sábado, 30 de mayo de 2009

Humor Gráfico Kioskero (Making Off)

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Seguidamente y tal y como el diablo JuanRa, me sugirió en uno de sus comentarios, ahí les dejo el Making Off, el cómo se hizo, y se hace... el humor gráfico kioskero. Que lo disfruten ;-)

viernes, 29 de mayo de 2009

War

Edwin Starr con su voz más cercana a los reverendos baptistas de las iglesias Gospel, que a los elegantes vocalistas de Detroit, se saltó todas las normas y las jerarquías de la casa discográfica Motown y grabó el tema War, inicialmente destinado al grupo The Temptations que empezaba a entrar en una época de "conciencia". El golpe en la mesa de Starr fue recompensado con el número uno en las listas de éxitos de 1970.

War, compuesta por Norman Whitfield y Barrett Strong fue la denuncia más contundente que surgió en Estados Unidos durante la era de agitación generacional en contra de la guerra del Vietnam. La estructura de la pieza es de llamada y respuesta, desencadenando una reacción catártica: ¡La guerra! ¿Qué tiene de bueno? ¡Absolutamente nada!. Starr supo hacerla suya y crear una versión del tema inconfundible... quizá tuvo algo que ver el hecho de que tres años antes los hubiese pasado en el ejército.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Los Beatniks de DUNKIN

Fue una más de las famosas colecciones de figuras monocromas que la casa Gallina Blanca lanzó al mercado a través de sus sabrosos chicles Dunkin. Los Beatniks aparecieron en los kioscos en el año 1971 y los niños nos lanzamos sobre ellos con el afán de conseguir a los 16 personajes que completaban la colección y que consistía en un grupo de figuritas de niños y animales músicos con enormes cabezas.

Los orígenes de los personajes son confusos y ni los coleccionistas más avispados han conseguido aún tenerlos del todo claros. Al parecer no se trata de un conjunto de músicos que existiese en realidad ni de personajes creados para ninguna serie de dibujos animados. Todo hace pensar que simplemente fueron diseñados en Portugal y comercializados allí inicialmente bajo el nombre de “Pop Pallino e o seu conjunto” por la marca de helados Rajá, posteriormente Dunkin los comercializó en España bajo el nombre de “Los Beatniks” y finalmente llegaron a America Latina, lugar donde la marca Nescao los popularizó llamándoles sencillamente “Los cabezudos”.

Quizá motivado por esos orígenes inciertos, a los personajes, al menos en España, se les llegó a denominar de todos los modos posibles: cabezudos, cabezones, y algunos, los menos... les llamaron Beatniks.

A diferencia de la colección latinoamericana y de la portuguesa, Dunkin les añadió una anilla en la cabeza para poder usarlos de llavero o de colgante. Como pueden ver en la foto, los de mi colección no llevan la anilla y corresponden a la colección original de Portugal de la que además, se realizaron cromos con todos los personajes.


El nombre de “Beat Generation” fue acuñado con el fin de designar un movimiento literario formado por un grupo de escritores y amigos que desde mediados de los años 40 habían trabajado juntos escribiendo, compartiendo aficiones y fuentes de inspiración tales como la música Jazz. Dicho grupo estuvo formado, entre otros, por: Jack Kerouac, Neal Cassady, John Clellon Holmes, Allen Ginsberg, etc. A los cuales se les unieron bastantes más hasta el año 1954 aproximadamente. Su estética fue absorbida por la cultura de masas y por la clase media de finales de los 50 y principios de los 60 y terminó convirtiéndose en un canto a la liberación espiritual y sexual que abrió las primeras puertas a la liberación de la mujer, de los negros y de algunos grupos de homosexuales que habían hecho pública y manifiesta su condición sexual.

Gran número de personajes de la cultura norteamericana fueron directamente influidos por la corriente “Beat”, en especial músicos como: Bob Dylan, Patti Smith o Jim Morrison.

El término “Beatnik” no apareció hasta 1958, y en realidad se trató de un intento de desprestigiar a la generación beat fusionando las palabras “beat” y “Sputnik” sugiriendo así una condición antiestadounidense y comunista.

La novela El Camino (On the Road), escrita por Jack Kerouak fue el libro de culto de los miembros de la generación Beat. Una novela que relata los viajes que Kerouak y su grupo de amigos realizaron por Estados Unidos y México y que contribuyó a la mitificación de la legendaria Ruta 66. Contrariamente a lo que se piensa, la novela fue concebida bajo el efecto del café como única droga.

En cualquier caso, sin saber qué era, ni qué significaba la Generación Beat ni los Beatniks, sin tener la menor idea de quién era Kerouak, ni de que existiese un movimiento literario y social que reinvindicase algo o nada, los niños de la Generación 70's coleccionamos a esos divertidos personajes, los intercambiábamos, tratábamos de reunir todos los colores, y la gran mayoría de nosotros les arrancábamos la anilla con los dientes para dejar al personaje -según un criterio estético nuestro y extraño- mejor que como venía de fábrica.

Créditos de las imágenes: 1.- Fotografía Beatniks, colección particular. 2.- Chicles Dunkin, realizada por el Kioskero del Antifaz. 3.- Cromo de la colección propiedad de rolotronic y conseguida en el foro Dunkin. 4.- Publicidad de "pop Pallino e o seu Conjunto" de Helados Rajá, Portugal. 5.- Afiche publicitario de "Los Cabezones" de Nescao de América Latina, publicada en el foro Dunkin por rolotronic.

lunes, 25 de mayo de 2009

Los Picapiedra

La famosísima serie televisiva Los Picapiedra (The Flintstones), fue creada por William Hanna y Joseph Barbera, ambos creadores de los estudios de animación estadounidenses Hanna-Barbera Enterprises. Los fundadores del estudio se conocieron en 1939 trabajando para la Metro-Goldwyn-Mayer. En 1944 crearon su propio estudio dedicándolo inicialmente a la realización de comerciales televisivos y alternándolo con su trabajo en la productora hasta que en el 1957, el departamento de animación de la MGM cerró y William y Hanna se dedicaron a sus proyectos a tiempo completo e iniciaron la producción de series para televisión.

Los Picapiedra fue una de las series de televisión que ha gozado de mayor éxito en la historia. La cadena estadounidense ABC la emitió por primera vez el 30 de septiembre de 1960 llegando a emitir hasta un total de 166 episodios.

Lo curioso fue que la serie estaba prevista para un público adulto, los personajes no sólo aparecieron en varios anuncios de la compañía de cigarrillos Winston, sino que además, el show fue presentado por dicha marca durante un largo período de tiempo. También hay que destacar el dato de que Pedro y Vilma Picapiedra fueron la primera pareja de dibujos animados en aparecer juntos en la misma cama. No obstante, el éxito fue tal que pronto gozó del favor de todos los públicos llegando a ser la primera serie de animación que se emitió en horario prime time.

A partir de 1962, los Picapiedra fue el primer dibujo animado en emitirse en color.

Lo primero que muestro de la fabulosa serie de animación de la que pudimos disfrutar durante finales de los 60's y los 70's, se trata de un spot original de la marca de cigarrillos Winston.



Seguidamente la cabecera inicial que daba lugar a los episodios de la serie.


A continuación, un episodio inédito. Se trata del capítulo piloto, el primer capítulo de los Picapiedra que se realizó para ver qué tal daban los personajes en pantalla. Como podemos observar son ligeramente distintos a los que finalmente fueron los auténticos, pero se trata de una copia de trabajo simplemente. Este capítulo se reincorporó posteriormente a la serie (el tercero de la primera temporada) con los personajes tal y como los conocemos.




Y para terminar, como no, el famoso ending que cerraba los episodios con Pedro Picapiedra gritando su archiconocido: “Vilma... abreme la puertaaaaaa!!!”.



