de lo que parece, pero en realidad no sirve para nada más que para no hacer absolutamente nada al respecto de nada. Por ejemplo:

Actualmente en los colegios, además de los que llevan gafas, de los gorditos y de aquellos a los que les cuelgan los mocos, también van niños y niñas de raza negra, árabe, china, etc, no obstante no es “políticamente correcto” llamar negro a un negro y hay que llamarle “de color”. Tampoco en clase puede haber uno que sea “el moro” o “el chino”, hay que llamarles por sus nombres aunque a veces... sean impronunciables, pero hay que hacer lo imposible con tal de no llamarle de un modo que la ley de “lo políticamente correcto” pueda denominar como “despectiva”, vaya... como si fuese despectivo ser de una raza u otra.

Es decir, que en los 60 – 70 que todos éramos iguales, o extremamente parecidos, podíamos distinguirnos entre nosotros por nuestro mote. Hoy, que vivimos inmersos en una rica variedad y enriquecedora para todos, distinguirnos por nuestro color de piel o por nuestro lugar de procedencia está mal visto y es mejor hacer ver que no nos hemos dado cuenta de que nuestro mejor amigo es negro.


Lo mismo sucede con los homosexuales y las lesbianas a quienes hay que llamar de una manera “políticamente correcta”... “colectivo gay”.

Y desafortunadamente, y a pesar de ser 8 de marzo, a la mujer que trabaja en su hogar, a la “ama de casa”, hay que llamarla “mujer trabajadora” y embarullarla y meterla en el mismo saco que al resto de mujeres que trabajan fuera de sus casas y que cobran un sueldo inferior al de un hombre en no pocas ocasiones. Pero está claro que para nuestros gobernantes, da igual cual sea su color ideológico, es mejor y más fácil maquillar la imagen de la mujer de toda la vida y denominarla “mujer trabajadora”, antes que normalizar una situación salarial en perfecta equidad con sus compañeros varones, o que estudiar seriamente una remuneración, con seguridad social y pensión de jubilación para todas aquellas que por necesidad o elección propia deciden ser “amas de casa”.

Y es que está claro, los gobiernos creen que como se trata de mujeres, un buen “maquillaje”... lo soluciona todo.

(Fotografías 1 y 2 tomadas de UP Comillas. Centenario de ICAI)


Os dejo un anuncio de "Cocinas Corcho" emitido en los 60 y que a mi juicio, muestra cómo era vista la mujer en ésa década. Una imagen bien distinta a la actual, está claro, pero... Quién sigue ocupándose hoy en día de la mayoría de hogares en España?