jueves, 6 de mayo de 2010

El diablo bajó a Georgia

Mi abuelo siempre me dijo: “Hay que tener amigos hasta en el infierno, ya que, cuanto menos, te llevarán al lugar del averno en el que se esté más fresquito”.

Una eternidad condenado a las profundas tinieblas es el precio a pagar a cambio de vender el alma al diablo, pero claro... si allí uno ya tiene amigos...

Aún recuerdo la noche en la que Satán apareció ante mí con el fin de contar con mi alma para sus fines perversos. Me hallaba en un cruce de caminos en el estado de Georgia; concretamente entre New Bethel Church Road y Long Bridge. Se trataba de uno de esos excitantes viajes de trabajo a los Estados Unidos y todo funcionaba de maravilla hasta que la ranchera que nos iba a llevar desde South Carolina hasta Tennessee se estropeó, y allí me quedé montando guardia mientras que mis dos compañeros de viaje la emprendieron a pie en busca de ayuda en un tiempo en el que aún no se habían inventado los GPS y en el que no teníamos más remedio que fiarnos de un pequeño mapa local que nos indicaba que a menos de 2 kilómetros en dirección sur por la Long Bridge se hallaba una pequeña granja. Mientras esperaba el regreso de mis colegas salí a fumar un cigarrillo sentado placidamente en el capó de aquella ranchera de alquiler. En el horizonte simplemente se divisaban postes del tendido telefónico al contraluz de una estupenda luna llena. La temperatura era agradable en plena primavera, no refrescaba en absoluto y podía percibir el aroma de los jazmines que a la luz del día teñían de amarillo los verdes campos.

Yo había leído viejas leyendas referentes al delta del Mississippi; leyendas en las que se narraban historias relativas a apariciones del diablo que andaba por allí en busca de las almas de viejos cantantes de Blues a cambio de convertirles en auténticos genios de la guitarra. Cuentan... que Charlie Patton, e incluso el mismísimo Robert Johnson fueron algunos de los “bluesmen” que pactaron con el rey del averno a cambio de su incomparable talento. Descansen en paz sus almas... allí donde quiera que estén.

A pesar de esas ridículas leyendas que en ese momento recordé, ni nos hallábamos especialmente cerca del delta, ni mi intención era la de convertirme en cantante, pero... al igual que yo, al parecer el diablo andaba también un poco despistado; concretamente un par de estados más al este del lugar en el que sus apariciones parecían ser habituales y allí me encontró tirado en aquella cuneta.

Y allí estaba él. Debo decir que no me intimidó en absoluto la presencia de aquel extraño ya que su aspecto era más bien afable, aunque ciertamente había algo pernicioso en su mirada. No obstante, lejos de ser un tipo de color rojo, con cuernos y larga cola terminada en punta de lanza, parecía más bien un vendedor de seguros, cansado, y con el nudo de su corbata ligeramente desabrochado.

—Hace una buena noche. No es cierto? —me preguntó.

—No está mal, pero tampoco tengo demasiada referencia de cómo son por aquí las noches —le respondí.

—Ya claro... no eres de por aquí.


Reconozco que siempre me ha tocado las pelotas eso de que enseguida sepan “que no soy de por aquí”, aunque para que negarlo... mi inglés siempre ha sido terrible y delata a la legua mis orígenes hispanos.

—Y a ti? Qué se te ha perdido en este lugar del mundo? —le tuteé... él empezó, así que nos dimos enseguida confianza.

—Vengo a por tu alma. Perdona si voy al grano y no te introduzco en eso de que soy el diablo y demás, pero es que hoy he tenido un día agotador.

Vamos, que lo único que me faltaba tirado en mitad de una carretera polvorienta... era la presencia de un loco.

—Da igual si no me crees —añadió—. Plantéatelo de la siguiente manera: si soy el diablo y me vendes tu alma, conseguirás lo que quieras. En caso de que no sea más que un chalado que se te aparece en mitad de la noche, tu no ganarás nada, pero tampoco yo conseguiré tu alma. Prueba, y a ver qué pasa.

—Vamos a ver... para invocar tu presencia. No es necesario hacer toda una serie de ritos y de liturgias mágicas? —pregunté.

—Así es en la mayoría de los casos, a excepción de aquellos en los que las almas no tienen aún un destino eterno bien definido y soy yo quien, en persona, voy en su busca. Y ése es tu caso —me aclaró.

—Debo tomarme eso como un halago?

