sábado, 25 de septiembre de 2010

Desde el 78... otra Huelga General

Desde el año 1978 el gobierno español reconoce el derecho a la huelga, y así lo recoge el texto del artículo 28.2 de la Constitución española; esa constitución que se hizo para salir del paso y para iniciar una etapa de transición, pero a la que no hay quien le haga modificación alguna o le añada enmiendas.

Así pues, desde el 78, nos encontramos en un Estado de Derecho que, entre otros derechos fundamentales, recoge el de todo trabajador a sindicarse y a declararse en huelga con la limitación de respetar unos servicios mínimos y esenciales para la comunidad.

De modo que la que se prepara para el próximo día 29, en la esperada por unos y temida por otros Huelga General, se trata, sin duda, de un derecho natural recogido por la citada Constitución española y de la cual ya se echó mano en diversas ocasiones con anterioridad, como por ejemplo la del 1985 contra la reforma de las pensiones; aunque la más sonada fue la del año 1988 en contra de una importante reforma en el mercado laboral que impulsó el gobierno de Felipe González, amén de otras huelgas generales convocadas durante el 1992, 1994, 2002 y 2003 en contra de la reforma del subsidio de desempleo, contra la reforma laboral o en contra de la participación de España en la guerra de Irak.

No considero al actual gobierno español culpable de la situación de crisis económica que está zarandeando al mundo entero, pero sí considero que las decisiones tomadas por los responsables políticos no han sido, quizá, las más adecuadas para hacer frente a un problema que aún está lejos de tener una solución, y que en cuanto a lo que a trabajo y empleo se refiere, anuncia mayores desastres para el próximo año.

En esta línea secundo, en esencia, el sentir de los trabajadores en su necesidad de declararse en huelga para exigirle a un gobierno que se hace llamar “socialista y obrero”, que preserve unas garantías laborales y salariales plenas, absolutamente justas y que deberían prevalecer por encima de las épocas de “vacas flacas”. Los recortes, en caso de que sean necesarios, no deberían afectar jamás a personas que dependen de que alguien les de un empleo, y que... vamos a decir que en la mayoría de los casos... se esfuerzan por la buena productividad de las empresas en las que trabajan.

Ahora bien, entiendo que ese derecho que tienen los trabajadores debe ser un derecho con la naturaleza que debería tener todo derecho; es decir... un derecho recíproco, multilateral y que respete las decisiones que pueda tomar cada individuo de un modo legítimo para hacer frente a sus diferentes situaciones ante la vida; o bien para no secundar la huelga y mantenerse en su puesto de trabajo por la razón que sea y sin coacciones por parte de piquetes sindicales, o para participar... activamente (¿) de la huelga sin ser coaccionado o amenazado con sanciones o despidos por parte de ningún empresario.

A estas alturas, pocas cosas hay que me den especialmente miedo, pero me disgustan las coacciones vengan de donde vengan.

En mi caso particular –y permítanme que me exprese en términos personales-, no temo que ningún empresario me coaccione o amenace, ya que como muchos profesionales autónomos, me rijo por el libre albedrío y actúo en función de lo que considero más oportuno en todo momento para el buen funcionamiento de mi actividad laboral. Tampoco les temo a los piquetes... “informativos” ni a su contundente y no pocas veces violenta manera de “informar”, ya que difícilmente subirán a mi ático para obligarme a dejar mi puesto de trabajo y unirme a “la lucha obrera”.

No obstante, me disgusta pensar que el propietario de la pequeña tienda de ultramarinos de la esquina, se vea obligado a cerrar su comercio el día de la huelga por culpa de un grupo de piquetes, que por más que los sindicatos se empeñen en negar la evidencia, no se limitan a su tarea informativa, sino que actúan de modo expeditivo ante la negativa del comerciante que bastante tiene con hacerle frente a las grandes superficies, a los comercios de chinos que proliferan como setas, a los impuestos que paga por mantener su chiringuito, y a los proveedores que cada vez dejan menor margen de beneficio comercial. El pequeño propietario de una tienda, el taxista, o cualquier profesional autónomo necesita tener su negocio abierto ya que no habrá sindicato ni asociación alguna que cubra las pérdidas de ese día, ni los desperfectos que puedan ocasionar en su local comercial esos piquetes armados con bates de béisbol, pese a la presunta intención de informar.