En CanalRetro, a través de Youtube, podemos disfrutar de todos los episodios de las 6 temporadas de la serie, además de algunos especiales.

viernes, 22 de mayo de 2009

Piece of My Heart

Esta es otra historia de desencuentro entre el éxito y la persona que lo conquistó.

Janis Joplin fue quizá una de las mejores voces de todos los tiempos. Así fue considerada por la revista Rolling Stones, por todos sus fans y por no pocos amantes de la música Rock, y Blues en general.

Se trataba de una Beatnik por excelencia; metida siempre en grupos de jóvenes intelectuales, amiga de los negros y deseosa de pasar su vida “On the road” y de llevar su música por todos los rincones del mundo.

En 1963, a sus 20 años inició su carrera como cantante gozando de cierta popularidad en locales de Rock and Roll, hasta que en 1968 fue llamada para interpretar en un programa de radio, el tema “Piece of My Heart”; compuesto por Jerry Ragovoy y Bert Berns y originalmente cantado por Erma Franklin en 1967 (hermana mayor de la Diosa). La versión de Janis Joplin junto con la banda Big Brother and the Holding Company, supuso un éxito rotundo que fue incluido en el álbum “Cheap Thrills”. La audiencia quedó boquiabierta, las críticas fueron memorables y llegaron a decir que la artista eclipsó al resto de la banda. Quizá por eso, las desavenencias entre ellos fueron tan grandes que Janis, a finales del 69 se largó a Los Angeles a grabar un nuevo álbum titulado “Pearl”.

La grabación funcionaba perfectamente y ya estaba llegando a su fin, de modo que el 4 de octubre de 1970, Janis decidió celebrar lo que había sido una buena jornada de trabajo con el resto de los componentes del estudio.

Esa misma madrugada fue hallado su cuerpo sin vida debido a una sobredosis de heroína. En la habitación no se encontraron las jeringuillas que fueron usadas para el letal viaje, con lo cual se llegó a la conclusión de que la artista no se encontraba sola. A sus 27 años, pero seis semanas después de su muerte, el disco “Pearl” se mantuvo en el número uno de las listas de éxitos durante 14 semanas consecutivas.


jueves, 21 de mayo de 2009

El Diccionario Básico SOPENA

Empecé con esto de contar historias cuando aún carecía de uso de razón; a decir verdad... aún no sé si tengo el “uso de la razón” en toda la amplitud de sus posibles facultades, pero al margen de eso... siempre me ha gustado contar historias.

Por el motivo de que dibujar era algo que me entusiasmaba desde niño, y que a pesar de haberlo tomado como opción profesional sigue entusiasmándome, las historias con las que empecé las contaba a través de dibujos; así pues me repartí entre la historieta, el humor gráfico, los dibujos animados y la elaboración de cuentos infantiles, hasta que finalmente creí que también estaría bien. Por qué no? Prescindir del elemento gráfico, limitar mis historias al texto y escribir relatos. A nivel profesional sigo dibujando, pero me puede la necesidad de escribir y simplemente por eso, por necesidad... lo hago.

Por otra parte no soy periodista y estoy eximido de la obligación de informar, de ser objetivo y de contrastar la veracidad de las historias que cuento, no obstante, me gusta basar mis relatos en realidades, en experiencias vividas, o en “posibles” es decir; en cosas que podrían haber sucedido, que estuvieron a punto de suceder o que de algún modo sucedieron de una forma similar a como las cuento. Pese a ello, mi mujer siempre me acusa de que adorno la realidad y de que se me va la pinza en ocasiones, pero ella, no se da cuenta de que diciéndome eso me halaga.

Muchas veces debo recordarle que hay una máxima periodística que dice “No dejes que la realidad te estropee una buena historia” y repito, la máxima es periodística. Imagínense ustedes que clase de “contador de historias” sería alguien que no adornase la realidad. Más que un escritor de relatos parecería el transcriptor de teletipos de una agencia de prensa, o un escritor de libros de historia. Así pues, la obligación de un “junta letras” es la de ser verosímil a la fuerza, pero no necesariamente veraz.

Todo esto viene a cuento de un par de los comentarios escritos en la entrada anterior a esta, y de algún mail recibido en el que se me pregunta sobre “la veracidad” de las definiciones que muestro del diccionario SOPENA en la historia que lleva por título “Ni coños, ni pollas... ni cojones”. Bueno... la realidad sobre desinformación sexual que existía en la España de los 70 la conocen de sobra los de mi generación, por no hablar de generaciones anteriores. En cuanto a lo del diccionario... jamás les mentiría sobre algo tan serio, aunque en un momento dado... Por qué no?

Hay que decir que la presentación del diccionario está escrita por José María Pemán; político, escritor, poeta, etc, caracterizado por unas firmes ideas de derechas que apoyó la dictadura de Miguel Primo de Rivera y el golpe de estado franquista. Entre otras cosas (una bastísima producción literaria), el individuo en cuestión fue el autor de una de las letras no oficiales del himno español, concretamente la que alguna vez yo llegué a cantar en alguna de esas aulas en las que se nos preparaba más bien poco para el amor. Lo recuerdan?




¡Viva España!, alzad los brazos hijos
del pueblo español
que vuelve a resurgir.
Gloria a la Patria
que supo seguir
sobre el azul del mar el caminar del Sol...


A lo largo del texto he ido posteando unas páginas en las que se muestra la infructuosa búsqueda que describo en el relato de las palabras “pene” y “vagina”, así como las definiciones que el maravilloso libro nos da sobre “penetración” y “ovario”.

El eslogan publicitario por aquellos tiempos decía: “Vale la pena tener un Sopena”, aunque algunos pensábamos: “Que pena tener un Sopena”. Va como va...

Espero que sirvan como documento de la época, pero por encima de todo... para echarnos unas risas, que es de eso de lo que se trata.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Ni coños, ni pollas... ni cojones

Las clases de anatomía en 6º de E.G.B eran lo más curioso del mundo. Por aquel entonces teníamos once años, y quizá por lo de ONCE el sistema educativo de aquellos tiempos quería que estuviésemos ciegos perdidos ante una realidad palpable (y nunca mejor dicho) como era la de nuestros miembros genitales.

El señor José María nos recitaba lentamente todos y cada uno de los huesos que componen el esqueleto humano, seguidamente pasaba a los órganos internos, a continuación los músculos, y así durante un largo trimestre en el que nosotros tomábamos apuntes y hacíamos dibujos de cómo eran y cómo se llamaban todas y cada una de las partes del cuerpo.

El trimestre siguiente era el dedicado a los aparatos: respiratorio, digestivo, circulatorio, excretor, etc, pero... Qué pasaba? Acaso los humanos de los años 70 no tenían sexo? No existían entonces ni los penes ni las vaginas? Nacíamos por la gracia de Dios al igual que Franco se hizo Caudillo? Y al margen de penes y vaginas (nombres poco sugerentes donde los haya)... Dónde estaban las pichas, las trancas, las vergas, las pollas, o los chochos, las rajitas, los chuminos y los coños? No había nada de eso? Y los famosos cojones? Por qué en clase de anatomia no nos hablaban de los cojones? En esos tiempos todo se hacía “por cojones”; la policía trincaba a uno “por cojones”, el PC estaba prohibido “por cojones” (no el PC de Bill Gates, ese ni existía... el PC de Santiago Carrillo), los decretazos se imponían “por cojones”, incluso el 27 de septiembre de 1975, dos meses antes de su muerte, Franco se despidió con unos fusilamientos “por cojones”. Es más... muchas de esas cosas se llegaron a hacer durante mucho tiempo “por sus santos cojones”, pero a pesar de ser santos y de escuchar la palabra cojones por todas partes, nadie nos dijo qué eran ni para que servían en realidad.