—Puedes tomarlo como quieras. Tu camino en la vida está en ése límite entre el bien y el mal. En un... “cruce de caminos”. Te cuesta conseguir todo eso por lo que luchas, y yo... puedo ponértelo más fácil.

—Pse!... No sé. La verdad es que ya me gusta esto de que me cueste conseguir las cosas. Les da más emoción. No crees?

—Bien... pues hagámoslo de otro modo, te seguirán costando, pero tendrás la garantía de terminar consiguiéndolas.

—Eso no me convence... — le aclaré—. Es como saber el final de una peli... le quita suspense.

—Vamos por partes — el tipo trató de poner orden—. Riquezas. Te interesan las riquezas? Poder colmar todas tus necesidades y que te sobre el dinero a espuertas?

—Sinceramente no —le dije—. No persigo eso. Me basta con tener para viajes y tabaco, y de momento... me llega.

—Fama?


—Buufff... que va, que va! La fama generalmente es demasiado efímera, y en el caso de que sea para siempre te roba intimidad. Prefiero un éxito moderado a una fama descontrolada.

—Pues bien... éxito... todo el que quieras –insistió.

—De veras que no. Ya tengo el que quiero. El necesario para que no me falte mi trabajo y para que se me conceda, de vez en cuando, la posibilidad de hacer un poco lo que me de la gana. Para qué quiero más?

—De acuerdo, de acuerdo, pero... Y mujeres? Qué me dices acerca de eso?

—Verás... ahí hubiésemos podido llegar a hacer negocios tu y yo, pero a estas alturas ya he gozado de una buena época loca, y ahora ando en algo que parece bastante serio. No sé si será la mujer de mi vida, pero se trata de una morenaza altísima que me vuelve loco.

—Maldita sea!... No será la que fue secretaria en esa asquerosa productora en la que trabajabas. Verdad? —preguntó en un estado visiblemente alterado.

—Efectivamente... fue... secretaria —respondí.

Un escalofrío recorrió toda mi espalda hasta helarme el cogote mientras que curiosamente unas gotitas de sudor recorrían mi frente. Aquel tipo que hasta ese momento no se trataba más que de un chalado... empezó a ponerme realmente nervioso al demostrarme que conocía pequeños detalles importantes acerca de mi.

—Joder! —exclamó—. Sabía yo que tenía que haber tomado cuenta de esa tipa antes. Ahora ya es tarde!

Acto seguido le soltó una patada a una pequeña piedra que salió despedida a lo lejos, que se perdió en la oscuridad y que gracias a que se pudo escuchar su impacto contra el suelo... supe que no la mandó al más allá.

Nervioso, y con las manos en los bolsillos de sus pantalones se alejó de mi cabeceando así... como desconcertado. Se detuvo, se giró mirándome con esos ojos en los que desde el primer momento ya advertí algo pernicioso. Su ceño estaba fruncido, sus comisuras en un rictus de desesperación que dejaban entrever sus dientes apretados. Se acercó de nuevo hacia la ranchera a paso acelerado a la vez que sacaba una de sus manos del bolsillo y me daba unas palmadas en la frente.

—Piensa, piensa maldito hijo de puta! —me gritaba clavando su mirada en la mía—. Algo... o alguien habrá que merezca la pena a cambio de tu alma. Total no te pido nada más joder! Una mierda de eternidad a cambio de algunos años de tu vida en la absoluta plenitud. A qué coño esperas?

—Bueno... en realidad... hay... —dudé, titubeé...

Con sus manos agarró mis hombros y me zarandeó como si me felicitase por acabar de ganar alguna especie de premio o algo parecido.


—Lo ves?... Lo ves? No era tan difícil. Es lo que quieres? Se trata de eso. Verdad? —me decía mientras seguía con sus zarandeos. De no tener ya la certeza de que se trataba de Satanás en persona... de buena gana le hubiese dado una hostia. Con lo que me jode que me zarandeen!

Como pude recuperé la cómoda postura sobre el capó de la ranchera a la vez que estreché su mano. El tipo se alejó nuevamente enfundándola en su bolsillo, pero esta vez, su paso era triunfante y vigoroso.

—Espera! —le grité—. Cómo sabré yo cuándo...

Sin detenerse me miró de medio lado —Cuándo será el momento en el que lo consigas?— una sonrisa llenaba su cara.

—... Si, exactamente... eso...

—Lo sabrás hijo... cuando llegue el momento... lo sabrás.

Rió a carcajadas y prosiguió su camino mirando de frente hacia el oscuro horizonte. De nuevo sacó una de sus manos del bolsillo para despedirse de mi dándome la espalda y desapareció ante mis ojos.