Los profesionales autónomos, freelances, o trabajadores por cuenta propia siempre hemos supuesto un pequeño lío para las asociaciones sindicales que no saben aún si considerarnos pequeños empresarios o trabajadores, y como consecuencia de ello... no saben si deben representarnos de algún modo o echar a correr ante nuestro grito de guerra a lo Braveheart de: “Podrán quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán la libertad!!”. Algunos sindicatos ven como muchos de estos profesionales se alían con la patronal clásica, otros construyen sus propias organizaciones representativas, y otros, que no nos sentimos representados más que por nosotros mismos, seguimos a nuestra bola para mayor ira de los mencionados sindicatos que no logran convencernos de que el Estatuto de los Autónomos firmado en el 2006, e impulsado por la UPTA (Unión de profesionales trabajadores autónomos) es la solución para nosotros, una solución encabezada por la UGT que aún no se ha enterado de que los intereses de un empleado, poco o nada tienen que ver con los de un profesional.

Así que del mismo modo que entiendo y respeto la Huelga General como medida (equivocada o no) para defender los derechos de los trabajadores, me gustaría pedirle a los piquetes informativos y a los sindicatos, que respeten y entiendan que un empleado que quiera pensar por sí mismo, un profesional o pequeño empresario no tiene porque secundar sus huelgas, o que en cualquier caso, tiene derecho a ejercer lo que libremente le demande su conciencia.

Espero y deseo que la Huelga General de este, cada vez más próximo 29-S, sea en beneficio de una mayoría. Aún y así, yo estaré en mi ático trabajando, y que sepan los piquetes que también tengo un bate de béisbol... para informarles de lo que no entiendan ;-)

viernes, 17 de septiembre de 2010

Cabalgando bajo la lluvia

Esta mañana, mientras acompañaba a mi hija al colegio, la lluvia que ha caído durante toda la noche seguía en su empeño de no estar dispuesta a cesar.

Ambos íbamos protegidos bajo nuestros paraguas. Yo pensando en mis cosas, en fechas de entregas de trabajo y en cómo me las compondría para llegar a tiempo con todos los encargos. Ella andaba canturreando bajo su paraguas. Observada desde mi punto de vista parecía un champiñón tarareando no sé qué melodía.

—Qué cantas cielo? —le he preguntado.
—... No lo sé papá. Me la estoy inventando.

Hemos seguido nuestro camino y atravesado el parque que cada día cruzamos en dirección a la escuela. La tierra olía a mojado, la hierba, llena de gotas de lluvia, emitía diminutos destellos de brillo según por donde le daban los tímidos rayos de sol. Hemos pisado charcos y me he unido a ella en eso de entonar una melodía inventada.

—No la cantas bien —me decía—. No es así.
—Qué no es así?...
—Aisss papá... no te la sabes.

Me he despedido de ella con un beso a la puerta del colegio, pero hubiese preferido mil veces más montarla a la grupa de un caballo, llevármela a galopar bajo la lluvia y cabalgar sobre la tierra mojada al ritmo de algún viejo tema de Waylon jennings sintiendo su pequeño cuerpo pegado a mi espalda, y ambos, juntos y sin ninguna prisa por nada, entonar a dúo su canción. la suya... la inventada.