Muchos de nosotros esperábamos con ansia el tercer trimestre, seguro que en él nos hablarían de todas esas cosas que nos habían ocultado en los dos trimestres anteriores; claro... lo bueno lo dejaban para el final pensamos. Pues ni por esas, el tercer trimestre estaba dedicado a repaso, con el mismo maniquí de los dos trimestres anteriores que para más joder SIEMPRE era un muñeco de un tío asexuado. No había posibilidad de ver a una tía en pelotas ni en forma de maniquí abierta en canal para estudiarle las vísceras, y nuestras pobres compañeras de clase ignoraban que en su cuerpo tuviesen ovarios, úteros, trompas de Falopio, etc, etc... eso era materia reservada, al parecer.



Afortunadamente, además del maniquí de plástico que recordaba vagamente a José María Iñigo y del libro de texto, teníamos el diccionario básico SOPENA; sin duda que él nos sacaría de la ignorancia recurriendo a la gran información que hallaríamos en sus páginas. De modo que al margen de las clases rutinarias y oliéndonos la tostada de que algo nos querían ocultar, algunos compañeros y compañeras de clase nos unimos para hojear “en la clandestinidad” el contenido del diccionario y salir de dudas.

—Míralo tú.

—No... yo no me atrevo. Y si Dios me castiga?

—Anda, anda! Dame a mí. Primero buscaremos pene... p, p, p... peluca... peluquería, peluquero, pena... penar, pendencia... pendiente.

—Y?

—Y nada... no está. No te jode?

—Y la siguiente a pendiente... Cuál es?

—penetración

—Woooo... A ver, a ver... lee a ver que pone.

penetración (pe-ne-tra-ción). f. Acción de penetrar: La penetración de las tropas aliadas en campo enemigo ha sido rápida.

— ...

—Y ya está? No dice nada más?

—Bueno si... algo más pone: Inteligencia demostrada ante un caso difícil (sinónimo: PERSPICACIA): Ha dado muestras de poseer una penetración y sagacidad admirables.

—Mecagüen la leche!

—Busca vagina a ver si hay más suerte.

—No creo, pero... vamos a ver... v, v, v,... vacío, vacuna, vacunación, vacunar... vacuno... Mierda... la siguiente ya es vago. Ni vaginas ni hostias!

— Vaya timo!

—Oye... Cómo se llama eso que las niñas tenéis en lugar de huevos?... Bueno... en realidad creo que son huevos, pero...

—Ovarios... son ovarios.

—A ver... busca ovarios.

—o, o, o,... otorgar... otro, ovación... OVARIO!!! Está ovario! Está en el diccionario!... OVARIO!!!!

—Lee, lee no nos hagas esperar más!!!!

Ovario (o-va-rio). m. Parte de la flor situada en los pistilos: El profesor nos explicó la estructura del ovario de una flor.

—...

La desolación era absoluta, tan dura que resultaba incluso cruel.



El juego de anatomia humana que la casa de Badalona SERIMA lanzó al mercado en 1963 tampoco ayudaba mucho. Todos lo teníamos, montábamos y desmontábamos a aquel cuerpo de plástico partido en dos, colocábamos sus huesitos y sus vísceras en su lugar correspondiente... Yo recuerdo que me lo pasaba en grande montando el esqueleto de forma que le sustituia los huesos de los brazos por los de las piernas, pero a pesar de esa diversión, el muñeco en cuestión carecía también de badajo. No existía forma humana de ver más rabo que el propio, no había posibilidad de comparar, de saber sí era normal lo que uno tenía entre las piernas o sí acaso se trataba de una malformación que el resto de niños no tenían. Algunas niñas, conscientes de que a los niños les colgaba pito, pero al descubrir que ellas carecían de él, pensaban también que algo no andaba bien y que estaban mal hechas... que traían algún defecto de fabricación.

Afortunadamente los lavabos en los patios de colegio daban para mucho. Nos encerrabamos dos o tres en ellos, nos sacábamos la pinga y nos la mostrábamos.

—Oye... Y cuando se te pone dura se te marcan venas?

—Mmmm... pues no sé, no me he fijado, pero... Cómo és que a mi la piel me abarca todo el pito y tú lo tienes al aire?

—Hostia!... Es verdad!... Será que uno de los dos lo tiene mal. A ver Hernandez? A ver el tuyo?

—Mirad... a mi también me lo cubre la piel.

—Dios mío!... Sabía que algo no iba bien... lo supe desde el principio! BUAAAAA...

Hartos ya de tanta ignorancia y de tan poca voluntad por parte de profesores y de todo el mundo en general, decidimos acudir a un especialista. Los padres de todos nosotros eran trabajadores del puerto de Barcelona cercano al barrio del Poble Sec, o estaban empleados en fábricas o tenían puestos ambulantes en mercadillos, ninguno de ellos podía ayudarnos, a excepción... del padre del Hernandez. El Dr. Hernandez Odón, una eminencia en el campo de la medicina, un excepcional médico de cabecera que estaría dispuesto a aclararnos las cosas de una vez por todas.

El Hernandez lo organizó todo para que un día a la salida de clase acudiésemos a la consulta de su padre. El Dr. Hernandez Odón se ofreció para aclararnos todas las dudas que pudiésemos tener al respecto.

—Vamos chicos... no estéis tan avergonzados, lo mejor es hablar de estas cosas con naturalidad. Qué es lo que queréis saber exactamente?

El Alberto me dió un codazo para que me lanzase y rompiese el hielo de una maldita vez.

—Verá Dr.... nosotros... nos gustaría saber cómo se hacen los niños... y eso. El Señor José María siempre nos cuenta que eso sucede cuando un hombre y una mujer se quieren y se casan, pero... no nos cuenta nada más.

—Y así es —respondió el Dr.

—Así?... sin más? —preguntó Alberto.

—Bueno, digamos que ese es el primer paso, pero evidentemente hay más.

Buuuuffffff... Todos respiramos aliviados y nos miramos triunfantes. El Dr. Hernandez iba a contárnoslo todo.

—Vereis —prosiguió —. Es importante que papá y mamá se quieran para tener un niño, pero también es importante la colaboración del Dr. Los médicos les damos unas pastillitas a vuestras madres y de este modo, ellas se quedan embarazadas al igual que las vacas, las cerdas, etc.

—...

—Pero Dr. Hernandez... Y el pito? —pregunté —. Para que sirve el pito?

—El pito? —el Dr. Hernandez se puso a reir —Olvídate del pito. Para qué quieres que sirva? Pues para mear.

lunes, 18 de mayo de 2009

El Kiosquero del Poble Sec


Esta noche, mientras trataba inútilmente de conciliar el sueño, me ha asaltado el recuerdo de que existe un documento gráfico de algo, que al menos para mí, es sumamente importante.

El hecho de recordarlo ha sacudido mi cabeza, me ha dado una gran alegría y me ha hecho pensar en la realización de esta entrada. En condiciones normales hubiese saltado de la cama, me hubiese sumergido en mi tebeoteca en busca del documento gráfico... y ya no hubiese podido resistir a la tentación de encender el ordenador y sentarme frente a él para teclear esta entrada. Afortunadamente no tengo la tebeoteca en casa, la tengo en mi estudio; un ático de Barcelona junto al mercado de Sant Antoni en el que realizo mi trabajo diario. De modo, que dada la pereza de levantarme, ducharme, vestirme e irme hacia mi estudio a horas intempestivas, he decidido tratar de dormir y retomar la idea por la mañana después de llevar a mis hijos al colegio.

El documento gráfico en cuestión es la viñeta que encabeza esta entrada. Se trata de una viñeta extraída de la historieta que lleva por título “Tony Tano”, obra del gran maestro Carlos Giménez, y que forma parte de su obra “Los Profesionales”, concretamente, esta historieta la podemos encontrar en el volumen II titulado “¡Son como niños!

