En las décadas de los sesenta y de los setenta el papel de la mujer era de una relevancia muy significativa. Las amas de casa competían entre ellas por cosas tan fundamentales como conseguir una blancura luminosa en las prendas de ropa y en ser la envidia de sus vecinas que cuando salían a tender, quedaban cegadas por lo blancas que estaban las sábanas de la del quinto primera.
Mientras, los hombres luchaban a brazo partido por no perder alguno de los dos empleos que tenían o por no quedarse en la calle; a la vez que presumían ante sus amigos y compañeros de lo blancos y bien planchados que sus respectivas “santísimas” les dejaban los puños de las camisas.
Eran otros tiempos. Hoy, sí vemos a un hombre tendiendo la ropa ya no nos da por pensar que debe ser marica, y del mismo modo, sí una mujer nos pega una bronca en el trabajo lo asumimos como la obligación que tiene por el hecho de ser nuestra jefa. De todos modos... sigue sin gustarnos a los varones tender la ropa, y pocos pueden evitar el pensar que la jefa, cuando les mete la gran bulla, es porque está “mal follá” o porque le ha venido la regla.
Los datos son reveladores; a día de hoy un 17% de los hombres españoles comparten las tareas domésticas con su pareja. Con suerte, para el próximo siglo, eso de repartirse las labores del hogar... será de lo más normal, pero lo cierto es que en la actualidad, y después de 40 o 50 años de supuesta evolución, sólo un 17 % se han sacado de encima el complejo de “comepingas” por planchar, lavar, tender la ropa o quitar la mugre del cuarto de aseo.
Me abstengo de confesar si me hallo dentro de ese mínimo porcentaje, ya que como en la gran mayoría de parejas, el hombre opina una cosa mientras que su mujer declara todo lo contrario. Lo que sí me atrevo a asegurar es que me he quemado con la plancha, se me ha pasado la pasta por cocerla demasiado, he tenido que bajar al piso de la vecina para que me recogiese unos calzoncillos que tendí mal... y cayeron en su tendedero, me he pasado del presupuesto haciendo la compra, he vestido de una forma desconjuntada a la niña o le he hecho mal la coleta (el niño da igual, pero las madres, con las coletas de las niñas y los colores de sus vestidos... tienen una obsesión enfermiza), en definitiva... que he recibido broncas por no hacer las labores del hogar como “se supone” hay que hacerlas, y cuanto menos, eso demuestra que algo hago, y que voluntad no me falta, aunque... hay cosas que son difíciles de aprender.
Y es que no nos engañemos... El caballero blanco de Ajax por el que en 1966 nos volvíamos locos todos los críos, pasó a mejor vida y nuestras sábanas ya no lucen “el blanco más poderoso”. Ellas, en las décadas de los sesenta y de los setenta, contaban con la ayuda de ese magnífico caballero blanco que a lomos de su corcel quitaba las manchas más resistentes, pero ahora, que los hombres nos atrevemos hasta con eso de las tareas domésticas... no contamos con la ayuda de nadie.
Era divertidísimo hurgar entre las cajas de Ajax para encontrar a ese caballero de plástico hueco que supuso uno de los juguetes más representativos de la época. Un muñeco fabricado por la casa Reigón por encargo expreso de la marca de detergentes y que poseía un exquisito lujo de detalles.
Hoy en día, sigo buscando por entre los polvos de las cajas de detergentes a algún caballero para que me eche una mano, pero lo único que recibo a cambio es una frase parecida a un: “No, si al final resulta que voy a tener que hacerlo yo todo!”.
Estoy convencido de que cuando mi mujer lea esta entrada, me dirá: "Qué te has quemado tú con la plancha?... Pues ya me dirás cuándo".
Pues si coño!... Poco, pero... me he quemado.
Créditos de las imágenes: 1) Caballero Blanco de AJAX. Colección particular. 2) Publicidad de AJAX 1966.
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7 comentarios:
Esta entrada es acojonante ja, ja, ja, ja!!!
Como ser crudamente realista con arte y salero, elei!: "...y pocos pueden evitar el pensar que la jefa, cuando les mete la gran bulla, es porque está “mal follá” o porque le ha venido la regla."
(ay, las lágrimas que se me caen, ay, ja, ja :DDDDDDD)
Yo también me acuerdo de este pobre caballerete blanco. Pero menudo retrato social. Bestial.
Al menos los anuncios de la tele ( no todos ) nos van presentando a tios
muy apañaos poniendo la lavadora
( pocos eso si )y x supuesto guisando
mejor dicho abriendo el envase de algo precocinado.., lo que no soporto es precisamente " el tratamiento " que se les dá como si fueran "Heroes" o en su defecto niños
a los que su mamá regaña si algo no está bien limpio...pero despues de leerte comprendo mucho mejor el concepto...Venus y Marte. :-))
Un abrazo.
Nada, Sergi, que no valoran nuestra impagable aportación. :D Yo he de admitir que la plancha sólo la he visto de lejos y así poco me voy a quemar.
Ahora no existe ese caballero blanco pero en cambio existe el poder del oxi-action que ni idea de la fuerza blanqueadora que tendrá, pero cón sólo pronunciarlo te deja impoluto.
Lo de peinar a hijas y conjuntarles colores... esa es una cruz a la que ya nos hemos rendido, eh? jajaja
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Hola soy Bubu. Te he conocido a través de otro blog y me encantan tus fotos, tus textos y en general todo tu blog, es GENIAL, te seguiré visitando, muchos besos.
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sensacional, el idolatrado caballero Blanco, excelente
Yo tenía una pantera rosa articulada que regalaban en un tambor de detergente. Fue dificil encontrarla, casi nos tuvimos que sumergir en el tambor mis hermanas y yo. jajajajjaj
Como mola este blog enganchado me tienes a esto
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