Waylon Jennings tenía que tomar un avión en una fría noche de febrero de 1959 junto con otros músicos, pero se indispuso y cedió su puesto en el vuelo a J. P. Richarson. Waylon se marcharía en autobús para tomar un descanso y recuperar su salud. El avión en el que finalmente viajaron Jessi Colter, Buddy Holly , Ritchie Valens, y J.P. Richardson se estrelló a las afueras de Mason City, Iowa, causando la muerte de todos sus ocupantes.

Waylon jamás pudo olvidar ese incidente, ni dejó de sentirse culpable por haberle cedido su puesto a un colega, ya que cuando se despidieron entre bromas, Ritchie valens le comentó “ojalá se estropee ese maldito autobús”. La respuesta de Waylon fue “Ah si?... Pues ojalá se estrelle vuestro jodido avión”.

Cuento mejor les hubiese ido yendo a caballo.

Waylon Jennings interpretó por primera vez el tema “I’m a Ramblin’ Man” en 1974. A disfrutarlo toca... que estamos a viernes.


martes, 14 de septiembre de 2010

De Felipe V al Tribunal Constitucional. La Diada del 11 de Septiembre

El pasado día 11 de este mes tuvo lugar la Diada, fiesta que gran parte de Catalunya celebra con fervor, mientras que en gran parte de España se toma con cierto recelo y cierta sorna por eso de celebrar lo que haríamos bien en llamar... una clamorosa derrota.

De las victorias se recogen los laureles, cierta popularidad, y unos nada despreciables beneficios que generalmente acostumbran a ser materiales. La derrota en cambio, no es plato de buen gusto, deja un sabor amargo, y no parece ser nada deseable. No obstante, los que de un modo u otro hemos combatido alguna vez, sabemos que las victorias y las derrotas se suceden las unas a las otras de forma natural; no se puede ganar siempre, y de igual manera es imposible resultar constantemente derrotado. De modo que nos tomamos las victorias como una justa recompensa a nuestros esfuerzos, pero no les damos mayor importancia. Las derrotas, por el contrario, son las que ponen los límites a nuestras capacidades y las que suponen un reto que hay que superar, pero por encima de todo, las que nos hacen tomar conciencia de nuestro derecho a existir.

Catalunya conmemora con la Diada la caída de su soberanía a manos del rey borbónico Felipe V, que tras un largo asedio entró con sus tropas en Barcelona el 11 de septiembre de 1714. En su contienda Felipe V recibió el apoyo de los reinos de Castilla, Navarra y las provincias vascongadas, venciendo a la Corona de Aragón y aboliendo sus fueros con los Decretos de Nueva Planta en Aragón, Valencia, Mallorca y Catalunya. Dichos decretos se crearon con el fin de castigar a todos aquellos que se alinearon en su contra y suponían la abolición de sus antiguos fueros. Las medidas fueron especialmente duras en Catalunya por tratarse del lugar donde mayor resistencia se produjo, y como consecuencia se suprimieron las Constituciones catalanas de 1535, se abolieron la Generalitat, las Corts y el Cosell de Cent y se impuso el castellano en las escuelas e instituciones públicas siguiendo el modelo centralista de la monarquía francesa, a la vez que se instauraba el catastro y demás impuestos a través de los cuales la monarquía conseguía ejercer todo el control económico.

Felipe V, conocido en su Francia natal como Philippe de Bourbon, duque de Anjou, era un joven depresivo, con el ánimo decaído, y con una lucidez que habitualmente perdía encontrándose sumido en largos periodos de demencia y melancolía , y a quien al parecer, ni tocándole las pelotas a la Corona de Aragón, ni sometiendo a los catalanes a una severa castellanización, le volvió jamás la alegría. La victoria no le otorgó un equilibrio emocional, y sus episodios de melancolía le siguieron acompañando y debilitando a lo largo de toda su vida.