Qué tiene de especial esta viñeta? Para mí todo, ya que en el comic del que forma parte se narran historias de profesionales del mundo del dibujo al que pertenezco, aparece el mercado de Sant Antoni al que llevo vinculado toda mi vida por tradición familiar, y lo más anecdótico... aparecen también, en su parada del Mercado de Sant Antoni, el Sr. Sánchez y su hijo Agustín Sánchez, que además del kiosco en Poeta Cabanyes esquina Magalhaes del Poble Sec de Barcelona, cada domingo, sin falta, montaban su tenderete en el mercado y en el que vendían, cambiaban y compraban tebeos. Al señor Sánchez he dedicado algunas entradas en este blog setentero: Hucha Gasolinera de RICO, YO-YO Russell Super, Flaggolosina y seguro que dedicaré muchas más ya que él fue mi kiosquero preferido durante los años 70. En su kiosco compraba mis chuches, cromos, tebeos, juguetes, baratijas kiosqueras y todas aquellas cosas que actualmente colecciono, que me retrotraen a esa infancia y de las cuales hablo y muestro en este blog, entre otros muchos recuerdos.

El Sr. Sánchez

Probablemente sí el Sr. Sánchez hubiese limitado su actividad profesional al kiosco del Poble Sec, no hubiese coincidido jamás con el gran historietista Carlos Giménez, pero su parada en el mercado de Sant Antoni era visita obligada para los aficionados al comic y para todos los profesionales de la época que acudían a él para comprar las últimas novedades en comics de importación y “solucionar” así, temas de documentación de algunas de sus viñetas; vaya... lo que podríamos dar en llamar... “plagios creativos”.

Creo recordar que el Sr. Sánchez y su hijo, mantuvieron su paradita en el mercado hasta bien avanzados los años 80 o puede que incluso hasta mediados de los 90, no logro recordar la fecha, pero el Sr. Sánchez estuvo allí hasta que fue ya muy, muy mayor. Muchos de los domingos que paseo por el mercado en busca de comics para mí, para mi hijo o cuentos para mi hija, echo de menos la parada de mi entrañable kiosquero, pero afortunadamente el gran profesional Carlos Giménez lo dibujó en una de sus viñetas y ahí queda ya... para siempre jamás.

Agustín Sánchez
Para los miles y miles de admiradores de Carlos Giménez, esta viñeta tan solo es una más entre las muchísimas que el artista ha creado. A veces, es curioso ver como pequeños detalles pueden ser importantes; trazos sobre un papel realizados con talento, con gracia, manchas de tinta bien puestas... Seguro que eso puede apreciarlo cualquiera en la obra de Carlos Giménez y concretamente también en esta viñeta. No obstante... existe la posibilidad de que a mí, sea al único al que esta viñeta le transmite un mensaje especial y distinto... Es posible que nadie más conozca la historia que existe tras ella. Bueno... ahora ya si debido a que la estoy compartiendo gratamente con todo aquel que lea esta entrada, pero... tal vez, incluso el propio Carlos Giménez tan sólo se limitó a tomar un apunte rápido de una parada cualquiera en una de sus muchas visitas al mercado de Sant Antoni para documentar debidamente una de sus historias. Es seguro que ni él mismo sepa que en ese apunte, inmortalizó ni más ni menos que al Sr. Sánchez, El Kiosquero del Poble Sec, y que ese hombre pertenece a una importantísima parte de mi infancia.

Carlos Giménez

El gran historietista nació en Madrid en 1941 y se trasladó a Barcelona en 1963, lugar donde empezó a trabajar en la agencia Creaciones Ilustradas dibujando las series Gringo y Delta 99 publicadas en el extranjero.

En 1969 y con guiones de Victor Mora, dibuja la serie Dani Futuro, para más adelante iniciar sus proyectos en solitario y los que realmente le han otorgado su merecido éxito: Hom (1974), España Una, Grande y Libre (1976), Paracuellos (6 álbumes 1976), Barrio (4 álbumes 1977), Los profesionales (5 álbumes 1983), etc.

Actualmente Carlos Giménez es uno de los nominados para el Premio Príncipe de Asturias de las artes debido a que su proyección en el mundo de la historieta es universal. Su aportación al desarrollo y la evolución artístico-social del medio está fuera de toda duda. Se trata de uno de los mejores autores de la historia mundial del cómic de todos los tiempos y su trabajo a lo largo de toda su carrera en obras tan significativas como Paracuellos 36-39, Barrio o Los Profesionales, ha marcado a toda una generación con su magnífica narrativa, por lo que no es de sorprender que toda la industria del tebeo se haya volcado en dar su apoyo de este genial artista.

domingo, 17 de mayo de 2009

Humor Gráfico Kioskero


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Es en la prensa donde se encuentra el humor gráfico. Es en los kioscos donde se encuentra la prensa. Y por eso, en este kiosco virtual no podía faltar el humor gráfico especializado en kioscos.

Abro esta nueva sección en la que trataré de poner, con mayor o menor regularidad, chistes gráficos en los que los kioscos y los kiosqueros sean los protagonistas. Algunos serán míos (como el de esta primera entrada), otros serán de otros autores presentes y pasados que buscaré por las hemerotecas y que mostraré aquí para el disfrute de todos.

Hoy en día quizá un kiosco sea poco más que un elemento entre tantos del paisaje urbano, pero a finales de los años sesenta y durante los setenta los kioscos fueron los lugares donde los niños, a cambio de pocas pesetillas, convertíamos nuestros sueños en realidad.

Merecen un homenaje. No es así?

viernes, 15 de mayo de 2009

Nacha Pop. "De MadriZ... al cielo"

Eran los finales de los 70, España aún no sabía respirar en libertad, no tenía demasiado claro cómo hacerlo, pero luchaba con todas sus fuerzas por conseguirlo y por tratar de entender qué era eso a lo que se estaba dando en llamar "transición".

Madrid despertó con ganas y se arrancó con su imparable "Movida"; una mezcla de corriente contracultural y Underground a la que el resto de ciudades españolas fueron sumándose poco a poco, pero con incomparables resultados. La Movida madrileña fue una bocanada de aire nuevo que los sectores más jóvenes de la ciudad repartieron a diestro y siniestro como tratando de hacerle el boca a boca a todo un país y darle algo de oxígeno.

Tuve la gran fortuna de ir a parar a Madrid durante los años 84 y 85 (avatares del destino. Había una "movida" y yo... no podía perdérmela a mis 20 años). Pude vivir esos momentos a tope y dejar que mi cuerpo se arrastrase por los locales de moda tales como: La Vía Láctea, El Penta, El sol, Rock-Ola, etc. Me enamoré de Madrid, de los madrileños y de todo y cuanto se cocía en ese puchero en el que las ansias de recuperar el tiempo perdido y de adquirir algo parecido a cierta modernidad, presionaban con tal fuerza que incluso arrastraron consigo a los políticos del momento que no tuvieron más remedio que hacer buena cara, mover sus cuerpos al ritmo del Rock & Roll, y como no... tratar de politizar la "situación", apuntarse algún que otro tanto y hacernos creer que todo aquello lo inventaban y lo promovían ellos. Lo cierto fue que, simplemente... no pudieron evitarlo.

En Madrid la juventud dio un paso adelante con sus propuestas culturales, con su modo de ver la vida, de cómo deseaba vivirla y salir del forzoso letargo al que se había estado sometido durante casi cuatro décadas. No había otro modo de hacerlo que con la rebeldía como arma y tomando conciencia de que no había por qué tener miedo a tener razón.

Los 70 se cerraban y se abría la puerta de los 80 de la mano, entre otros, de Nacha-Pop. Antonio Vega, líder del grupo, nos dejaba el pasado 12 de mayo después de 30 años sobre los escenarios. Su tema titulado "La chica de ayer" fue el más aclamado de la década ochentera dentro del panorama de la música Pop española; de algún modo y con aire intimista, reflejaba el inevitable cambio al que nos llevó la movida y todos cuantos la hicieron posible.

