martes, 29 de septiembre de 2009

El día que le metí mano a la Virgen María

En la parroquia de Santa Madrona, en la calle Tapioles del Poble Sec, hacían sesiones cinematográficas, y como consecuencia de ello, esas eran las pocas ocasiones en las que yo entraba en una iglesia.

Recuerdo con especial agrado el pase de una de esas películas ( a decir verdad, se trata de la única que recuerdo). La peli se titulaba “El anillo de los Nibelungos”, historia de la cual se han realizado innumerables remakes, pero que creo, que la que yo vi era una producción germano-yugoslava de 1966, aunque tampoco puedo estar seguro. El caso es que disfruté como un loco de las aventuras y de los colores estridentes del film, que sin duda, si lo volviese a ver a día de hoy imagino que me horrorizaría. Quién sabe?

Esas visitas “al cine” de la iglesia de Santa Madrona solían ser organizadas por la escuela; por las mañanas el señor Rius, y profesor de religión para más señas, nos introducía en la trama de la película que iríamos a ver esa misma tarde, y por la mañana del día siguiente nos animaba a comentarla en clase.

Uno de los recuerdos que más se conserva en mi memoria de esas sesiones de película, es el hecho de que podíamos asistir a la sala con los bocadillos y las botellas de gaseosa. Ni que decir tiene que medio bocadillo era engullido, mientras que la otra mitad era deshecho en migas que lanzadas como proyectiles se estampaban en las cocorotas de los compañeros de clase que se hallaban sentados en las filas delanteras, así como en la cabeza de alguno de los profesores que en mitad de la película, se levantaba de su asiento y pedía orden del modo más infructuoso que nadie se pueda llegar a imaginar.

El señor Rius, además de tratarse de nuestro profesor de religión, era cura aunque nunca le vimos vestido con su hábito, pero... lo era, tenía toda la pinta. En una de sus introducciones a la película que íbamos a ver esa tarde de otoño de 1971, nos habló de la Virgen María y nos contó que era una joven muy hermosa, limpia de todo pecado y la escogida por Dios para... no recuerdo qué. Imagino que el señor Rius lo dijo, pero a decir verdad no presté mucha atención ya que en las últimas filas de clase -en las que yo me hallaba- se estaba fraguando una guerra de “munis” y era cuestión de ir preparando las gomas de pollo y de ponerse a doblar concienzudamente papelitos para tener un buen arsenal preparado.

Tampoco recuerdo qué película vimos por la tarde ya que había mucho que hacer en esa sala de cine: comerse medio bocadillo y preparar proyectiles con el otro medio, beberse la gaseosa, cambiar cromos con mi compañero de clase José Luís Naval, corretear entre las filas de asientos y lanzarse cuerpo a tierra en cuanto el señor Rius se ponía en pie para solicitar orden. En fin... que no se podía estar en todo.

Lo que recuerdo perfectamente, es que en la cola que formamos para salir ordenadamente del cine, una imagen de madera de la Virgen María y a tamaño natural, se hallaba allí, en pie, flanqueando la puerta que daba a la salida de la iglesia. No recordaba haber visto esa imagen en las otras ocasiones que habíamos asistido a Santa Madrona a ver una película. Posiblemente, la imagen se encontraba de paso, o quizá estuvo allí siempre, pero nunca me fijé. El caso es que con siete años y cursando 3º de EGB, pude percatarme de que realmente, la Virgen María era absolutamente hermosa.

En medio de aquella fila, iba acercándome poco a poco a aquella figura que ya ocupaba todo mi campo de visión; sus ojos miraban en dirección a un absoluto vacío y de ellos brotaban unas diminutas lágrimas en una expresión de tristeza que transmitía una gran ternura.

Recordé una frase que durante la mañana pronunció el Señor Rius en uno de esos momentos en los que yo no le prestaba atención alguna: “La Virgen María no había conocido hombre”. Y me dio por pensar que quizá por eso lloraba. No hubiese sido de extrañar ya que hasta 3º de EGB yo había asistido a colegios en los que los niños éramos separados de las niñas, pero en ese nuevo cole en el que consiguieron matricularme mis padres tras mi expulsión del colegio anterior, estábamos todos juntos, y el hecho de haber conocido a niñas y poder jugar con ellas, me resultó especialmente agradable.