Personalmente esta última Diada del pasado sábado me recordó especialmente a la que se celebró en 1977 y que se trató de la segunda celebrada tras la muerte del general Francisco Franco, y que según fuentes de la época contó con la participación de cerca de un millón de personas reivindicando el autogobierno para Catalunya. En esa Diada, el por entonces presidente del gobierno español Adolfo Suarez, legitimó a Josep Tarradellas como presidente del gobierno catalán, cargo por el cual fue elegido en 1954 mientras se hallaba aún en el exilio.

Sí digo que esta última Diada del 11 de septiembre del presente año, me recordó a la de 1977, fue precisamente por ese marcado carácter reivindicativo suscitado por la triste actualidad que ha consistido en el recorte constitucional de la autonomía de Catalunya y en la negación constante del Estado español a la mayoritaria voluntad del pueblo catalán en restablecer unos derechos y una soberanía que ostentó durante cerca de ocho siglos hasta su caída en la Guerra de Sucesión, y en aquel 11 de septiembre de 1714, fecha que se seguirá conmemorando en Catalunya, ya que de lo que en realidad se trata, es de recordar a los caídos y de celebrar la lucha posterior que movió y mueve al pueblo catalán a seguir reivindicando la legitimidad propia pese a la pérdida de libertades que significó una derrota, que por encima de todo... hizo tomar conciencia del derecho a existir.

martes, 7 de septiembre de 2010

La Pizarra (In Memoriam)

En algunas partes de la geografía española hoy ha sido el día de “la vuelta al cole”. Otras comunidades empezaron antes; mejor... esos niños de mayores serán más listos, aunque teniendo en cuenta cómo está el sistema educativo... no sé yo, la verdad.

Recuerdo mis vueltas al cole. Ese primer día en el que llegábamos a clase con los uniformes impolutos, las carteras colgando, y en su interior los plumieres repletos de lápices de colores de la marca Festival con las puntas recién afiladas como para vaciarle un ojo a alguien.

Todo olía a nuevo. Sin duda que generaciones anteriores habían asistido a esas mismas aulas, pero la luz de la mañana que entraba por los ventanales, los pupitres vacíos, los libros recién forrados, y todo cuanto podíamos encontrar en el interior de aquellas cuatro paredes, parecía que estaba aún por estrenar.

Casi siempre había un mensaje de bienvenida escrito en la pizarra “Bienvenidos alumnos del 5º curso de E.G.B 1974 – 1975”. En el caso de que el mensaje hubiese sido escrito por el director del centro o el profe de mates aparecía en tiza blanca y letra mayúscula; si por el contrario, el mensaje estaba escrito con tizas de colores, filigranas en todas y cada una de las letras y alguna cenefa o marco churrigueresco que envolviese el texto, sin duda era obra de la profesora de ciencias, que como nadie, era capaz de dibujarnos una célula en la pizarra y describirnos todas sus partes a través de flechitas.

La pizarra era un mundo, se trataba de una ventana que nos llevaba directos al conocimiento. Una ventana de color verde oscuro en el que acompañadas de un, a veces molesto ñic, ñic, ñic, ocasionado por el roce la tiza con el encerado, aparecían una infinidad de números, de letras, y las maravillosas ilustraciones a todo color de la seño de ciencias. A través de la pizarra conoceríamos un montón de cosas que iríamos aprendiendo, y otras, como las fórmulas matemáticas, que algunos no llegaríamos a entender jamás.

La pizarra simbolizaba también el único refugio a nuestra libertad de expresión. No hay que olvidar que una pizarra como Dios manda, debía estar siempre encabezada por un retrato en blanco y negro del Generalísimo Francisco Franco, pero aún y así, nosotros le hacíamos un corte de mangas al caudillo y dábamos rienda suelta a nuestras reivindicaciones repletas de todo el escarnio del que éramos capaces y con eslóganes del estilo de: “El profe de mates es un hueso”, “La seño de inglés está buena”, “El Mateo es marica”, o el archipopular “Tonto quien lo lea”. Las paredes y puertas de los lavabos eran una extensión de la pizarra y un lugar donde también se escribían todo tipo de tendenciosas oraciones, pero... no era lo mismo, las paredes de los lavabos eran ciudad sin ley, pero había que tener un par de huevos para escribir algo en la pizarra y alzar la mano en medio de la clase cuando el profesor de mates, con los ojos ofuscados por un monumental cabreo, preguntaba: “Quién ha escrito eso?!”.