La noche del miércoles, en un programa de televisión, un personaje obligaba al público a ponerse en pie y a dedicar un minuto de silencio en recuerdo del recientemente fallecido Antonio Vega. Concretamente fue Risto Mejide en el programa Operación Triunfo. Silencio? Venga coño!... Menuda payasada. Lo que Antonio hubiese querido era que sonase Rock & Roll.

miércoles, 13 de mayo de 2009

La Guerra de las Galaxias


La encuesta sobre la película que marcó la década de los 70 se cerró con el siguiente resultado: cero puntos para: Alien, el octavo pasajero, Rocky, Carrie, Mad Max, La escopeta nacional, El espíritu de la colmena y Los bingueros (lástima por esta última, hubiese podido ser una entrada divertida ;-) Un discreto voto se llevaron: El exorcista, La naranja mecánica y La matanza de Texas. El padrino consiguió dos pobres votos y tres recibió Tiburón. En un honroso segundo lugar quedó Grease con 10 votos (me pregunto que hubiese sucedido si en lugar de Grease, en la encuesta, hubiese aparecido Fiebre del sábado noche), y la vencedora clara con 15 votos fue La Guerra de las Galaxias.

Pfffff... Qué decir de la Guerra de las Galaxias que no se haya dicho ya?

A riesgo de ser acribillado a improperios, o de ser tachado de “raro”, lo que puedo decir es que la primera, la ORIGINAL... me gustó, pero que el resto de películas que forman la saga me parecen absolutamente soporíferas.

Debo decir en mi defensa ... o no, que en general, detesto la ciencia ficción. Siempre me pareció fácil inventarse un mundo paralelo y crear una fantasía como trama argumental para una película, una novela o cualquier tipo de ficción sobre da igual que formato. De igual modo detesto las historias cargadas de personajes al estilo de gnomos, trolls, elfos, trasgos y demás hierbas. No solo me producen cierta angustia tales personajes, sino que además me despegan completamente de la trama, no entro en el juego que proponen sus autores y termino viendo historias inverosímiles que me aburren hasta más no poder.


He dicho que siempre me pareció fácil hacer historias así, pero en realidad; no es tan fácil. Prueba de ello es que los mismos autores que las crean son incapaces (por más que se “inventen” ese mundo paralelo) de salirse de las historias universales de siempre que ya inventaron los autores clásicos babilónicos, griegos o romanos; inspirados a su vez, todos ellos, por tradicionales y milenarias historias de procedencia oriental. Desde entonces hasta día de hoy no hay absolutamente nada nuevo bajo el sol.



La película Star Wars dirigida por George Lucas en 1977 nos muestra una vez más al personaje mesiánico que desde que el profeta hebreo Isaías y autor de una buena parte de “El nuevo testamento” lo dió a conocer bajo el nombre de jesús de Nazaret, el hijo de Dios, nos ha acompañado a lo largo de nuestras vidas en innumerables tramas tanto literarias, como cinematográficas. Sí no me creen dejémonos llevar de la mano de Luke Skywalker a través de la trilogía que constituye lo esencial de toda la saga:

Un joven del cual apenas conocemos su origen, pero del que sabemos que es adoptado y que un día recibe, como por obra y gracia del Espíritu Santo, la revelación trascendente de aceptar su destino: transformarse en caballero Jedi tras una ceremonia de aprendizaje e iniciación secreta y convertirse en el único líder capaz de salvar la galaxia y restablecer la ansiada paz.

Ahí tenemos a un Jesucristo de ciencia ficción con espada laser y todo.


George Lucas, aunque tarde, no tuvo más remedio que reconocer que su referente más claro para la película estaba inspirado en “La Fortaleza Escondida” de Akira KurosawaKakushi-toride no san-akunin” es su título original. En ella encontramos a un grupo formado por un mercenario acompañado de un par de personajes estúpidos/divertidos (similares a R2-D2 y C3-PO), que rescatan y protegen a una princesa de una fortaleza inexpugnable. Entre otras muchas coincidencias con esta película de Kurosawa, en Star Wars podemos encontrar el mismo sistema de transiciones que nos llevan de una secuéncia a otra.

No hay nada malo ni anecdótico en ello ya que por otra parte, no hay historia que no se repita una y mil veces debido a que en realidad, existen poco más de una docena de ellas. Sucede algo así como con la escala musical; disponemos de siete notas y la combinación entre ellas nos permite crear infinidad de melodías. Del mismo modo, absolutamente todas las historias que le puedan suceder a un ser humano o a una comunidad ya fueron contadas y son milenarias. Podríamos decir que la originalidad en el cine, en literatura o en cualquier medio que haga posible contar una historia, no está en “qué” contar, sino en “cómo” contarlo.


De ahí quizá que la Guerra de las Galáxias fuese, en su día, una película que marcó el futuro del cine de ciencia ficción; aunque en realidad, y debido a que la ciencia ficción no es más que un elemento anecdótico la película fue calificada en su día de “Space Opera” (opereta espacial) ya que como antes he mencionado, a nivel argumental le debe más a una mezcla de personaje mesiánico con Romeo y Julieta, pero con una puesta en escena y unos efectos especiales adelantados a su época. Un gran esfuerzo por parte del director y del equipo de producción en hacer un film efectista que llenó las salas de cine y que disparó el consumo de palomitas hasta cotas nunca vistas hasta entonces.

El imperio que George Lucas levantó en torno al fenómeno que supuso “La Guerra de las Galaxias” sí que fue definitivo en el cine que se realizó posteriormente en cuanto a lo que a efectos especiales se refiere.

Aunque sólo fuese por eso, sí podríamos decir que fue una de las películas que marcó la década de los 70 y el futuro de la industria cinematográfica. Buen ojo votantes ;-)

viernes, 8 de mayo de 2009

The Game of Love

Un tema escrito por Clint Ballard Jr. en 1965 y que fue número 1 en los Estados Unidos y número 2 en Gran Bretaña.

El grupo que lo interpretó y que consiguió encabezar las listas de éxito fue Wayne Fontana & The Mindbenders, una curiosa formación musical británica que a finales del mismo año y nuevamente de la mano de Clint ballard lanzaría al mercado otro single titulado "She needs love" y otro tema para la cara b, compuesto por el propio Fontana y que llevó por título "Like I did". Este último sencillo no corrió la misma suerte que el anterior ocasionando la separación del grupo y prosiguiendo Wayne Fonatana y los Mindbenders caminos separados.

No deja de ser curioso, no sólo en el panorama musical, como en ocasiones se dedica un esfuerzo superlativo en conseguir unas metas, en seguir un camino, y cuando finalmente, se alcanzan los objetivos... se muere irremediablemente de éxito.

Reflexionaré sobre ello durante este fin de semana y mientras, escucharé "The game of love"

jueves, 7 de mayo de 2009

Los cacharritos de plástico llenos de bolitas de anís


Siempre envidié al ratón que tenía Susanita, ya saben... ese ratón al que se refería Fofó, el payaso de la tele y que en su canción nos relataba eso de: “Susanita tiene un ratón, un ratón chiquitín que come chocolate y turrón y bolitas de anís...”.

Jodido ratón. Yo imaginaba que él con sus bolitas de anís haría lo mismo que normalmente hacía yo con las mías y con todas mis chuches en general. Cada vez que algo dulce, de colores, envasado o a pelo, con azúcar por encima o sin él, duro, blando, de formas divertidas o cuanto menos simpáticas... caía en mis manos, mi madre se desesperaba e incluso me atrevería a afirmar que se avergonzaba de ir conmigo por la calle. Y es que yo, con mis chuches, tenía un desmedido sentido de la posesión y de la propiedad privada.

