Debería tener yo unos seis años cuando mi yaya Lola se hizo testigo de Jehová; siempre he dicho que quería con locura a mi yaya Lola... nunca que fuese perfecta.
Los viernes, debido a que mis padres trabajaban hasta bien entrada la noche, mi yaya Lola me llevaba con ella a las reuniones en el Salón del Reino y allí pasábamos la tarde. Al parecer, yo daba bastante guerra mientras que los siervos discurseaban sus sermones, de modo que mi yaya tuvo la brillante idea de comprarme cada viernes, una bolsita de caramelos Sugus. Era un modo como otro de tenerme entretenido... supongo.
Siempre me fascinaron esos caramelos blanditos, paralelepípedos, perfectamente envueltos con doble papel: uno que contenía la marca y el sabor, así como su color correspondiente, y otro de color blanco que protegía a la viciosa chuche del calor. Lo mejor de lo mejor, lo más de lo más... era desenvolver uno de cada sabor: fresa, naranja, limón, piña, cereza y hacer con ellos una torre para meterla toda entera en el interior de la boca. Sin duda se trataba del súmmum extremo y mi expresión así lo describía: los carrillos hinchados y llenos de caramelos, la sublime explosión de todos los distintos sabores, los ojos en blanco y ligeramente entornados, la babilla resbalando por la comisura de los labios...
Viéndome esa cara, muchos de los allí congregados bien podían llegar a pensar que la palabra de Jehová estaba entrando y calando hondo en mi, pero... nada más lejos de la realidad. Se trataba de la casa chocolatera suiza Suchard la que verdaderamente me estaba haciendo tocar el cielo y convirtiéndome en un fiel adepto de los placeres más extremos.
Los dejaron de fabricar durante un tiempo, pero irremediablemente volvieron... será por algo. Los caminos de Suchard son inescrutables...
Amén.
sábado, 24 de octubre de 2009
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10 comentarios:
Imposible evitar no morderlos. Y una vez iniciada la masticación, imposible separar los molares superiores de los inferiores perfectamente pegadas. La boca perfectamente cerrada. La yaya Lola, sabia, sabía lo que hacía, a pesar de las imperfecciones.
Veo que te has aburrido con diferentes religiones. ¿Alguna experiencia en mezquitas y sinagogas?
Curiosa tu relación con diferentes creencias..dulces y religión. No sé
como tomarlo..¿ es por aquello de que la religión es el " caramelo" del
pueblo ?
En lo de los Sugus, totalmente de acuerdo pero eran un poco peligrosos
cuando se pegaban en el paladar..XD
Bss.
Uhhhhh estos sí eran ricos,bueno mejor dicho siguen siendo ricos me fascinaron siempre los del papel color celeste de ananá,y hacía exactamente lo mismo que hacías vos.Con la única diferencia que mi mami de un cachetazo en la nuca me lo hacía escupir.!!!
me encantó tu relato.
Yo era el colmo que se coge pa subir al colmo, porque yo agarraba y coleccionaba.... los papelitos de los Sugus. Como lo lees. los aplanaba bien aplanaditos y los ponía unos pegaditos a los otros y tenía un tacote bien grande, de papelitos de colores. Que no sé para qué los quería, pero me jactaba de ser la que más papelitos de Sugus tenía. Jó qué hazaña, jajaja.
Por cierto, el comentario de Abril me ha recordado algo en lo que pienso a menudo. Si ahora en todos los embases de juguetes traen avisos sobre la edad mínima que debe tener el niño que juegue con ellos, ¿qué pasa con los caramelos? Los Sugus y los demás, ¿por qué nunca avisan de que son peligrosos? Bueno, son dudas existencias que me azotan de vez en cuando :-P
Gracias por traernos la infancia, kioskero, qué grande ere, mmmmmmmmuacs!
Ops, y ya me contarás lo del numerito mágico 220 ;-)
Volvieron sí, aunque no con el mismo sabor de antaño. O al menos eso me dice mi hermana que tiene memoria gustativa.
Yo los sigo en contrando muy buenos. Sobre todo el azul, el de piña :D
Saludos!
Me gustaban muchísimo y me siguen gustando hoy en día... Mi favorito también el de piña...
A mí el que más me gustaba y me gusta es el de limón... jeje!
Una abuela con recursos por lo que veo.
Saludos amigo.
Créo que si me pongo a comparar equivaldrían a las "frunas" que teniamos en Perú, que por entonces venían en paquetitos de a cuatro. Y si, esa sensación de estar rompiendo algún tabú al comer muchas o todas a la vez y llenarse la boca del dulce era toda una "decadencia romana" , fruna prohibida.
Demás decir que por alguna razón yo también guardaba las envolturas. aunque, si soy sincero, vengo a cuenta de porqué. Por las figuras de las frutas que me parecian apetitosas y reales y porque los papelitos impregnados de la golosina seguían despidiendo esa fragancia que casi era un sabor.
Cosas semejantes en distintos paises como dicen los biologos: convergencia evolutiva.
¡¡Me gustan mucho los sugus, aún los compro para mi y mis sobrinos :) gracias por este post y el video.
Saludos y buena smana.
Hola Alfon. Hola Abril ;-) A decir verdad la religión no es un tema que me haya aburrido jamás; incluso me divierte en ciertos aspectos que no me dejan de sorprender.
Y sí, he tenido experiencias de lo más curiosas con algunas de ellas hasta el punto de convertirme en un religioso no creyente. Cómo se come eso?... ni yo mismo lo sé ;-
El rincón de mi niñez; Mi abuela, lejos de hacérmelos escupir, estaba encantada con que mi boca estuviese llena de caramelos y no pudiese articular palabra :-D hay que verrrr....
Hola Ana: Yo también los coleccionaba. Existía por aquel entonces la leyenda urbana de que si conseguías un papel de Sugus en el que el nombre de la marca apareciese completo "x" número de veces, lo mandabas y te regalaban una bici. Creo que nunca fue cierto, pero recuerdo que los guardábamos... por si acaso.
Ya te contaré lo del numerito, ya ;-
JuanRa; Creo que a tu hermana no le falta razón: o los Sugus no saben como antes o nuestros paladares han perdido enteros, pero a pesar de ello siguen siendo buenísimos!!!
Hola Rocío; coincido en lo del Sugus de piña, pero creo que más que por el sabor, era por su envoltorio azul que siempre fue mi color favorito ;-)
Cristal00k Hola; Mi yaya Lola siempre tuvo recursos para todo menos para desengancharse de unas creencias de las que por siempre ya fue presa. Pese a todo, en casa, la convivencia con todo eso nunca fue mala y se llevó bastante bien eso de tener a una abuelita un tanto integrista :-D
Guely; realmente alucinante como personas de cualquier parte del mundo y en situaciones sociales y políticas distintas, tuvimos puntos en común tan sorprendentes en nuestra etapa de niñez. Y es que en el fondo... somos todos un montón de parecidos, con matices, pero... parecidos ;-)
Hola Monica; ... yo también. Yo también los compro y me va de lujo tener la excusa de que los compro para mis hijos y luego pelearme con ellos para ver quien come más :-D
Un saludo de lunes para todos y besos.
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