Finalmente y mientras avanzaba la cola, allí estaba ella, escasamente a dos palmos de mí. No conseguí que sus ojos me mirasen por más que trataba de buscarlos con los míos, no había forma de coincidir. En el intento de captar su atención de algún modo, llegué incluso a salirme de la fila, y ya que estaba, decidí darle un rodeo a la imagen para ver cómo diablos llevaba sujeto el alo a la cabeza; algo que había visto en las estampas y en las ilustraciones de los libros de religión, pero que no había sido capaz de entender nunca.

Juro que fue sin querer, pero a pocos centímetros de mi nariz el culo de la Virgen llamó sorprendentemente mi atención. Jamás había reparado en la idea de que la Virgen pudiese tener culo, pero... vaya que si lo tenía! Un hermoso culo, terso y redondo, cubierto por un fino manto que permitía adivinar todas sus turgencias y que me hizo recordar aquella tarde en la que Ana Ochoteco y yo, jugando en el patio, nos metimos en una especie de lío en el que yo andaba tocándole el culo a ella mientras que ambos, entre risas, intuíamos que estábamos pecando y no entendiendo muy bien el por qué.

En una acto puramente cristiano, casto y con la mayor intención de solidaridad de la que fui capaz, posé mis dos manos sobre el culo de la Virgen María esperando arrancar de ella una sonrisa y borrar esa aflicción de su rostro.

Al parecer el señor Rius no lo entendió así. Me sorprendió palpando las posaderas de María, y con una expresión en su rostro más propia de un ser del infierno que del cielo, saltó sobre mí rezando a voz en grito el Ave María. En la fila, las caras de mis compañeros y compañeras de clase eran de estupefacción. Todos me miraban como a un bicho raro, a excepción de Ana Ochoteco, que para variar, se reía recordando viejos tiempos. El señor Rius agarró mi oreja como si se tratase de su paga de fin de mes y me arrastró en dirección a la calle. Apenas pude ver de soslayo el rostro de la Virgen María, pero me di cuenta de que seguía llorando. No supe en aquellos momentos si lloraba porque mi intento no había surtido efecto alguno, o si lo hacía ante aquella escena en la que un ser maligno se retorcía de ira y me arrastraba de la oreja para alejarme del lugar.

Una vez en la calle, el señor Rius me zarandeó cogiéndome de los brazos, tirándome del pelo y del cuello de mi jersey. De su boca salieron todo tipo de insultos de entre los cuales recuerdo uno que me dejó absolutamente impresionado; “hijo de Satanás!” Joder con el cura de incógnito! En un arranque de melodramatismo extremo se arrodilló en el suelo en plena calle, y en actitud de súplica al Todo Poderoso exclamó: “Dios mío! Perdona a este pobre desgraciado que no sabe lo que hace!”. Se levantó nuevamente y continuó con sus zarandeos y con todo lo más rancio que fue capaz de sacar por su boca. Yo ya estaba por echarle mano a la goma de pollo, sacar una “muni” de mi bolsillo y saltarle un ojo, pero afortunadamente una señora (gracias señora) que pasaba por la calle y que, al parecer, estaba informada por alguno de mis compañeros de cuanto allí había sucedido, se acercó al señor Rius y le dijo:

—Oiga! Deje en paz a este crío, que por más que le haya tocado el culo a la Virgen... no ha sido él quien la dejó preñada!

Preñada? Poco tiempo después me enteré de qué significaba eso, pero... No habíamos quedado en que “La Virgen María no había conocido hombre”?

Fíate tú de curas!

12 comentarios:

María dijo...

Jajajaja, pero qué buenísima anécdota!!!! Pero cuánta irreverencia en un niño tan pequeño, jajajaa. La frase de la buena señora es realmente buenísima!!!

Peibol dijo...

Jajajajjaja, ¡Buenísimo!

Para mí la virgen siempre será una aprovechada; se dio un homenaje carnal, se quedó preñada, y cuando se vio acorralada se inventó lo de la paloma mágica. Lo siento bonita perno no cuela, y esas lágrimas de cocodrilo tampoco me convencen.
¿Se nota que fui a un colegio antireligioso? :p

En el caso de que realmente no hubiera "conocido varón" (vaya eufemismo más estúpido), no me extraña que llore. ¡Con lo bueno que es el sexo!

Tras este comentario, creo que ha quedado claro quién es realmente el hijo de Satanás. XD

Un saludo de hereje a hereje.

PD. ¿Por qué te expulsaron? :o

JuanRa Diablo dijo...

Vaya manta de pecadores con la que se topa el Diablo. Si no fuera por lo que os aprecio os clavaría el tridente hasta el tuétano de los huesos!!

