En mi viejo radiocasete Telefunken sonaron mil veces las canciones de Joan manuel serrat.
La señora Ángeles, su madre, se veía a menudo con mi yaya Lola en la peluquería del barrio; cosa normal debido a que Serrat era vecino de la calle Poeta Cabanyes del Poble Sec, justo la de al lado de la calle Salvà en la que nací yo. De modo que era corriente encontrarse habitualmente con ella. Una mujer que jamás -aún y pudiendo hacerlo- presumió de hijo. Imagino que era porque no hacía falta ya que todos en el barrio lo hacíamos por ella, así que para la señora Ángeles, el indiscutible éxito de “el noi del Poble Sec” era algo que llevaba con esa humildad que caracteriza a todos cuantos son verdaderamente grandes.
Aún conservo esas cintas de Serrat que mi madre y yo escuchábamos casi a diario. Nos sabíamos todas sus canciones y no nos perdíamos ninguna de sus apariciones en televisión, e incluso yo, que a pesar de ser un amante de la música, no soy demasiado aficionado a conciertos, acudí en un par de ocasiones a verle actuar en directo.
Tuve la ocasión de estar con él dos veces más, fugaces, pero importantes para mi. La primera vez fue en el estreno de Evita en Barcelona interpretado por Paloma San Basilio, yo tendría unos 17 años y allí una amiga que le conocía bien, me lo presentó diciéndole que yo también era vecino del Poble Sec, como él. La segunda vez fue un encuentro casual en el que estreché su mano y me presentó a Candela, su compañera de viaje.
El caso... y cambiando de tema, es que parece ser que empiezan a dejarnos en paz las tremendas lluvias de estas últimas semanas. Lluvias que han desbordado los embalses, como casi cada año, en un país en el que pronto empezarán a decirnos, como casi cada año, que ahorremos agua para evitar sequías. Increíble paradoja la de una tierra que se ahoga de pronto para morirse de sed un instante después.
En 1969 Joan Manuel Serrat grabó el tema titulado “Una balada de otoño”, y eso me recuerda que hay dos placeres que los hedonistas no debemos perdernos jamás. El primero es, sin duda, escuchar esta canción de Serrat (hay que ver lo que se perdió Epicuro por eso de nacer en la antigua Grecia), y el segundo, aún mejor si cabe, es el de escuchar el sonido de la lluvia desde el calor y la oscuridad de la alcoba.
Para el primero puedo ayudarles... no tienen más que darle al “Play” del video. Para el segundo, deberán esperar a las próximas lluvias, y a ser posible... siéntanse libres para disfrutar del momento en buena compañía.
Feliz fin de semana.