Por norma siempre fui un crío bastante desapegado de cualquier cosa material. No me importó jamás compartir mis juguetes con ningún otro niño ni aún en el caso de que ese otro niño tuviese los suyos y no los compartiese conmigo. Bastaba con que él me pidiese algo para que yo se lo prestase aunque en ese preciso instante estuviese jugando yo con el juguete en cuestión. Nunca me negué a ello y jamás puse la menor mala cara. El resto de las madres se admiraban de esa capacidad de compartir que tenía siendo tan pequeño, y mi madre se sentía orgullosa de mi por esa actitud.

Lo malo era cuando algún crío decidía que mis chuches... tenía que compartirlas con él. Lo peor fue cuando una madre, viendo que su hijo miraba mi bolsa de chuches con ojos de deseo, le dijo:

—Anda corazón. Pídele una al nene que seguro que te da. Él tiene muchas.

No tenía nada mejor que hacer esa madre? Ya cuidaba bien de su hijo? Le llevaba a un buen colegio? Le obligaba a lavarse cada noche los dientes? Evitaba riñas con su marido delante de él? O quizá... el responsable de que el mequetrefe de su hijo acabase con algún trauma infantil... Iba a ser yo por no querer darle una chuche a su nene? Por qué esa tipa no se metía en sus asuntos y dejaba de andar metiéndose con las chuches de los demás? Tanto le costaba comprarle un chicle Cheiw al cuellicorto de su nene en lugar de aguarme la tarde a mí?

Mi madre cambiaba de color cada vez que se daba una de esas situaciones, se ponía pálida y unas gotitas de sudor invadían su frente, de golpe, sin aviso, ahí estaban cientos de ellas que brotaban como si estuviesen soportando el tórrido calor de un mes de agosto cualquiera.

Inmediatamente mi madre trataba de aplacar al monstruo que habitaba en mí y mediaba con toda la ternura de la que era capaz de dar para que yo no montase en cólera.

—Vamos cariño, dale una chuche a este niño. Vale?

Eran tres contra mi: la madre del gorrón por un lado, con una abierta y forzada sonrisa de oreja a oreja esperando a que introdujese mi mano dentro de la bolsa y sacase una chuche para el mofletudo de su hijo, que más que una chuche, lo que posiblemente le convenía era una buena dieta. Mi madre que me miraba mordiéndose el labio inferior y rezando a todo el santoral en pleno para que yo cediese y compartiese mi tesoro con el gordinflón. Y como no... el gordinflón, esperando ansioso su poco merecido premio. Qué había hecho él para ganárselo? NADA! Pero ahí estaba contemplando mi bolsa y mirándome con cara de pensar: “jódete capullo... somos tres contra ti”.

Mi madre insistía sin dejar de lado esa dulzura que en realidad ocultaba un miedo y una vergüenza considerables.

—Mira... mira cuantos cacharritos tienes con bolitas de anís. Le das uno al nene?

Recuerdo la vez que vi mi primera película de piratas; bueno, al menos la primera de la que tenga conciencia. Los piratas iban en busca de un tesoro, llegaban a una isla y se inflaban a leches con otros piratas que habían llegado a la vez en un galeón distinto y que venían desde la otra punta. Ambos grupos habían coincidido en el lugar que indicaba el mapa con la típica cruz y destacando el punto exacto en el que el ansiado tesoro se hallaba. Recuerdo que al ver semejante pelea entendí que el contenido de tan valioso cofre no podía ser otro que una buena cantidad de chuches. Cuando descubrí que tan solo encontraron un montón de monedas de oro me llevé una decepción, y tanta aventura previa y tanta lucha arriesgando sus vidas me pareció un auténtico sinsentido.

Yo miré al gordinflón, a su madre y a la mía. Bastó una mirada para hacerle entender a mi progenitora que los santos no iban a estar con ella y la pobre miró al cielo con la certeza de que se iba a armar una gorda y efectivamente, una vez más, así fue. Antes de que nadie pudiese reaccionar la bolsa de chuches bien agarrada a mi mano, ya estaba describiendo una parábola aérea que irremediablemente terminaría su recorrido estampándose en uno de los mofletes del gordinflón y abriéndole una brecha. No fue culpa mía que precisamente la caja de hojalata de pastillas Juanola estuviese en la base de la bolsa y que esa parte fuese la que diese de lleno en la jeta de ese niñato estúpido.

Mi madre se deshacía en disculpas, mientras que la madre del gordo le decía cosas del estilo de: “A ver si cuida de este crío que es un salvaje!”. “No le saque usted a la calle que este niño es un peligro!”, etc, etc. Mientras, el gordo me miraba con los ojos sumergidos en lágrimas y con un pañuelo en la mejilla. Yo... seguía comiendo mis chuches mirándole a él y pensando: “Quién es el capullo ahora?”. “Anda y que te de bolitas de anís el ratón de Susanita!”


Fotografía correspondiente a mi colección particular de cacharritos de bolitas de anís. Si nadie quiere que le llene la cara de manos... que no me pida ;-)

martes, 5 de mayo de 2009

El consultorio de Elena Francis


Mi yaya Lola iba a buscarme cada tarde a la escuela. De camino a casa decidíamos que hacer con la merienda; en algunas ocasiones –siempre dependiendo del trabajo que ella tuviese- me compraba algún Tigretón, Bony o Bucanero en el horno del barrio, pero la mayoría de las veces me preparaba algo en casa. Yo merendaba viendo los dibujos animados de la tele, y luego iba a hacer mis deberes mientras ella no paraba arriba y abajo con las tareas de casa. Era una mujer que se ocupaba de casi todo e incluso les preparaba la cena a mis padres que regresaban del trabajo bien entradas las nueve de la noche. Así que desde las seis de la tarde que me iba a buscar, hasta las nueve de la noche, mi yaya Lola era sólo para mí, bueno... para mí no en el sentido más amplio del término ya que para quien mi yaya Lola en realidad, era todo oídos, era para Elena Francis.

—Yaya... me has puesto poco Cola Cao. A mi me gusta con mucho Cola Cao —Le decía yo.

—Qué? — Esta era siempre su invariable respuesta.

—Yaya... Dónde están mis indios y vaqueros de COMANSI?

—Qué?

—Yaya... Me ayudas a hacer las restas?

—Qué?

Se lo tenía que repetir todo dos veces. Nunca jamás atendió a ninguna de mis peticiones a la primera. Era igualita que los teenagers que uno se encuentra parados justo delante de la puerta de salida del metro, anonadados con sus walk-man y escuchando las músicas de su Mp3 a todo volumen; que digo yo... Para qué se pondrán los auriculares sí resulta que se les escucha la música por todo el vagón? Deben tener el cerebro hecho Pepsi-Cola de tanto sonido electrónico estallando entre medio de sus orejas.



—Te vas a bajar en la siguiente parada? —Hay que preguntarles porque como ya he dicho, irremediablemente siempre están en medio de la puerta.

—Qué?

Pues mi abuela igual.

A mi me molestaba sobremanera que todo cuanto yo dijese, solicitase o preguntase fuese contestado con un “qué”, mientras que a la Elena Francis la estaba escuchando mientras entraba y salía de las habitaciones, con el receptor de radio en la otra punta del piso, y nunca, jamás... le hizo repetir nada y lo escuchó a la perfección todo a la primera.




Estimada Elena Francis;

Me dirijo a usted debido a que me encuentro en una situación absolutamente desesperada.

Hace diez años que estoy casada con mi marido, un buen hombre, trabajador, responsable y un buen padre para mis hijos, pero que últimamente pasa poco tiempo en casa, apenas me dirige la palabra, no me hace el menor caso y le encuentro irritable cuando llega por las noches cansado y sin ganas de cenar. Nunca me ha pegado, pero hará un par de semanas tuvimos una fuerte discusión y llegó a levantarme la mano. Le noto agresivo y parece como si me estuviese culpando a mi de algún problema que tal vez tenga en su trabajo.