Mira que me choca eso de que te expulsaran del colegio (y más de una vez si no recuerdo mal) porque luego uno te lee y no parece verse aquí a un chaval que perdiera el tiempo en "gamberrear". Otra cosa no sé, pero escribir no se te da nada mal.

Me ha gustado cómo has contado la historia pero ya no creo que tengas salvación alguna: hijo de Satanás y el Diablo rondándote siempre... Bufff. ;)

Un abrazo

Anónimo dijo...

Pobre Virgen, siempre llorando... y tú vas, le quieres hacer una gracia y su representante en la tierra te monta el cirio, nunca mejor dicho. Eso es que a sus representantes en la tierra les interesa el patetismo. Vende más.

Alfon dijo...

¡Caray Sergi! Si hubiera sido la Magadalena, siempre le podrías haber dicho al Señor Rius que los tocamientos eran pagando.

A mi la que me pone es la Macarena, que cuando la sacan en Semana Santa entre cirios, velas y tal, con el fresco de la noche me parece ver que lleva los pezones erectos como botellines. Y entre las velas, con esa atmosferatan íntima...

También te diré que me da a mí la impresión de que el señor Rius tuvo alguna relación con ese culito virginal, que la castidad es algo contranatura. ¿Sabes por qué impusieron la castidad? Para que los curas no tuvieran herederos y así poder chupar de los bienes personales de los curas.

No me enrollo más. Decirte que el Señor Rius entendería perfectamente este tema del Serrat, y que, espero haya acabado encerrado entre cuatro paredes...

http://www.youtube.com/watch?v=8YFrLTCkYrQ

El Kioskero del Antifaz dijo...

Rocío... ni te imaginas la de problemas que tienen gran parte de creyentes, cuando descubren que Dios... es ateo ;-)

Peibol y JuanRa... Os prometo una entrada en la que contaré algunos de los motivos de mis expulsiones de distintos colegios, pero vaya, no os esperéis nada fuera de lo normal. La culpa era de los profes :-)))

Paseante... ni te cuento por dónde le hubiese metido yo el cirio al señor Rius.

Alfon... ese tema de Serrat supondría un lío por debajo de las sotanas que nunca vimos del señor Rius. pese a eso... no sé si la entendería ;-)

Ah!... a mi la Macarena me da como miedo... no sé :-(

Elena dijo...

El Sr.Rius estaba celoso, pues era incapaz de hacer lo que tu hicisteis. Muy bueno.

abril en paris dijo...

Irreverencias aparte, los tocamientos
a una imagen inerte por muy bella que pueda ser la " talla" no tienen
ningún morbo ( al menos en cabezas
normales )Lo de la idolatria se lo
"pasan por el arco del triunfo"
¿ no ? Y luego nos parecen incultos y salvajes los de las tribus que
adoran a un totem...
Hay tantas incoherencias en las religiones que es para no parar..
Abrazos de una agnóstica.

P.D. Eras un enfant terrible !!!

Anónimo dijo...

Sergi, pero de qué nos vamos a sorprender, sólo con ver esa foto tuya casi encabezando tu blog...Pues mira, yo pasé de ser una fiel devota en mi tierna infancia, yendo por cuenta propia y en solitario a misa de los sábado, a convertirme en una antieclesiástica rotunda.
Besitos. Loli

Ana Márquez dijo...

Jajajaja, cuántos recuerdos, hijo mío. Yo tocar el culo, no, pero un susto que amordaza sí que me daban a mí todas las imágenes de la iglesia. Las estampitas sí que me gustan, por su ternura e ingenuidad.

Ayss, el pan con chocolate que nos daban después del "besamanos". Qué añoranzas. Gracias por las risas y los recuerdos. Un besazo, Sergi.

María José dijo...

jajjajajajajja!!!! y jajjajjajaj !!! otra vez!!!! " hijo de satanás " valla tela marinera!!!! y a quién se le ocurre poner culo con enaguas y todo a La Virgén María??? ellos son los pecadores!!! con un simple tronquo de madera , manos, pies y cabeza hubiese bastado!!!¡¡ que perversión !! jajjajajj!!!

saludos.

Guely of Sweden dijo...

Y me he reido y reido con tu historia! Es casi como haberla visto. Yo paseé mi infancia en colegios salesianos en Lima. Más de un señor Rius amenaza mi memoria. Y la virgen... Qué edad tendría cuando la inmaculearon?