No había pizarra que, en alguna ocasión, no luciese un magnífico retrato compuesto a base de un seis y un cuatro. Tampoco faltaba la caricatura de algún profe o la de alguno de aquellos compañeros de clase a los que machacábamos día tras día; eso que a día de hoy se denomina “Bullying”, pero que en aquellos tiempos se trataba de pura selección natural. Memorables eran aquellas pollas erectas que dibujábamos a lo largo de toda la pizarra. Jamás vi a una compañera de clase dibujando una vagina, pero la idea que teníamos nosotros del tamaño de las vergas era constantemente plasmada entre clase y clase y en sus más dispares formas: con venas, sin venas, con pelitos, sin ellos, con gotitas salpicando del glande, sin gotitas... y el retrato del dictador allí, impasible, contemplando todo aquello y sin poder mandar a fusilar a ninguno de aquellos pequeños rebeldes que desafiábamos su autoridad.

Aquellas pizarras sólo se convertían en nuestras enemigas el día que el profesor de turno nombraba a un encargado para que apuntase en ella a los compañeros que se portaban mal durante su ausencia, y además, en el caso de que fuesen reincidentes en su mala actitud, se les ponía una cruz al lado del nombre; a tantas cruces, tantos golpes de palmeta, ese era el castigo para los infractores de lo que debía ser un silencio sepulcral. Incomparable, eso sí, al castigo que luego recibiría el encargado, el chivato, el comepingas que se prestaba a semejante acto de traición en contra de los suyos.

Y qué decir de los complementos de una pizarra, de las tizas y de los borradores. Admirable era la puntería que algún profesor demostraba cuando lanzaba, desde su sitio, alguno de esos proyectiles que impactaba de lleno en la cabeza de algún insurgente. Las tizas vale... hacían su daño y sin duda significaban un toque de atención a todo aquel que osaba charlar o andar distraído contemplando las musarañas, pero el borrador... El borrador era un arma de destrucción masiva ya que no sólo te impactaba y te dolía cuando te daba con su parte de madera, si no que además, esparcía su polvillo blanco ensuciándote la cara, el pelo, el jersey, e incluso en el peor de los casos afectaba a los compañeros de tu entorno más cercano convirtiéndoles en auténticas víctimas colaterales.

Desgraciadamente los días de nuestras viejas pizarras han pasado a mejor vida. Hoy, muchos niños se han reincorporado a sus centros escolares y se han encontrado con que el viejo encerado de madera verde ha sido sustituido por una pizarra digital. Posiblemente la bienvenida a las aulas no la han visto escrita en tiza de colores con esos dibujos y adornos magníficos de la seño de ciencias, y es incluso probable que hayan sido recibidos con algún audiovisual, que desde sus nuevas pizarras, les haya sorprendido con música, animaciones, y más efectos especiales que la trilogía Matrix. Seguro que les ha gustado, no digo que no, pero... Cómo escribirán en ella sus reivindicaciones? Con el lápiz óptico? Se pueden dibujar grandes pollas con ese cachivache? Y el ñic, ñic, ñic que nos producía dentera?... Y el profe?... Les tirará el lápiz óptico desde su mesa haciendo puntería en sus cabezas? Me temo que la vieja escuela, tal y como la conocimos los de nuestra generación ya es historia. Indudablemente el nuevo sistema terminará siendo mejor y más cómodo, pero... valga esta entrada a modo de “In Memoriam” a las escuelas de nuestra infancia, y como no... a las pizarras.

