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Tuvieron que pasar unos años para que me enterase de que dicha cuestión venía de viejo... de muy viejo. Al parecer la cosa viene de 200 años atrás y de la época de la Guerra de la Independencia en la que España se partió en dos mitades; una compuesta por los partidarios de la constitución de 1812, llamados constitucionalistas (divididos entre ellos ya que al parecer, algunos estaban extremamente afrancesados), y la otra España la formaban los absolutistas que reclamaban el poder absoluto y el regreso del monarca Fernando VII. Un Borbón a quien la historia ha puesto de un modo unánime como el puto culo.
Tras largas idas y venidas, fue la Guerra Civil la que enfrentó nuevamente a las dos Españas, y mientras que una (la de los vencedores) constituía la España oficial, la otra (la de los perdedores) formaba una España real sumida en la más oscura clandestinidad.
Parecía que todo se iba a arreglar a partir de 1975 y con la posterior llegada de la democracia, pero lo cierto es que desde entonces vivimos una situación que suele darse en todos los países divididos entre izquierdas y derechas, conservadores y progresistas, etc. Vaya... un descoloque del quince en el que el partido que queda en la oposición trata de hacer lo imposible para alcanzar el poder y recuperar esas sillas en las que tanto les gusta reposar sus peludos culos. En cierta ocasión leí una cita de un historiador (lamento no recordar su nombre, pero tampoco voy a buscarlo ahora), que decía que: “Los políticos deben ser bomberos y no incendiarios”, cosa que siempre olvidan y por culpa de lo cual se tiende a una desmedida crispación en la que como único lema parece que prevalezca aún eso del “divide y vencerás”.
El caso es que desde que tengo uso de razón (¿)... el fantasma de las dos españas ha sido la tónica general en este país: Una España ha estado formada siempre por gente de derechas, conservadora, católica, por hombres muy machos, mujeres muy femeninas y gente de orden. La otra la han compuesto los de izquierdas, progresistas, maricones ellos y bolleras ellas, descreídos y ateos. En lo único que han coincidido ambos ha sido en las grandes cantidades de dinero que se han llevado de las arcas públicas a la mínima que han tenido ocasión, pero por el resto, y si no tocamos el tema del parné... sin duda nos hallamos en medio de dos españas bien distintas.
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La última es de sobra conocida por todos: la necesidad de un colectivo que quiere saber dónde cojones están sus familiares que perdieron la vida en la guerra con el deseo de depositarlos en un lugar en el que poder dejarles flores, enfrentados a otro colectivo que se niega rotundamente a remover nada. Quizá tengan miedo de que aún más mierda les salpique en la cara.
Lo que me intuyo, es que un país en el que unos ganan por poco más de diez millones de votos, mientras que los otros pierden por casi diez millones de votos... se trata de un país dividido casi al 50% y que lo que está pidiendo a gritos es que ambas españas lleguen a un acuerdo de una jodida vez, y que dejen de crispar un ambiente que hace que lamentablemente, esto de ser español... resulte una tarea agotadora.
En mi entorno, mis amigos de derechas siempre me han considerado un poco rojo, mientras que mis amigos de izquierdas me acusan de ser un poco facha. Creo que eso es bueno ya que me sitúa en tierra de nadie. Con ello no quiero decir que esté, ni de cerca, en posesión de la verdad absoluta o de la iluminación, ni en el matiz de gris justo y necesario entre los extremos del negro y del blanco, pero me reconforta eso de poder mirar todas estas cosas sin fanatismos y sin tener la necesidad de casarme con nadie hasta el punto de que me veo incapaz de depositar una papeleta en una urna. A fin de cuentas... si voy a una discoteca nadie me va a obligar a bailar con ninguna chica, y menos si todas son feas. Puedo salir y entrar de esa discoteca sin necesidad alguna de bailar siempre y cuando pague mi entrada. Del mismo modo puedo pasearme por este país y dar mi opinión sin necesidad de sentirme culpable por eso de haber participado en la comedia de que un culo peludo ocupe un asiento, para luego... tener que terminar arrepintiéndome de ello.
Y que nadie me venga con la jodienda de que si no voto no tengo derecho a quejarme. Perdonaaaaaa??? Pago religiosamente mis impuestos y eso, entre otras cosas, sirve para pagar los sueldos de los que gestionan este país y a los que la mayoría de gente, erróneamente, les llama “los que mandan”. Ni hablar... los que mandamos somos nosotros, los que votan y los que no votamos. Lo jodido es que nos han salido una mierda de empleados que no nos hacen ni el más mínimo caso, y así, seguiremos siempre en eso... en las dos españas.