El caso es que llevo un tiempo planteándome la separación, o al menos, una separación temporal que sirva para que ambos nos demos cuenta de que nos echamos de menos o de si realmente, lo mejor que podemos hacer sea romper nuestra relación y vivir separados.

No sé qué hacer y es por este motivo que busco su consejo.

Atentamente:

Una desesperada.

__________________________________________

Mi querida amiga;

Es normal que con el paso del tiempo, en un matrimonio, el hombre descuide ciertos aspectos de su vida afectiva y de pareja. Sus compromisos laborales y sociales son de extrema importancia; eso no significa que su familia lo sea menos, pero su mujer, sus hijos, son un bien seguro para él, mientras que los peldaños que debe subir día a día en su escala social son más inciertos, y como bien comprenderás, reclaman mayor atención.

Quizá la responsable de estar desatendida seas tu misma, ya que tampoco es menos cierto que con los años y una vez casadas, muchas mujeres abandonan su aspecto y dejan de manejar esas pizcas de seducción necesarias para llamar la atención de sus maridos. A menudo, las mujeres realizadas con los hijos y con sus labores del hogar, olvidan que para los hombres esa tarea de sentirse plenos, felices y realizados es mucho más difícil.

Olvida esa idea de la separación ya que no te haría ningún bien, y por encima de todo piensa en tus hijos, en lo traumático que sería para ellos y para las personas de vuestro entorno que están acostumbrados a veros como una pareja feliz.

Mi consejo pues, es que te arregles un poco el pelo, que te pongas un vestido bonito y que sorprendas a tu marido con una deliciosa cena. Que él vea que te has pasado dedicándole toda la jornada en cuerpo y alma, y sin duda alguna cambiará su humor.

Tampoco olvides que una flor no hace primavera, y que no bastará hacer eso en una sola ocasión y esperar sorprendentes resultados. De modo que al igual que él lucha cada día por sacar adelante a sus hijos y a ti, tú debes hacer lo mismo para hacerle un hombre feliz en lugar de decepcionarle dándole la noticia de una posible separación o ruptura.

Espero que poco a poco puedas ir solucionando este problema, y ya sabes que me tienes a tu entera disposición.

Hasta siempre:

Elena Francis.



Y ni un solo “Qué”. Mi abuela era capaz de salir al balcón a tender la ropa y al entrar despacharse a gusto con la Elena Francis.

—Pero será bestia esta tía? Pues no va y le aconseja que siga al lado de ese tipejo? A saber porque le ve poco el pelo por casa y encima llega cansado. Será posible? Tipejo!

Vaya, que ni el ruido de los coches de la calle, ni el estar fuera del balcón le había hecho perder un solo hilo de la retransmisión radiofónica, en cambio... si yo me dejaba ir con eso de: “Yaya... Cuándo vendrán los papas?”

—Qué?

Vale que se lo preguntaba cada día y mis padres llegaban siempre más o menos a la misma hora, pero... Tanto costaba responderle como era debido a un nieto? A su único nieto?

Elena Francis siempre aconsejaba que sus oyentes adoptasen actitudes de sumisión, nunca de rebeldía; si una oyente se dirigía a ella porque era la que se aburría de su marido, la que no le soportaba más y la que prefería no acercarse a él, Elena Francis le decía que debía pasar menos tiempo sola pensando en tonterias, que se comprase un televisor o que leyese revistas de moda o de cómo eran por dentro las casas de los famosos, cualquier cosa con tal de que la frustrada esposa no pensase y en una de estas, se diese cuenta de cuan absurda era su malograda vida.



Mi yaya, en alguno de esos viajes entre el comedor y la cocina, se detenía delante del aparato de radio, lo miraba como si la mismísima Elena Francis estuviese sentada en una de las sillas de casa, colocaba sus brazos en jarras y lanzaba una serie de improperios que si la locutora los hubiese llegado a oir alguna vez, se le hubiesen enrojecido sus mejillas todoterreno adaptables a cualquier régimen político o etapa de transición. Una mejillas impertérritas y capaces de soportarlo todo, menos... cuanto mi abuela hubiese sido capaz de lanzar por su boca de haberla tenido delante. Actoseguido, la yaya Lola, como si hubiese cumplido alguna misión válida para alguna causa, secaba sus manos en su delantal y proseguía su camino hacia alguna parte de la casa.

—Yaya... Por qué escuchas tanto a esta señora y siempre le dices todas esas cosas? —Le pregunté en una ocasión.

—Qué? —Respondió.

—… Que por qué escuchas a esta señora?

—Oh... bueno. Es que a veces da muy buenos consejos para cosas de cocina y demás.

Era cierto. En realidad el consultorio de Elena Francis nació con la intención de promocionar un instituto de belleza situado en Barcelona. El programa de radio se creó unicamente como un factor promocional, pero fue tanto su éxito que terminó derivando en un batiburrillo en el que cabía de todo: consejos de belleza, recetas de cocina, y consultorio sentimental. Este último aspecto fue, el que a la larga, más importancia tuvo en el programa. Para nada servían ya los curas, ni los loqueros, ni nadie que tratase de meterse en las psiques de las mujeres de la época. Elena Francis era una salva causas como ninguna aunque en realidad nunca daba respuesta a nada.

Estimada Elena Francis;

Mi marido se emborracha y no hace caso de sus hijos ni de mi...

___________________________________________

Mi querdida amiga;

Trata de que tu marido no se emborrache y haz lo posible para que te haga caso a ti y a tus hijos...

Y se quedaba tan ancha. Ni tan siquiera era necesario hacer rezar a nadie tres Padres Nuestros y cinco Ave Marías, ya que toda mujer que escribía a su consultorio era siempre víctima de todo y nunca culpable de nada. Y así desde el año 1947 hasta el 1984.



Lo bueno del caso era que pese a que el 90% de las llamadas eran de mujeres desesperadas en busca de apoyo emocional y de consejo sentimental, mi yaya Lola... la escuchaba por los consejos de cocina. Algo así como esos programas de telebasura que nadie ve, pero de los que todo el mundo habla.

—Ah!, si... vi un trozo por casualidad haciendo zapping —Dicen todos.

—Pero vaya... nada... no vi ni cinco minutos —Se apresuran en añadir.

No obstante, en esos cinco minutos saben todo de todo y hasta se han formado una opinión.

Una tarde, Elena Francis estaba dando uno de sus consejos para que el pollo quedase bien doradito al sacarlo del horno, y para que no perdiese su jugo hasta la hora de servirlo a la mesa, sobretodo las pechugas que son la parte más seca. Fueron múltiples las sugerencias que dio la buena mujer para que toda ama de casa quedase como una reina ante sus invitados.

Mi yaya Lola salió de la cocina e inquisitiva se acercó al aparato.

—Entérate bien de una vez vieja bruja —le dijo —. Sin necesidad de tanta tonteria, a mi... me queda más bueno!

Creditos de las imágenes: Imagen nº 1. Aparato de radio de mi colección particular. Construido por un hermano de mi padre y que constituyó su regalo de día de bodas. El aparato es de 1963 y con él... escuché muchas tardes a Elena Francis en compañia de mi abuela.

Recortes de prensa correspondientes a las imágenes 2, 3, y 4. Extraidos de ediciones de La Vanguardia entre los años 1964 y 1971.

Imagen nº 5. Fotografía de Maruja Fernández. Una de las voces que representó el papel radiofónico de Elena Francis y que fue la más popular.

Imagen nº 6 (Inferior). Procedencia desconocida. Imagen bajada de internet.