Les dejo con el cortometraje del año 2008 titulado “El encargado”. Basado en una idea original de Nacho Vigalondo, dirigido por Sergio Barrejón y producido por Arsénico Producciones. A mi juicio se trata de una formidable historia tratada con una gran sensibilidad. Una historia de las buenas, de las que se cuentan con cuatro elementos perfectamente puestos en su sitio. Así que espero que la disfruten y coincidan conmigo de lo merecedora que es del premio Goya que ganó. (desde el face o suscripción al blog pueden clicar este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=Y7qwcELSJXw)

viernes, 3 de septiembre de 2010

El toro

El diseñador gráfico Manolo Prieto expresó en más de una ocasión su decepción por el hecho de que después de muchos años de labor artística, y desarrollándose en numerosos ámbitos y estilos, fuese finalmente conocido como el autor del toro de las carreteras.

Fue en 1956 cuando el Grupo Osborne encargó a la agencia publicitaria Azor el diseño de un símbolo que sirviera para anunciar el brandy Veterano en vallas publicitarias, y que inicialmente consistió en una silueta de 4 metros de altura, con los cuernos pintados en blanco, y un rótulo con letras rojas que anunciaba la bebida.

El año 1962 supuso para el toro de Osborne la consagración a nivel nacional, ya que una nueva normativa acerca de los carteles publicitarios en carretera, permitió la instalación de vallas de hasta 14 metros de altura, de manera que la silueta del toro luciría en todo su esplendor recortando el horizonte sobre numerosos cerros de toda la geografía española.

Así fue como le conocimos los niños de los 70's. Así fue como desde los asientos traseros de los turismos que conducían nuestros padres, veíamos las hechuras del toro bravo que se exhibía desafiante, soberbio y convencido de que se trataba de un auténtico emblema nacional... y así era.

Los entendidos en eso de la crianza de reses bravas afirman que el toro español de ley, está concebido única y exclusivamente para ser lidiado en plazas. Quizá por eso, y después de esos victoriosos años 60's, 70's y gran parte de los 80's en los que el toro estaba allí, luciendo su aguerrida figura, empezó a sufrir alguna que otra estocada por parte de grupos nacionalistas en Catalunya y Galicia, y en acciones en contra de la simbología española. En dichas acciones numerosos toros fueron derribados o pintados, aunque hay que decir que la primera estocada la recibió en 1994 cuando la Ley General de Carreteras obligó a retirar la publicidad de cualquier lugar visible desde cualquier carretera estatal. No fueron pocas las comunidades autónomas, municipios y diversas asociaciones culturales, e incluso personajes públicos los que se pronunciaron a favor del mantenimiento del ibérico toro, hasta el punto de que La Junta de Andalucía pidió su catalogación como “bien cultural”, y finalmente, en 1997 el Tribunal Supremo dictó sentencia en favor del mantenimiento de los toros de Osborne debido a su “interés estético y cultural”. Con esto, la emblemática figura dejó de ser un símbolo estrictamente comercial y en la actualidad cerca de 90 toros siguen formando parte del paisaje español.

Personalmente no me desagrada la presencia del toro de Osborne en las carreteras; al contrario, para mi se trata de uno más de los muchos recuerdos que conservo de mi infancia y que me gusta volver a ver de vez en cuando. Además, simboliza un toro en libertad y no deja de tratarse de un montón de tablas de madera contrachapadas en metal.