Nunca más he vuelto a ver al maligno; parece ser que ya tendremos toda una eternidad para conocernos mejor.

Y ustedes?... Qué esperaban de esta historia? No hubiesen hecho lo mismo? Vamos, vamos, piensen! No hay nada... o nadie que merezca la pena a cambio de sus almas? Total el final no es para nada trágico: él se salió con la suya... y yo con la mía.

Además, el infierno no puede ser tan malo. Han pensado lo aburrido que debe ser... el cielo?

En 1979, The Charlie Daniels Band le dió al mundo el tema titulado “The Devil Went Down to Georgia” demostrando que Satán no era la primera vez que se dejaba ver por aquel cruce de caminos y que lo mío con él no fue por casualidad o despiste. La diferencia está en que Johnny, el protagonista de la canción, no sucumbió a las tentaciones del rey del mal y posiblemente ahora... lo esté lamentando.

Les dejo ahí esta estupenda muestra setentera de Country Ranchero bien conocida por todos los amantes del género, y que para aquellos que no lo sean... ya va siendo hora de que la escuchen, al menos una vez. Así que sucumban ante la tentación.

Obviamente, y como no podía ser menos, esta entrada está dedicada a JuanRa Diablo. Un Satanás que tiene de malo... lo que yo de bueno ;-)

Mi alma ya está condenada hermano, así que no sé a qué viene ahora ése olor a azufre (carcajadas).


6 comentarios:

peibol dijo...

¡Esto si es una forma de introducir una canción, y lo demás es tontería! :D

Muy buena la historia, aunque me quede con ganas de saber el desenlace a largo plazo ;)

Unknown dijo...

Qué bueno el relato, Sergi! Lo voy a leer otra vez, que tiene muchos recovecos. Saludos al Míster. Besos.

abril en paris dijo...

Ayer noche lei éste relato que parece como de Hitchcock..y no supe que decirte. Me quedé reflexionando o tal vez lo que estaba era dormida..
¿ Por qué vende uno su alma..? ¿ Todos tenemos un precio ? ¿Es eso lo que nos quieres decir ?Entre broma y
broma ésto te hace pensar..
Yo es que no creo en éste tipo de " cuernos y rabo" perfumado con sulfuro, y claro me temo que mi alma no le interese o yá tiene el cupo completo. Al menos a tí te ofreció algo lo suficientemente tentador para que llegaras a un acuerdo...Nos dejas con la intriga,
como todos los buenos relatos de misterio. ¡ Suerte !
( Eso sí la música muy flok )
Un abrazo pecadorrrr !!

JuanRa Diablo dijo...

Perfecto, Sergi, ya he dado orden de que te reserven una caldera bien ancha aquí abajo y con el fuego sólo a medio gas.
¿Quieres lápices y folios? Los tendrás. ¿Quieres juguetes de los setenta? ¡Todos tuyos! ¿Blues, country...? La condena eterna no te la puedo quitar pero esta dedicatoria... AYY AMIGO, CUÁNTO BIEN TE HARÁ.

Jejeje, vaya sorpresón el de hoy. Esta entrada me la guardo con marco de fuego eterno.
Y ahora te dejo, que he de seguir vagando por aquellas polvorientas carreteras del Mississippi.

Muchas gracias! ;)

capitanmadelman dijo...

Precioso relato, aunque me queda la duda
de que cambiaste por tu alma al Diablo, de
todas formas de alguna manera todos vendemos
nuestra alma todos los días haciendo cosas que
no nos gustan, trabajos que no nos satisfacen
lo mas minimo y aguantando a jefecillos ineptos
por sueldos miserables, de alguna forma todos
vendemos nuestra alma.
Saludos




m

El Kioskero del Antifaz dijo...

El diablo es listo, pero también es terriblemente pretencioso con eso de que puede darnos cualquier cosa a cambio de comprar nuestra alma, y no es cierto, no puede comprarla sí a cambio le pedimos... la inmortalidad.

Pero no... para los curiosos ;-) no le pedí eso. Para qué? Le pedí algo mejor... mucho mejor.

Y sí Abril... creo que todos tenemos un precio. Quizá nada que pueda ofrecernos el diablo nos pueda llegar a interesar, pero te aseguro que si me piden que haga lo que sea, con una pistola apuntando la sien de mis hijos, lo hago. Repito... lo que sea.

Ése es mi precio, pero... se admiten ofertas ;-)

Gracias a todos por pasaros por aquí. Besos.