Se trató del consultorio radiofónico más longevo de la historia de la radio en España, emitiéndose ininterrumpidamente desde 1947 hasta 1984.
Elena Francis es el nombre imaginario creado por el industrial catalán José Fradera Butsems en homenaje a su esposa, Francesca Bes Calvet.
El nombre de Elena Francis nació para promocionar el instituto de belleza Francis, que en sus inicios, estaba situado en la calle Pelayo de Barcelona.
A lo largo de su trayectoria, la supuesta Elena Francis tuvo diferentes voces. La primera de ellas fue la locutora María Garriga, sustituida posterirmente por Rosario Caballé, pero la más recordada es la de Maruja Fernández, que con su personal voz encarnó durante más tiempo a ese personaje. El 31 de enero de 1984, tras haber caído sus índices de audiencia, Elena Francis desaparece definiticamente de las ondas de forma imprevista y provocando cierto alboroto entre sus oyentes más fieles.
Fue el fin de una época en la radio española.
Fuente: fonotecaderadio.com

domingo, 3 de mayo de 2009

Llegó el APOLO XI a la luna?


Existen numerosos rumores y acusaciones que ponen en cuestión el gran hito histórico de la llegada del hombre a la luna. Curiosamente esos rumores nunca vinieron de parte de fuentes soviéticas, pese a que fueron los grandes perdedores en la encarnizada carrera espacial en plena Guerra Fría.

Siempre he estado convencido de que el hombre llegó a la luna en aquel histórico 21 de julio del año 1969, de que no nos engañaron en absoluto, y de que ese momento único que tuvo lugar a nivel internacional, cuando yo contaba con cinco años de edad, fue verídico y totalmente real.

Sobre la frase del astronauta Neil Armstrong, posiblemente una de las más famosas de la historia de la sociedad moderna, ya hice una entrada anterior. “Éste es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, y sin duda, así fue.

Pueden hartarse de ver documentales que tratan de demostrar que todo cuanto vivimos en aquella madrugada del 21 de julio del 1969 fue un montaje, una vulgar puesta en escena... un fraude. Documentales perpetrados por mentes enfermas que sólo tratan de hacer daño a todos y cuantos tuvimos el privilegio de ver dicho acontecimiento en directo, y pegados a las pantallas de nuestros televisores.

Cansado ya de que uno de los mayores acontecimientos de la historia de la humanidad esté constantemente siendo puesto en entredicho por cuatro chupatintas, tomé una decisión hace bien pocos días de la que no me arrepiento en absoluto. Espero que sirva de una vez por todas para disipar cualquier duda sobre la verídica llegada del hombre a la luna, y para que nos dejen, a los de la generación de mediados de los sesenta, disfrutar de nuestro máximo acontecimiento mundial y no nos toquen más las pelotas.

Así pues. En la madrugada del pasado lunes 27 de abril del presente año 2009, construí mi nave APOLO XI de mi colección de sobres Monta-Plex con la pretensión de llegar a la luna con ella y de traer a la tierra una prueba más que demostrase la fiabilidad de los acontecimientos que antaño ya tuvieron lugar. Al mando de la expedición puse a mi MADELMAN del espacio y le pedí; le exigí... que me mandase muestras irrevocables de su llegada a la luna. Cinco días después, el mismo tiempo que tardó la original nave APOLO en alunizar en suelo lunar, el comandante MADELMAN a bordo de la nave APOLO XI Monta-Plex, me hacían llegar vía satélite la siguiente imagen.



Espero sinceramente que esta prueba se considere definitiva y que no se vuelvan a cuestionar nunca más hechos tan singulares.



Créditos de las fotografías que ilustran esta entrada:

Imagen 1: Tomada por el Kioskero del Antifaz de la nave APOLLO XI de Monta-Plex de mi colección particular.

Imagen 2: Enviada desde la luna, vía satélite por el MADELMAN astronauta, también de mi colección particular.

viernes, 1 de mayo de 2009

Hucha Gasolinera de RICO

A finales de los sesenta y principios de los setenta, el salario mínimo interprofesional rondaba las 3.060 pesetas al mes, lo que equivalía a unas 102 pesetas diarias. Eso fue lo aprobado por el II Plan de Desarrollo español del año 1968, y con esa cantidad subsistían probablemente la mayoría de familias españolas. Para los yogurines que no se aclaren contando en pesetas, bastará decir que 3.060 Pts. equivalen a algo menos de 18,50 €uros; si, si... mensuales.

La verdad es que no recuerdo si fue por Reyes o si cayó en algún cumpleaños. Lo que me consta es que fueron mis padres los que me regalaron la maravillosa Hucha Gasolinera de RICO y que eso sería por el año 1970. Una época en la que los juguetes se empezaron a dejar de fabricar en hojalata como se venía haciendo durante la casi totalidad de la década de los 60 ya que el plástico, empezó a entrar con fuerza y a constituirse en una fuerte industria que como no, encontró una de sus máximas razones de ser en el mundo del juguete. La hucha de RICO concretamente era el claro ejemplo de transición entre ambos modos de fabricación y combinaba perfectamente los dos materiales: El pie, los laterales y el surtidor estaban hechos en plástico; la nueva materia que invadiría jugueterías y kioscos, mientras que el frontal y la parte trasera se hicieron con la vieja hojalata serigrafiada, lo que convierte a la hucha en un objeto histórico que marca un antes y un después.

Sus particularidades eran varias y a la vez curiosas: Disponía de dos contadores numéricos que marcaban las unidades y las decenas, de manera que sabías la cantidad de dinero que ibas guardando en ella. Por otra parte su apertura era automática una vez que en su interior, se reunían la cantidad exacta de 100 pesetas, y curiosamente... no había forma humana de abrirla antes. La tapa, situada en su base estaba herméticamente cerrada y ni haciendo palanca con el destornillador de la caja de herramientas de mi padre conseguí abrirla jamás. Juro que lo intenté. Tener allí guardadas 25 o 50 pesetas y no poder echarles mano y correr hacia el kiosco del señor Sanchez era algo que me devoraba los nervios.



Otras huchas eran más generosas, más humanas y siempre existía un modo u otro de abrirlas y dar con las pesetillas ahorradas. Siempre tenían alguna rendija por donde caía alguna peseta después de un poco de esmero, o era posible hacerlas salir por la misma rajita que servía para hacerlas entrar. Incluso en el peor de los casos, se les podía arrear un martillazo, dar al traste con el trabajo de algún alfarero y rebuscar las pesetas entre los trozos de arcilla desparramados por el suelo de la habitación. Pero la Hucha Gasolinera de RICO... ella no, era más tirana, dictadora y perversa que el personaje que aparecía de perfil en esas ansiadas pesetas.



100, ni una más ni una menos. El día que la señora estaba servida se abría, y ahí tenía la posibilidad de llenarme los bolsillos de monedas que seguro iban a ser inteligentemente invertidas. Bien pensado... mis padres deberían mirar esas pesetas y al verlas metamorfoseadas instantes después en un montón de chucherias, de juguetes de plástico y de pingas inútiles, se echarían las manos a la cabeza al pensar, que el sueldo de un día entero de trabajo no iba a servir ni para llenar la nevera, ni para poner platos de comida caliente en la mesa, ni para comprar remiendos de escai que ocultarían los agujeros de la ropa en codos y rodillas. Nada, absolutamente nada de eso se haría con ese dinero, ya que sí algo tenía de bueno la Hucha de marras, a parte de ser bonita, era que cuando vomitaba, lo hacía única y exclusivamente para mí y para premiar esa “voluntad” de ahorro de la que la mayoría de los de mi generación, ni fuimos, ni somos fieles seguidores a menos, que no fuese con una Hucha Gasolinera de RICO que no te daba otra opción... que la de ahorrar por fuerza.

Fotografías de esta entrada realizadas por el Kioskero del Antifaz de la Hucha de RICO de mi colección particular.