Al hilo del toro y de su significado en este país, esta semana pudimos conocer el altercado acontecido en Sacedón, Guadalajara, donde un grupo de 3 activistas de la agrupación Igualdad Animal, fueron brutalmente agredidos al colgar una pancarta antitaurina en el puente de dicha localidad en plenas fiestas patronales, y en el momento en el que se estaba celebrando un encierro. Del mismo modo una reportera y un cámara de los servicios informativos de Tele 5 fueron agredidos también por encontrarse en el lugar de los hechos realizando su trabajo. Tras la colgada de la pancarta los activistas recibieron pedradas de una treintena de vecinos a los que poco más tarde se unió la muchedumbre que se despacharon a gusto a patadas y a puñetazos por el mero hecho de que alguien ejercía su derecho a la libertad de expresión. Los vecinos que apoyan la tradición siguen defendiendo la fiesta tras la agresión y declaran que “Ellos se lo han buscado” o que los activistas “Son los mismos tontos de siempre”.

Sin duda que la decisión tomada en Catalunya de abolir las corridas de toros ha dejado el ambiente calentito, y así que en diversas partes de la geografía española se sucedan actos similares a los de Sacedón.

En mi opinión, la abolición era necesaria en contra de lo que puedan decir los ya citados entendidos en la crianza de reses bravas o aficionados que esgrimen argumentos tales como que si las corridas de toros desapareciesen, desaparecería con ellas la raza de toros de ley. Pues que quieren que les diga; ahí los entendidos criadores pasan a ser interesados y obviamente velan por sus intereses más que por los del propio toro, que tampoco entiendo yo qué necesidad hay de criar una... “raza” cuyo único destino es el de ser sacrificada en una plaza. Recordemos que cuando hablamos del toro, del auténtico, ya no nos estamos refiriendo a tablas de madera contrachapadas en metal, y no es necesario ser ningún activista en defensa de los animales para darse cuenta de que –ni a un morlaco “criado para tal fin”-, le deben hacer la menor gracia todas las tropelías a las que se le somete en una plaza.

En lo referente a la tradición, el folklore y lo que tiene de “cultura” me sucede algo similar a lo que le pasaba al diseñador Manolo Prieto; no me gustaría que un país con tantas tradiciones y riqueza cultural fuese conocido a nivel internacional por una fiesta que no me representa en absoluto. Creo que ya pasaron los tiempos en los que servía eso de dar la imagen de una España unida y patria sobrevalorando determinados símbolos y festejos en detrimento de valores más importantes como idiomas propios, que no sólo son claros elementos de identidad, de tradición y de cultura sino que además, transmiten una mejor imagen de lo que debería ser un país plural a nivel social y cultural. Por el contrario, dichos elementos de identidad eran, y aunque parezca increíble, siguen siendo eclipsados por la “Fiesta Nacional” y demás polémicas rancias, anacrónicas y cañís. Prueba de ello es la airada reacción del Partido Popular que, una vez más, tratará de llevar al constitucional algo que en Catalunya lleva moviéndose desde hace muchos años y que finalmente se decidió con el apoyo de una mayoría que siguieron todos los cauces políticos adecuados y democráticos.

Mariano Rajoy, en su blog, se despidió de nosotros estas vacaciones desde su automóvil, poco sensibilizado con las campañas de seguridad vial ya que no llevaba puesto su cinturón de seguridad, pero dándonos una visión del toro de Osborne en carretera y de lo sensibilizado que sí estaba ante la decisión tomada en Catalunya.

Desgraciadamente las vacaciones del señor Rajoy terminaron ya. Desearía sinceramente que las decisiones que el Partido Popular tomase a partir de este mes de Septiembre tuviesen mucho que ver con la defensa seria de todas las diversas identidades que conforman este país. Que entendiese que la abolición de las corridas de toros en Canarias o en Catalunya no significa la abolición de las mismas en el resto de España. Que una decisión tomada democráticamente en una comunidad autónoma no significa una imposición en todo el país, y que del mismo modo, y una vez la decisión ha sido aprobada, no se nos debe imponer tampoco nada.

Así pues, menos toros... y más corridas.

Siguiendo la vieja tradición de terminar la semana con un tema musical, les dejo esta bonita canción, que sin duda gustará a los nostálgicos, y que está interpretada por el incombustible Manolo Escobar. Va por ustedes!... y Olé!